Se le había puesto la boca seca, y el corazón le martilleaba salvajemente contra las costillas. A pesar de lo aturdido que lo habían dejado sus palabras, a Tae no le pasó desapercibida la mirada angustiada en los ojos de Minho. Al ver que se estaba dando la vuelta y que iba a salir por la puerta, lo agarró por la manga de la camisa para retenerlo.
—Minho, eso que dices no... —comenzó quedamente—. Tú eres el padre de Yoogeun...
—No, no lo soy. No puedo serlo —replicó él amarga mente—. No puedo tener hijos, es médicamente imposible.
—No... No te comprendo —balbució el menor.
Ya era demasiado tarde para dar marcha atrás, y Minho lo sabía. Taemin insistiría e insistiría hasta que le dijese la verdad, así que, ¿qué sentido tenía seguir ocultándosela después de lo que le había dicho? Inspiró profundamente.
—Al poco tiempo de casarnos fui a hacerme una revisión médica, por ningún motivo en especial; era sólo algo rutinario. Pero el médico me dijo que si quería podía hacerme una analítica completa. Me dije « ¿Por qué no?». Creía que simplemente se reflejaría en un papel lo que creía, que era un hombre perfectamente sano, pero cuando fui a recoger los resultados había un problema...
Hizo una pausa, y el menor se quedó esperando en silencio a que continuara, compartiendo el dolor que debía haber sentido, pero diciéndose también que le hubieran dicho lo que le hubieran dicho, se habían equivocado. Era el padre de Yoogeun, y sobre eso no había duda.
—Según parecía... Me... me dijo que el recuento de espermatozoides era tan bajo que era prácticamente imposible que pudiera tener hijos —continuó Minho—. Al principio me negué a creerlo. De hecho, estaba tan convencido de que esos análisis debían estar equivocados, que pedí que me repitieran la prueba,...y no lo estaban —cerró los ojos—. ¿Necesitas oírlo de mis labios para imaginar lo humillante que fue para mí?, ¿cómo deseé no haber insistido?
—Pero, ¿por qué...?, ¿por qué no me dijiste nada? _Mencinó el castaño en un susurro.
—No podía -contestó él desolado—. No habría soportado ver la decepción escrita en tu rostro cuando te hubiera dicho que no podía darte esos hijos que tanto ansiabas tener.
Era cierto que tener hijos era algo con lo que había soñado desde muy joven, pensó Taemin, pero para él el formar una familia nunca había sido más importante que el amor que habían sentido el uno por el otro. Sin embargo, comprendía por qué Minho había actuado como había actuado. Conociéndolo, sabía lo doloroso que habría resultado para él que le dijeran que no podría tener hijos, el golpe tan duro que habría supuesto para su orgullo.
—Aun así debiste decírmelo —murmuró.
— ¿No lo entiendes, Taemin? No tuve más remedio que ocultártelo. Si te lo hubiera dicho, tú te habrías resignado, habrías insistido en que no te importaba no tener hijos... habrías... habrías sacrificado tu oportunidad de ser madre por mí, y yo no podía permitirlo. Por eso... por eso tenía que dejarte libre, para que pudieras encontrar otro hombre que pudiera... que pudiera darte lo que yo no podía.
— ¿Dejarme libre? —Inquirió el menor, comenzando a enfadarse una vez pasado el desconcierto inicial—, ¡Me fuiste infiel, Minho!
—No, no lo fui.
— ¿Qué?
—Nunca hubo ningún otro hombre. Yo... fue algo que inventé porque... porque sabía que de otro modo permanecerías a mi lado. No quería que acabaras sintiéndote atrapado en nuestro matrimonio, que te sacrificaras por mí, que sintieras lástima de mí, y que al final acabaras odiándome por lo que no había podido darte. Sin embargo —añadió en un tono agrio—, debo decir que no esperaba que encontraras tan rápidamente a alguien con quien reemplazarme. ¿Fue ése el motivo por el que no duró?
A Taemin se le había hecho un nudo en la garganta y únicamente pudo sacudir la cabeza para negar sus palabras, angustiado. No sabía qué le causaba más dolor: el saber por lo que había pasado Minho, o que no le creyera.
—Minho, es igual lo que digan los médicos… Yoogeun es hijo tuyo —le dijo apasionadamente—. Esas cosas pasan. Hay una probabilidad entre un millón, y nadie cree que vaya a ocurrir, pero de repente...
— ¡No!
Al oír aquel grito atormentado, Taemin dio un sobresalto.
—No empieces otra vez, por favor —le rogó Minho, apretando los dientes—. Yoogeun no se merece tus mentiras... aunque lo hagas por piedad hacia mí.
El menor palideció, pero antes de que pudiera defenderse, Minho continuó, diciéndole con amargura:
— ¿Acaso no puedes comprender lo que siento? ¿Ni cuánto me gustaría que Yoogeun de verdad fuera mío?, ¿o lo doloroso que resulta para mí que no lo sea?—hubo una pausa—. ¿Sabes?, es extraño... —murmuró reflexivo—. A pesar de que pensaba que no soportaría verte con el hijo de otro hombre, cuando conocí a Yoogeun no...
—Yoogeun es hijo tuyo, Minho! —Insistió Taemin lleno de frustración—. Es tuyo, nuestro...
—No me hagas esto, Minnie, te lo ruego. ¡No puedo soportarlo! —le dijo el alto, fuera de sí—. ¿Qué es lo que tengo que hacer para que dejes de mentirme? ¿Esto?