Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Incest por Laia16

[Reviews - 298]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hello minna ^^


Regreso con un nuevo capítulo, hoy es mi último día de internet antes de trasladarme y bueno...quería despedirme con un capítulo nuevo de este fic.


Los otros fics los intentaré actualizar tan pronto como tenga internet de nuevo ToT


Gracias por todos los comentarios, es molesto no poder responder a cada uno de ellos, últimamente e estado ocupada guardando mis cosas y no pude apenas hacer nada de nada.


Pero ahora en estos momentos tengo unos minutos de descanso y quería aprovecharlos con ustedes.


Gracias por comprender mi situación y MUCHAS GRACIAS por seguir esperando la continuación de este pequeño trabajo.


No sé que más decir, así que sin más que decir, os dejo leer el nuevo cap con tranquilidad ^^


Besos!

Akihiko despertó en el sofá, al principio no recordaba muy bien por qué se había dormido allí, pero pasados unos minutos recordó que su hijo había regresado a casa y que ahora dormía en su habitación. Eso le alegró pero también preocupó, no sabía por qué Misaki decidió regresar tan de repente sin ni siquiera avisar o llamar, parecía más bien que hubiese huido del departamento del doctor. Pero eso era muy extraño aún más al escritor, Misaki parecía muy contento e ilusionado de poder vivir con su doctor, pero ahora de repente parecía que había huido o escapado. Ese asunto era muy muy extraño.

 

Mientras, Nowaki y Hiroki no habían podido dormir en toda la noche, de repente el menor había desaparecido y no sabían a donde podría haber ido. Dudaban que hubiese regresado a casa, por qué el menor no parecía aceptar aún a su padre, por lo tanto era casi imposible que hubiese decidido marcharse de regreso a su casa. Los dos adultos habían salido a recorrer el vecindario para poder ver si podían encontrar al menor. Por desgracia, todo fue en vano, no encontraban al muchacho por ninguna parte.

 

Cuando regresaron a casa, el más preocupado era el doctor, pues el menor estaba bajo su responsabilidad y no se perdonaría a si mismo que le ocurriese algún problema de nuevo, por eso cuando ya estaban de nuevo en casa, lo primero que hizo fue llamar al padre del menor.

 

-  ¿Señor Usami? - preguntó el doctor

-  Sí, ¿es usted el doctor Kusama? - preguntó esta vez el escritor – Supongo que querrá hablar de mi hijo

 

Por un momento, el joven doctor se quedó en blanco sin saber muy bien que decir, ¿que podría decirle al padre del pequeño que había desaparecido en plena noche?.

 

-  Es cierto, se trata de Misaki, a vuelto a huir y no sabemos muy bien donde a podido ir – le respondió con franqueza y sinceridad

-  Está en casa, durmiendo, ¿que ocurrió? - El escritor quería saber que había ocurrido

-  No lo sé, de repente Misaki ya no estaba en casa cuando despertamos, todos nos hemos preocupado mucho, es muy raro – el doctor tampoco entendía por qué de repente el menor había escapado de casa – No nos dijo nada, ni nos aviso...es muy raro

 

El escritor se quedo unos segundos en silencio, algo había sucedido en casa del doctor para que el menor decidiera irse en plena noche. Pero tampoco podía culpar ni juzgar al otro adulto sin pruebas y sin el testimonio del menor.

Mientras, Misaki despertaba, al abrir los ojos le costó un poco reconocer aquella habitación más aún cuando hacía más de dos meses que no estaba allí. Los segundos pasaron a ser minutos y al final recordó que se trataba de la habitación de su padre.

 

“¿Por qué estoy aquí?” - se preguntó a si mismo el menor - “No recuerdo nada...”

 

Un flashback de recuerdos lo aturdió momentáneamente, recordó como vio a su doctor tener relaciones con su profesor de literatura, eso le asqueo tanto que prefirió huir de ese lugar, ya no veía al doctor como un “Dios” ni siquiera como un hermoso príncipe de brillante armadura, ahora simplemente su ídolo había caído muy bajo. Quizás por qué nunca se imaginó que tuviera ese tipo de “necesidades”. El pequeño se cubrió completamente con las cobijas, no quería levantarse, quería pasar el día vagueando sin hacer nada de nada.

