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sin saber que hacer por limon18

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Notas del fanfic:

ya saben que no me pertenecen los personajes, solamente describo lo que paso con Camus. 

Notas del capitulo:

a cada uno les hace el favor de quitarles el miedo, al ser la primera vez de amobos. 

Estaba nervioso, lo que Milo le había pedido era un acto de amor claro está, pero él jamás en la vida había tenido con nadie algo parecido, quien iba a pensar que el caballero de acuario se preocuparía por ello, suspira profundamente mientras da una y otra vuelta en su templo, su mente le da mil imágenes mientras más preguntas llegan a él. Escucha pasos adentrarse al templo, se detiene para observar de quien se trata, es solamente Milo, pero su presencia lo pone muy nervioso, se muerde el labio inferior, mientras sus manos sudan como demente, no puede ni moverse, mucho menos escuchar que dice le escorpión.

El bicho se acerca mientras toma su rostro y besa su boca tiernamente, acaricia sus brazos, pero ve como Camus pareciera estar paralizado - ¿estás bien Camus? – dice el escorpión mientras toma una de sus manos y la besa. El pelirrojo sale de su estupor profundo mientras le sonríe – estoy bien Milo – mientras traga en seco da media vuelta dirigiéndose a la entrada de su templo y no dar la pauta de hacer lo que Milo ha planeado, pero el bicho lo toma de la mano mientras lo hala hacia él - ¿te vas, ahora que vengo? – el francés sonríe irónicamente, mientras siente el sudor bajar por su frente bajando hacia llegar al cuello.

-          ¿estás enfermo Camus? Mientras el pelirrojo rápidamente sienta con la cabeza.

-          Necesito estar solo Milo, mañana voy y te busco (le sonríe tiernamente para que se largue de una buena vez)

-          Esta bien mi bizcochito (lo toma de la cintura mientras aspira su olor volviéndose loco) ahhhh… te quiero solo para mi Camus, no aguanto las ganas de hacerte mío, de hacer el amor contigo. Le vuelve a dar un besito mientras se va.

Camus suspira profundamente, no es que no quiera entregarse a Milo, pero el miedo maldito que lo inunda no se lo permite, se sienta en el sofá mientras vuelve a pensar, ¿Qué tanto dolerá? ¿y si duele mucho? ¿Tengo miedo a que me vea sin ropa? ¿y si no le gusta lo que ve? ¿Acaso en verdad estoy enfermo?, necesita un respiro, se coloca su ropa para entrenamiento y sale casi corriendo del templo, debe hacer algo, pero no sabe qué rayos hacer, si alguien lo viera con este problema se burlarían de él, es lo más seguro, pasa por el templo del escorpión sin ser descubierto. Llega al coliseo mientras corre alrededor de él, no puede parar, este nerviosismo, las preguntas que lo matan y el solo saber que puede ser en cualquier momento lo están volviendo idiota. Al no poder correr más se detiene casi sin aliento, no puede quitarse de la mente el mismo pensamiento. Toma su cabello mientras se hace una coleta y sube las escaleras hacia su templo, pero al llegar al templo de Tauro, lo ve recostado sobre un pilar.

La camisa de botones está a medio abrochar, puesto un bóxer que le queda un poco ajustado, el pelirrojo deja de observarlo para pasar de una buena vez, pero la gran mano del toro lo detiene del brazo - ¿Qué acaso no saludaras? – Pero el pelirrojo no hace casi y sigue caminando – veo que te está matando el nerviosismo acuario, pareciera que lo escurrieras como el sudor. Camus detiene su paso mientras voltea para verlo - ¿crees que me veo nervioso?, ¿acaso soy tan obvio? – Mientras Aldebarán sonríe se le acerca – tu casi nunca eres obvio con tus sentimientos pero esta vez, se te ve a lo lejos, tu autocontrol no te está sirviendo, si sigues subiendo, el resto te dirá lo mismo Camus.  – puedes contarme que te agobia, se que no soy tu gran amigo, pero te servirá si soy yo y no alguien que conozcas -  pero el pelirrojo lo ve de reojo mientras lo piensa, debe desahogarse como pueda, y si no es ahorita con quien – te contare, pero promete que será nuestro secreto Aldebaran – el gran toro sonríe mientras se adentran al templo de tauro.

Mientras Camus se sienta y comienza a hablar, el toro se relame los labios, no puede creer lo que escucha, en su mente pasan mil pensamientos pecaminosos, pero le hará un gran favor a su amigo Milo, sonríe pícaramente mientras lo ve de pies a cabeza y lo desnuda con la mirada.

