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Amante de su Marido [2Min] por Bora2minFlamer

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Notas del capitulo:

A leers! <3

 

El médico dio su consentimiento para que Taemin viajara y Kibum se ofreció para hacerle el equipaje. Esa mañana, subió a la habitación de su amigo con las dos maletas que Minho le había comprado, y las colocó abiertas sobre la cama, mientras Tae, sentado en el silloncito que había en el rincón, junto al espejo de pie, le iba diciendo qué quería llevarse.
—Y no te preocupes por la casa. Yo me encargaré de echarle un ojo mientras estés fuera, y seguirá aquí esperándote para cuando vuelvas —tranquilizó el rubio al castaño mientras sacaba varias mudas de ropa interior de los cajones de la cómoda—. Si es que vuelves... —añadió malicioso, guiñándole un ojo—, porque esa rana ojona no ha tenido reparos a la hora de contarle a todo el mundo en el pueblo que estuvieron casados.

La expresión divertida en el rostro de Kibum se transformó en una de preocupación al ver las lágrimas que habían aflorado a los ojos del menor.
—Hay no… Taeminnie, no llores, por favor. Soy un tonto, no me hagas caso...
—No pasa nada. Seguro que el que esté tan sensible es un síntoma más provocado por este dichoso virus—replicó Tae, secándose los ojos—. ¿Por qué ha tenido que pasarme esto a mí, Key? Lo único que quiero es que estas tres semanas pasen cuanto antes y volver a poder arreglármelas por mí mismo.
—Te entiendo —dijo su amigo—. Aunque no se puede negar que Yoogeun está encantado con el sapo —añadió quedamente, como temeroso de que el menor se molestase—. Esta mañana, camino al jardín, lo escuché intentando convencer a Minho de que tenía que tener un perrito.

Taemin resopló y sacudió la cabeza.
—Ha querido tener uno desde que vimos aquellos cachorros en la granja el año pasado. Me encantaría dejarle tener uno, pero yo tengo que ir a trabajar cada día, y él pronto empezará el colegio..., y entonces, ¿quién se ocuparía del perro?
— ¡Cielos! —exclamó de pronto el rubio al abrir el armario y ver la cantidad de vestidos, faldas, y blusas nuevas que había en él—. Esa Rana les ha comprado a Yoogeun y a ti ropa suficiente como para un año entero!. Por cierto, ¿dónde decías que vive? Recuérdame que le pida luego el teléfono por si pasara algo y tuviera que ponerme en contacto contigo.
—No sé dónde vive —contestó el menor con desgana.

No se había molestado en preguntarle a Minho. Aunque había accedido a que Yoogeun y él se fueran a vivir allí esas tres semanas, seguía sin hacerle ninguna gracia, y además, el ver a Kibum sacando del armario toda esa ropa que le había comprado estaba poniéndola de peor humor aún. ¿Qué se creía Minho?, ¿que eran pobres y necesitaban su caridad?
—Bueno, pues ya está todo en el coche —anunció el moreno.

Tae se obligó a esbozar una sonrisa para su vecino y su marido, Jonghyun, que habían ido a despedirlos junto con su hijo. Llamó a Yoogeun, que estaba jugando con Leo en la acera, unos metros calle abajo, y los dos corrieron hacia ellos, pero Yoogeun dio un traspié y se cayó.
Jonghyun era el que estaba más cerca, y automáticamente se agachó para levantarlo, sonriéndole de un modo tranquilizador al ver que el labio inferior del niño empezaba a temblar.
—Deja, Jonghyun, ya me ocupo yo.

Tae giró sorprendido la cabeza en dirección a Minho, que era quien había dicho esas palabras. Pasó con expresión torva por delante del rubio y de él y, cuando se agachó para tomar al pequeño en brazos, vio en sus ojos una mirada que hizo que el corazón le diera un vuelco. ¡Minho estaba celoso de Jonghyun  porque había reaccionado más rápidamente que él!
Una vez hubo comprobado que el chiquillo no se había hecho nada que se hubo calmado, Minho lo depositó de nuevo en el suelo para ayudar al castaño a entrar en el coche. Este protestó al principio, diciendo que eran sólo unos pasos, pero para sus adentros tuvo que admitir que era más fácil para él caminar apoyándose en el mayor que intentar hacerlo por sí solo.

Sin embargo, no había necesidad alguna de que este le abrochase el cinturón, se dijo suspicaz cuando lo vio acunclillarse junto a la puerta abierta del coche para hacerlo. Con él tan cerca, para Tae era imposible no aspirar el olor especiado de su colonia, no fijarse en aquella perfecta barbilla recién afeitada, en esos labios sensuales... La intensa concentración con que le estaba abrochando el cinturón le recordó a Yoogeun cuando estaba concentrado en alguna cosa.
Tragó saliva, intentando deshacer el nudo que se le había formado en la garganta, y al oírla Minho levantó la cabeza. Sus ojos se encontraron, pero fue sólo décimas de segundo, porque inmediatamente el moreno bajó la vista a su boca. Los labios de Tae se entreabrieron como si la mirada del mayor hubiera accionado un resorte dentro de estos, y un escalofrío recorrió su cuerpo cuando se dio cuenta de que los ojos del moreno ya no estaban fijos en su boca, sino que habían descendido hasta su pecho, cuyos pezones endurecidos delataban la excitación que se estaba apoderando de él.
— ¿Cuándo nos vamos?

