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Broken ángel por Nero Sparda

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Notas del fanfic:

(Esta historia contiene y está basada personajes de Cazadores de sombras, aviso de antemano que tiene muchos spoilers, sin embargo la historia no es la misma y muchas cosas pueden cambiar o ser radicalmente diferentes, incluso los personajes. Es un trabajo sin fines de plagio, tan sólo un último tributo a alguien que no merecía el destino que tuvo)

 

Notas del capitulo:

Como ya dije antes, es una historia completamente diferente a los libros que contiene spoilers, unos cuantos.

Los personajes le pertenecen a Cassandra Clare y mi único fin aquí es entretenerme y entretener a otros.

 

Cuando vi por primera vez el rol me pareció que tenía muy pocos integrantes, sólo un James, Tessa y Will, no me llamaba la atención pero aún así pedí mi personaje. Quería rolear a Magnus Bane, el gran brujo, sin embargo no creí poder hacerlo bien...y por ese entonces me fascinaba Sebastián, bueno, Jonathan, por lo que mostraba y también lo que ocultaba.
No esperaba que se volviesen una familia tan encantadora y adorable, gente que me importaba, con la cual lloré y reí...me divertí, realmente fui feliz en esa epoca a su lado...pero no dura para siempre, Jaz, Mags, Albina bulleadora (?) aquí les dejó un pequeño regalo, no es mucho, y no lo será hasta que lo pueda terminar. 

You showed him all the best of you, but I'm

afraid your best wasn't good enough, and no, he

never wanted you. At least not the way you

wanted yourself to be loved, and you feel like

you feel like you were a mistake. He's not

worth all those tears that won't go away.

(Boyce Avenue - Broken Angel)

 

 

Jonathan se quedó a su lado, contemplando el rostro dormido de su madre, el cabello rojo resaltando la blancura de la piel, y los ojos verdes ocultos tras los parpados cerrados que los resguardaban del frio de la mañana.

La ventana entreabierta dejaba entrar pequeños halos de luz que acariciaban el contorno de su cuerpo enredado entre las sabanas, que arrancaban destellos de fuego a los mechones rojizos y le hacían parecer aún más joven y pequeña de lo que en realidad era.

Pasó el dorso de su mano por la mejilla sonrojada y ella apenas se movió despacio por su tacto tibio, su piel siempre estaba caliente, mucho más que la de un niño normal. Y sus ojos eran abismos profundos de secretos y pensamientos ocultos.

Ojos que nunca derramaban lágrimas, ni siquiera cuando se encontraba herido, o  cuando su madre le miraba de esa manera tan fría y tan distante, como si no fuese parte de su carne ni de su sangre, como si él de verdad no mereciera la existencia que le habían dado.

— ¿Por qué no me quieres mamá? Papá dice que soy un guerrero perfecto.

Susurró por lo bajo, y es que a su corta edad, las palabras fluían demasiado bien por sus labios sonrosados, y sus mejillas regordetas sólo le daban un aspecto mucho más joven y mucho menos acorde con todo lo que había aprendido hasta ese momento.

Recargo entonces el mentón en ambas manos y se apoyó en la cama a la que apenas si alcanzaba de pie, con el cabello platino siendo una alborotada maraña de mechones que brillaban como si fuesen nueva luz reflejando la del día.

— ¿Jonathan? Te dije que deberías estar entrenando, no molestes a tu madre.

Sus ojos negros fueron a parar a los de su padre y se apartó lo que pudo de la cama cuando sintió que ella se removía, cuando sus ojos verdes, tan hermosos y vivos como los prados de Idris se posaban en él con total desprecio.

Sintió el aguijonazo de la culpa y del miedo ¿Qué había hecho mal?

—Llévate a ese monstruo de aquí, llévatelo Valentine.

Y su padre le tendió la mano y lo saco de la habitación, guiándolo por los corredores hasta la sala de entrenamiento donde debería haber estado desde hace horas y no contemplando dormir a su madre.

—Papá ¿Por qué mi mamá no me quiere? ¿Qué hice? ¿No le gusto? ¿He sido un niño malo?

