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La Ciudad de los Muertos por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:


Yo soy InfernalxAikyo, y como todas las personas que alguna vez me han leído saben, soy escritora amateur y he escrito varios originales.

A través de esta declaración, quiero comunicar que a partir de este día, domingo 26 de abril, he iniciado un paro de escritura con duración de un mes. La razón: La falta de agradecimiento del lector por el trabajo del escritor…












































Nah xD ¡es joda! :B solo quería tenderles una bromita :P xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

Alguien me dijo que habían escritoras que se habían ido a paro por falta de reviews (y después vi el post  xD) y me dijo que no quería que yo también me uniera…y yo dije awdasdas les tenderé una broma.

Me ha llamado la atención ese post. Coincido en algunos puntos. Es verdad que antes los lectores dejaban más reviews  y es verdad que dejar un comentario, una palabra de ánimo, una buena crítica no cuesta nada (lectores perezosos! e.e) y eso sin duda, anima mucho a un autor. Pero no lo sé, yo nunca llegaría al punto de exigir rw o dejar de publicar por no recibirlos.  

De todas formas, apoyo a ese grupito que ha comenzado el paro, pero es solo un apoyo “moral” Porque en lo personal, no tengo de qué quejarme (Que los lectores manifiesten su opinión respecto a una historia tuya es algo agradable y llenador, pero creo que si algún día llegase a recibir ningún rw, me plantearía revisar mi historia mil veces antes de quejarme, seguramente el error sea mío xD) Y por otro lado… pienso que tengo a las/os mejores lectoras/es del mundo *-* los adoro! Todos son tan inteligentes, siempre están sacando buenas conclusiones, dando buenas críticas (y no me refiero solo a las positivas, sino también a las negativas y con argumentos) y aaw :3 son adorables. Creo que nunca me he detenido a agradecerles como corresponde.

Me encanta escribir. Es mi forma de desestresarme, de alejarme del mundo, de desatar mis frustraciones y de decir todo lo que no puedo decir con palabras (orales), de relatar mis propias vivencias y la de los demás, de exponer y desnudar mi mundo entero. Cada historia es un viaje, un viaje que podría realizar sola… pero siempre he creído que es más divertido viajar acompañado.

Así que muchas gracias por acompañarme <3

Bueno ya, me dejaré de sentimentalismos y le daré paso al capítulo. Me costó sacarlo a la luz, sé que dije que actualizaría el miércoles pero no pude (otra vez) hacerlo. Fue una semana horrible :O llena de trabajos, pruebas y otras cosas que me cuesta controlar.

Hay unos 5 reviews que no he contestado. Los acabo de ver a la rápida (no había podido entrar antes u.u) pero voy retrasada a la librería, necesito comprar algunos materiales para un trabajo de mañana y cuando vuelva los contestare :3 (perdóón :() 


Uf...esa fue una larga nota de capítulo xD 

Espero que les guste n.n 

Gracias por leer. 

Un abrazo <3

Capítulo 39: “Migración”


   —¿A qué se debe todo este alboroto? —Ahí estaba, de pie y perfectamente sano. Scorpion me miraba distraídamente desde el umbral de la puerta, su atención estaba concentrada en algo que sujetaba en su mano y que no pude reconocer. Él estaba un poco más delgado, pero seguía viéndose fuerte, como siempre. Me encogí de hombros despreocupadamente.

   —Tuve algunos problemas.

   —¿Algunos… problemas? —miró por encima de mi hombro, viendo como algunos de mis cazadores llegaban tras de mí. Cuando decidí marcharme de la guarida Cuervo, muchos de mis hombres decidieron largarse junto a mí. No pensé en otro lugar que la guarida de Scorpion para refugiarnos. Y aquí estábamos, unos veinte hombres y yo, con nuestras armas y las pocas prendas que llevábamos.

Les hice un gesto a mis hombres para que se detuvieran. Caminé hasta Scorpion y él me hizo pasar.

   —¿Qué ha pasado? —preguntó, sentándose en la silla de su escritorio y dejando los pies sobre la mesa.

   —He discutido con Wolfang… —comencé.

   —¿Y eso? Siempre discutes con ese imbécil y jamás te había visto con una maleta parado aquí… —interrumpió y me miró de reojo antes de volver su atención otra vez a su mano. ¿Era una nuez con lo que estaba jugando? Me senté en la silla que estaba frente al escritorio dispuesto a explicarle todo. Hubiese sido más fácil si él recordara mi anterior discusión con Maximus. De hecho, por cómo se estaba comportando podía suponer que él no recordaba nada de lo que ocurrió después de que Alexa le inyectara el veneno.


Iba a hablar cuando él estrelló la nuez contra el borde de la mesa. Cerré la boca y contuve una risa.

