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La Ciudad de los Muertos por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Hola querubines, lamento si estoy actualizando muy tarde, generalmente lo hago más temprano. He tenido una semana de mierda y por suerte había terminado el cap antes de que la fatalidad me atacara. 

Como siempre, si encuentran algún error háganmelo saber. 

Gracias por leer. 


Abrazos. 

Capítulo 66: “Alianza”


   —¿¡Cómo que no han aparecido!? —oí un golpe seco azotando la muralla y di un respingo por el susto, estaba preocupado, no era normal ver a Eden reaccionando de esa forma. Me encontré con sus ojos oscuros cuando atravesó el pasillo. Me levanté, caminé hasta él y lo atrapé a mitad de camino. Tomé su mano, se detuvo—. J-Jack… —La voz le tembló ligeramente. Tragué saliva e intenté contener el nudo que se había formado en mi garganta.

Habíamos sufrido la peor de las derrotas y estábamos destruidos; luego de lo ocurrido con Cassie y lo del primer escuadrón y los cero, nos vimos obligados a huir. Teo, Chris, Yü, Morgan y Ayame habían logrado esconderse en otro lugar y ya habíamos logrado tomar contacto con ellos. En cambio, Aiden y Ethan estaban desaparecidos.

Sus manos cálidas se cerraron, temblando, sobre mi brazo. Incluso una persona como él era capaz de colapsar de esta forma, Eden estaba aterrado y nervioso, podía sentirlo y me contagiaba con ese sentimiento. Pero debía mostrarme fuerte.

   —Sam dice que se ha comunicado con los chicos de La Resistencia otra vez. Ethan y Aiden no han dado señales… —suspiró, hundiendo su rostro en mi hombro.

   —Verás cómo lo harán pronto… E-Ethan es un chico fuerte y…

   —Hoy he vuelto a tener pesadillas con él —me interrumpió.

   —Dios, Eden… —tomé su rostro entre mis manos para mirarle a los ojos, estaban más oscuros de lo normal y unas contundentes ojeras los sombreaban y manchaban su perfecta piel. Había oído sobre la supuesta conexión que existe entre hermanos gemelos y no dudaba en creer que lo que ocurría entre Eden y Ethan era verdadero. Lo había comprobado antes.

   —Sé que algo no va bien, Jack… —susurró, intentando retomar la calma—. Ethan no está bien. Él…

Se oyó un golpe brusco que hizo crujir la madera de la pequeña cabaña en la que estábamos, seguido por un grito de Claire. Escuché pasos rápidos dirigiéndose hacia nosotros.

   —Chicos… —Ivy llegó agitada y jadeando con tan sólo un trozo de madera roto en las manos—. Necesitamos ayuda aquí fuera. Hay demasiados.

Eden reaccionó rápido y tomó un arma que estaba sobre la mesa para dirigirse hacia el ruido. Nos habíamos visto obligados a retroceder más de lo que habríamos querido y habíamos dejado la fortaleza y seguridad que nos brindaba el Great Bridge, con todos esos cazadores y toda esa guardia cuidando que los zombies no se acercaran. Ahora, estábamos nuevamente en tierras salvajes y desde hace algunos días un grupo de alrededor de quince había estado rondando los alrededores de la cabaña de guardabosques en la que nos habíamos encerrado; esperando, pacientes, como si supieran que en algún momento nos íbamos a quedar sin agua y sin comida, como si no tuvieran nada mejor que hacer que vigilar como buitres sobre nuestras cabezas.

    —¿P-Puedes venir un segundo, Jack? —La temblorosa voz de Sam me llegó desde el techo. Cuando llegamos aquí, descubrimos que la cubierta de la cabaña presentaba un horrible y viejo agujero en ella, como si una bomba hubiese explotado dentro de la casa. Sam solía subir y vigilar por si Aiden, Ethan o alguno de los chicos aparecía. Pero últimamente esta tarea se le había hecho muy difícil. Esas bestias parecían querer trepar.

Con la ayuda de un escritorio llegué hasta donde él estaba, cuando llegamos aquí, instalamos el mueble ahí para usarlo como plataforma. Sam estiró su mano hacia mí cuando me vio a llegar y, cuando me vio firme y sentado, abrió su otra palma, mostrándome lo que tenía en ella.