Valentine le examino un momento, después fue a la pared contraria y tomo un par de dagas que entrego en las diminutas manos del niño, quien examino las hojas contemplando en ellas lo parecido que era a su padre, al menos a su edad. ¿Sería eso?

—Ella no te quiere porque nunca has llorado, y los bebés lloran.

El niño frunció el ceño con desconcierto y bajo sus manos armadas a los costados de su cuerpo.

— ¿Pero por qué lloraría papá?

No le respondió, ya se encontraba a mitad de salida y solo alcanzo a dirigirle una mirada severa, a reprenderlo como siempre que intentaba saber algo que él no quería decirle. Pero muy a su pesar, Valentine también sufría con la verdad.

Era su culpa, no habría hecho tan desgraciada a su esposa si no hubiese experimentado con un bebé no nato, con su bebé, para hacerlo un guerrero perfecto, poderoso, letal, pero completamente carente de emociones y sentimientos. Jonathan podía parecer normal para aquel que no observaba con detenimiento. Pero Valentine observaba los detalles, igual que Jocelyn, él había notado la misma oscuridad por la que su madre lo rechazaba.

—Papá, yo quiero gustarle a mamá, que sonría. ¿Si me porto bien ella me va a querer?

—Amar es destruir Jonathan, no te olvides de eso. Nadie amaría a un monstruo como tú, un demonio. Él único que lo hace soy yo.

 

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~**~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~**~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~**~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~**~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

Jonathan guardo silencio en la atestada habitación llena de adultos, contemplando con impotencia a su madre abrazando a aquel pequeño que no era él. Sus ojos brillantes de una alegría opacada por alguna especie de remordimiento oscuro, como una sombra, mientras acunaba los mechones rubios del otro Jonathan y lo mecía tan suavemente como le hubiese gustado que lo mecieran a él.

Nunca le tocaba ni le daba ninguna caricia gentil. Y quería saber lo que se sentía tener una madre amorosa cuyo rostro se iluminara de orgullo al verlo.

Su sonrisa era verdadera, no una mueca de repulsión disfrazada, no mentía, no había nada de lo que le mostraba a él cuando intentaba acercarse.

Y eso dolía en lo profundo de algún lugar inexistente en su pecho, desgarrando la ausente alma que en algún punto se quebró rogando por un abrazo, por una sensación de amor, aunque fuese sólo por lastima.

Ese dolor que alimentó el rencor, marchitando todo sentimiento dulce y volviendo la frialdad una máscara impenetrable mientras apretaba sus pequeños puños a los costados del cuerpo y mordía sus labios. Sus ojos estaban fijos en la risa del chico, de aquel usurpador.

Aquel Jonathan ya tenía un padre amoroso que lo cargaba sobre sus hombros y jugaba con él todo el tiempo, uno que le hacía reír y le enseñaba nuevos trucos, no a luchar como el suyo. Michael Wayland amaba a ese Jonathan que tenía todo lo que él quería para sí ¿Era mucho pedir un poco de forma egoísta?

¡Él siempre se portaba bien! Se quedaba en silencio cuando ella hablaba, la dejaba dormir por las noches, se acercaba sigiloso para cubrirla con las mantas cuando su padre no veía. Incluso tomaba las medicinas que él le decía necesitaba. Y a ella no le importaba, él no le importaba, porque era un monstruo, una aberración que nunca debió haber nacido.

Aunque no había nada diferente en su cuerpo, no había deformidad alguna salvo la de su alma y su corazón marchitándose en la oscuridad absoluta mientras su padre hacía de él lo que llamaba “un mejor guerrero” “El perfecto Nefilim”.

Él solo se sentía miserable y vacío, esperando que en alguna parte del entrenamiento pudiese enseñarle a que dejara de doler.

¿Ella estaría orgullosa si se convertía en un guerrero alto y valiente? ¿Lo amaría si fuese un verdadero caza demonios como su padre anhelaba? Quizás lo volvería a rechazar, pero no por eso iba a dejar de intentarlo, después de todo, era a lo único que podía aferrarse.

—Jocelyn, como ha crecido tu hijo ¡Y cuanto se parece a Valentine!

