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HALLUCINATION por hitomi_G

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Notas del fanfic:

He probado a escribir algo romántico con un estilo diferente. El resultado me ha agradado mucho, creo que me queda mejor este estilo de escritura con el tiempo en presente, así que seguiré practicando con él.


Es un ONE SHOT, algo que casi nunca me verán escribir.

Notas del capitulo:

El título está inspirado en la canción de Yuya Matsushita con el mismo nombre. Es hermosa, se las recomiendo mucho (al igual que el resto de sus canciones). La trama no tiene que ver con la letra, solo me gustó como le quedó el título a la historia. 

Disfruten~

HALLUCINATION

Al abrigo de la lluvia Nagisa-kun y yo esperamos dentro del salón del club a que aparezcan Haruka-senpai y Makoto-senpai. Llevamos casi media hora esperándolos y la situación se complica. No sé por cuánto tiempo más aguantaré estar a solas con él porque ya no lo soporto. Quiero que se aleje, que se vaya de mi vida, no verlo por un tiempo. Necesito dejar de extrañarlo.

Al principio platicábamos de las clases, una conversación común y corriente, pero ahora sus brazos me rodean la cintura, y su rostro se esconde apoyado en mi espalda. Siento su cuerpo tan cerca del mío, y los latidos de su corazón se escuchan a pesar del sonido de la lluvia que cae afuera. Para empeorarlo todo, mis manos se han movido por inercia en el momento en que me abrazó, y ahora estrecho sus manos entre las mías. Son pequeñas comparadas con la de cualquier hombre, y mis dedos las envuelven a la perfección, como si fuesen un estuche diseñado especialmente para tomarlas. De pronto siento que se mueve. No me ha soltado, pero en mi espalda ya no siento su cabeza.

De pronto un tacto frío en el cuello: son sus labios. Creo que se ha puesto de puntillas para besarme, y yo simplemente me quedo ahí de piedra, sin hacer nada. Escuchamos la voz de Gou-san y entonces me suelta y se va a sentar a la banca que está junto a los casilleros, apartándose algunos metros de mí.

No lo comprendo.

Supongo que es normal querer esconder esto de los demás. Somos hombres los dos. Lo que no comprendo es como puede actuar tan fríamente como si nada hubiese pasado. Nada en absoluto. Solo silencio. Cuando los demás entran, su sonrisa y su actitud me sacan de quicio. Ya no sé qué hacer. Es como si yo no existiera. A veces cuando estamos a solas hace este tipo de cosas: me abraza, me sonríe, me toca. Yo como una oveja le dejo hacer lo que quiera conmigo, no tengo problemas con eso. Si no lo quisiera no le dejaría. El problema es ese: que quiero. Por más que me negaba a aceptarlo al principio, me doy cuenta de cómo poco a poco Nagisa-kun abarca cada espacio de mi mente. Y él se ríe y juega conmigo.

Su juguete.

Eso soy, no puedo negarlo. Así como me consiente cuando estamos a solas, también actúa indiferente otras veces. Me ha dejado esperando sentir sus manos, escuchar su aliento en mi oído, deseando su cercanía tantas veces, que ya no sé cuándo esperarlo. Y yo tampoco hago nada por aproximarme, porque soy un cobarde. No sé cuándo, ni cómo, ni dónde va a atacar después. Han sido más las veces que no hacemos nada que las que sí. Supongo que solo lo hace cuando tiene ganas. No soy especial. No soy único. No somos nada.

¿Debería preguntárselo? ¿Debería decirle que se detenga porque me he dado cuenta de que he desarrollado sentimientos hacia él? ¿Estaría bien si le sigo el juego un poco más? No lo sé. Nada de esto es como describen el amor en los libros. No es hermoso. Es doloroso, me deja a la expectativa sin saber que hacer o decir. Me pone nervioso estar en la  misma habitación que él. Quiero sentir su calidez, escuchar su voz hablándome, besarlo. Quiero tantas cosas de él, pero él no quiere nada de mí. Su indiferencia duele.