 

Por desgracia, una voz le llamó la atención, reconoció enseguida de quien se trataba, era la voz del escritor, parecía estar hablando por teléfono, le resto importancia y se dispuso a dormir de nuevo. Pero cuando recordó que quizás estuviera hablando con su doctor, el miedo de que el doctor le dijese algo incómodo a su padre lo alarmó, se levantó de un salto y salió corriendo de la habitación, saltó los escalones de dos en dos hasta que llegó a bajo, se acercó a donde estaba el adulto, con violencia, le arrancó el teléfono y colgó la llamada.

 

-  ¡¡No hables con el!! ¡¡No debes hablar con el!! - le grito enojado y asustado, con su rostro enrojecido, aunque el adulto no sabía si era de enojo o vergüenza

-  ¡Calmate! No me ha dicho nada, solo se preocupó por ti, quería saber si estabas en casa – le dijo el adulto - ¿Acaso temías y temes que me diga algo más?

-  ¡Eres un idiota! ¡Y el también es un idiota! ¡Todos son idiotas! - Misaki estaba muy cerca del llanto - ¡Estoy seguro de que te dijo algo feo! ¡Te lo dijo! ¡¿Verdad?!

-  No entiendo nada de esta conversación, ¿que tiene que decirme? - le preguntó muy desconcertado el mayor - ¿Fue tan malo lo que ocurrió?

-  ¡Claro! El...ellos, los dos, tuvieron relaciones ayer por la noche – confesó por fin el menor – Yo los vi, desde la puerta, el doctor Kusama se movía muy rápido...y..y...mi profesor parecía que estuviera disfrutando, es...es...¡asqueroso!

 

El adulto casi no podía contener el ataque de risa que tenía en su cuerpo, se imaginó el susto del menor al ver los dos adultos en plena acción, más ahora que el menor se hallaba rojo de vergüenza, con los ojos cerrados con fuerza y sus manos cerradas en puños apretando la pijama.

Luego recordó que Misaki había sido abusado, entendió el repudio que sentía hacía el sexo, era lógico, había sido lastimado y agredido, era imposible que viese el sexo como algo placentero y relajante, más bien seguro que lo vería como algo estresante, doloroso y humillante.

 

Con suavidad, tomo la mano de su hijo y lo guió hasta el sofá del salón, lo sentó en un lado y el se sentó frente del menor.

 

-  Misaki, debemos hablar – le dijo suavemente su padre – Supongo que te da asco lo que viste por qué inconscientemente lo relacionas con tu experiencia...¿no?

-  ¡Eso es guarro y feo! - le respondió de forma infantil el menor

-  Eso no es una respuesta, es igual, pienso que quizás sea muy pronto para hablar del tema, olvidalo, es mejor que no hablemos de eso, pero si al menos me gustaría saber por qué te asustaste tanto

-  Me desperté por la noche y simplemente me acerque a la puerta de su habitación, entonces, los vi, solo eso – el menor no quería dar muchos detalles – yo...no pensé que tuviera ese tipo de necesidades...yo...me sentí ofendido

-  ¿Pensaste que podría ser tu príncipe que te rescataría siempre de tus pesadillas? Sabías que Hiroki era la pareja de tu doctor, ellos no hicieron nada anormal – le dijo el adulto

-  ¡Yo jamás pensé eso! Pero Kusama fue muy amable y quizás...solo es un poco cierto que me nubló la mente, pero no lo vi nunca como mi príncipe azul – Misaki se levantó indignado – Me duele la cabeza y no tengo nada más que decirte, regreso a dormir

 

El menor fue detenido por los protectores brazos del adulto. Lo apretaba con fuerza queriendo transmitirle tantos sentimientos en ese abrazo.

