Baekhyun era primavera. Sehun llegó a esta conclusión porque veía en su sonrisa el radiante sol, y el café de sus ojos, como los árboles, complementaba las hojas a las cuales le recordaba su cabello. Y al verlo, las flores de cerezo maduraban sobre sus mejillas; así como al cantar, Baekhyun le recordaba la perfecta armonía de la naturaleza.
Sintió la mano de Baekhyun acariciar suavemente sobre su piel desnuda. Era invierno, pero ellos se mantenían cálidos dentro de su propio mundo, aprisionados bajo la seda blanca y fina, se mantenían juntos en calor.
Abrazados como si el mundo dependiese de ello, susurraban entre sí como si poseyeran el secreto más maravilloso del mundo, y de cierta manera, lo hacían, sin disturbios ni molestias, ni nadie que los pudiera señalar. Dentro de la habitación no importaba nada, ni el estatus de Sehun ni la familia de Baekhyun. Ni su dinero, ni su empleo, ni su edad o alguna otra cosa que se convertía constantemente en presión para los amantes.
—Sehun-ah —escuchó su preciosa voz hacerse un saludo de buenos días.
De nuevo sus ojos lo miraban, penetraban su alma con intensidad y parecían cuestionarle constantemente, con la mirada de un cachorro perdido que ha encontrado a su dueño.
—¿Sí, Baekhyunnie?
Las manos del pequeño Baekhyun se movían con insistencia sobre su espalda, arrancaba más de un suspiro por parte de su mayor y caricias atrevidas que terminaban desde sus piernas hasta su cuello, Sehun era propietario del cuerpo del menor. Por posesión, por celos, por control o por amor, él sabía que Baekhyun le pertenecía y viceversa.
“Quizá es una forma enferma de amar” Pensó Sehun.
“Probablemente desarrolle dependencia a él” Baekhyun decía a sus adentros.
Pero realmente yo… lo amo.
Dos personas, y un sentimiento compartido. ¿Que importa lo que digan los demás cuando amas a una persona de verdad?
Baekhyun era la clase de chico que abría su corazón fácilmente a las personas, por lo que era extraño cuando guardaba secretos tan celosamente.
Uno de sus secretos, fue cuando conoció la pasión de su vida, el violín. Otro de ellos, era Sehun, su amor eterno.
Mirarlo dormir era como mirar las estrellas, besar su pálida piel, era como quemarse con nieve, sentirlo bajo las yemas de sus dedos era quemar cada trazo sobre su piel, y sentir un impulso magnético bajo su mirada hechizante. Las pequeñas descargas de electricidad que cada beso le proporcionaba era un golpe de adrenalina a su sistema, le hacía vivir y sentir que su destino era el mismísimo cielo.
Probar el néctar del muchacho era magnífico, cuando se envolvían en un erótico y sensual juego de seducción, y la forma en que se murmuraban secretos evidentes al oído. Compartían más que el cuerpo; su alma y su mente se conectaron desde el primer momento en que se habían visto.
A pesar de todos los impedimentos habidos y por haber, sabían que se amaban. ¿Que son siete años cuando logras compenetrarte con esa persona? ¿Que es el dinero, la superficialidad o el estatus social cuando la única fuente de vida que necesitas es a esa persona amada? ¿Que es ser el hijo de un hombre importante o de una prostituta cuando miras sus ojos y sabes que has caído hasta lo mas profundo de tu abismo, por la profundidad de su mirada? El dinero es sólo papel y las edades sólo números, al igual que ser el primogénito de alguien no te hace ser igual a éste.
La piel de Sehun era casi mágica, con un efecto estimulante sobre Baekhyun, quien volvía a sentir sentir la respiración de Sehun sobre su cuello, y un tenue velo de caricias extenderse sobre él, un hilo de sudor recorrió su cuello y quedó sobre sus clavículas. El menor gimió y mordió su labio de forma insinuante al descubrir la traviesa lengua del mayor recorrer sus propios labios con nerviosismo. Sehun llevó su pulgar a la clavícula de su pequeño amado y limpió la gota, aún con gesto embelesado. A Baekhyun le pareció el gesto más erótico que alguna vez había visto por parte de su novio.
—Baekhyunnie —Sehun exhaló su nombre en un suspiro, intentando contenerse.
—Te amo, bebé —el menor se apegó a su cuerpo, tentando a propósito su propia suerte.
—Yo también te amo, cariño —su voz se había hecho ligeramente más grave, seguramente por la lujuria del momento. Sehun con un susurro, recorrió con sus manos el cuerpo del más bajo.
De nuevo, la ventana que estaba sobre la cama comenzaba a empañarse, dejaba a relucir los recuerdos de un poderoso amor que había quedado ahí la noche pasada. Las huellas dactilares de Baekhyun y las manos de Sehun apretando las ajenas brillaban como manchas en la ventana que comenzaba a gotear por el calor que los amantes se brindaban.
La cama crujía por el constante cambio, de nuevo, las sábanas caían al suelo y nuevas huellas borraban las anteriores sobre la cama, la ventana y los cristales. Nuevamente, el mayor cayó sobre el pecho de Baekhyun. Abrazados, se acariciaron con ternura por escalas de tiempo pequeñas, pero para ellos infinitas; y aún así, nunca lo suficiente.
—S-se-sehun-ah —tartamudeó Baekhyun.
—¿Que pasa, Baekkie? —recorrió de forma lenta y con sus dedos la cabeza del pequeño, enternecido.
—Ma-mañana es mi ceremonia de mayoría de edad —suspiró cansado. Cumplía dieciséis años, y su estrafalario padre tenía planeada una elegante fiesta de alcurnia para celebrarlo— Quería ese día libre para poder ir a la cabaña que me había regalado mi padre… pero ya que insiste que no… me gustaría que estuvieses ahí.
—Me parece perfecto —murmuró tras su oreja— quizá así te pueda robar un rato y nos vamos a otro lugar —ronroneó y sonrió.
Sehun tenía otro plan en mente para el día siguiente; frente a su familia, con un anillo, un traje de gala y una pregunta.
—Bebé —observó la mirada atenta de Baekhyun y, antes de robarle un beso rápido, preguntó— ¿Te casarías conmigo?
Sus ojitos brillaron con pequeños diamantes en los ojos que cayeron como lágrimas, y sonrió.