Me pregunto cuántos más habrán sentido esto. Si no soy el único a quien este hombrecito ha encandilado con sus acciones. Nunca dice nada, solo se acerca a mí y me atrae hacia él, como un imán. Ojalá pudiera decirle que no.

Caminamos de regreso a nuestras casas. ¿Por qué tenían que quedar en la misma dirección? La práctica ha sido cancelada por la lluvia, y mi cabello no se ha secado bien, así que quiero llegar rápido para cambiarme. Hoy es viernes. Significa que quizá se quedará a dormir. Me está hablando sobre Rin-senpai, dice que el lunes iremos a su escuela a practicar si sigue lloviendo. No me podría importar menos eso, porque ha entrelazado sus dedos con los míos mientras caminamos. Al fin llegamos a mi casa. Le invito a pasar por cortesía, pero él me rechaza. Dice que tiene algo que hacer. Le hago un ademán de despedida con la mano entonces y él sonríe de nuevo. Me pregunta si tengo algo que hacer mañana y le contesto que no sin pensarlo.

-          ¡Qué bien! ¿Te importaría acompañarme al cine Rei-chan?

Acepto. Se despide de mí y me dice que me enviará un texto más tarde para ponernos de acuerdo. Cuando entro a casa casi no escucho la voz de mi madre llamándome para cenar. No tengo hambre y en verdad quiero deshacerme de este uniforme de una vez. Me doy un baño y me acuesto a dormir sin cenar.

Al despertar veo mi teléfono celular. Tengo cuatro mensajes de él. Olvidé revisarlo anoche y no nos hemos puesto de acuerdo. Veo el reloj: apenas son las siete. Conociéndolo aún no se ha levantado, pero hago el intento de todas formas:

“Pasaré por ti a las diez. Nos vemos entonces”.

No pasan ni cinco minutos cuando recibo su respuesta.

“¡Entendido! ¡Ah! ¿No te sorprende lo tempano que me levanté hoy, Rei-chan?” Apuesto a que no lo esperabas”.

Le contesto que es en verdad una sorpresa, y él me devuelve el mensaje con palabras semejantes a las anteriores.

Bajo a desayunar. Estoy hambriento, debí cenar anoche. Mi madre me alcanza dos cajas de bento mientras como los huevos fritos que me ha dejado en la mesa.

-          ¿Saldrás con Nagisa-kun también hoy Rei?

Asiento. Incluso mi madre conoce la rutina. Supongo que le hace feliz que haya hecho un amigo tan cercano.

Amigo.

Voy a lavarme los dientes y a cambiarme de ropa. Sin darme cuenta ya son las nueve y media. No hay problema, él no vive muy lejos. Salgo en dirección a su casa y al llegar está ahí sentado en la acera esperándome. Sonríe al verme. Demonios, todo lo que hace es sonreír. Lleva puesta una bermuda que le queda por encima de las rodillas, y se ha prendido el flequillo con un prendedor en la parte superior de la cabeza. Adorable.

Luego de saludarnos y demás formalidades emprendemos el camino al centro comercial donde está el cine que le gusta. Es él quien compra las entradas, así que no tengo idea de cuál película veremos. Al entrar a la sala descubro que está casi vacía. Me pide sentarnos en la fila de hasta arriba, y le sigo hasta ahí.

La película empieza.

Es una película animada, nada del otro mundo. Un villano, un héroe, sus amigos. Una trama completamente reutilizada. Entonces siento algo en el hombro. Me ha rodeado el brazo y se ha costado en él. No sé qué fue lo que me hizo elegir la playera sin mangas que traigo puesta. Trago saliva y me atrevo a hacer algo por primera vez. Antes de hacerlo me aseguro de que nadie está viendo: claro que no, estamos en la última fila.

Inclino mi cabeza hacia él y la apoyo sobre su cabeza. No se mueve. Seguimos viendo la película de este modo sin preocuparnos mucho. Ahora una de sus manos se ha deslizado de mi brazo hacia mi mano y entrelaza sus dedos con los míos. No sé qué hacer, mi mano está bajo la suya de modo que su palma está asentada sobre mi dorso. Algo me impulsa a voltear mi mano y ahora nuestras palmas están encontradas y nuestros dedos entrelazados unos con los del otro.