   —Sólo me quedan seis balas —dijo y soltó un suspiro—. Nos vamos a quedar atrapados aquí para siempre, ¿no? Vamos a pudrirnos aquí dentro…

   —No digas tonterías, Sam.

   —Hoy han llegado ocho más… —cargó su francotirador con la última media docena de balas que le quedaba y apuntó hacia el grupo de bestias que abajo intentaban rasgar las puertas y treparse por las ventanas. Derribó a dos que estuvieron a punto de lograrlo y se detuvo—. Es como si corrieran la voz entre ellos, ¿no crees? —comentó, con voz desanimada. Me sentí preocupado, si no salíamos de aquí luego, él iba a enloquecer—. Allí… —soltó su arma y apuntó hacia donde estaba el conducto de la chimenea que salía al exterior. Ahí, había un martillo y algunos clavos en una caja de plástico que parecía pesada—. Estaban aquí arriba, sólo los descubrí hoy. No sé cómo no se cayeron con la lluvia… —hizo una pausa y enlazó sus manos para tronarse los dedos. Parecía cansado. Pensé en ofrecerle un cambio de lugar, había estado toda la semana vigilando desde el techo y apenas sí bajaba a dormir y a comer—. Al parecer la persona que vivía aquí estaba reparando el agujero del techo cuando todo pasó… —Su mirada se posó en algún punto del cielo oscurecido por las nubes que parecían cargadas de agua.

   —¡Demonios! —grité y me sobresalté ante un nuevo estruendo que me hizo ponerme en alerta. Oí gritos de Amy y Sam y yo cruzamos una mirada cómplice. Ese ruido había sido demasiado violento.

   —¡Sam! ¡Jack! —La voz desgarrada de Eden disparó la adrenalina en mi cuerpo—. ¡Están entrando! —oí el golpe seco de la madera siendo destrozada poco a poco. Bajé inmediatamente.

    —¿¡Q-Qué pasó!? —corrí a ayudar a las chicas a mover un refrigerador para trancar la puerta que estaba a punto de ser derribada. Escuché los alaridos al otro lado de la madera, más cerca que nunca. Tuve miedo.

   —¡Son demasiado! —gritó Ivy—. ¡Esta casa no va a aguantar! —No. ¿Cuántos días habíamos soportado? ¿Una semana? ¿Más? Pensaba que toda la madera que habíamos puesto para parchar las ventanas sería suficiente, creí que se irían en algunos días, pero al parecer ellos estaban obsesionados con entrar. Oí un golpe todavía más fuerte seguido de un grito. Estaban atacando las murallas desde el otro lado también.

   —Amy, ven aquí —dejé el refrigerador y tomé a la pequeña rubia fuertemente de la muñeca, a pesar de que estaba llorando. No tenía tiempo para calmarla, no ahora. La senté sobre el mueble que había usado antes para llegar al techo. Era la única vía de escape—. ¡Sam! —grité, para llamar su atención.

   —¡Lo tengo!

   —Amy… —mascullé. Los ojos llorosos de la pequeña estaban llenos de miedo. Respiré varias veces antes de continuar hablando, no sabía cómo llevar a esta chica, eso era trabajo de Aiden, él sí sabía hacerlo, pero no estaba. Y a mi me desesperaban los niños—. Te voy a cargar en mis hombros y Sam va a recibirte. No vayas a caer, ¿está bien? —Ella no dijo nada, sólo asintió y agradecí que no gritara. La cargué e hice equilibrio sobre el mueble para poder ponerme de pie en él y llegar a una altura suficiente para que Sam pudiera tomarla y subirla. Ganaríamos mucho más tiempo si todos lográbamos llevar al techo.

Eden, quién había estado moviendo algunos muebles para bloquear las ventanas, entendió inmediatamente mi idea cuando me vio.

   —¡Claire! ¡Tú también sube al techo! —ordenó. La pelirroja, sin entender demasiado algo de lo que estaba pasando, fue arrastrada por Ivy hasta el mueble y le ayudé a subir hasta que tomó la mano de Sam.

   —¿Qué haremos allá arriba? —Preguntó Ivy antes de poner su pie sobre mi mano para que le ayudara a tomar impulso para llegar hasta ahí.

