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Wir sind am Leben por Kunay_dlz

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Notas del fanfic:

Personajes pertenecientes a Hajime Isayama.

 

Notas del capitulo:

Espero que les guste.

 

Narra Eren.

 

Advertencia: No tiene un final feliz.

 

 

Wir Sind Am Leben

 

Capítulo único

 

 

 

 

Avanzaba sin un rumbo fijo. Impulsado por su equipo de maniobra tridimensional se adentraba en el bosque cercano a la base. Ya era suficiente. Esperaban mucho de él. Es cierto que había hecho una promesa, y la cumpliría, pase lo que pase… Sin embargo, no contaba con un pequeño detalle: enamorarse.

 

El amor era la cosa más aterradora que pudiera existir, prefería mil veces enfrentarse a los titanes que a lo que sentía en ese momento… a lo que sentía desde hace un par de meses. Era algo completamente diferente de lo que sintió por sus padres y de lo que siente por Mikasa y Armin, iba más allá.

 

Entre pensamientos seguía avanzando, esquivaba algunos árboles, se impulsaba al correr sobre algunas ramas. ¿Huir no era malo, cierto? Huir de vez en cuando no le hacía daño a nadie. El problema es cuando se intenta huir de uno mismo.

 

Esas sensaciones en su pecho, en su estómago y en sus manos, ese estremecimiento al ver la figura del hombre que despertaba tantas cosas en él, esa sensación de incertidumbre al no tenerlo cerca, esa angustia cuando salía de su campo de visión en el campo de batalla… las cosas no debían ser así.

 

Él era Eren Jaeger, en él solamente había rencor contra la cobardía de la humanidad, un infinito odio hacia los titanes y determinación para cumplir su objetivo de aniquilación. 

 

Se detuvo de golpe. Sin esperar nada más soltó un grito que llevaba guardado desde hace mucho tiempo. Un grito proveniente de sus entrañas impulsado de frustración, cobardía y miedo al rechazo…  ahí, parado en la rama de ese gigantesco árbol, se dejó caer de rodillas… dirigió su rostro al cielo gris, una gota de las gotas que auguran lluvia se estrelló en su frente.

 

Abrió sus ojos con una lentitud desesperante, dejó ver un par de gemas verdes… tan preciosas, tan brillantes, tan repletas de lágrimas… la belleza de esos ojos se empañaban por el dolor que experimentaba ese joven castaño. Miles de gotas fueron cayendo a su alrededor, por reflejo se levantó y se acercó al tronco del árbol en que estaba parado para así atajarse un poco de la torrencial lluvia.

 

Se recargó y se puso a recordar… ese momento…. Cuando lo vio por vez primera, tan imponente, tan seguro de sí mismo, tan decidido, tan… cerca.

 

Estaba tan cansado por el esfuerzo de trasladar esa enorme roca a la muralla y con ella detener el avance de los titanes, había mermado su fuerza, se mantenía consciente por milagro, su cuerpo ya no lo sentía… no escuchaba lo que Mikasa le decía ni nada que estuviera cerca ni siquiera las exclamaciones de terror al ver a un titán frente a ellos… nada pasaba por su mente… todo parecía un sueño, un sueño descabellado… Hasta que lo vio… rodeado de un halo de luz blanca… es una pose que desafiaba a los titanes… es una postura que infundía seguridad a quienes le rodeaban… sí que era un sueño, personas como él no podían existir en esa cárcel llena de cobardía.

 

Un poderoso trueno lo sacó de sus recuerdos. El corazón le latía tan rápido, sus manos hormigueaban, sus piernas temblaban y sentía sus mejillas arder. Estúpidas sensaciones que no le dejaban en paz. Trago grueso y evitó soltarse a llorar. Después de tanto tiempo al lado de esa persona, se acostumbró a su extraña forma de ser, aprendió a conocerle, aprendió a soportar las palizas que le daba… aprendió a ahogar suspiros, a ignorar las mariposas que revolotean en el estómago, a inventar excusas para sus sonrojos y a disimular su alivio al verlo regresar al cuartel.