Los créditos finales. Él se despabila y se aparta. Nos ponemos de pie y salimos de la sala. Me habla sobre la película. Me dice que le gustó el villano, que le parecía un personaje genial. Yo asiento, pero en realidad no he prestado atención alguna a la trama.

-          ¿Qué hacemos ahora? – pregunto.

-          Vayamos a mi casa. Hay una tarea de inglés con la que quiero que me ayudes.

Conversamos todo el camino como si nada hubiese pasado. Incluso a mí me sorprende la forma en que puedo mantener la calma y actuar como si nada ocurriera entre nosotros. Supongo que es la costumbre. Antes de que algo pasara, así era entre nosotros.

Cuando llegamos a su casa él saluda y avisa que le acompaño. Me saludan cordialmente porque me conocen. Subimos a su habitación y saco los bentos que mi madre me ha dado. Se ve alegre por ello, y nos los comemos mientras vemos televisión. Al terminar guardo las cajas mientras él prepara sus apuntes de inglés. Es descuidado, terco, un cabeza dura. No es la primera vez que le ayudo, pero en definitiva hay algo mal en su cerebro que le impide comprender el inglés. Él se acuesta boca abajo en la cama con la libreta en frente, y yo me siento en el suelo más adelante para explicarle.

-          ¡No recuerdo ninguna de las conjugaciones, Rei-chan!

-          Por eso te digo siempre que las memorices – digo irritado, al tiempo que alzo la mirada de la libreta.

Me está observando. Está apoyado sobre sus codos y con el mentón entre las manos mirándome fijamente. Extiende una de sus manos hacia mi rostro y aparta un mechón de cabello de atrás del vidrio de mis lentes. No lo soporto. Me acerco en un instante y reduzco la distancia. Siento mis cejas fruncirse involuntariamente mientras me acerco.

Le beso.

Es un contacto rápido, pero definitivamente no lo ha pasado por alto. No puede ponerse a pensar si lo ha imaginado o no, porque mis labios no solo rozaron los suyos, se dejaron caer ahí para reposar esa gloriosa milésima de segundo. Al apartarme su rostro ha cambiado de expresión, está muy serio, y ha apartado la mirada hacia su cuaderno nuevamente. Intenta cambiar el tema y me hace otra pregunta de su tarea. Yo me niego a contestarle, me quedo en silencio observándolo mientras me ignora. Cuando no resisto más extiendo la mano, tomo su barbilla entre mis dedos, y lo atraigo hacia mí. Mi intención es repetir el beso anterior, pero prolongándolo por lo menos un segundo más, sin embargo le siento entreabrir los labios y yo le imito. Mi lengua acaricia su labio inferior con toda la dulzura de la que soy capaz, porque quiero hacerle llegar lo que siento. Él devuelve el beso. Ha durado casi un minuto según mis cálculos, y al apartarnos uno del otro, no puedo hacer nada más que desviar la mirada hacia el suelo. Le miro de reojo y noto que su rostro está rojo y que se observa las manos, que tiemblan nerviosas. Jamás nos habíamos besado. No en los labios.

Tomo aire y junto el valor para decir su nombre. Él dice el mío al mismo tiempo, sin honoríficos. Nos miramos por un instante y luego nos reímos por lo ocurrido.

-          ¿Quieres hacerlo de nuevo, Rei?

Mi nombre jamás ha sonado tan hermoso como cuando él lo ha pronunciado ahora. Quiero decirle que sí, pero me contengo. Nagisa-kun parece confundido y baja de la cama para acercarse a mí.

-          Eres cruel, Rei.

-          Lo serás tú, poniéndome en esta situación.

-          ¡Quien me ha besado has sido tú! – se defiende. – Sabes que me gustas, ¿no? Es por eso que lo has hecho.

-          ¿Qué dices?

-          Rei, sabes que me gustas, y siempre me dejas acercarme a ti, pero tú nunca haces nada. Yo me quedo esperando para ver si te hago reaccionar, y nada. Tú eres el cruel por jugar conmigo.

-          ¿Te gusto? ¿De qué estás hablando?