Maryse le tomo el mentón para examinarlo y Jonathan se dejó hacer, por una necesidad creciente en su interior de un poco de tacto amable, de una caricia de una madre verdadera, y la buscaría, aunque fuese en otros brazos, en otros ojos, algunos que no tuvieran el rechazo de Jocelyn.

—Sí, se parece a él.

El veneno oculto en sus palabras le hizo encogerse y apartar la mirada oscura mientras sentía el helado filo de aquellas dagas hundirse en lo profundo de su piel para hacerlo sangrar. Era rencor, odio, desprecio total por su persona y no sabía que había hecho para merecerlo.

— ¿Tú eres el otro Jonathan? No te ves muy inteligente.

El hijo de Michael le caía mal, independientemente de sus ojos resplandecientes, de su cabello rubio y de que compartían el mismo nombre. Le odiaba, por tener amor, por tener la atención de su madre, por tener todo lo que le habían negado a él. Trató de ignorarlo alejándose y yendo a refugiarse a algún lugar oscuro, como la biblioteca de la casa.

—Te estoy hablando rubio ¿Eres mudo?

—No lo soy.

Gruñó, el otro ensanchó una sonrisa de suficiencia.

—Pues eres desagradable, papá dice que siempre hay que responder cuanto te hablan. Creí que eras mudo.

Bueno, a él le habían enseñado unos cuantos trucos con la espada que estaba seguro dejarían callados a más de uno pero no quiso continuar con aquello, quería alejarse y estar solo.

—Yo creí que eras un rapiñador.

El otro Jonathan frunció el ceño y por un momento se sintió satisfecho por su comentario ingenioso, rodeando al chico para ir a refugiarse a su habitación, o al menos es lo que planeaba.

—Al menos a mí sí me quiere mi papá.

Y ese fue el detonante. Lo siguiente que supo es que estaba sobre el cuerpo del mocoso imbécil, golpeando con todas sus fuerzas en un firme intento de arrancar aquellas palabras de sus labios sollozantes. Las lágrimas invadieron sus ojos y eso lo enfureció aún más.

¿Tenía más derecho a llorar que él?  ¿Un mocoso mimado y amado tenía más derecho a derramar grandes lágrimas que él que no tenía nada?

El no lloraba, él no era débil.

¿Entonces porque no lo amaban? ¿Por qué?

 

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~**~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~**~*~*~*~*~*

 

La mejilla ardía coloreada de rojo conforme él sobaba suavemente aquel bofetón que le había dado su padre. Sus ojos no se humedecieron ni de sus labios salió palabra alguna, se limitó a posar una mano en la herida y aguardar silencioso ante las palabras que su progenitor tenía para decirle.

— ¿Por qué le pegaste al hijo de Michael?

Sus ojos negros buscaron al chico rubio por la estancia, llorando contra el hombro de su padre mientras este intentaba consolarlo con palmaditas en su espalda y caras graciosas. El odio creció, palpitando como su mejilla pero dentro de sus venas, similar a un veneno que se desplaza y corrompe cada centímetro del cuerpo infectado.

—No me cae bien.

Mentía, no era la primera ni la última vez que lo hacía. Pero no quedaba otra que esconderse tras un muro de mentiras e indiferencia, porque anhelaba demasiado lo que el otro Jonathan tenía, su padre Michael que lo mimaba y jugaba con él, le miraba con un amor infinito. Una madre que lo abrazaba y sonreía cuando lo tenía entre sus brazos.

En cambio él estaba completamente solo.

—Finalmente eres demasiado violento, un monstruo.

Eso le hirió, profundo y cortante desgarrando su interior. Sólo los tenía a ellos dos, Valentine y Jocelyn, ambos tenían esa mirada en sus ojos cuando se acercaba, el arrepentimiento de su padre y la ira injustificada de su madre. Sus abuelos también sabían que algo raro había en él, sin embargo poco decían, se mantenían al margen y de vez en cuando le daban regalos, pero nada más.

—Papá ¿Por qué tú no me abrazas como Michael a su hijo?

Valentine apretó los labios, sus ojos oscuros parecieron torturados y distantes, había secretos y miles de historias ocultas tras la mirada de quien tanto admiraba y a quien amaba. Si, los monstruos también aman.

—Tú no eres débil hijo, no necesitas esas cosas, eres perfecto e invencible. No lo olvides, no naciste para ser como todos ellos.