 

-  Misaki, debes dejar de sentir tanto miedo – Akihiko quería que el menor se sintiese de una vez por todas seguro en su hogar

 

Pero no fue así como lo tomó el menor, se giró y le plantó una sonora bofetada en la mejilla al adulto. Había recordado el horrendo abrazo de su abusador, eso fue suficiente para no querer ser tocado de nuevo.

 

Y así transcurrían los días, Misaki se encerraba en su habitación, escuchaba música, se conectaba a la internet, miraba películas online. Pero jamás permitía que el adulto lo tocase, incluso se negaba a ver a su amigo cuando este lo visitaba, cuando Keiichi lo llamaba Misaki cortaba directamente la llamada sin ni siquiera descolgar. Incluso ignoraba ahora a su conejo-mascota. Ya nada le importaba, su doctor y su profesor habían intentado hablar con el, por teléfono y en persona, pero jamás les abría la puerta de su habitación.

 

Akihiko tampoco sabía muy bien como reaccionar ante el cerrado carácter de su pequeño, por las noches lo escuchaba gritar, balbucear palabras sin sentido, suplicar para que no lo lastimen, llorar, no fue muy difícil adivinar que se trataba de horribles pesadillas. Temía que el menor no saliese jamás de ese estado de negatividad.

 

Pero todo fue a peor al pasar de los meses, Misaki tenía grandes bolsas y ojeras bajo sus hermosos ojos verdes, su cabello rara vez era peinado, había adelgazado notablemente y casi parecía una sombra, lucía cansado y malhumorado. Nada lo animaba, todo le parecía mal, incluso un simple saludo de buenos días o buenas noches parecía ofenderle.

 

Incluso dejó de acudir al psicólogo, el escritor se preocupaba enormemente, quería que el menor dejase de soñar con esas terribles pesadillas, pero no sabía como hacerlo. Kusama le había recomendado unos medicamentos para ayudar al menor a dormir, pero incluso se negaba a tomarlos. Siempre bajo el pretexto “Solo me provocan sueño y cuando sueño tengo pesadillas” o “No me gusta ser drogado”.

 

Akihiko se desesperaba, ya habían transcurrido más de seis meses y el menor seguía encerrado en su habitación, con apenas salir para tomar un baño y comer un poco.

La situación fue a mucho peor cuando Misaki gritaba al tener pesadillas, casi gritaba de dolor, parecía estar reviviendo aquella traumatice experiencia. Era entonces cuando su padre entraba aterrado en la habitación del menor y lo encontraba luchando en la soledad de sus sueños, dando patadas y puñetazos en el aire, en algunas ocasiones lo encontraba paralizado de miedo hecho un ovillo.

 

Cuando lo intentaba consolar, el menor se enojaba con el adulto, lo miraba con odio. Y así llego a transcurrir un año. Un año que la relación padre-hijo había desaparecido por completo. Ni siquiera habían celebrado navidad ni año nuevo ni carnaval, nada, absolutamente nada. Hasta que poco a poco, Misaki fue calmándose. Permitiendo únicamente que Keiichi lo visitara, pero solo de vez en cuando.

 

-  Misaki, ¿te atreverías a confiar en mi de nuevo? - preguntó Keiichi sintiéndose inseguro

-  Yo...siempre confié en ti, es solo...que me dan miedo los adultos, más aún mi padre...él no parece quererme – se sinceró Misaki – Yo he estado pensando mucho todos estos meses y creo que no me quiere

 

Todas las conversaciones eran iguales o parecidas, el menor seguía criticando siempre que podía a su padre, lo culpaba de su secuestro y de que pasara por ese infierno. Para el pequeño, era imposible llegar a perdonar a su padre, aunque reconocía el esfuerzo del adulto para reconfortarlo y apoyarlo, nada parecía compensar su sufrimiento con las muestras de afecto del escritor.

 

Keiichi llegó otro día, pero no en el mejor momento, el escritor discutía con su editora con fuertes gritos, el joven de ahora trece años se asustó, pero luego recordó que Misaki estaría mucho más asustado. Subió hasta la habitación de su amigo y lo encontró en un rincón llorando asustado con la cabeza entre sus rodillas.