-          ¡No mientas! No puedes fingir que no te has dado cuenta. Y tú siempre te dejas abrazar y yo, ya no sabía qué hacer para llamar tu atención.

Me sorprenden sus palabras. ¿Se siente igual a mí? ¿O solo está tratando de engañarme? Sigo sin moverme y entonces distingo sus ojos acuosos. Está llorando, por mi culpa. Lo atraigo hacia mí y hundo mi nariz en su cabello. Quiero llorar, pero no puedo. Él se aferra a mi ropa con fuerza. Le beso la cabeza, luego la frente, luego los labios. Sostengo su rostro entre mis manos mientras le beso y una cálida sensación se apodera de mi cuerpo entero. Le deseo, pero solo tenerlo así de cerca se siente tan bien, que no quiero arruinar el momento llevándolo a la cama. Nagisa-kun rodea mi cuello con los brazos y se entrega al beso. Mi labios bajan poco a poco hacia su hombro, y dejo reposar ahí mi frente, abrazándolo mientras él me abraza a mí.

-          Me gustas, Nagisa.

Su nombre se escucha extraño, como si fuese la primera vez que lo digo de verdad. Nagisa me acaricia la cabeza con dulzura y me recuerda que sus padres siguen en casa. Le libero y él se acerca a la puerta y pone el seguro. Busca en su estante un CD de rock y lo reproduce en su portátil a un volumen alto. Se sienta en la orilla de su cama y me llama extendiendo la mano. Yo la tomo y me siento junto a él. Nos miramos sin decir nada y nos reímos uno del otro. Ninguno se atreve a hacer el primer movimiento.

-          ¿Puedo? – pregunto señalando la cama. Nagisa se ruboriza y asiente.

Me recuesto y él me imita. Estamos frente a frente y no nos hemos soltado las manos. Me percato de que aún llevo los lentes puestos y me los quito con la mano que me queda libre. Los dejo a un lado de la cabecera de la cama. Nagisa se hace un ovillo y se acurruca contra mi pecho. Siento que tiembla y eso me hace sonreír por alguna razón. Su rostro escondido emerge de entre mis brazos y se aproxima para posar un beso en mi barbilla. En verdad no lo soporto. Muero de vergüenza al pensar pedirle lo que estoy pensando, pero creo que él me ha entendido aún si no he dicho una sola palabra. Se aparta un poco y se incorpora para quitarse la camisa. También me incorporo, pero no me da tiempo de moverme. Se me acerca y me besa de nuevo. Sus manos bajan y toman mi playera por abajo y la levantan. Le ayudo a quitármela y siento sus finos dedos posarse sobre la piel de mi abdomen. Siempre nos hemos visto así mientras nadamos, y sin embargo es la primera vez que me da tanta vergüenza que me observe. Trato de cubrirme, pero él me lo impide sujetándome por las muñecas.

Nos hemos vuelto a recostar. Mis dedos juguetean con un mechón de su cabello dorado, pero él solo me mira. Evito devolverle la mirada, pues siento que si mi mirada se cruzara con la suya ya no tendría fuerza para moverme. Me concentro en el mechón de cabello. Nagisa siempre ha sido extrovertido y le rebosa la confianza, por eso no me ha sorprendido cuando sus dedos han comenzado a acariciar mi pecho. Entonces se acerca de nuevo y me besa el lugar en donde hace unos segundos estaban sus manos. Le abrazo con aún más fuerza. No quiero dejar pasar el momento.

Estamos recostados por los flancos, pero él se mueve para quedar boca abajo. Comprendo lo que quiere y me incorporo hasta quedar encima de él cubriéndolo a cierta distancia con mi cuerpo como si fuera un toldo. De nuevo lo beso y, temeroso de que no lo pueda soportar, dejo caer lentamente mi cuerpo sobre el suyo. Siento sus muslos contra los míos y me doy cuenta de lo que estamos haciendo, así que alejo mi rostro del suyo y le observo por última vez.

-          ¿Estás seguro?

-          Sí – contesta sonriente.

