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Amante de su Marido [2Min] por Bora2minFlamer

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Notas del capitulo:

Helow mis hermos@s lector@s n.n

Bueno, como rometí vuelvo el día de hoy con varios caítulos más kk

Espero que disfruten de las actualizaciones de hoy, hay muchas sorpresas en los capítulos <3

Recuerdan que les he dicho que estén atentas a las tres semanas que Taemin ha mensionado en sus recuerdos? bueno, en las actualizaciones de hoy ya verán por qué y se que descubrirán la maña del Minhot 7u7 jeje

 

Bueno, sin más les dejo las actualizaciones <3

—Muy bien. En ese caso, deje que le explique un poco estas medidas que se indican en la hoja...

Minho lo escuchó atentamente con Yoogeun aún en sus brazos. Cuando el médico se hubo marchado, el pequeño alzó el rostro hacia él y le preguntó preocupado:
— ¿Cuándo se pondrá bien mami?
—Muy pronto, ya lo verás —le aseguró Minho en un tono calmado, a pesar de que él no estaba calmado en absoluto.

Nunca había cuidado de una persona enferma, y no estaba seguro de poder hacerlo.
Unos quince minutos después, Kibum regresaba con las medicinas, y después de darle las gracias y acostar a Yoogeun, el moreno fue al dormitorio del menor.
Taemin estaba muy pálido y tenía la frente perlada de sudor. Cuando entró, Taemin farfulló un poco, estremeciéndose violentamente, y abrió los ojos, mirándolo confuso y asustado, como si fuera una aparición.
—Tranquilo, Minnie, soy yo, Minho —le dijo en el mismo tono que había empleado con el niño.
—Me duele la cabeza —farfulló el menor quejumbroso.
—Lo sé, estás enfermo. Mira, te traigo un preparado alcalino que te ha recetado el médico; no está muy bueno, pero estás deshidratado y te vendrá mejor que beber agua del grifo. Y esta pastilla es un antibiótico. Te curará la infección y te bajará la fiebre.

Obedientemente, Taemin intentó incorporarse, pero estaba tan debilitado, que incluso aquel pequeño esfuerzo era demasiado para él.
Sin darle tiempo a protestar, Minho se sentó junto a él y le pasó un brazo por detrás de la espalda para levantarlo un poco. El camisón de algodón que tenía puesto estaba empapado en sudor, y estaba temblando de tal modo, que le castañeteaban los dientes. Le sostuvo el vaso para que bebiera, y contrajo el rostro al ver la dificultad con que tragaba.
—Me duele mucho la garganta... —murmuró el castaño apartando el vaso—. Me duele todo.
—Estás enfermo —le repitió el moreno—. Lo que necesitas es cuidarte y descansar.
—No quiero que dejes de trabajar por mí, Minho. Tienes que concentrarte en ese acuerdo con los Kang. Sé lo importante que es para ti.

Minho volvió a tumbar al menor, que cerró los ojos de nuevo. El acuerdo con los Kang era uno en el que había estado trabajando al poco tiempo de casarse. «Es normal que delire», le había dicho el médico, pero aun sabiendo que sólo estaba delirando, aquellas palabras habían hecho que se le encogiera el corazón y lo asaltaran los recuerdos.

Le tocó la frente estaba ardiendo y temblando al mismo tiempo. Tenía que quitarle aquel camisón, pero por algún ridículo motivo le daba reparo quitárselo. Por amor de Dios... habían estado casados, se dijo. No era como si nunca lo hubiera visto desnudo. Sin embargo, aquel pensamiento no evitó que se pusiera tenso cuando apartó el edredón y la sábana, ni que le temblaran las manos cuando empezó a desabrocharle los botones del camisón. Y luego, cuando abrió la prenda, dejando al descubierto su níveo pecho, le costó un horror ignorar la ráfaga de calor que recorrió su cuerpo para concentrarse en lo que es taba haciendo.
Seguro de que Taemin se enfadaría si tocaba en los cajones de su cómoda, aunque sólo fuese para buscar otro camisón, después de haberlo bañado con una manopla, lo envolvió en una toalla y lo tapó de nuevo.

—Minho... —lo llamó el menor justo cuando iba a salir del dormitorio con el camisón mojado.
— ¿Si? —inquirió girándose hacia él.
—Te quiero tanto... —murmuró el castaño sonriéndole con dulzura antes de volver a cerrar los ojos y quedarse dormido otra vez.