   —Ganar tiempo —contesté—. De todas formas, ellos acabarán entrando.

   —Espero que eso funcione… —emitió un jadeo de dolor cuando se elevó para alcanzar la mano de Sam. Hace unos días se había dislocado la muñeca y al parecer aún le dolía. Luego nos preocuparíamos de eso.

   —Ve tú ahora, Eden —dije. Él todavía estaba en la entrada, cargando su peso contra una ventana que intentaban desesperadamente destrozar desde afuera.

  —Olvídalo, ve tú primero.

  —E-Eden… —bajé rápidamente, caminé hasta él y le agarré de la mano para traerlo conmigo. Una corriente eléctrica me recorrió toda la piel—. Tú también estás herido, ve primero. Yo te seguiré.

   —¿Por qué estamos discutiendo esto?

   —Porque no quieres hacerme caso —le arrastré conmigo y prácticamente le obligué a subir el mueble. Con la fuerza de sus brazos se colgó del techo y subió sin mayor esfuerzo. Corrí por todo el lugar buscando los últimos bidones con agua y restos de comida que nos quedaban para entregárselas a él que ya se había instalado arriba.

   —¡Apresúrate! —me gritó.

   —¡Ya voy! —me quedé unos segundos escuchando todo el alboroto que había afuera, y vi cómo las ventanas estaban a punto de colapsar, corrí hasta el mueble justo cuando una de ellas se rompió y una horda comenzó a entrar desesperadamente, aplastándose los unos a los otros. Cuando intenté alcanzar una viga para elevarme, la estampida empujó el escritorio y éste cayó estrepitosamente, dejándome colgando.

   —¡Mierda! —intenté aferrarme con ambas manos a la viga de madera mientras hacía un esfuerzo al que no estaba acostumbrado y luchaba por elevar mis piernas lo suficiente como para alejarlas de ellos. Comenzaron a saltar debajo de mí, como perros intentando alcanzar un trozo de carne que se alzaba en el aire. Yo era un trozo de carne elevado en estos momentos.

Oí un crujido, lento y pesado. Era la viga deslizándose del techo, a punto de romperse. Sentí el primer temblor cuando uno de los clavos cedió y mi cuerpo bajó unos centímetros de altura.

   —¡Esta mierda va a soltarse! —chillé. Intenté alcanzar el borde del agujero del techo, pero mi mano resbaló justo cuando la viga terminaba de ceder. Con horror, sentí el peso de la gravedad tirándome hacia abajo y cómo mi cuerpo caía un poco más. Algo me rasgó el pantalón, ellos me tenían. Cerré los ojos y dejé de responder. Me había paralizado por el miedo.

Y entonces, algo me tiró hacia arriba.

   —¿E-Eden? —balbuceé. Él sonrió cuando me vio abrir los ojos de nuevo, estaba con medio cuerpo metido en la abertura, sujetándome con ambas manos.

   —No te sueltes, Jack —dijo y oí algunos gritos de aliento desde arriba, al parecer los chicos estaban tirando del cuerpo de Eden para que él me ayudara a llegar—. A-Ah. Aquí vamos… —soltó un jadeo de cansancio cuando tiró por última vez de mi para ponerme a salvo. Mi cuerpo atravesó la abertura y el impulso nos tiró a todos hacia atrás. Caí sobre él y su espalda chocó y derribó algunas tejas del techo. Me mantuvo en un abrazo, sin soltarme.

Estábamos a salvo.

   —Me has asustado —dijo.

   —Lo lamento —Mi voz temblaba, mi garganta trepidaba y yo jadeaba de puro horror. Mi corazón latía muy rápida—. Creí que iba a morir.

   —Yo también… —acarició mi mejilla y un escalofrío me recorrió la espalda—. En serio. Me asustaste, Jack. 

   —Eh… chicos —La voz de Sam tembló al hablar y Eden y yo nos reincorporamos de golpe—. Sé que esto no debería pasar, pero…ellos…creo que, eh… están moviendo el mueble.