Aún dudando le bajo la cremallera y le desabotono la bermuda. No se resiste, simplemente observa mis manos temblar mientras lo hacen. Ha quedado solo en ropa interior, y prosigo a deshacerme de los jeans que traigo puestos, pero ahora no sé quién deba quedar descubierto primero. Es obvio a través de la ropa interior que ambos lo necesitamos, pero me da demasiada vergüenza quitarme la mía, y todavía mucha más quitarle la suya. Tampoco quiero parecer desesperado, porque no lo estoy, ni quiero que piense que me aprovecho de él. Dejo de pensar en el dilema de la ropa interior cuando se levanta a darme un beso y me atrae hacia su cuerpo una vez más. Nuestras partes íntimas se tocan y deleitan entre ellas a través de la tela, mientras que yo saboreo la piel de Nagisa. No hacemos ningún ruido, solo se escucha nuestra respiración. De algún modo me he incorporado y le he obligado a sentarse en mi regazo.

Nagisa se termina de desnudar. No sé qué más hacer, así que le digo que  haga lo propio conmigo y me ayuda a terminar de desvestirme. Ambos evitamos mirar hacia abajo, aunque sabemos que es inevitable que suceda. Entonces caigo en la cuenta de que no tengo experiencia. Temeroso, aparto a Nagisa y me siento en la orilla de la cama. Creo que tampoco él sabe qué hacer. Parecemos niños. Es evidente que ninguno lo ha hecho antes. De pronto me dice que tiene una idea y toma su teléfono móvil para hacer una búsqueda en internet. No le toma más de veinte segundos cuando me muestra una imagen pornográfica en su pantalla sin verme a la cara.

-          ¿Quieres que lo intente?

No sé si quiero. Tengo miedo de que se lastime o de que me lastime a mí al intentarlo. Aunque no lo veo, lo puedo sentir: mi rostro está completamente rojo, igual que el suyo. Como no le respondo deja el celular a un lado y cierra los ojos. Me pide que le tome de las manos y lo hago. Entonces camina hasta quedar de frente a mí y se agacha.

-          ¡No lo hagas, Nagisa! – le digo, pero es demasiado tarde. Ha comenzado por besarme y luego ha procedido a lamer mi ya de por sí sensible… eso. No quiero ni decir cómo se llama esa parte de mi cuerpo. Lo único que sé es que me siento muy bien.

Tengo los brazos apoyados sobre la cama, y los ojos cerrados para no verle hacer algo tan vergonzoso. De pronto siento un espasmo en mi vientre, y mis músculos se mueven de manera involuntaria tratando de acortar la distancia entre mis muslos. Me resisto a dejar que se junten, pues Nagisa está aún entre ellos y no quiero herirlo. Entonces, eyaculo. Los ojos de Nagisa están bañados en lágrimas y me siento responsable por ello. Bajo de la cama y tomo su rostro entre mis manos pidiendo perdón.

-          Amargo, Rei. Eres amargo – dice antes de soltarse por completo a sollozar.

Busco en la mochila que traigo un termo con agua que siempre llevo conmigo y se lo alcanzo. Nagisa bebe de él y se limpia los labios después de cada trago.

-          Lo lamento, juro que no quería…

Me pide que no hable, y yo le obedezco como un cachorro. El continúa bebiendo hasta que ya no queda agua en el termo y me lo devuelve. Ya no sé qué hacer. Tengo miedo de acercarme porque temo que seré rechazado.

-          Rei… - le miro esperando a que termine de hablar, pero su rostro está rojo y medio oculto tras su cabello, y al parecer llora de nuevo. - ¿Se sintió bien, Rei? No te lastimé o algo, ¿verdad?

Conmovido lo acerco a mi pecho y le acaricio la cabeza.

-          No, no, estuvo bien. Perdona, no tienes que volverlo a hacer jamás si no te ha gustado. Ya no llores.

-          Lo haré de nuevo – le miro sorprendido cuando dice esto. – Lo haré todas las veces que me lo pidas, Rei. No me dejes.

-          No lo haré, no te dejaré aunque me lo pidas – no sé de dónde he sacado esas palabras, pero son la verdad. - ¿Quieres parar ahora?

-          Sí, pero, Rei… Me duele.