El corazón de Minho se encogió de nuevo, y sintió que los ojos le aguaban, como si alguien los hubiese rociado por dentro con zumo de limón.

Eran las dos de la madrugada y Minho estaba exhausto, pero para su alivio la fiebre del menor parecía haber disminuido un poco y Yoogeun dormía plácidamente en su cama.
Aprovechando esa calma, aprovechó para darse una ducha, y volvió al dormitorio de Taemin. Seguía dormido y tranquilo, pero aun así no quería dejarlo sola y, sin embargo, la silla en la que estaba sentado no podía ser más incómoda.
Ahogando un bostezo, se pasó una mano por el cabello y miró el lado vacío de la cama. No le haría mal a nadie echándose un rato y durmiendo un poco, se dijo. Verdaderamente lo necesitaba.

En medio de su febril estado, Taemin sintió en su pecho una punzada de dolor, y la invadió una horrible sensación de pérdida. Estaba teniendo una pesadilla en la que iba corriendo, como a cámara lenta, de una habitación a otra en una enorme casa vacía buscando desesperada al alto mientras los fríos tentáculos del miedo se cernían sobre su corazón. Minho lo había dejado, y no podía soportar la idea de seguir viviendo sin él. Se sentía desorientado, desolado, y completamente solo.
La desazón que sentía en el sueño era asfixiante, y luchaba por escapar de ello, repitiéndose que tenía que despertar.

Los gemidos angustiados de Taemin despertaron al moreno, que se incorporó en la cama y se giró hacia él con los ojos aún medio pegados. El castaño estaba moviéndose inquieto de un lado a otro y llamándolo como si estuviera aterrado por algo.
—Tranquilo, Minnie, tranquilo... —le dijo acariciándole la frente—. No pasa nada; estoy aquí contigo.

Taemin se estremeció por la intensidad de las emociones que estaban desbordándose en su interior, y cuando abrió los ojos, suspiró lleno de alivio. El mayor estaba junto a él en la cama; no lo había dejado. ¡Sólo había sido un mal sueño!
Sin embargo, necesitaba algo más que su presencia, necesitaba que lo apretara contra su pecho, que lo rodeara con sus fuertes brazos...
—Abrázame, Minho —le rogó con voz ronca, moviéndose hacia él—. Estaba soñando que me habías dejado, que no estabas aquí... y todo era tan confuso, tenía tanto miedo...
—Estás enfermo, Minnie, y tienes fiebre —le dijo Sean en un tono quedo.

Pero ella no estaba escuchándolo.
—Ha sido sólo un mal sueño, ¿verdad? —murmuró. Se rió suavemente, pero la risa murió en sus labios y un escalofrío recorrió su cuerpo—. Pero he pasado tanto miedo, Minho... Estaba en una casa enorme, y te buscaba por todas las habitaciones, pero en cada una que entraba estaba vacía.

Los ojos, vidriosos por la fiebre, se le llenaron de lágrimas y se movió de nuevo hacia el mayor. Él intentó echarse hacia atrás, pero ya era demasiado tarde, porque Taemin le había echado los brazos al cuello y se había acurrucado contra él.
Minho se puso tenso, y bajó la vista hacia el menor, consciente de que aquello no debería estar pasando. El castaño estaba actuando así por la fiebre, pero cuando se le pasase y recordase lo que había ocurrido, se pondría furioso con él.
Como si su vacilación le hubiese hecho sospechar que algo no iba bien, Taemin se apartó un poco de él, aunque sin desenganchar los brazos de su cuello, y en la penumbra Minho vio cómo escrutaba preocupada su rostro.
— ¿Minho? —lo llamó.

Y entonces, antes de que pudiera impedirlo, volvió a abrazarlo, hundiendo esa vez el rostro en su pecho, y frotó su mejilla contra él exhalando un suspiro de satisfacción. Luego, empezó a besar la planicie de su ancho tórax y a acariciarlo de un modo lánguido y sensual.
El corazón del moreno inició una loca carrera, y todo su cuerpo se tensó de excitación. No debería estar permitiendo aquello, se reprendió. Si no le ponía fin pronto, corría el peligro de acabar perdiendo el control y hacer algo que no tenía derecho a hacer, algo que Taemin no haría si no estuviera enfermo y febril como estaba.

