Era ya casi mediodía cuando Akihiko despertó, pero se extrañó, parecía que alguien hubiera dormido a su lado ya que esa parte de la cama aún seguía cálida. Pero desechó la idea. Recordaba que Misaki estaba completamente dormido cuando lo trajo a casa.
Se levantó con pereza y salió de la habitación. Camino hasta el salón y desde allí vio a Misaki cocinando. Le agrado esa sorpresa por parte del menor. Despacio se acercó a su pequeño hijo por detrás y lo abrazó por la espalda.
- ¡Buenos días! ¿qué estas cocinando? - preguntó el adulto sorprendiendo al menor que estaba tan enfocado en cocinar que no se percató de la presencia del mayor
- Pues...algo simple, un salteado de verduras fritas y un pescado a la plancha con finas hiervas – le respondió Misaki apartándose de ese sorpresivo abrazo
- Huele muy rico, desconocía que supieras cocinar...
- Desconoces muchas cosas de Misaki Takah...Usami – rectifico a tiempo el menor
El adulto se alejó un poco de la cocina sin dejar de mirar a su hijo como cocinaba. Además, era la primera vez que su hijo había dicho”Misaki Usami”, ¿acaso ya lo había reconocido como su padre?
Lo dudaba, seguramente el menor no quería molestar al adulto recordandole su pasado con la familia Takahashi. Con esa idea en mente y aunque desconforme, se sentó a la mesa a esperar la comida. El pequeño Misaki también se acercó a la mesa, dejando dos platos para cada uno.
- ¡Itadakimasu! - agradeció Misaki juntando ambas palmas de sus manos, luego comenzó a comer
- Misaki...Muchas gracias – agradeció el mayor también comenzando a comer
Después de comer, Akihiko y Misaki limpiaron los platos haciendo que de vez en cuando sus dedos se rozaran entre sí. El menor se ponía nervioso, no le agradaba esa cercanía y de alguna forma lo incomodaba bastante.
El adulto también se sentía enojado con él mismo por sentirse incomodo, no entendía por qué tener al menor tan cerca le incomodaba hasta tal extremo. Pero fue el menor quien tomó la sabia decisión de alejarse y romper ese clima de tensión.
- Yo...esta noche vine a dormir a tu cama – le comentó Misaki dándole la espalda al adulto – tenía...frío y no sabía donde habían más mantas de repuesto – se excusó tontamente el menor
Akihiko dejó los platos a un lado y se acercó a su pequeño hijo de diez años.
- Acaso...¿te sientes solos? - preguntó con cierta prudencia, pues no sabía si era o no buena idea sacar ese tema – No te preocupes...puedes venir cuando quieras
Misaki se volteó, su rostro estaba empapado de lagrimas, ciertamente se había sentido solo y ya ni quería ni podía ocultarlo más.
- Yo quisiera que papá y mamá junto con mi hermano, regresaran, pero debo aceptar de una vez que ellos ya no volverán, por eso mismo, aunque aún no puedo verte cómo a mi padre, debo madurar, ellos seguro que querrían verme superar su perdida y no seguir en el eterno lamento – dijo con acierto el menor deteniendo su llanto
Akihiko le acarició el cabello, apartando se su empapado rostro un mechón rebelde. Luego besó su frente sonrojando al menor.
- Sabías palabras, espero que cumplas con lo que has dicho
El adulto regresó a su labor de limpiar los platos. Cuando terminó le propuso al menor ir de compras, pero Misaki rehusó.
- Ya te dije que con la ropa que tengo es suficiente, no necesito más ropa... - le repitió y recordó el menor a su progenitor
- Pero esa ropa está muy gastada, no tienes ni un solo traje formal, todo lo que tienes es ropa casual, ¿que ocurre si un día tenemos una cena importante? Debes ir al menos un poco presentable, es mi deber como padre comprar al menos un par de trajes para mi hijo
Misaki entendió que el adulto no se iba a dar por vencido, terminó por aceptar ir de compras.
Por la tarde salieron con el coche hasta el centro de la ciudad.
Entraron a varias tiendas, donde el adulto casi obligó al menor a probarse toda la ropa disponible.
En cada tienda compraban uno o dos trajes, también compraron zapatos deportivos y formales, incluso ropa interior, donde Misaki montó un escena pues no quería entrar en el probador en compañía de su padre. Aunque como siempre, Akihiko terminó ganando la batalla verbal y consiguió entrar con su hijo.
