Las clases habían transcurrido lentamente, para Minho era normal sentirse soñoliento durante el día, sobretodo en su trabajo de medio turno como mesero, aunque era raro mirarlo cansado durante sus clases, puede que sea por la emoción que sentía al escuchar a sus maestros hablar, o por la pasión que vivía al realizar sus tareas. Pero en el primer día todo es diferente.
Minho se había adueñado del último asiento de la fila, el que tenía mejor vista a la ventana, a pesar de ser un chico social, aunque no tanto como Jonghyun, se había alejado de todos sus compañeros. Fueron varios los que se le acercaron preguntando por su extraño comportamiento, y a todos les contesto un “Estoy muy cansado” que creyeron con suma facilidad.
La última clase había llegado, ansiaba poder salir corriendo y practicar un poco en el gimnasio, bien sabía que ahí encontraría a su fiel amigo Jonghyun, quien nunca soportaba el inicio del curso y terminaba faltando a las últimas horas. Minho se removió del asiento un tanto inquieto, pasó de estar totalmente perezoso a estar ansioso.
Cuando por fin el profesor anunció el final de la clase, fue Minho quien salió literalmente corriendo del salón. No esperó a nadie, no se mortificó en prestar atención a absolutamente nada durante todo el tiempo que pasó en la escuela, no podía pensar en nada, sólo en Jonghyun, sólo él estaba en su mente y le urgía ir a su encuentro.
Corría velozmente por los pasillos, bajó las escaleras, ya que su nuevo salón de clases estaba en el cuarto piso, todo iba bien, llegaría pronto y todo estaría bien. Pero fue cerca de la salida al estacionamiento en el que dio un giro realmente necesario provocando que chocara contra alguien. Al inicio pensó en seguir su carrera dejando de lado a quien sea que hubiera tumbado al suelo, pero eso era algo que no se permitía hacer, Choi Minho no hacía ese tipo de cosas.
–Lo siento, ¿Estás bien? – Minho preguntó un tanto rudo al tiempo que giró sobre sus propios pasos y a lentamente se acercó al joven que aún se encontraba tumbado en el suelo.
–Sí, descuida– su voz era temblorosa, parecía nervioso, y sin saber por qué Minho se sintió aún más culpable que antes –fue mi culpa, perdona– al ayudarlo a incorporarse notó que el joven era casi tan alto como él, pero sumamente más delgado, se miraba tan frágil que no se resistió al impulso de acercársele aun más.
– ¿Seguro que estás bien? – volvió a preguntar tomándolo de los hombros, quizá como una excusa para volver a escuchar su voz. – ¿Bromeas? Yo venía corriendo e iba distraído, es totalmente mi culpa–
– Sí, en serio, estoy bien, no te preocupes – el extraño sonrío un poco, Minho había casi olvidado por qué iba corriendo tan a prisa. Se percató del hecho de que sus manos aún se encontraban sobre los hombros ajenos tomándolo con firmeza.
– ¡Eh, Taemin, por fin llegas! – Llegó otro chico, aunque éste sí era familiar para Minho. Al verlo, soltó los hombros del desconocido y dio tres pasos hacia atrás – ¡Woah!, Minho, ¿Cómo estás? – fue cuando Minho lo logró recordar, no asistía a su misma facultad, pero en algún momento compartieron alguna materia, además lo había atendido un par de veces en el restaurante.
–Hola, Kai – sonrió de la manera más amable que pudo e ignoro la pregunta sobre su estado, no estaba de ánimos para mentir a la gente… verbalmente.
–Oh, Minho, ya tenemos que irnos, pero… ¡Es bueno haberte visto de nuevo! – el chico sonrió, realmente era un tipo de persona a la que le agradaba a Minho. Tomó de la mano al joven que acababa de llamar Taemin y se dispuso a caminar a una dirección totalmente contraria. –Luego nos vemos, ¿De acuerdo? – preguntó mientras caminaba a paso lento, alejándose de él. Taemin parecía distraído tomando fuertemente la mano de Kai.
–Sí, luego nos vemos y de nuevo… ¡Lo siento! – no sabía exactamente porqué, pero creció en él una necesidad de decirlo, repentinamente ahora deseaba volverse a topar con ambos, quería mirar de nuevo a ese peculiar Taemin.
Fueron un par de segundos los que le tomó a Minho recordar por qué corría, recordó a Jonghyun. Sin más volvió a ponerse en marcha, esta vez decidido a que nada ni nadie lo detendrían.
Entró corriendo al departamento, lanzó su mochila y logró divisar la del mayor, entonces lo supo, Jonghyun había tenido un día terrible. Pensó en ir a encontrarlo al gimnasio, Jonghyun solía encerrarse ahí por horas, y no quedaba lejos.
Justo al cerrar la puerta y partir en la búsqueda de su mejor amigo, le volvió la necesidad de correr, fue así como entendió que Jonghyun no estaría en el gimnasio. Corrió hasta llegar al parque, que se encontraba a escasas dos cuadras de distancia, y ahí lo miró, empapado de sudor, seña de las horas que había pasado corriendo.
Minho se acercó al camino indicado para correr, suspiró profundo y comenzó a seguirle los pasos al mayor. No supo cuántas vueltas dio, no tomó conciencia de ello ni del tiempo que permanecieron en aquel solitario parque, pero cuando Jonghyun cayó al suelo Minho se lanzó a él envolviéndolo en un protector abrazo, se aferró a él, agradeció haber llegado a tiempo… y dejó que Jonghyun llorara todo lo que quería, lo que necesitaba.
–Lo siento, Jonghyun– murmuraba contra al mayor, acurrucándolo cada vez más en sus brazos. – lo siento – parecía que Jonghyun no lo escuchaba, cada sollozo era desgarrador, cada lágrima era una gota de sangre, sangre del alma.