   —¿¡Qué!? —gateé hasta la abertura y miré hacia abajo. Efectivamente, de entre la horda que fácilmente alcanzaba los veinticinco, un grupo de tres o cuatro intentaba torpemente volver a levantar el escritorio, como si algo instintivo les dijera que debían levantarlo para alcanzarnos finalmente. Retrocedí y caí sentado sobre mi mismo. Las manos me temblaban. Esto era imposible—. Estamos jodidos —dije.

   —¡No! ¡Intentemos tapar el agujero!

   —¡Es demasiado grande! ¡No hay madera suficiente aquí arriba!

   —Tenemos que bajar… —masculló Eden entre dientes, como si hablara para sí mismo. Le miré confundido y asustado. Rozó su mano con la mía y me trasmitió un poco de tranquilidad—. Están todos dentro de la cabaña, quizás podamos bajar y…

   —Y nos atraparían en un par de minutos —interrumpió Ivy—. Ellos son más rápidos que nosotros. ¿Los has visto correr? Son como animales… —tomó su arma y empezó a disparar hacia abajo, para derribar a algunos. Sam le imitó.

   —Debemos tranquilizarnos… —intenté razonar—. Sólo tenemos que mantenerlos abajo y quedarnos aquí hasta que…

   —Hasta que nos pudramos aquí arriba o hasta que se aburran y se vayan —interrumpió Sam—. ¡Demonios! ¡Se me acabaron las balas!

   —O hasta que aprendan a trepar muros —sentenció Ivy. Eden se puso de pie y, tambaleando, se dirigió hasta un rincón del tejado, donde estaba Amy

La abrazó y le cubrió los oídos.

   —¡No digan esas cosas frente a ella! —susurró, lo suficientemente alto como para que todos alcanzáramos a escuchar. La pequeña rubia empezó a llorar—. Amy… vamos a estar bien. No te preocupes.

   —¿Dónde están Aiden y Ethan? —sollozó ella, intentando sacar las lágrimas que se le escapaban solas de los ojos.

   —Amy… —me acerqué a ella—. Ya nos encontraremos con…

   —¡Ellos siempre encontraban una solución cuando estas cosas pasaban! —gritó y me sobresalté ante su chillido, agudo y doloroso. Comenzó a llorar descontroladamente y Eden la intentó contener. Una punzada de angustia me cruzó el estómago y me causó náuseas. Quizás era cierto. Tal vez ellos dos sabrían qué hacer ahora—¿¡Dónde está Aiden!? —gritó, entre lágrimas. Caí sobre ella para protegerla cuando un estruendo demasiado fuerte se escuchó abajo, como si lo hubiesen derribado todo.

Oí gritos mezclados con los alaridos de las bestias. Luego, una lluvia de balas. Le cubrí los oídos otra vez a Amy y sentí los brazos de Eden rodeándonos a ambos. Las balas no se detuvieron, en ningún momento.

¿Habían llegado los demás?

El olor a sangre que emergió desde el suelo casi me hace vomitar. Los disparos se detuvieron y un silencio aterrados lo envolvió todo. Ya no se oía nada, ningún jadeo ronco de alguna de las casi treinta bestias que estaban abajo. Todos nos miramos, en silencio, y nos quedamos en nuestros lugares, quietos, congelados. Nadie quiso mirar de nuevo hacia abajo.

   —¿Va a bajar alguno de ustedes o tendré que subir yo? —se escuchó el golpeteo inquieto de una bota contra el suelo—. Les juro que solo vengo a dialogar, así que salgan de su escondite de ratas y muéstrense —La voz entró en mis oídos; lejana, ronca y tranquila, se me hizo ligeramente familiar y eso no me gustó.

Conocía esa voz y la odiaba.

Eden gateó hasta el borde de la abertura y miró hacia abajo. Abrió los ojos, sorprendido.

   —N-Noah…

   —Hola, Eden. Tanto tiempo.

   —No vayas… —tomé de la ropa a Eden cuando él avanzó más hacia el borde para intentar saltar.

   —Ya no hay zombies, Jack. Los han matado a todos —intentó calmarme mientras se apoyaba en el borde.

   —Es Scorpion quien los mató, él te matará a ti también. Debe ser una trampa —miré hacia todos lados, buscando el apoyo de Ivy, Claire o Sam. Pero ellos estaban en silencio.

