Introducción
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Suspiró pesadamente. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había pisado el suelo de Seúl. Tomando su maleta y su mochila, se acomodo la gorra negra que llevaba puesta, vestía unos pantalones de mezclilla oscura, una camiseta blanca sencilla, una chaqueta de cuero negro y unas converses. No era muy dado a la moda, le importaba más la comodidad, más aquello lejos de hacerlo parecer un simple chico, realzaba más su atractivo masculino.
Camino a través del aeropuerto, mirando a su alrededor. El chico realmente no estaba contento por regresar a su hogar, a su país natal, porque si se había marchado en el pasado era para no regresar, aunque bien sabía que eso era imposible. No mientras existiera ahí, una persona que esperase su regreso.
-¡Mino! ¡Mino! –se escucharon los gritos efusivos clamando su nombre. Su mejor amigo y su primo lo llamaban.
Sonrió mientras veía cómo el más bajo de los chicos que lo esperaban, se dirigía corriendo hacía él. En pocos instantes, tenía a su amigo abrazándolo y segundos después a su primo, el chico más alto, dándole fuertes palmadas en la espalda.
-¡Regresaste! ¡Bienvenido a casa Mino! –dijo Jinwoo, quién era el más bajo de los chicos, con voz estrangulada. Claramente intentaba contener sus lágrimas de alegría, sin mucho éxito.
-¡Es bueno verte Mino! –hablo está vez SeungHoon, su primo, con una enorme sonrisa adornándole el rostro.
Mino por primera vez desde que le avisaron que tenía que regresar a Corea, sintió una sincera felicidad por volver a ver a aquellos chicos con los que había compartido increíbles momentos durante su infancia. Junto a Hoon, quién más que su primo era prácticamente su hermano, siempre se la pasaban haciendo bromas o molestando a Jinwoo, a pesar de que este era mayor que ambos por unos meses.
-Hola chicos, ha pasado mucho tiempo, estoy feliz de volver a verlos –les respondió con una sonrisa, sincera más no tan brillante como lo eran en el pasado.
Jinwoo y Hoon sabían que Mino estaba reacio a volver para tomar el lugar de su padre cómo presidente de la compañía familiar, esa que hasta ese momento había estado dirigida por el padre de Hoon. Es decir, su tío. Seguiría siendo asi de no ser por los padres de Mino, pues en el testamento de su padre se estipulaba que apenas él cumpliera la mayoría de edad, la empresa quedaría en sus manos. Mino no quería dirigir la compañía pero eso, su madre nunca lo permitiría.
Después de salir del aeropuerto, subieron al auto de Hoon y se dirigieron al departamento de Mino, uno que su madre se había encargado de comprar para su estadía mientras terminaba su último año de preparatoria. Mino lo único que sabía del departamento era la dirección pero por los comentarios de Hoon, que ya había estado ahí, tenía buenas expectativas.
-¡Y aquí es! –dijo Hoon.
Mino bajo del auto y miro el lugar. El edificio era imponente y a leguas se miraba que era costoso, cosa que no le sorprendía pues sabía que su madre no se iba a conformar con menos. El quería a su madre pero sabía que solo se caso con su padre por dinero. Cuando abrió la puerta del departamento se dio cuenta de que no estaba equivocado, era un lugar bastante espacioso y se encontraba amueblado con cosas realmente lujosas. Se quito la gorra y admiro el lugar.
-Y bien, ¿que te parece? Está bastante bien ¿no crees? –le pregunto su primo con una de esas sonrisas que eran tan propias de él.
-Si, me gusta –le respondió mientras dejaba su maleta y su mochila en el enorme sofá de cuero.
-Lo mejor es que está a tres cuadras del instituto –le comento Jinwoo, que había estado en todo el camino más callado de lo normal. Lo noto pero prefirió dejarlo pasar.
-Bueno es mejor que nos vayamos, por ahora es mejor que descanses. ¡Ah! y las clases empiezan mañana, ya está todo preparado –le dijo Hoon, dirigiéndose a la puerta.
-Hoon tiene razón tienes que descansar, ya mañana hablaremos con más calma –le dijo su hyung, con una tierna sonrisa, mientras seguía a SeungHoon.
Mino asintió de acuerdo. El viaje realmente lo había dejado muy cansado, muy a pesar que quisiera hablar con sus amigos. Ya habria tiempo para eso, después.
-Ah, Mino –le llamo Jinwoo, antes de salir se volteo y le dijo –: realmente estoy contento de que volvieras. ¡Hasta mañana!
Después de que sus amigos se marcharan, Mino abrió su mochila y saco un porta retrato con una vieja fotografía en él. Luego no hizo más que dirigirse a la habitación y se desvistió quedando solo en bóxers. La cama era enorme y muy suave. Tomo el porta retrato y lo coloco cuidadosamente en la mesita de noche. Después se recostó en la gran cama.
Se quedo mirando la fotografía de la misma manera que lo hizo durante todos esos años en Los Ángeles, con anhelación y algo más. La foto mostraba a dos niños en un columpio, uno de ellos tenía un poco más de nueve años y abrazaba por la espalda al otro niño que estaba sentado en el columpio, este de unos ocho años que igualmente se aferraba a los brazos que lo envolvían desde atrás. Ambos sonrían a la cámara.
A Mino le vibro el corazón al ver a su primer amor en la fotografía, aquel niño cuya mirada y voz quedaron grabadas a fuego en su memoria. “Nam Taehyun”. Ahora que había vuelto a Seúl esperaba, más que cualquier cosa, volver a ver a aquel chico y ver si este aún lo recordaba. Ver si aún sentía lo mismo hacía su persona, porque el aún no lo superaba.
Mientras sus ojos se cerraban, Mino no hizo más que recordar aquella voz tan hermosa que lo cautivo, esperando con ansias el reencuentro con aquel bello angel.
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