No entiendo a lo que se refiere así que le pido que lo vuelva a decir, pero él solo repite las mismas palabras. Sin embargo; me doy cuenta. Se está cubriendo el vientre con fuerza. No sé qué más hacer, así que lo cargo y lo llevo a la cama. Al recostarlo él se queda quieto.

-          Disculpa, sé que quieres que termine. Dame solo un momento.

Me siento ante sus piernas y me disculpo mientras las separo con cuidado. La erección sigue ahí, como sospechaba. Me disculpo una última vez antes de inclinar la cabeza hacia su miembro y posar un beso en la punta. Su reacción no se hace esperar. Deja salir un pequeño gemido de dolor y le pido que se tape la boca mientras termino. Nagisa obedece. Con cuidado de no morderlo hago lo que puedo para estimularlo, pero es como si todo lo que intentara le doliera, al menos hasta que le lamo de cierta manera en que él no se ha quejado. Repito la operación y escucho el tintineo de su risa y un suspiro placentero. Lo hago de nuevo, y de nuevo, hasta que finalmente me avisa que me aparte para que pueda eyacular. Tengo las manos cubiertas de semen, y no es la mejor vista. Me siento sudado y pegajoso, además de terrible por haberle hecho pasar tan mal rato; pero a pesar de eso Nagisa se lanza a mis brazos y me da un último beso en la boca. Limpio sus lágrimas disculpándome de nuevo. No entiendo por qué no puedo dejar de disculparme.

-          Te amo, Rei.

-          No lo merezco.

Poco a poco se queda dormido sobre mi pecho, y me recuesto junto con él en la cama para dormir juntos. Nos despiertan golpes en la puerta. Nos sobresaltamos y vestimos rápidamente, tenemos experiencia gracias al club de natación, porque siempre tratamos de evitar que Gou-san nos vea. Tomo el libro de inglés de Nagisa y finjo que lo leo mientras él abre la puerta. Hemos tirado las sábanas al piso para que no vean el desastre que dejamos.

-          ¿Está todo bien? Están muy callados.

-          Sí, mamá. Rei-chan estaba revisando mis ejercicios, pero yo me dormí y no quiso despertarme.

Su madre me mira y yo asiento apenado con la cabeza. Ella nos sonríe y nos dice que en una media hora la cena estará lista, luego se retira cerrando la puerta tras ella. Aliviado, ayudo a Nagisa a colocar de nuevo las sábanas en silencio. Por alguna razón ya no salen las palabras tan fácilmente como horas atrás. Nagisa tampoco dice mucho. Al terminar nuestra labor de ordenar nos reímos uno del otro. Le propongo que juguemos algún video juego para despejar nuestras mentes.

Elegimos “Street Fighter”. Me gana con facilidad, porque solo oprime los botones al azar. Los combos le salen por pura suerte. Escuchamos a su madre llamarnos y apagamos la consola. Le sigo hasta la puerta, pero se detiene antes de abrirla.

-            Lo que pasó… y lo que me dijiste antes, ¿va en serio?

Tardo un poco en comprender a qué se refiere, peer finalmente recuerdo mis palabras.

-          Por supuesto, Nagisa. – Todavía se siente extraño no usar el honorífico en su nombre.

Me ha sonreído y yo me he inclinado a besarle la frente. Antes de salir de la habitación le susurro con cautela que lo amo. Nagisa se voltea y me sonríe.

-          Yo también, pero eso ya lo sabías.

Cenamos como siempre tranquilos, pero aún usamos los honoríficos frente a su familia. Me despido después de la cena y no volvemos a vernos hasta el siguiente lunes en clases.

Como llegamos juntos siempre a nadie le ha parecido algo extraño. Actuamos como de costumbre, ya todo ha regresado a la normalidad, o casi a la normalidad. Nagisa solo me llama Rei, a secas, y cada vez que dice mi nombre siento en mi pecho como mi corazón late más fuerte por unos segundos. También noto cambios en él, aunque probablemente los demás no los perciben. Ha dejado de abrazarme en público, es como si de un día para otro hubiese madurado. Ahora también se controla para no ser demasiado afectuoso con los demás. Me pregunto si es por mí, pero entonces caigo en la cuenta de que le da algo de vergüenza. Cuando nos hemos topado con Makoto-senpai, le ha abrazado el brazo igual que siempre. No me molesta, porque esa es su forma de ser, pero noto que me ha mirado con cautela para asegurarse de que no estoy disgustado. Al ver que no, continúa actuando como siempre con los demás, pero guarda una cuidadosa distancia conmigo.