   —Noah no me hará nada —dijo. Su voz no me pareció tranquila para nada, más bien, se oyó enfadada. Giró el rostro hacia mí y la mirada de sus ojos negros me calmó un poco. Le solté.

Dio un salto hacia abajo y sus botas tocaron el piso. Todos nos asomamos por el borde del agujero. Me preparé para saltar en cualquier momento y unirme a una posible pelea. Había muchos hombres de Scorpion ahí. Él miró hacia arriba, me vio, y se percató de lo que estaba pensando.

   —Carter… —habló en voz alta, sin mirar a nadie en especial—. Tú y los demás esperen afuera.

   —P-Pero, señor Scorp…

   —¡Esperen afuera, demonios! —soltó un grito que intimidó a sus hombres y les obligó a salir de la cabaña. Cerró la puerta, o lo que quedaba de ella, y apoyó ambas manos sobre la madera. Se veía cansado—. Vamos, vamos. Los demás pueden bajar también… —caminó algunos pasos y pasó por el lado de Eden quien se hallaba completamente inmóvil, con los puños cerrados, intentando contener una emoción que no fui capaz de comprender. Scorpion tomó el escritorio que estaba en el suelo para volver a ponerlo en su posición anterior, luego retrocedió sobre sus pasos. Tomé mi arma y dudé unos segundos antes de saltar hacia abajo.

Cuando mis pies tocaron el suelo, lo primero que hice fue apuntarle directo a la cabeza.

   —Cálmate, Jack… —Eden reaccionó y se interpuso entre ambos, con las manos en alto, intentando pacificar las cosas.

   —Eden, por favor muévete —dije y sentí cómo mi voz y mis manos temblaban—. Voy a dispararle ahora mismo.  

Oí los pasos de Ivy tras de mí y oí el sonido de su arma apuntando hacia el mismo lugar que yo. Sam ayudó a bajar a Claire y a Amy y los tres se quedaron en un lugar apartado.

   —¿Eso es todo? —preguntó Scorpion—. ¿Y dónde están los demás? —sonrió, con los odiosos ojos azulados fijos sobre mí. Se estaba burlando.

   —Eso no te importa —mascullé e intenté dar un paso hacia él, pero Eden me detuvo.

   —Controla a tu perro, Eden —soltó Scorpion.

   —Cierra la boca, Noah —le contestó él.

   —Vaya… —Scorpion soltó una risita mientras sus ojos vagaban entre Eden y yo—. Veo que te has olvidado rápido de Gabri… —dejé escapar un disparo hacia la muralla que atravesó la madera y resonó estruendosamente en todo el lugar.

   —No te atrevas a pronunciar su nombre —gruñí.

   —¿Está todo bien, señor? —oí gritos al otro lado de la puerta.

   —¡Perfectamente! —Scorpion me miró con una sonrisa en los labios, como si mi reacción le causara gracia.

   —Calma, Jack… —Eden dio un paso hacia mí e hizo que el cañón de la pistola chocara contra su pecho. La bajé inmediatamente.

   —¿Qué estás haciendo, Eden? —susurré.

   —Sí le disparas ahora, toda esa tropa de soldados que está afuera nos matará antes de que nos demos cuenta… —tomó mi mano y me quitó el arma con cuidado. Dirigió sus dedos a mi pecho y ellos se quedaron allí unos segundos—. Estás muy agitado, relájate —dijo. Intenté obedecerle y dejé escapar un suspiro de frustración. Tenía razón, si le disparaba ahora nos matarían a todos. Eden volteó hacia Scorpion otra vez.

   —¿Qué quieres, Noah? —le preguntó. Scorpion abrió los brazos.

   —¿Así es cómo me recibes? Luego de no habernos visto en tanto tiem…

   —¡No me jodas! —Eden soltó un grito que me puso los pelos de punta—. ¿¡Qué es lo que quieres!? —avancé hacia Eden y tiré de él hacia atrás. Scorpion no soportaba que le gritaran, seguramente le dispararía. La mano tranquilizadora de Eden me dejó en mi lugar.

Scorpion no reaccionó.

   —Está bien… —El cazador caminó un poco y se apoyó contra el destruido lavaplatos—. Vengo a proponerles un trato.

   —Olvídalo —solté. Él ni siquiera me miró.