-          Yo te puedo ayudar Camus, no tengas miedo, hacer el amor es algo impresionante, y si vas a dar ese gran paso, quien mejor que YO PARA AYUDARTE (mientras se siente justo al lado de él, su mano la deposita en su pierna mientras la acaricia)

Camus no puede ni tragar saliva, solamente quita la mano de Aldebaran mientras se hace a un lado – no creo que me puedas ayudar. ¿Cómo podrías? – tauro sonríe mientras se vuelve acercar – te hare perder el miedo, pero debes colaborar y dejar atrás esta tensión que llevas ¿Qué dices Camus? Solo asi llegaras a los brazos de Milo sin ningún miedo – el pelirrojo siente que su corazón explotara – pero eso seria engañara a Milo – dice esto angustiado, pero el toro acaricia su cabello – llamalo como tu quieras, pero es un sacrificio que debes hacer para no tensarte y disfrutarlo con el – el francés mira al techo pensando en cada palabra del toro, las caricias en su cabello lo ponen mas nervioso, asi que se levanta de inmediato, mientras mira al toro sentado.

-          ¡Está bien! Aldebarán, pero tengo un par de preguntas antes ¿me va a doler? ¿al verme sin ropa me dices si me veo bien o mal? (al escuchar esto el toro ríe a carcajadas, no puede creer estas preguntas, pero luego se levanta) no sé si te dolerá, pero lo hare con mucho cuidado, y claro que te diré si eres bello o no.

Lo toma de la mano mientras lo adentra a su habitación mientras cierra la puerta tras él, Camus esta que morirá de nervios mientras el toro se quita la camisa, el francés le da la espalda para no verle, el toro suelta su cabello de aquella coleta, acaricia su cabello mientras aspira el olor, lo toma para hacerlo por un lado y besa su cuello, mientras la piel blanca del pelirrojo se eriza por completo. Las manos del toro acarician sus piernas, subiendo y bajando las caricias, mete una de sus manos en la camiseta del pelirrojo haciendo que este se resista – shhhh…. Tranquilo, te gustara – le dice susurrando mientras sigue tocando su pecho. Camus siente esas manos recorriéndolo, esa boca besando su cuello, no se siente comodo, para nada, no lo disfruta. Esa mano del toro roza su pezón haciendo que se le escape un leve suspiro, la otra mano toca toda su pierna y pasa por encima de su miembro, sin pensarlo respira con rapidez.

El toro le da media vuelta, mientras le quita la playera y lo ve, sus ojos se abren mas de lo que el haya pensado, con su boca besa las aureolas suvemente mientras resopla sobre ellas, sus manos desabrochan el pantalón haciéndolo caer, bajando su ropa interior. El pelirrojo detiene el toqueteo de las manos del toro, - ya no quiero, mejor me voy – pero Aldebarán no piensa detenerse, con sus manos comienza a dar pequeños masajes en el miembro del chico, succionando los pezones con su boca. Mil sensaciones pasan por su cuerpo y mente, no puede ni tragar su propia saliva. - ¿dime si no te gusta Camus? ¡vamos dimelo! – pero el pelirrojo lo mira sin poder decir nada. El toro lo sienta sobre la orilla de la cama para luego recostarlo y quedar frente a frente – esta será tu posición cuando estés con Milo, abajo, ¡entendido! – mientras el pelirrojo asienta con la cabeza, la boca pasa de los pezones a su abdomen, lo lametea, lo besa y lo muerde suavemente, toma ese ombligo como loco, haciendo que Camus comience a gemir, el toro sonríe y sigue metiendo su lengua en aquel pequeño agujero, baja hacia su miembro, pero antes sube la mirada para verlo, y lo ve mordiéndose el labio inferior - que sabroso estas Camus – toma de uno solo su miembro. Ahhhh….!!! Ooohhhhh!!!! Ahhhhhh!!! No puede más que sentir como el toro lo succiona, mientras lo muerde y hala de él, su cabeza se ladea de un lado para el otro. Siente como le estrujan el escroto para pasar a sus testículos, ya no piensa, tiene la mente en blanco, no puede parar de gemir al sentir esa boca húmeda. De repente abre los ojos – para ya, creo que me voy a venir – el toro tiene ese antojo de probarlo, así que lo masturba con la boca más rápidamente mientras Camus no puede mas, AAhhhhhh…!! Alde….ba…raaaa…. te lo dije, pero el toro sonríe por haberlo tragado todo. – No digas mas Camus, solo chupa esto – mientras le coloca tres dedos sobre sus labios - ¿para qué Aldebarán? – Pero el toro no está para tanta explicación y mete sus dedos en la boca del pelirrojo – es lo que debes hacerle a Milo sin que te lo pida Camus – así que el francés lame los dedos, pero el toro no está convencido con tal trabajo – mejor chúpalos, ensalívalos por completo – Camus los toma mientras los mete a la boca los succiona, los muerde, pareciera que imitara el trabajo anterior del toro. Ohhh!! Camus, vaya que lo haces bien… muy bien… sigue asi!!! El francés los mete casi por completo a su boca mientras los saca con pequeñas mordidas.