 

-  ¿Estás asustado? - preguntó Keiichi abrazando a su joven amigo

-  ¡No me gustan los gritos! ¡Me asustan! ¡Me dan miedo! - decía Misaki moviendo negativamente la cabeza como si quisiese expulsar esos miedos - ¡No quiero escucharlo! ¡No! ¡No!

-  Calmate, no grites tu también – le recomendó Keiichi acariciando el cabello de Misaki con intención de calmarlo – Tranquilo, tranquilo...relajate

-  ¡Pero él está gritando! ¡Cuando él grita me recuerda a ese hombre! - Misaki se calmó un poco – Lo siento, es que estoy asustado...no me gusta escuchar gritos

 

Keiichi logró calmarlo, pero Akihiko seguía gritando y eso era muy extraño, por qué no era una persona excesivamente nerviosa ni acostumbrada a gritar. Misaki se puso en pie y se sentó luego a la cama, mientras Keiichi salía de la habitación y se acerco al despacho de donde provenían y salían los gritos.

 

-  ¡No estoy de humor para continuar escribiendo! Tengo un crío al que criar, un niño que en estos momentos está casi paranoico, un niño que ni siquiera me acepta como padre ¡Deberías entenderlo y no presionarme para que siga escribiendo! - Akihiko estaba muy enojado con su editora pues sentía que lo presionaba

-  Sensei, no lo estoy presionado...es solo..- le dijo la joven editora

-  ¡Largo! ¡Vete! - le dijo el escritor casi empujando a su editora

 

Aikawa se retiró entristecida por no poder ayudar al escritor. Keiichi al escuchar los gritos del escritor entro sin hacer ruido al despacho, allí vio al adulto con el rostro oculto entre sus manos. El menor pensó que quizás estaría llorando. No queriendo molestar, se retiró del despacho y regresó a la habitación donde estaba su amigo.

 

Allí estaba Misaki, quien seguía sentado en la cama con los ojos fuertemente cerrados.

 

-  Misaki...- susurro Keiichi sin saber muy bien que decirle a su amigo

 

El pequeño castaño abrió sus ojos para enfocar su mirada a su amigo, estaba realmente aterrado, asustado, temía que su padre viniese a golpearle o maltratarlo. Misaki se mantenía en silencio, mirando a su amigo.

 

-  ¿Por qué está gritando mi...padre? - le preguntó el castaño a su amigo

-  Está alterado, está nervioso y sobretodo está muy preocupado por ti, deberías ya de dejar de encerrarte en ti mismo – le dijo Keiichi tomando asiento en la cama junto a Misaki – Es por el bien de ambos, es por vuestra relación, él se merece ser perdonado de una vez y olvidar el pasado o al menos intentar no pensar demasiado en el

-  ¡No es tan sencillo! ¡No es tan fácil! ¡Cada noche sueño con ese tipo!...Tu no pasaste por esto, tu no...fuiste...violado y ...maltratado – le susurro el más joven con miedo – Cada día ocurre lo mismo, me despierto asustado y...

-  ¿Y? Esta pesadilla en la que vives cuando estás despierto y cuando estás durmiendo esta destrozando vuestra relación de padre-hijo – le interrumpió Keiichi – Es cierto, viviste un infierno pero no puedes echar a perder el resto de tu vida por esto, tienes mucha gente que te apoya y no desea verte sufrir de este modo

 

Misaki sabía que su amigo tenía razón, debía levantar cabeza e intentar comenzar de nuevo con todo lo que había dejado pausado. Tenía que regresar al colegio, volver a estudiar y volver a ser el mismo Misaki de antes, pero es que tenía tanto miedo, algo lo seguía bloqueando, debía superar ese muro invisible que tanto le atemorizaba.