   —Sé de buena fuente que Ethan y Aiden están atrapados dentro de la base de E.L.L.O.S —continuó.

   —¿¡Aiden y Ethan!?

   —Sí. Allen les atrapó a ambos… —respondió con la voz seca y yo solté un sonido de asombro al oír la noticia. ¿Por qué Allen querría hacer algo como eso? ¿Qué clase de traición era esta? —. Sé también que los cazadores se están separando, y que Viuda Negra no hará nada si intentamos entrar a la fuerza. Incluso ella podría ayudarnos… si los ve a ustedes ahí, claro.

   —¡Mentiroso! —acusé.

   —¿Por qué Alexa querría ayudarnos a ti y a nosotros? —me interrumpió Eden, intentando mantener la calma. Pero incluso si él se mostraba tranquilo ante los demás, podría jurar que podía escuchar los acelerados latidos de su corazón. 

   —Porque al parecer, Aiden le cae bien. Uno de mis hombres dijo que vio a la nueva Viuda Negra y a sus chicas intentando ayudarle —Esa noticia me estremeció. ¿Nueva Viuda, había dicho?

   —No estoy entendiendo tu punto, Noah. Ve al grano. ¿Qué demonios quieres? —Scorpion le lanzó una aterradora mirada a Eden cuando éste pregunto, mirada que al parecer no le afectó demasiado.

   —Ustedes necesitan entrar a la base para salvar a Ethan y a Aiden. Y yo necesito hombres para asaltarla y robar la cura.

   —¿¡Ya hay una cura!?

   —La hay.

   —¿Para qué la quieres?

Scorpion dio un puñetazo sobre le mesa, sobresaltándonos a todos.

   —¿¡Acaso eso les importa!?

   —¡Claro que sí!

   —Necesito… —Scorpion volvió a golpear sus botas contra el suelo, impacientemente—. Tengo un hombre que está infectado y necesito salvarlo —Un escalofrío me recorrió el cuerpo tras oír esas palabras. ¿Scorpion queriendo salvar a alguien? Eso eran tan aterrador como ridículo.

   —Me niego —solté—. No voy a unir fuerzas con este desgraciado, aunque sea el último ser humano en la tierra.

Ivy dio un paso adelante y cubrió a Claire con su cuerpo, protegiéndola.

   —Y yo no voy a trabajar con ese grupo de cerdos a los que tú llamas “tus hombres”

Scorpion me dedicó una mirada que escupía rabia y luego sonrió.

   —¿Me odias, Jackie? —preguntó. Apreté los puños y me planteé la posibilidad de quitarle mi pistola a Eden y matar a Scorpion sin importar las consecuencias, le estaría haciendo un favor al mundo si lo hiciera. No respondí y él siguió hablando—: Porque si estás enojado podríamos solucionarlo —extendió los sus manos como si me ofreciera un abrazo—. ¿Quieres golpearme? —desafió, burlándose—. Anda, tienes toda mi autorización —sostuvo sus jodidos ojos azules, fríos como el ártico, sobre los míos sin borrar esa maldita sonrisa estúpida de su cara—. Si así consigo que vengan conmigo, puedes intentar… —Las palabras e Scorpion se vieron interrumpidas por un puñetazo de Eden que le obligó a tambalear e hizo que le sangrara el labio inferior.

   —Si así son las cosas… —pude ver cómo el cuerpo de Eden se destensaba luego de ese golpe. Él había estado conteniéndose todo este tiempo—. Eso fue por Ethan, que de seguro querría matarte ahora mismo… —se movió rápido y le dio un segundo golpe en la mejilla, seguido de una patada en el estomago que hizo que Scorpion se doblara sobre sí mismo—. Y eso es por lo que le hiciste a Aiden.

Scorpion se reincorporó y secó con la manga de su chaqueta algo de la saliva que tenía fuera de sus labios. Sonrió.

   —Vaya, Eden. Te lo tenías bien guarda… —Un tercer puñetazo le obligó a callar otra vez.

   —Y eso es por convertirte en el idiota más grande que he conocido.

Scorpion volvió a reincorporarse y me hizo una seña, provocándome. Corrí hacia él y lo embestí en una tacleada que nos lanzó a ambos al suelo. Le propiné un golpe en la cara con todas mis fuerzas.

