5 Días después.
Misaki había despertado dos días después de ser ingresado en el hospital. Pero apenas hablaba con los doctores. Su relación con su padre era cordial pero fría. Pues solo le respondía a las preguntas y conversaciones con monosílabos y palabras cortantes. Veía a todos con ojos fríos y desconfiados. No confiaba en nadie, ni siquiera en sus doctores. No recordaba su última paliza a manos de su secuestrador, pero sí lograba recordar vagamente su violación. Tampoco recordaba el rostro de la persona que lo había mantenido encerrado durante tres semanas. Misaki había tomado la decisión de desconfiar de los adultos. Con el único con el que se sinceraba era con su amigo Keiichi. A los adultos les temía. Temía que volvieran a abusar de él.
Por su parte, Akihiko sentía que su mundo muy lentamente se derrumbaba. Su hijo ni le hablaba, cada vez que cruzaban sus ojos el menor apartaba su verde mirada. Le dolía ver que el menor se comportaba así. Pero lo comprendía. Había sido un adulto el que lo había abusado y maltratado. Se sentía deprimido. Lo quería ayudar pero el menor no se lo permitía. Cuando intentaba acercar su mano al cabello castaño del pequeño, Misaki apartaba su mano con fuerza y rudeza, enviando después una mirada cargada de odio, miedo, desconfianza y frialdad. No permitía el contacto físico con nadie, incluso a los doctores les costaba convencer al menor de dejarse examinar.
Mientras Akihiko, los doctores y Misaki tenían ese estira-y-afloja, Keiichi le contaba todo lo que le decía Misaki al escritor. Sabía que Akihiko quería a su hijo, por eso cuando Misaki le decía algo o le confesaba alguno de sus miedos, Keiichi se lo decía después al escritor. Intentaba convencer a Misaki que su padre y los doctores no eran gente mala, ni querían abusar de el, pero Misaki siempre evadía o cambiaba de tema cuando Keiichi comenzaba con sus sermones.
- Misaki, debes confiar un poco al menos en los doctores, ellos son profesionales, no se jugaran su trabajo ni sus estudios por abusar de un menor en su propio trabajo – le dijo Keiichi a su amigo
- Pero...Tengo miedo, ellos...tienen más fuerza que yo, no me gustan los adultos – le confesó Misaki con la mirada gacha y entristecida
- Misaki, ¿que te hizo ese hombre? - preguntó Keiichi, pues el, al ser demasiado joven, nadie le había contado sobre el abuso que había sufrido su amigo - ¿te hizo....algo muy muy feo?
- No lo recuerdo, creo que me desnudo...y no puedo recordar nada más, pero por las noches si lo recuerdo, cuando sueño tengo muchas pesadillas, esa persona me lastima y me hace mucho daño, solo recuerdo que esa persona me dijo cosas muy feas, me da miedo dormirme por las noches y recordar entonces todo lo que sucedió, por qué no puedo distinguir si se trata de un sueño o un recuerdo verdadero
- ¿Y en todo esto que tiene que ver tu padre y los doctores? - preguntó Keiichi a su amigo limpiando y secando con un pañuelo las lagrimas del menor
- Ellos también me dan miedo, no quiero seguir hablando del tema...- le dijo Misaki - ¿Me has traído el manga de “The Kan”?
- Sí – Keiichi abrió la mochila del colegio y saco de su interior el pequeño tomo del manga – Buff, me costó un poco encontrarlo
Akihiko entró en la habitación, llevando en sus manos un par de jugos de naranja para los muchachos, pero Misaki le lanzo una mirada fría e indiferente. Keiichi entendió el mensaje indirecto del adulto, recogió su mochila, se despidió de su amigo y se retiro.
- Misaki, te he traído un jugo de naranja, ¿no te apetece? - preguntó el adulto con amabilidad
- Vete – le pidió Misaki secamente y de manera cortante - ¡Vete! ¡No quiero verte!
- Misaki, soy tu padre – le intentó calmar el adulto – No puedes echarme de tu lado
El menor no respondió, quedo en silencio. Muy en su interior sabía que su padre lo amaba y lo trataba con amabilidad, pero eso no importaba. Le asustaban los adultos. Más aún, le frustraba no poder recordar casi nada de su cautiverio. Era su forma de despacharse con los adultos. No sabía como desahogarse, su único amigo era Keiichi. No tenía otra válvula de desahogo.
Misaki comenzó a llorar de manera descontrolada, casi con rabia e impotencia. No quería dar lastima a los doctores o incluso a su propio padre. Quería que lo viesen como un muchacho fuerte y no un debilucho llorón. Akihiko dejo el jugo encima la mesa y abrazo con fuerza a su hijo, quien lo intentó alejar con violencia pero el adulto no se apartaba, por el contrario, lo abrazaba aún con más fuerza.