   —¿Qué estás haciendo?


   —¿No ves? Intento abrir esta mierda —gruñó y le dio otro golpe. Entendí que él no iba a escucharme hasta que esa nuez estuviera partida en dos.


   —Dame…. —me incline sobre la mesa y se la arrebaté de las manos—. Mira esto… —dejé la nuez bajo mis dedos índice y medio para sostenerla y con la otra mano di un suave golpe sobre ellos para que se quebrara. Oí con cierta satisfacción el sonoro “crack” y sonreí—. No tienes para qué azotarla contra la mesa como si la pobre fuera un zombie.  


Scorpion me miró como si en vez de haber abierto esa nuez, la hubiese hecho desaparecer frente a sus ojos. Tomó las dos mitades que se había separado y empezó a comer de su interior. Sólo entonces su atención se centró en mí. 


    —¿Y? —preguntó.


    —¿Cómo estás? —pregunté de vuelta. Sus ojos me mostraron algo de impaciencia.

   —Estoy bien, como siempre. ¿Por qué debería estar mal? —Su voz se escuchó malhumorada. Él siempre lo estaba.


   —Pues…, porque te estuvieron a punto de matar hace tan sólo algunos días. ¿Eso no es suficiente? —dije. Scorpion bufó y me dedicó una mirada molesta.

   —He sobrevivido y eso es lo que importa —dejó caer las cáscaras vacías de la nuez cuando acabó de comérsela.

   —Hierba mala nunca muere… —solté.

Él pareció impacientarse aún más. —No tengo tiempo para esto. Ahora dime. ¿Qué demonios haces aquí con todos estos hombres? —Mi vista se clavó en sus labios cuando habló y recordé que le había besado hace poco. Un nudo se formó en mi estómago.

   —¡Señor Scorp…! —Alguien nos interrumpió y abrió la puerta precipitadamente. Scorpion levantó el arma que descansaba sobre el escritorio y disparó. Un hombre asustado cerró la puerta tan rápido como la había abierto y casi pude oír en el movimiento de la manilla por cómo su mano temblaba.


   —¿¡Qué les he dicho de entrar sin avisar!? —gritó el rubio, dirigiéndose hacia la puerta para abrirla de nuevo. Iba a matar a ese hombre. Me adelanté y abrí la puerta primero, procurando separar al cazador de él. Ahora que sabía de los planes de Wolfang y E.L.L.O.S, sentía la necesidad de querer mantener lo más alto posible la tasa de población viva.


   —¡L-Lo siento! —El cazador se disculpó—. Es sólo que… han llegado nuevos prisioneros —A Scorpion pareció cambiarle la cara con las nuevas noticias. Sin decirme nada, se apresuró en seguir a su informante. Les seguí a paso rápido.


   —¿Por qué tan ansioso? —pregunté, intentando sonar despreocupado. Atravesamos los oscuros pasillos y doblamos por el corredor de los calabozos.


   —Justamente Wolfang me ha llamado esta mañana… —comenzó y por algún motivo me sentí nervioso—. Me dijo que E.L.L.O.S querían a Ethan y a Aiden.


   —¿Desde cuándo sigues las órdenes de E.L.L.O.S? —increpé, aun siguiéndole el paso.


   —Sólo cuando me conviene. Ese chico y yo tenemos muchas cosas que resolver aún… —Impulsivamente, le agarré del brazo y le obligué a detenerse.


   —No puedes… —murmuré en voz baja. Sus ojos me miraron sorprendidos, mi comportamiento debió extrañarle. Miró su brazo sujeto por el mío y luego clavó los ojos azules firmemente en los míos, en una mirada aterradora que me hizo soltarle inmediatamente—. Lo siento.


No respondió, sólo dio media vuelta y siguió su camino. Me detuve algunos minutos ahí, en medio del pasillo, en silencio, sin saber muy bien cómo reaccionar ni por qué había hecho eso.


Y cuando llegué finalmente a los calabozos, él no estaba allí.


Sólo había ahí un grupo de personas; hombres y mujeres, todos en un rincón de lugar, encogidos, llorando y abrazados. Sentí una leve punzada de lástima por ellos y recordé la misión que le habían encomendado a los cazadores: no dejarlos escapar.

 

¿Sería capaz de seguir con mi misión? Ahora que sabía los verdaderos planes de Wolfang, no debería dejar salir a nadie con tal de que el virus se siguiese esparciendo. Pero si hacía eso estaría cumpliendo su voluntad y además no culpaba a esta gente por querer escapar. ¿Había otra salida, acaso?


   —¿Cuántos son? —pregunté a uno de los cazadores de Scorpion que estaba de guardia en la puerta. Sus hombres ya me reconocían como un superior y me trataban como tal, sabía que me diría la verdad.