   —Eso es por Gabriel —solté. La mirada que me dedicó cuando su rostro herido se volvió hacia mí siguió aterrándome, pero me atreví a escupirle y luego me levanté, temblando como una hoja al viento, pero relajado. Le había golpeado y se sentía realmente liberador.

Scorpion quedó en el suelo y sin levantarse, posó sus manos tras su cabeza en una posición holgazana. No le importó que el cuerpo de un zombie estuviera bajo el suyo.

   —¿Alguien más? —preguntó—. Anniston me ha drogado con un montón de ansiolíticos que harán que no los mate. Aprovechen ahora o perderán la oportuni… ¡Ah! ¡Carajo! —soltó un gemido de dolor—. ¿¡Y tú quién diablos eres!? —incluso yo sentí algo de compasión cuando Amy llego corriendo y saltó con ambos pies sobre los huevos de Scorpion. Espero que al menos eso le haya dejado sin descendencia.

   —¡Eso es por mamá! —gritó ella, volviendo a saltar sobre él, provocando un segundo chillido—. ¡Se llama Elise Rooss y tú le disparaste! —dudó unos segundos antes de apartarse de Scorpion y cuando lo hizo, volvió sobre sus pasos para darle otra patada en la entrepierna—. El mundo es feo, Scorpy —soltó con desprecio antes de marcharse e irse a refugiar tras Claire.

Sip. Adiós descendencia. Gracias a Dios.

   —¿El pequeño Matt? —gimió Scorpion, llevándose las manos ahí donde Amy le había destrozado. Se rio entre quejidos—. Vaya, no sabía que tuvieras esa clase de gustos.

   —¡Es una chica, idiota! —gritó Ivy desde el fondo de la sala.

   —¿Puedo patearle los huevos también? —preguntó Sam—. Parece divertido.

    —Olvídalo, niño —De su cinturón, desenfundó un arma con la cual apuntó hacia Sam, sin levantarse todavía. El chico de La Resistencia retrocedió algunos pasos. Scorpion se quedó unos segundos más tirado en el suelo, luego respiró profundo y se levantó, como si todo el dolor hubiese durado tan sólo un momento.

Secó otro rastro de sangre de sus labios.

   —¿Y bien? —se encogió de hombros—. ¿Van a acompañarme ahora? —preguntó. Eden abrió la boca para contestar, pero Scorpion se lo impidió—. ¡No sé ni para qué demonios se los pregunto! —apuntó su arma hacia Eden—. ¡Carter! ¡Ven para acá con los demás! —La puerta se abrió de par en par y algunos hombres entraron armados y nos apuntaron a todos, incluso a Amy—. Creo que ahora no podrán negarse, chicos… —sonrió como si acabara de ganarse un premio y tuve ganas de matarlo. Todo este escándalo de la golpiza no había sido sino para burlarse de nosotros, algo así como: “pueden golpearme todo lo que quieran y seguiré siendo más fuerte” Y tal vez tenía razón. Imbécil—. No tienen nada que perder… —continuó él—. Les daremos agua, alimento, armas y seguridad —levantó su mano izquierda e hizo el típico saludo de boy scout, con los tres dedos levantados—. Prometo no intentar matarlos. Entraremos a la base de E.L.L.O.S y ustedes serán libres de hacer lo que quieran.

Sam carraspeó la garganta.

   —Creo que a los demás no les molestaría… —dijo—. Hablo por Yü y Ayame.

Eden posó una mano sobre mi hombro y los pelos de la nuca se me erizaron. Solté el aire que había estado conteniendo, en un suspiro, derrotado.

   —Tú ganas, Scorpion —dije. Nos había atrapado, a todos nosotros. No teníamos otra opción—. Iremos contigo.

Scorpion sonrió.

   —Perfecto. Tomen sus cosas y súbanse a una de las camionetas —salió de la cabaña y tras él todos sus hombres que le seguían como si ese idiota monumental fuera una clase mesías, dueño de una verdad absoluta que ese otro montón de idiotas, que eran sus soldados, creían a ojos ciegos. Oí murmullos riñendo tras de mí que fueron silenciándose poco a poco, los chicos estaban teniendo una discusión atrás, pero habían llegado a un acuerdo.