Lo agarró suave pero firmemente por los brazos, con la intención de apartarlo de él y devolverlo a su lado de la cama, pero Tae emitió un gemido de protesta y se aferró a él. Tragó saliva.
—M-minnie... —comenzó a decirle.
—Mmm... —murmuró él, levantando la cabeza y depositando un tierno beso en los labios del mayor.

Aquello fue más de lo que él podía resistir. Sin poder evitarlo, le respondió afanosamente, y tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para despegar los labios finalmente de los del menor.

Taemin se había quedado mirándolo confundido, y el moreno vio que la toalla se le había caído, dejando al descubierto su torso desnudo. La luz de la luna que entraba por la ventana arrojaba sobre sus pectorales una luz plateada y resaltaba las oscuras tetillas.
Tae observó con placer cómo los ojos del mayor descendían hasta su pecho, pero quería algo más que eso, quería que lo besara, que lo tocara...
Minho intuyó lo que estaba sintiendo, y sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, agachó la cabeza hacia los labios del menor que, ansioso, se arqueaba hacia él, rodeándole la espalda con los brazos y atrayéndolo hacia sí mismo. El beso se fue volviendo más y más apasionado, y pronto sus lenguas estaban danzando la una con la otra.

Sean sabía que su mano no debería haber acariciado el pecho de Tae, deleitándose en cómo llenaba su palma, que no debería haber dejado que los dedos de su otra mano descendieran hasta su muslo, haciéndolo estremecerse, pero, Dios, no podía remediarlo. Su deseo estaba imponiéndose a su conciencia y a su autocontrol.

El pezón endurecido contra la palma de su mano, los labios de Taemin bajo los suyos, el saber que sólo tendría que mover un poco la otra mano e introducirla entre sus muslos para sentir ese dulce calor y su dureza... cada una de esas cosas sumada a las otras estaba haciéndole olvidarse de todo excepto de la necesidad de él.

Despegó su boca de la del menor y fue descendiendo en un reguero de besos hasta llegar a su pecho, haciéndolo estremecer de placer al lamerle los pezones, y arrancando después de su garganta un intenso gemido cuando succionó uno.
Taemin colocó una mano sobre la de Minho, que estaba en su muslo, la movió, introduciéndola entre sus piernas y, tan pronto como él empezó a acariciarlo, nuevos gemidos abandonaron sus labios, para culminar en un grito ahogado cuando le sobrevino el orgasmo.

—Minho... —murmuró, casi ronroneando de placer.

Alzó una mano para tocarle el rostro, pero se quedó dormido antes de llegar a hacerlo.
Minho se apartó de él con mucho cuidado para no despertarlo. No podía entender qué le había pasado, cómo había podido permitir que las cosas se le fueran de las manos de esa manera, por qué no había detenido aquello cuando aún había estado a tiempo.
Se levantó de la cama y caminó arriba y abajo por la habitación, enfadado consigo mismo, cuando un gemido y un murmullo ininteligible desde la cama lo hicieron detenerse y volver junto a Taemin. La fiebre debía de estar subiéndole de nuevo.

Una hora más tarde, cuando lo despertó para darle la segunda toma de la medicina, la mirada pérdida en sus ojos le hizo sospechar que en esos momentos ni siquiera sabía quién era. Esperaba que cuando la fiebre hubiese desaparecido no recordase lo que había pasado, porque seguramente no querría recordarlo.

Él en cambio, pensó con un suspiro mientras apartaba un mechón de su frente, atesoraría ese momento en lo más profundo de su alma, como tantos otros que había ido atesorando desde el día en que se habían conocido.

Notas finales:

tan amorosos y pervertidos 7u7 jaja pero qué podríamos esperar de esos dos? xD

espero les guste, dejen sus RW <3

 

 

En otros asuntos....(?)

Jaja, bueno ya haciendo el recuento de la adaptación final, hay 29 capítulos, unos más cortos que otros. por que? porque esta chica es mala y las quiere dejar con el suspenso en la mano en algunos capítulos 7u7 muajajaa(?) 
jaja pero en fin, ya más adelante les tendré una sorpresa para el último capítulo. esperenla ansiosas! <3


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