El tono impaciente de Yoogeun devolvió a Tae a la realidad.
—Ahora mismo —contestó Minho levantándose y cerrando la puerta del menor.

Iban a ser tres largas semanas, pensó él cerrando los ojos y exhalando un suspiro.
Llevaban ya cerca de tres horas en la carretera, y lo único que Tae quería era poder acostarse y dormir, pero cuando Minho le preguntó si iba bien asintió mudamente con la cabeza, negándose a admitir lo incómodo y cansado que estaba.
— ¿Seguro? —le preguntó él.
—Estoy bien —insistió el menor sin mirarlo, a pesar de que sabía que estaba mirándole.
—Si quieres, podemos parar un rato para que estires un poco las piernas.
—Te digo que no hace falta —replicó el menor de mal humor.

No había imaginado que la casa de Minho estuviera tan lejos, pero su orgullo le había impedido preguntarle dónde estaba exactamente o cuánto tiempo tardarían en llegar allí.
Yoogeun en cambio, como todos los niños, no tenía esa clase de reparos, y le preguntó al mayor:
— ¿Ya llegamos?
—Casi —respondió Minho, y Tae supo que estaba sonriendo porque lo había notado en su voz.

El cansancio empezó a hacer presa de él, y se recostó en el asiento, ignorante de la preocupación con que estaba mirándolo el mayor.
—Ya no queda mucho —le oyó decir quedamente hacia su hijo—. Tenemos que pasar un par de cruces más en la autopista, y luego tomar un desvío, pero cuando lleguemos allí, pararemos para que minnie descanse y...
—Ya te he dicho que no quiero parar —lo interrumpió Tae—. ¡Para empezar ni siquiera quería ir a tu condenada casa! —le recordó agriamente.

Mientras se removía en el asiento, intentando encontrar una postura en la que estuviese medianamente cómodo, interceptó un intercambio de significativas miradas entre padre e hijo. Era como si se hubieran unido contra él, pensó sintiendo deseos de aullar. Su irritación, sin embargo, se tomó pronto en temor, al pensar que quizá no fuera capaz de evitar que su hijo acabase siendo herido por su padre cuando aquellas tres semanas tocasen a su fin y saliese de sus vidas como había salido de la suya cinco años atrás.
No debería haber consentido cuando Minho le dijo que se ocuparía de ellos mientras estuviera enfermo, se reprendió. Intentó mantenerse despierto, pero estaba demasiado cansado y le pesaban los ojos
—Mami se durmió —le dijo Yoogeun a Minho al cabo de un rato.

El moreno giro la cabeza un momento para sonreír con humor.
—Todavía no está bien —contestó en voz baja—; necesita descansar.

Aunque su tono era tranquilo, por dentro estaba más preocupado de lo que estaría dispuesto a admitir, y no sólo porque temía que el viaje estuviese siendo demasiado agotador para Tae. Quizá fue mejor que se durmiera.
Al sentir que el coche iba más despacio, Taemin se despertó. Miró por la ventanilla, parpadeando para enfocar la vista, y el corazón le dio un vuelco al reconocer el lugar en el que estaban.
Se volvió hacia Minho para lanzarle una mirada furibunda, pero tenía la vista fija en el frente mientras avanzaban por la calle principal del pueblecito que tanto le había gustado la primera vez que habían ido allí.

No había cambiado nada, pensó para sus adentros, todo estaba tal y como lo recordaba, desde el riachuelo que atravesaba la villa hasta las casas de piedra con sus ventanas emplomadas.
Llegaron al final de la calle y Minho torció a la derecha, como él sabía que haría, pasando la antigua iglesia, y siguió de frente por un estrecho camino de tierra. Un alto muro de piedra rodeaba la casa, ocultándola a la vista, pero su imagen se había formado con toda claridad en su mente. Atravesaron las rejas de la entrada, y el coche avanzó hacia la casa por el camino de grava, que crujía al paso de los neumáticos.

Taemin sintió náuseas, y se preguntó si aquello era una broma pesada, o si sencillamente el mayor podía haber sido tan insensible como para haberlo llevado allí sabiendo lo que ese lugar había significado para él.
Aquélla era la casa que él le había prometido que le compraría, la casa de la que se había prendado años atrás, la casa que él le había dicho que sería el lugar perfecto para criar a sus hijos... la casa en la que nunca habían llegado a vivir porque él había puesto fin a su matrimonio.

Notas finales:

Ja! Descubrieron la sorpresa? *w* y el plan macabro de la Rana para su princeso? <3

 

Ahora, pongan mucha atención a lo que pasó en esas tres semanas durante los recuerdos, porque esa será una clave muy inportante pera los siguientes capítulos n.n

No les haré spiler muajajajaja <3

 

Disfruten! <3


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