   —Han llegado quince, señor —dijo. Los conté rápidamente. Sólo había catorce. Faltaba uno.


Y yo sabía dónde estaba.


Era tan jodidamente incómodo que me daba asco. Ahora me sentía con la responsabilidad de frenar los planes de Wolfang y E.L.L.O.S, pero antes había estado tan cómodamente observando, dedicándome solamente a cumplir mi trabajo y dedicándome a mis misiones. Era molesto, no me gustaba esta nueva responsabilidad y no me hacía sentir bien, pero era lo único que me quedaba.


«Si ellos llegasen a encontrarse con la resistencia, nuestros planes fallarían»
Las palabras de Wolfang llegaron de pronto a mi cabeza.


¡Eso es! ¡La Resistencia!


Nada sabía yo de ella, pero suponía su existencia. Los seres humanos siempre tratan de agruparse y sobrevivir de alguna forma. Miré a ese montón de gente llorando como niños estúpidos y supe que debía ayudarles a llegar a esa Resistencia. Sea lo que fuese esa agrupación de la que hasta ahora sólo había oído rumores, allí estaba la clave para evitar que el plan de todo ese grupo de científicos locos se llevase a cabo.


Pero primero, hablaría con Scorpion.


Me encaminé a uno de sus despachos, el que estaba más cerca de los calabozos y el que usaba para un fin en concreto. Iba a enfadarse, lo sabía, pero debía arriesgarme. En un último caso sería yo el que pagase las consecuencias y joder, sabía que eso iba a gustarme. Los pasadizos eran húmedos, oscuros y sucios. Tan sólo una luz me alertó de que estaba a punto de llegar.

Una luz y los gritos que junto a ella llegaban.


   —¡Suélteme, por favor! —La voz de un chico. Supe que se encabronaría el doble entonces, sería distinto si fuese una chica la que desnuda estuviera gritando de horror ahí dentro. Me detuve unos segundos ante la puerta y titubeé si abrirla o no. Podía esperar un tiempo más, podía esperar a que él terminara. Pero por algún motivo, en mi interior deseaba que lo que estaba pasando ahí dentro se acabara de una vez—. ¡A-Ah! —oí cómo él le golpeaba y deseé estar en el lugar de la pobre alma que gritaba ahí dentro. Le oí llorar de dolor y me pregunté por qué yo no era capaz de hacerlo. Jamás me había cuestionado nada como eso. ¿Qué mierda pasaba conmigo?—.  ¡P-Por favor! —Los gritos comenzaron a hacerse más desgarradores, más desesperados, más patéticos y me hicieron sentir más molesto aún. Los gemidos de Scorpion llegaron hasta mí.


Abrí la puerta sin pensarlo.


Ahí estaban. Un chico de unos dieciocho o diecisiete años estaba completamente desnudo y esposado de manos; en el suelo, con el rostro contra la alfombra y las caderas levantadas de manera cruel por los brazos de Scorpion mientras él le penetraba sin piedad. El chico me miró, suplicando; el dolor en sus ojos verdes era palpable y se me hizo desagradable. Scorpion no se detuvo cuando me vio entrar, es más, pareció ejercer más fuerza para violarlo cuando yo crucé esa puerta. Sonrió.


   —¿Te gusta lo que ves, Branwen?


Hijo de puta.


Me quedé estático mirando aquella escena y noté que por las piernas de ese chiquillo comenzaba a escurrir sangre mientras lloraba a mares y temblaba. Vi a Scorpion temblar también, sólo que él temblaba de placer.


Me sentí cabreado.


   —Basta ya… —murmuré. No, no me gustaba lo que veía. Él pareció no escucharme y siguió en lo suyo. Agarró a ese chico del cabello y lo jaló con fuerza hacia atrás para follarlo más duro, obligándole a arquear la espalda y a contorsionar su cuerpo de una forma poco natural mientras él seguía embistiéndolo, cada vez más agresivo. Parecía que quería romperlo. Entonces, hice algo que nunca me creí capaz de hacer—. ¡He dicho que basta! —grité y desenfundé mi pistola y la apunté directamente a la cabeza de Scorpion. Obviamente no dispararía, sabía que no podía hacerlo, era demasiado cobarde para matarlo, era demasiado cobarde como para borrarlo de mi vida.


Pero él se detuvo.


   —¿¡Qué mierda crees que…!? —intentó decir.


   —Debo hablarte de algo y no puedo esperar más… —sonreí con despreocupación. Scorpion salió del interior de ese chico, le dejó ahí en el suelo y llamó a uno de sus cazadores para que se lo llevara. Los ojos verdes me miraron agradecidos antes de desmayarse en los brazos del cazador que recién había entrado para sacarlo. Les vi a ambos desaparecer tras la puerta.