- ¿quieres que te ayude a probarte la ropa interior? - se ofreció Akihiko con una sonrisa picara en el rostro
El menor avergonzado ante esa propuesta, cubrió su desnudo cuerpo con sus delgados brazos.
Akihiko le arrebató la pequeña prenda de ropa y le ayudo a ponérsela, fue una escena bastante cómica que el menor no disfrutó.
Sonrojado y humillado, Misaki se dejó hacer, pues aunque le propició todo tipo de improperios el adulto no se amedrentó.
- ¡eres un pervertido! ¡un viejo verde! - le insultó de manera infantil el menor sin resultado alguno
- ni soy viejo ni soy de color verde ni soy pervertido, soy tu padre, solo tengo veinticuatro años, soy joven, soy tu padre y tengo derecho a ayudarte a vestirte ¿donde le ves el problema? - preguntó arrogante el adulto dando una leve palmada en el trasero de su hijo a modo de castigo
- ¡pero...p-pero yo me siento extraño frente a un desconocido! ¡Y recuerda que yo aún no te veo ni te reconozco como mi padre!
Esas palabras calaron hondo en el corazón del adulto, quien se le quitó toda las ganas de continuar bromeando con el menor. Sabiendo que lo veía como un vulgar baboso. Salió del probador.
- te espero fuera ¿de acuerdo? Escoge la ropa que más te guste...no hay limite de precio – le recordó Akihiko antes de salir del probador
Misaki no entendió ese cambio de actitud en el adulto, pues no era ninguna novedad para ambos tratarse de manera fría. No se sentía mal por lo que acababa de decir. Pero tampoco le agradó ese cambio de humor en su padre. Acaso...¿eso significaba que tendría que aguantar a su padre enojado? Suspiró con resignación.
El menor se asomó desde el probador e intentó llamar a su padre.
- esto...¿papá? - preguntó Misaki a su padre que estaba fuera del probador para no molestar – Usami-san...pu...puedes entrar s-si quieres
- Estás tartamudeando, incluso te ves nervioso...no es buena idea – le dijo el adulto sin siquiera girarse a mirar a su hijo
El menor salió del probador solamente vestido con la ropa interior que se estaba probando, tomó la mano de su padre y lo arrastró hasta el probador.
Akihiko aunque sorprendido no dijo nada, solo siguió al menor el cual casi lo arrastra hasta el probador.
- Lo siento, creo que fui un poco...¿cruel?, aunque la palabra más idónea sea “insensible”. Seguramente te molestó el que dijera que solo eres un desconocido
- Lo fuiste y no lo negare, tu mismo dijiste que querías comenzar a tratar conmigo, a verme poco a poco como tu padre, pero te niegas una y otra y otra vez a verme como alguien cercano a ti, sigues constantemente viéndome como un extraño, un desconocido, una persona externa a ti...¿por qué?
- Ya te lo dije ¡Sigue siendo muy temprano! ¡Este tipo de bromas no me gustan! ¡Es humillante y vergonzoso! Lo siento...no debí alzar la voz, pero es que no podemos seguir así – Misaki bajo la mirada, pues estaban haciendo una escena en el probador – Lo siento, pero sigue siendo...muy temprano, sigo pensando en mamá y papá...y sobretodo en mi hermano
Akihiko entendió aquellos sentimientos contradictorios, pues el menor debía primero adaptarse a su nuevo hogar, sentirse cómodo y finalmente aceptarlo a el. Le acarició tiernamente el cabello, para intentar calmar la situación. Besó su frente.
- Tranquilo, siento presionarte, lo siento, pero para mi también es nuevo, eres mi hijo, y también me cuesta aceptarlo, de repente tengo un hijo, de diez años...Yo soy adulto y lo asumo más rápido, por eso pedía lo mismo a ti
Ambos entendían que costaría mucho establecer una relación entre los dos. Discutían constantemente, quizás por absurdidades. Quizás ese era su destino, vivir discutiendo, pero debían cambiar y aceptarse.
Después de esa última discusión, terminaron de hacer las compras, cenaron en un restaurante bastante lujoso, Misaki se sentía un poco incómodo pero lo intentó disimular. La cena fue tensa y muy silenciosa. Ambos temían que sus palabras hirieran al otro. Por eso prefirieron guardar silencio y centrarse en comer. Al terminar la cena, dieron un corto paseo cerca del mar.
Akihiko y Misaki mojaron sus pies con aún la fría agua marina. Luego ambos tomaron asiento en la arena de la playa.