- Misaki, has pasado por algo muy grave y fuerte, llora, llora todo lo que quieras – dijo su padre sin dejar de acunarlo – Eres muy fuerte
Misaki estaba san acorralado con sus sentimientos, sus inseguridades y sus miedos que reacciono de la peor manera. Abofeteó fuertemente a su padre.
- ¡Vete! ¡Te dije que te fueras! - le grito Misaki alejando el cuerpo de su padre de su lado - ¡Me molestas! ¡Marchate! ¡Dejame en paz! ¡Eres un pesado!
Akihiko sabía que su hijo no lo decía con la intención de herirle, pero eso no quitaba que sus palabras le doliesen como puñales afilados atravesando de lado a lado su corazón. Se apartó de Misaki y se retiro de la habitación. El doctor Kusama lo interceptó en el pasillo, vio que el escritor tenía los ojos llorosos, como si le costase contener el llanto. Se acerco lentamente al hombre y le dijo.
- Misaki a vuelto a rechazar su contacto, ¿cierto? - adivinó el doctor – acaba de pasar por un shock, sería raro que le devolviera el abrazo, esto no es tan sencillo, pero no haga caso a sus palabras, no las dice con odio, las dice con dolor
- ¿Como puedo hacer para que Misaki vuelva a confiar en mi? - le preguntó Akihiko a Kusama – Necesito recuperar la confianza de mi hijo
- No hay un antídoto para esto, solo intente no forzar la situación, evite por todos los medios el contacto físico con Misaki, aunque usted quiere abrazarle para reconfortarlo, Misaki lo tomará como una señal de alerta y amenaza, reaccionara a impulsos y terminará por lastimarlo
Ambos hombres se despidieron, Akihiko se retiro a su casa, pues debía recoger ropa limpia para el menor. Mientras que el doctor Kusama entró en la habitación de Misaki.
- Buenos días, Takahashi-kun – le saludó el doctor – Voy a revisarte
- Me...gustaría...morir – le susurro Misaki tan bajito que parecía incluso que no quería que el doctor le escuchase - ¡No quiero seguir así! ¡Estoy cansado!...Quiero...morir
Kusama se sentó en el borde de la camilla y con una sonrisa de amabilidad le dijo con suavidad.
- Ese no es el camino que debes tomar, ya no por tu padre que moriría de dolor al enterarse que su hijo se murió después de haber...sido “maltratado”, sino por ti mismo, tu eres muy joven, tu vida no puede terminarse cuando justo empieza, debes buscar otros caminos, ¿te gusta dibujar? Pues entonces desahogate dibujando hasta quedar exhausto, ¿te gusta cantar? Entonces canta hasta quedarte afónico, ¿te gusta bailar? Entonces baila hasta desmayarte, pero olvida estos pensamientos, o al menos, aunque no los puedas olvidar, apartalos temporalmente, intenta pensar en tu regreso al colegio, intenta pensar en otras cosas, desahoga tu mente con otros pensamientos, piensa en el suicidio dentro de uno o dos meses – el doctor hizo una pequeña pausa pero prosiguió antes de que el menor pudiera interrumpirle – No busques el camino de los cobardes llorosos, tu mismos sabes que no quieres causar pena ni lastima, pero ese camino es peor que llorar y desahogarte
El menor solo rebatió los argumentos del adulto con lagrimas. Sabía que el doctor tenía toda la razón del mundo. Pero no quería seguir viviendo cargando una violación. Lo sabía, pero aún así...
- Quiero morir, aunque sea la alternativa fácil es mi vida, yo la puedo terminar cuando quiera, ¿no? ¿Acaso ni eso puedo hacer? - le preguntó al doctor - ¿Que derechos tengo yo sobre mi vida?
- Es tu vida, entonces, respetala, luego, quizás puedas decidir como, cuando y donde morir, pero primero debes comenzar a respetarla, encarar los problemas de frente, sin huir, sin temer, te contaré algo, ¿sabes como se hunden los barcos cuando chocan con una ola? Siempre que choquen con las olas de costado, el daño sera aún mayor, por eso, los barcos siempre deben chocar con las tempestades y las olas de frente, así es como tu debes enfrentar la gran ola que te está amenazando, de lo contrario, terminarás hundido y eso es doloroso, mucho más doloroso que enfrentar la tormenta de frente y atravesarla – le dijo Kusama – Ahora, voy a revisarte
Misaki dejó de llorar, esa última recomendación y ejemplo le había llegado muy hondo. Dejó que el doctor lo revisase, pues estaba ocupado pensando en las palabras del adulto. Después de revisarlo, el doctor se retiró y lo volvió a dejar solo.
Al estar solo, Misaki se durmió pensando en las palabras que le había dicho el doctor.
Mientras, en el departamento del escritor, Akihiko se encontraba recostado en el sofá. Quería recuperar la confianza de su hijo, pero al igual que el menor él también estaba al limite. Le costaba asumir que su hijo lo temiese hasta tales extremos. Cerró los ojos y por un momento dejo la mente completamente en blanco.