Sin más su padre le volvió a dejar solo en aquella habitación repleta de cazadores, su espalda amplia, su paso decidido, firme, el modo en que aquellas personas lo aceptaban y admiraban. Todos querían estar a su lado y dirigirle unas cuantas palabras, lo veían con orgullo, le respetaban. Jonathan quería ser como él, saber lo que se sentía tener amigos que estrechaban las manos contigo y te hablaran de igual, quería tener alguien que lo amase y le mirara de aquella forma en que veían a su padre.

Quería ser como él.

 

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~**~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~**~*~*~*~*~*

 

El amor no era una marcha de victoria, ni un aliento de fuerza. Era sólo ceniza y sombra.

De pie contemplando las ruinas de lo que fuere su hogar Jonathan dejó sobre la tumba de escombros  aquel dibujo que había hecho para su madre esa misma mañana con unos colores robados.

Fue una idea que se le ocurrió durante la noche para parecer normal ante sus ojos, intentando ser amado y abrazado aunque sea por única vez en su vida.

Después del entrenamiento se escondió bajo la cama de su habitación, en ese mismo pedazo de tierra ennegrecido que ahora se mostraba como el fantasma de su pasado. Intento dibujarla a ella junto a su papá y él en medio de ambos tomando sus manos pero Jocelyn lo había rechazado diciendo que estaba muy ocupada para ver sus tonterías, que tenía trabajo. Él solo quería que ella le mirase con sus hermosos ojos verdes, que sonriera.

Pero no era tan hábil para dibujar como su madre, su único talento eran las armas de guerra, su arte la muerte.

Escuchó su nombre en el viento, la voz firme, fría, y llena de dolor con la cual su padre le llamaba desde la distancia. Ambos estaban llenos de cicatrices que no sanarían en un buen rato, contemplando lo que una vez habían amado y ahora ya estaba perdido por un sueño vago que finalmente abandonaron, del mismo modo en que ellos habían sido abandonados, juzgados.

No les quedaba nada, salvo el uno al otro.

Jonathan dejó el dibujo para su madre en los ennegrecidos escalones de la vieja mansión donde una vez ellos tres compartieron una familia, le dio la espalda con el llanto nublando su mirada oscura y echó a correr. Tan fuerte y tan rápido, queriendo huir de sus pesadillas, del dolor, la tristeza, huyendo del recuerdo de una madre que nunca llegó a amarle. Ahora tan tarde incluso para pedir perdón por algo que no era su culpa, pero aun así se disculparía con ella para que le abrazara, una vez, una sola vez.

Cuando llegó a lado de su padre el aliento le faltaba, los pulmones le dolían y aun así quería seguir corriendo alrededor para mantener sus demonios a raya, para no ver el dolor en los ojos de su padre que parecían culparlo de todo aquello. No comprendía a su progenitor, siempre hacía todo lo que le pedía, se entregaba en corazón y cuerpo a cada entrenamiento, no lo cuestionaba.

Sin embargo lo culpaba de la huida de su madre.

—Papá… ¿Ella se fue por mí?

—Te dije que nadie podría amar a un monstruo como tú, sólo yo.

Jonathan bajó la cabeza y asintió suavemente, dedicando una mirada más a la colina, a los muros derribados que le vieron nacer, que contemplaron las lágrimas de su madre y las risas que compartió con su padre mucho antes de su nacimiento. Él lo sabía, que su vida había arruinado la de la mujer que Valentine amaba, y por eso le culpaba, por ser un monstruo.

— ¿Puedes repararme?

—Puedo….pero seguirás siendo lo mismo, siempre.

Contempló sus manos aun manchadas de pintura y luego siguió los pasos del hombre que le había creado, del único que podría amarle, y se preguntó muy en el fondo si verdaderamente llegaría fingir lo suficientemente bien para que su madre le quisiera, para engañarla, mostrarle lo que quería ver.

—Quizás si me enseñaras como…yo también podría aprender a amar, papá…

 

Notas finales:

No plagien, no puedo subirlo a mi face por cuestiones que desconozco, pero aseguro que no va a estar en ningún otro lado más que aquí, al menos no sin avisar primero. 


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