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On Rainy Days por AvengerWalker

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Saint Seiya no me pertenece, ni su historia ni sus personajes; son obra de Masami Kurumada<3.

Notas del capitulo:

Espero que les guste, es un poco sensible y quizás aburrido para algunos, pues casi que carece de acción... pero espero que les guste<3.

La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje

Federico García Lorca

 

Llovía.

La lluvia siempre había tenido un mágico efecto en él; era capaz de llevarse de inmediato todos sus males, de limpiar su aura y de refrescar su brillo propio. Sentía que la pureza volvía a su corazón, que los pecados eran perdonados y que la esperanza danzaba a los ojos de todos... En el exterior, sólo estaba lloviendo.

Observaba desde su templo aquella sábana húmeda, que aunque muchas veces atacaba al clima hasta provocar el frío, conseguía brindar calidez y tranquilidad a su corazón. Era uno de los fenómenos más corrientes pero, aún así, uno de sus favoritos. Encontraba en él una magia tan especial que podía quedarse horas y horas observando cómo el cielo arrojaba expresiones en forma de gotas, mientras bebía algo caliente.

Las personas solían calificar a los días lluviosos como “depresivos”, “tristes”. Las gotas de lluvia siempre se categorizaban de la misma manera: parecían limitadas al sustantivo “lágrimas”, y ello le quitaba la magia que realmente poseía, una magia que se alimentaba a sí misma. La lluvia era especial, poderosa. No sólo renovaba el clima, alimentaba a las plantas y les ofrecía un paisaje digno de admiración, sino que invitaba a hundirse en una cómoda cama. La lluvia era una excusa perfecta para permitirse pecar de pereza; la excusa perfecta para abrazar a alguien, para dormir hasta tarde. No creía que la lluvia fuese triste para nada: de vez en cuando, les regalaba un pequeño arcoiris.

A veces se mostraba melancólica; otras veces, llegaba con una pasión digna de una musa mandona y exigía a los humanos que la admirasen. Cuando sucedía así, venía acompañada de un sinfín de ruidosos truenos y de majestuosos relámpagos, que atraían siempre la atención de más de una cámara fotográfica. A Mu le gustaba pensar que, en esos momentos, la lluvia quería ser admirada y buscaba llamar la atención de esa manera.

 

La lluvia era especial.

Ese día en que ambos se habían conocido, también llovía.

Él era apenas un recién llegado, un inmigrante en un santuario tanto imponente como ostentoso. Los templos se erigían frente a él como una amenaza, pese a que sería el lugar donde viviría y en donde crearía su nueva familia. Entablaría lazos, conseguiría amigos... enamorarse no estuvo nunca dentro de sus planes. Tampoco que lloviera.

Había llegado de la mano de Shion, con su corto cabello lila pegado a sus mejillas, todo a causa de la humedad que la lluvia liberaba en el ambiente, como si se tratase de una muchacha repartiendo flores. Una pequeña capa le protegía de las gotas, pero estas eran lo suficientemente juguetonas y rebeldes como para buscar colarse hasta dejarle una tímida caricia en su pálida tez infantil. Su cabello, en ese entonces, era lo suficientemente corto como para rozarle los hombros, y del mismo color lila que actualmente portaba. Sus ojos eran dos luceros fulgurantes y llenos de vida; inocentes, careciendo de mucha experiencia en cuanto a pecados.

Por supuesto que en medio de tanto silencio, acompañados solos de la lluvia que, atenta, contemplaba al recién llegado, llamarían la atención. Shion le condujo con paciencia y una amplia sonrisa hacia la recámara perteneciente al patriarca, y ya allí le prestó algo de ropa de su tamaño y una toalla para que pudiese secarse. Las gotitas de agua bien podrían haberse ofendido al verse rechazadas, pero comenzaron a irse conforme la suave tela se paseaba por allí.

Si había cosas que la lluvia no impedía ni podía sanar, era el carácter rebelde de algunos caballeros. Saga nunca se había configurado como un rebelde, o al menos no al nivel de su hermano gemelo Kanon. Pese a ser joven, su largo y rizado cabello azulado, su seria expresión y el sutil bronceado de su piel sugerían un aspecto dominante, serio, pero su cosmos era una caricia amable y agradable, aunque con un tinte de peligro.

Mu recordaba perfectamente cuando ambos pares de ojos, cada quién con su respectiva tonalidad verde esmeralda, se encontraron. Llovía ese día. También recordó cuando contempló uno de los entrenamientos supervisados por Saga, en donde él mismo terminó participando junto con Aioros para dar demostraciones. Ese día, también había llovido.

Invocaba su memoria el primer coqueteo, las poco disimuladas miradas; la vergüenza, la timidez de ambos que, demasiado primerizos como para saber qué hacer, se limitaban a un romance que dejaba de lado cualquier sentido, sólo permitiéndose el de la vista.

La lluvia siempre estuvo presente en su romance con Saga. En la vez que se tomaron de las manos por primera vez, en su primer beso, en el momento en que Atenea les dio una nueva oportunidad de vivir, siendo sus caballeros de oro una vez más, para poder estar a su servicio. Estuvo presente en cada momento importante en su vida, incluso en la pérdida de sus compañeros, necesaria para que el resto pudiese abrir los ojos con respecto a su diosa. Siempre le acompañó, ¿por qué detestarla?

Ahora llovía también, y Mu no podía evitar sonreír mientras se apoyaba contra uno de los pilares, nostálgico y trayendo a la memoria tantos recuerdos. El sonido de unos pies al deslizarse llegaron a sus oídos, mas no apartó la vista del paisaje que la solidaria lluvia le regalaba. Oyó una voz, dulce pero profunda, cerca de sí, y unos brazos ceñirse a su cintura con un amor y cariño tan infinitos que incluso contagiaba su cosmos y lo teñía de miles de colores y esencias.

 

— Está lloviendo. —comentó el caballero de Géminis, poco sorprendido. No era un comentario aleatorio: quería que el menor supiera que también para él era importante.

 

Después de todo, cuando hicieron el amor tan sólo hace unas horas atrás, la lluvia también estuvo presente. Calmada, traviesa, curiosa.

 

Cuando la lluvia se detenga, es cuando yo me detendré también”.

Notas finales:

Espero que les haya gustado<3.


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