 

Por su parte, Akihiko ya había superado sus limites, no aguantaba más a un hijo así, no sabía como afrontar ese problema, desconocía incluso si Misaki algún día volvería a ser el mismo niño de antes, estaba en shock todo era tan confuso, tan oscuro, pensaba que lo mejor era ignorar a su hijo, ya estaba cansado de presentar batalla el solo. Sentía su cuerpo, su alma, su corazón y su mente muy pesado, parecía un alma en pena vagando sin rumbo en este mundo. Se levantó con pesadez, casi arrastrando los pies camino hasta la puerta de su despacho, dando tumbos salió de esa habitación y se dirigió a la habitación de su pequeño. No sabía por qué su cuerpo lo había llevado hasta allí, pero necesitaba de una vez desahogar toda esa angustia que tenía dentro suyo. Entró en la habitación del joven castaño y se acercó a él.

 

Miró con hastío a su hijo, ya no le importaba lo que ocurriese con ese niño, ya había traspasado sus limites, no tenía más fuerza ni voluntad para seguir luchando, total, todo era en vano, ¿o no? De que servía preocuparse, de que servía seguir lamentándose, de que servía seguir llorando si ese niño que ahora tenía frente suyo no comprendía ni intentaba comprender sus sentimientos, no valía la pena seguir luchando para que el menor se recuperase, todo ya estaba perdido. Ya incluso ni reconocía a su hijo en ese muchacho delgado, con el flequillo cubriendo sus ojos, con esa mirada eternamente triste y apagada. Ese no era su hijo, desde que lo encontró en ese solar abandonado que había sabido que jamás recuperaría a su hijo.

 

Todo pasó en una fracción de segundos, la mano del adulto se movió casi con voluntad propia, sonaron dos golpes sordos, primero uno en la mejilla derecha del menor y luego otra en la mejilla izquierda. Todo fue muy rápido, para sorpresa de todos. Pues allí no había nadie que no estuviera sorprendido. Keiichi cubrió su boca con ambas manos para silenciar un grito que amenazaba con salir. Mientras, Misaki y Akihiko tenían los ojos abiertos con sorpresa, con sus pupilas dilatadas.

El escritor tomó con rudeza a su hijo por los hombros y lo zarandeo con violencia.

 

-  ¡Reacciona! ¡Te estás quedando solo! ¡¿Cuanto tiempo más planeas seguir siendo la victima de esta historia?! ¡¿Cuanto más pretendes culpar a los que te rodean?! ¡¿Cuanto más pretendes hundir en la desesperación a los que te apoyan?! ¡Eres un cobarde que prefiere esconderse en su mundo de pesadillas a ser un valiente y enfrentarse a ellas! ¡Fue culpa tuya por escaparte de casa cuando ya era de noche! ¡Deja de culpar a todos de tus propios errores!

 

Akihiko no paró de zarandear al joven hasta que descubrió que lo que tenía entre sus manos era un cuerpo inconsciente y sin voluntad. Fue entonces cuando volvió en si, regresando de repente a la realidad, una realidad que lo golpeo con fuerza. Había vuelto a pecar del mismo error que antes. Todo había pasado tan rápido, todo había sido culpa de la situación, el adulto era el que estaba más asustado, no sabía por qué lo había golpeado, pero si era consciente que había sido con demasiada fuerza, el labio lastimado, hinchado y partido del menor, sus mejillas enrojecidas por el golpe así lo denotaban.

 

Keiichi solo seguía con su boca tapada con sus manos, el adulto había traspasado la linea de lo perdonable. Todos sabían que Misaki apenas comía y que estaba muy débil. Y el adulto lo golpeó en el peor de los momentos, sabiendo el delicado estado de salud en el que se encontraba su amigo. No era justo que le hubiese lastimado de esa forma, no eran justas las palabras que había dicho el adulto a su hijo, eran las peores palabras que podía haberle dicho nunca. No podía creer lo que acababa de ver.

 

La relación entre padre e hijo había sido destrozada por completo. ¿Quien era el verdadero causante de ese desenlace? ¿Todo era culpa del escritor?...

Notas finales:

Lo sé, la situación está complicada para Misaki y Akihiko T.T


Ojala les haya gustado y espero continuar pronto con el próximo capítulo ^^


Gracias de antemano por tomaros unos minutos y leer este capítulo, lo agradezco profundamente.


Muchos saludos y hasta muuuuuy pronto!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).