La mirada que me dirigió Scorpion me hizo saber que si no hablaba ahora, él iba a matarme a golpes.


   —No debes capturar a Aiden y a Ethan —dije. Su rostro pareció enfurecer aún más.


   —¿Para eso me interrumpiste? —gruñó, conteniendo su ira. No sabía por qué Scorpion no había intentado matarme aún, supongo que era por lo que pasó cuando él llegó a la guarida. Yo le ayudé a cubrir las heridas que el antiguo Cuervo había dejado en él y lo apoyé cuando Wolfang se opuso a que él fundara su propio escuadrón. Quizás era eso lo que le detenía a hacerlo.


   —Tu no entiendes… —dije, sin apartar aún el arma, sólo por seguridad. —. Esto es más grande de lo que creíamos, Scorpion. Wolfang y E.L.L.O.S dejaron escapar el virus a propósito para desatar una plaga que acabará con gran parte de la humanidad… —Me detuve cuando oí su risa escandalosa resonando en mis oídos.


   —¡Tienes que estar bromeando! —gritó en una carcajada.


   —Quieren a Ethan porque al parecer es inmune al virus —solté con rapidez y, como esperé, Scorpion calló inmediatamente.


   —¿Qué dices?


   —Lo que oíste… —hubo unos segundos de silencio. Scorpion recogió sus pantalones del suelo y vistió su desnudez con ellos.


   —Como sea, no me importa —dijo luego de un rato, encogiéndose de hombros y caminando hacia la puerta.


   —Tú y yo sabemos que sí te importa —dije, medio burlándome. Él se detuvo y me miró con ojos fulminantes.


   —¿Qué ocurrió contigo? —preguntó.


   —¿Qué?


   —Que qué te ha ocurrido —insistió—. Estás… distinto.


   —Sólo me di cuenta que existe un mal más grande que cualquiera que pudiese haber imaginado… —respondí. Él soltó otra risita.


   —¿Y crees que podrás salvarte combatiendo ese mal? ¿Crees que podrás salvarte yendo contra la corriente?


Le agarré del brazo.


   —No me interesa salvarme, pero quiero salvar lo que queda de humanidad… —dije y titubeé si decir o no lo que estaba a punto de decir—. Incluyéndote a ti.


Sus ojos me miraron extrañados, curiosos, como si yo le hubiese hablado en otro idioma. Llevó una mano a mi cuello y lo apretó con fuerza, soltándose de mi agarre. Emití un gemido al mismo tiempo que él, sin soltarme, me obligaba a retroceder hasta que mi cuerpo chocó contra el escritorio y me vi obligado a sentarme sobre él.


Su cuerpo se situó justo entre mis piernas. Casi olvidé el hilo de la conversación.


¿Siempre acabaría esto así?


   —¿Crees que puedes salvarme? —susurró en mi oído, burlándose y mordió el lóbulo con brusquedad al mismo tiempo que la presión de sus dedos enterrándose alrededor de mi garganta aumentaba, cortándome la respiración.


   —Creo que podría intentarlo… —jadeé en un gemido ahogado. Siempre había buscado salvarlo.


Me soltó y pude volver a respirar.


   —Quiero que me expliques todo lo que sabes sobre ese supuesto plan de Wolfang… —dijo, mientras observaba divertido mi rostro sonrojado. El muy hijo de puta sabía cuánto me excitaba lo que acababa de hacer y se aprovechaba de la situación para dejarme aún peor.


Caminó hasta la puerta, le seguí.


   —Pero primero explícame qué haces aquí —ordenó.


   —Bueno, obviamente vine a quedarme.


   —Ah.


   —Tómalo como una migración —bromeé.


   —Tenía entendido que los cuervos no migraban —dijo. Estaba equivocado, existían un par de especies que sí lo hacían, pero no entraría a discutir eso con él.


   —Ya no soy más Cuervo —fue todo lo que respondí—. He renunciado, ahora soy sólo Branwen.


Por unos segundos, me dirigió una mirada indescifrable, luego la apartó y siguió caminando.


   —Me importa una mierda —dijo—. Para mí siempre serás Cuervo —sentenció mientras andaba delante de mí, sin mirarme.


Sonreí para mis adentros. Por mi esto estaba bien.

 

Notas finales:

Capítulo cortito :( Intentaré traer más...aunque no aseguro el día u-u (Pero el jueves se acaba mi semana universitaria! así que creo que tendré más tiempo :3) 

Críticas, comentarios, preguntas, pueden dejarlo todo en un lindo -o no tan lindo- review :3

Muchas gracias! 

Un abrazo :3 



PD: Cuervo está cada día más adorable...no creen? 


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