Claire, Ivy y Amy fueron las primeras en salir, luego les siguió Sam. Tomé mi mochila, aún consternado por lo que acababa de pasar. No podía creer que estuviera uniendo fuerzas con un hijo de puta como Scorpion.

   —Gracias, Jack… —La voz de Eden me sacó de mis pensamientos. Me estaba mirando con una hermosa sonrisa esbozada en ese rostro tan perfecto que tenía. Sentí el calor subiéndome por toda la cara.

   —¿P-Por qué?

   —Por tragarte el odio que sientes hacia Scorpion —aproximó su cuerpo al mío y mi pecho y el suyo rozaron cuando él me abrazó, podría jurar que su respiración iba al mismo ritmo que la mía. Me estremecí, nunca me acostumbraría al contacto con su piel. Sus manos se deslizaron sin prisas por mis mejillas y levantó mi mentón para besarme. Algo de tranquilidad me llegó con ese beso.

   —E-Ejem… es mejor que… vayamos —susurré cuando me separé de él y bajé la mirada hacia el piso, lejos de él. No quería que él se diera cuenta de lo nervioso que me ponía—. Ya no soporto el olor a muerto.

   —Yo tampoco —rio.

Cuando salimos fuera, la carretera estaba en completo silencio salvo por el motor de los vehículos que rugían, ansiosos por partir. Con horror descubrí que había más cuerpos fuera de la cabaña, lo que significaba que en algún momento hubo más de treinta bestias que querían cazarnos. Si Scorpion no fuera Scorpion, seguramente le habría dado las gracias.

   —¡Ah! —El grito de Claire, seguido de una puerta cerrándose estrepitosamente me puso en alerta. La chica le cubrió los ojos a Amy y ambas se apartaron corriendo, alejándose de uno de los vehículos. Scorpion caminó a paso acelerado hasta una camioneta de color negro y terminó de espantar a la chica.

—Esa puerta no… —le dijo. Inevitablemente posé mis ojos sobre la ventanilla trasparente del vehículo en cuestión. Un hombre, que se me hacía ligeramente familiar, estaba sentado en el asiento trasero. Tenía los brazos pegados a su cuerpo por culpa de unas cadenas y miraba a Claire y a Scorpion fijamente desde dentro. Sus ojos azulados me causaron miedo.

Él miraba como una de esas bestias.

   —¿Recuerdas al tipo que salvó a Scorpion en la guarida de Alexa y nos dejó escapar? El loco que cayó del techo… —susurró Eden a mi lado. Asentí con la cabeza, recordándolo—. Pues ahí está, el hombre infectado de Scorpion —me estremecí ante la idea de tener un zombie en el asiento trasero del auto. Las venas en su piel estaban marcadas y su rostro estaba pálido, casi blanco, lo que me hizo suponer que estaba en un estado crítico.

Llevaba un bozal que cubría un poco los gruñidos que soltaba. ¿Será que Scorpion tenía algún sentido del honor, para querer devolverle la mano a ese hombre por haberlo salvado aquella vez?

Vi que Scorpion le devolvió la mirada fija al infectado. Casi parecía preocupado por él.

¿Estaba preocupado?

Scorpion rodeó la camioneta y se sentó en el asiento trasero, junto a la bestia. La piel se me crispó de emoción ante la idea de que se soltara y se lo devorara en un par de minutos.

Me dejé arrastrar por la mano electrizante de Eden hasta una camioneta. Entramos en silencio y los vehículos partieron con la misma tranquilidad.

La lluvia empezó a caer fuera. Me apoyé contra el hombro de Eden y sentí todo el cansancio caer sobre mi cuerpo. Estaba por dormirme cuando algo de ruido envolvió el lugar, Sam intentaba comunicarse con el doctor Morgan y los demás, para contarles la noticia.  

Eden ya no estaba tan nervioso, quizás porque sabía dónde estaban Aiden y Ethan. Para mí, en cambio, la situación se volvía cada vez más revuelta y turbia. Una alianza como esta no podía tener un buen final.

La silueta del Great Bridge se mostró remotamente, demasiado lejana aún.  

 

Notas finales:

¿Criticas? ¿Comentarios? ¿Preguntas? Pueden dejarlo todo en un lindo (o no tan lindo) review.


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