 

Una ventisca le hizo estremecer hasta los huesos. Era muy fría, al igual que él. Abrazándose a sí mismo recordó el rechazo que obtenía con cada confesión que le hacía. Siempre lo mismo. Siempre más doloroso…

 

La primera vez, en su oficina fue –No estás aquí para bromear, en el remoto caso que no fuera broma, no te traje aquí para que estés con niñerías.– sin contar con la patada y el empujón que le dio para salir de ahí y dejarlo trabajar; la segunda vez, antes del entrenamiento en el campo, la respuesta fue –Mocoso, creí que había sido claro: no estás aquí para andar de colegiala enamorada.– sumada una mirada que en otro tiempo pudo haberlo matado en verdad inició el entrenamiento más duro que jamás tuvo puesto que terminó desmayado y hubo despertado dos días después; la tercera, fue en las caballerizas –¿Sigues con eso? No me arruines el día mocoso.– fue la respuesta, luego se fue y él tuvo que encargarse de todos los caballos; la cuarta, quinta y sexta vez obtuvo respuestas similares acompañadas de miradas de odio y más reprimendas.

 

Perdió la cuenta, hoy no fue un día de esos… claro que había aprendido a disimular y ocultar esos sentimientos que le estorbaban, sin embargo, las confesiones las seguía haciendo… la respuesta de hoy fue la que le hizo huir, quizá si lo hacía justo después del rechazo… ese sentimiento se atoraría en el camino y lo dejaría en paz, –Mocoso, desconozco la razón por la que sigues insistiendo en eso. Olvídalo de una vez. Eres un niño que no puede ofrecerme nada y al que no estoy dispuesto a ofrecerle algo. Eres una simple herramienta que le es útil a mi escuadrón, no me hagas arrepentirme de tenerte aquí. Es suficiente, me tienes harto de tus confesiones. Olvídalo. Y es una orden. – al contrario de las veces anteriores, en ésta no lo golpeó, no lo castigó… simplemente lo ignoró.

 

Tal vez eso fue lo que hirió en verdad, la indiferencia.

 

Un rayo partió el árbol que estaba frente a él. Lo vio atravesar esa madera gruesa, la onda expansiva de la energía lo hizo retroceder y golpearse la cabeza con la corteza del árbol en el que estaba, sería ridículo perder el conocimiento en una situación como esa, a fin de cuentas había recibido tantos por parte de él que casi se hacía inmune a todo tipo de golpe que no fuera en una batalla con titanes.

 

La lluvia seguía cayendo, el viento seguía atravesando los gigantescos árboles y él seguía con el corazón partido.

 

El amor, no lo aceptaba… simplemente Eren Jaeger no nació para conocer ese sentimiento.

 

Eso era… bien, ya lo había aceptado.

 

Era hora de volver.

 

Estaba seguro que una fuerte reprimenda, una paliza y un par de días de inconsciencia le estaban esperando. Con un par de pasos se alejó del tronco del árbol hasta donde la lluvia caía con libertad, elevó ambos brazos y levantó su cara al cielo una ve más, esas ganas de gritar lo llenaron de nuevo… respiró profundo y gritó el nombre de su amor imposible, lo gritó tan alto que como respuesta del cielo un trueno igual de fuerte le secundó… volvió a gritar y otro trueno le contestó.

 

Un último grito y otro trueno. Bajó sus brazos y saltó de la rama en la que estaba parado. Con el equipo de maniobra tridimensional se impulsaba antes de tocar el suelo, ya iba de regreso, con las gotas de lluvia golpeando su rostro y lastimando sus ojos dejaba que sus lágrimas se mezclaran con ellas.

 

Iba tan deprisa que no se dio cuenta cuando una sombra salía detrás del árbol en que estuvo resguardado todo ese tiempo. La sombra se lanzó al vacío y resurgió al igual que Eren, con un equipo similar al de Eren, con un uniforme igual al de Eren.

 

Un relámpago iluminó el camino de la sombra quien observó a Eren unos cuantos metros más adelante. Iba siguiéndolo. Siempre lo seguiría. Otro relámpago iluminó la sombra revelando así su identidad… Levi.

 

 

Notas finales:

Gracias por leer.


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