Es la hora del entrenamiento del club, pero comienza a llover de nuevo, así que emprendemos el camino en metro hacia la academia Samezuka. Durante el trayecto, Haruka-senpai se sienta a mi lado. Aprovecha el bullicio de la gente y me pregunta:

-          ¿Ha pasado algo entre tú y Nagisa?

-          En absoluto – le contesto seriamente y me sonríe.

-          Me alegro.

Llegamos a Samezuka, y Rin-senpai nos espera cerca de la piscina. Le damos las gracias por aceptarnos y nos dirigimos a los vestidores a ponernos nuestros trajes de baño. Cuando salgo descubro que solamente Nagisa está afuera. Como de costumbre Haruka-senpai ya llevaba puesto su traje, y ya estaba dentro del agua. Ver a Nagisa así me causa una sensación extraña. No es la misma que en su habitación, es totalmente lo opuesto. Quiero que se cubra, no quiero que le vean así, y tampoco yo quiero verlo.

Nagisa se lleva la mano al cuello y desvía la mirada. Al parecer también él se siente extraño mirándome así. Miro alrededor para asegurarme de que no hay nadie viendo cuando le tomo la mano y la beso. Él me corresponde saltando hacia mi cuello y riendo alegremente. Makoto-senpai sale del vestidor. La escena no le parece fuera de lo normal.

El resto del entrenamiento pasa sin más percances parecidos. Hemos actuado como siempre frente a los demás, siendo la única diferencia la forma en que nos llamamos. De regreso a casa nos hemos tomado de las manos. Quiero que se quede a dormir, pero Nagisa declina la propuesta, tenemos examen mañana. Nos despedimos y al llegar a mi habitación veo algunos mensajes de texto sin leer. Dos son de Nagisa, el otro, de Haruka-senpai. Primero leo los de Nagisa.

“Hoy fue un día increíble, Rei. Lamento no haber podido quedarme.”

“Te amo”

Le contesto que, por supuesto; también yo a él, y ahora reviso el mensaje de Haruka-senpai.

“Nagisa y tú se ven más felices. Me alegro por lo de ustedes”.

Me cubro el rostro mientras lo contesto que no sé de qué habla.

“Comprendo, entonces tampoco yo ;)”.

Haruka-senpai utilizó un emoticón: se ha dado cuenta, y ahora nos ha dado su apoyo y bendición sin juzgarnos. Este día no había podido ser mejor.

Notas finales:

¿Me dejarían un review? :3

Espero haya sido de su agrado. Tenía ya un tiempo sin escribir lemon .////. No sé qué les haya parecido, porque mi estilo al escribir este tipo de situaciones es o demasado romántica o increíblemente fetichista y pornográfica/explícita. No hay punto medio xD. También depende del tipo de historia que esté escribiendo. No vayan a creer que porque no he puesto la palabra "pene" y sus demás sinónimos signifique que me sienta incómoda usándolas... xD Pero acéptenlo: Alguna vez estaban leyendo una historia toda cursi, bella y romántica, y al llegar el momento para los protagonistas de consumar su amor la historia de pronto se volvió vulgar y desencajaba con el resto de la narración. En mi caso intenté mantener la dulzura entre estos dos, especialmente porque era la primera vez de ambos y no tenían idea de qué hacer.

Déjenme, soy una romántica sin remedio.

Creo que me dejé llevar mucho para esta historia. No puedo evitarlo, Rei es mi personaje favorito de todos los tiempos. Ha desbancado a personajes que han estado en mi kokoro por más tiempo, y eso que su serie solo tiene dos temporadas, una aún en emisión xD. Supongo que es por lo muucho que me identifico con él.

¡Espero nos leamos pronto!

See you~ :*


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