El toro esta excitadísimo, no aguanta más esa erección, así que sin brusquedad saca los dedos de aquella deliciosa boca para bajar a la entrada de Camus, le abre las piernas pero el francés rápidamente las cierra - No tengas miedo, lo hare suavemente – abre nuevamente las piernas el toro sin pensarlo muerde uno de sus glúteos haciendo que el francés pegue un grito - ¿por qué eso? – El toro sonríe – perdona, no me lo aguante – le habla mientras busca su entrada estrecha. Comienza a meter su dedo haciendo que Camus se tense al contacto pero el toro lo acaricia mientras lo hace – vamos Camus tranquilo, duele un poquito, pero luego se quita – a lo que el pelirrojo suspira profundamente mientras siente esa intromisión que no se siente nada bien, siente como se adentra otro dedo y sin poder contenerse da un pequeño grito, pero luego se calma, respira forzosamente, sabe que este es el comienzo, siente nuevamente otra intromisión más dolorosa, es el tercer dedo de Aldebarán que apropósito es enorme.

El toro siente que la dilatación es la correcta y si pensarlo más tiempo coloca su miembro en la entrada de Camus adentrándose un poco, haciendo que el pelirrojo tape su rostro con sus manos, quisiera no sentir, así que Aldebarán aprovecha esto para entrar de una vez. Camus grita al sentirlo dentro – no te muevas Aldebarán – dice esto entrecortadamente, el toro que está por encima del acuariano le sonríe, tranquilo, comienza a moverse, saliendo con mucho cuidado para luego entrar. Algunas pequeñas lágrimas salen de los ojos del pelirrojo - ¡basta! ¡Duele!- mientras coloca sus manos en el pecho del toro pero este no puede parar, más bien le da más rápido, aunque quiera no puede detenerse, con cada estocada los gritos de Camus sale a flor de piel. Ahhhh…!! Ahhh..!! Basta…!!! Pero llegan a un punto en donde los gritos bajan la intensidad y cambian a gemidos que estremecen al toro, haciendo que siga entrando y saliendo del chico, sigue el vaivén, hhhaaaa…!!! Oooohhhh…AAAAA!!!!!!! Camus no puede decir nada, ni hacer nada, nunca en su vida pensó en llegar a este punto, el gran Camus de acuario bajo el toro, pero no podía mencionar nada, la culpa era de Milo, de nadie más, la saliva resbala de la comisura de sus labios, pues no hubo besos, porque esto no es por amor. Su mirada está perdida, tantas sensaciones a la vez sin siquiera saber qué hacer.  Terminan juntos, con una gran agitación, las piernas del pelirrojo tiemblan mientras trata de coger un poco de aire con la boca. El toro sale con mucho cuidado, mientras Camus esta exhausto.

Aldebarán le coloca una sabana, mientras él se coloca su camisa medio la abrocha, se coloca su bóxer y sale a tomar agua, su sonrisa es de oreja a oreja, sale a tomar aire mientras se recuesta sobre la columna.

Los días pasan y mientras Aldebarán esta en el templo de Aries, tratando de besar a su dueño, siente dos cosmos muy conocidos, al principio se pone nervioso, pero luego los ve adentrarse.

-          ¡Milo, Camus! (dice Mu, bienvenidos chicos)

-          Gracias Mu (responde Milo)

Pasan junto a ello, pero antes Milo toma la mano del toro – gracias por todo Alde, no lo hubiera logrado sin ti – se sonríen y se van, pero luego regresa Camus para darle un fuerte abrazo - hey Alde, gracias, lo hiciste todo mas sencillo – le susurra a su oído mientras sigue a Milo. El toro se cruza de brazos mientras ve como se alejan.

-          ¿Qué hay con esos dos?

-          Nada, simplemente les di mi ayuda a cada uno por separado y veo que funciono

-          ¿ayuda de qué?

-          No importa, solo creo que les ayude.  Ahora ven acá, esta vez no te me escapas Mu (mientras lo toma de la barbilla)

Milo está agradecido con el toro por enseñarle cómo hacerlo aunque haya tenido que acostarse con él, pues jamás había tenido una de esas experiencias y quedar como tonto ante Camus seria espeluznante. Toma de la mano al pelirrojo que al igual que Milo se lo debe todo al toro, sin que ninguno de los dos sepa la travesura de Tauro. 

Notas finales:

oh! espero les haya gustado. Grax X leer


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