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La Ciudad de los Muertos por InfernalxAikyo

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Notas del capitulo:

Holaaa >< Perdón por la demora. Esta semana intenté actualizar antes pero no lo logré. En fin, aquí está el capítulo 8, espero que les guste n.n 

Como siempre pongan ojo a la ortografía, es muy probable que me haya equivocado :) 

Espero actualizar el miércoles o jueves nuevamente, si no, será el próximo domingo. 

Un abrazo a todos ! 

PD: Aquí el dibujo que Aiden encontró. Es obviamente básico xD ya que lo hice yo, pero bueno, algo es algo. 

(Veanlo, más abajo entenderán de que hablo) 

Dibujillo

Capítulo 8: ''Cumpleaños''



Desperté con un dolor punzando fuertemente en mi cabeza, algo así como una espada atravesándome la sien, queriendo partirla en mil pedazos. Se sentía horrible, dolía como mil demonios y encima una creciente sed me estaba matando. Gruñí, revolviendo la cabeza entre las almohadas, sin ganas de abrir los ojos. Pero no tardé en hacerlo, de golpe.


Me senté repentinamente sobre la cama.

¿Qué había pasado anoche?


Me puse de pie en un sobresalto, recordando todo rápidamente en imágenes que cruzaban mi cerebro como pequeños relámpagos.

Cassie y Eden.

Ethan y yo.


¡Nos habíamos besado, joder!

Negué con la cabeza un par de veces, rogando despertar de ese mal sueño, pero nada pasó. Me quedé unos segundos mirando al vacío. Habíamos dormido juntos también, aún podía recordar el calor que esparcía de su cuerpo y lo cómodo que me sentí entonces.

«No beberé nunca más» fue lo único que atiné a repetir en mi cabeza, mientras luchaba por volver a la calma. 

Un papel en el suelo captó toda mi atención, con dificultad me agaché; ya que la cabeza parecía doler más cuando lo hacía, y lo tomé entre mis manos. Era un dibujo sin terminar, un boceto de un chico que parecía dormido, con el cabello revuelto y una adorable mueca en el rostro, como si descansara plácidamente. Aquel chico del dibujo se me hacía demasiado familiar, lo revisé con más cuidado; la forma del cabello, la posición en la que dormía. Parecía un proyecto de retrato. 

Un retrato mío.

Me ruboricé por completo ¿En serio lucía así durmiendo?

Salí de la habitación, para buscar a la persona que había dibujado esto. De seguro había sido una broma, una jodida broma en mi contra. Llegué a una especie de cocina y me topé con Ethan, quien se quedó mirándome unos segundos, con los ojos abiertos de par en par, aparentemente sorprendido. 

   —¿Qué tienes en la mano? —preguntó, al mismo tiempo que yo le enseñaba el dibujo. Dentro de mi enojo lo observé mejor, en realidad, para ser sólo un boceto, estaba muy bien hecho.

Un leve y casi imperceptible sonrojo asomó de sus mejillas.

   —Debió haberse caído de mi bloc... —dijo, como restándole importancia, mientras volvía a lo que estaba haciendo—. Hoy amanecí inspirado —explicó—. Antes del virus estaba estudiando arte —Eso explicaba porque, a pesar de no estar terminado, el dibujo lucía tan bien. Mejor de lo que yo haría en años, seguramente—. Lo lamento, eras lo único que tenía a la vista para bosquejar.

Extendió un vaso de agua hasta mí junto a un par de pastillas. Aproveché el momento para devolverle el dibujo.


   —Quédatelo —dijo distraídamente—. De todas formas, tú eres el modelo —insistí en que él lo tomara. No era tan egocéntrico como para traer un dibujo mío. Él lo tomó.


Me metí las pastillas a la boca y bebí el vaso de un sorbo.

   —¿Cómo supiste que me dolía la cabeza? —pregunté.


   —Es lo más lógico... —dijo, mientras él también se llevaba una pastilla a la boca—. Eso que tienes se llama resaca.

   —Ah... —Mi respuesta fue tan fría y seca como estaba mi garganta. La verdad, no tenía idea sobre qué decir, el recuerdo de lo que había pasado la noche anterior había llegado a mí y había empezado a atormentarme. El sonrojo no tardó en acudir a mis mejillas y él se percató. Clavó los ojos negros en los míos en una expresión curiosa.

Era como si él supiera lo que estaba pensando.


¿Debía aclarar las cosas?

Tomé aire.

   —Eth...digo...Ethan, yo... —comencé.

   —¡Ethan! —La voz de Eden colándose desde otra habitación llenó mis oídos. Una mueca molesta se dibujó en el rostro del pelinegro.

   —Un segundo... —dijo y salió de la habitación a toda velocidad, como si estuviese escapando.

¿Acaso trataba de evitarme?

Me mantuve en la misma posición durante unos cinco minutos y no hubo rastro de él. Quizás si estaba escapando. Al final, decidí salir de ahí y subir a la azotea. Necesitaba aire. Mucho aire.


Ya hablaría con él después.

Me encaminé por las eternas escaleras del salón que estaba sobre nuestro búnker y las subí con pesadez. Mi estómago ardía y sentía todo mi cuerpo extraño ¿Sería efecto de la resaca también? La cabeza seguía doliendo, los medicamentos parecían no hacer efecto aún. Aceleré el paso, queriendo desesperadamente ver algo de cielo, pero el panorama que encontré cuando subí no era muy alentador; estaba nublado como siempre y las nubes grises anunciaban una lluvia segura, pero la humedad en el aire me era algo enormemente reconfortante: me recordaba a chocolate caliente con galletas.

El sonido de una bala me sacó de mis fantasías. Aparcado en el suelo, Teo estaba disparando.

   —¿Qué haces? —caminé hasta llegar a su lado.

   —Practicar —dijo, sin siquiera mirarme mientras enfocaba la mira en dirección a los zombies que abajo caminaban de un lado para otro. Comenzó a disparar otra vez, derrumbando a cinco en tan sólo segundos—. Eso, tal y como en Call of duty —bromeó en voz baja. Solté una pequeña risa y tomé uno de los rifles para imitarle y hacer algo productivo, como mejorar mi apestosa puntería.

Tiré de gatillo y ejecuté el primer disparo. Uno cayó al suelo, pero no le maté.

Bufé, molesto.


   —¿Y Cassie? —pregunté distraídamente mientras cargaba el arma nuevamente. Creí que ellos eran la clase de hermanos que siempre estaban juntos.

   —¿No la viste cuando subías? Bajó hace un rato a la cocina, creo que hará un pastel.


   —¿Un pastel? —intenté apuntar a la cabeza de uno de ellos, pero sólo logré darle en una oreja. Tomé aire y apunté de nuevo. No iba a fallar esta vez.

   —Ya sabes, el cumpleaños de Eden y Ethan —dijo. Tiré del gatillo y mi mano tembló al escucharle decir eso. La bala salió disparada muy lejos de mi objetivo, rebotando en el suelo. Solté el rifle y le miré confundido.

   —¿Qué?

   —¿No lo sabías? — negué con la cabeza.

   —¿Qué día es hoy? —pregunté.

   —31 de octubre.

Recordé haberlo leído cuando Ethan me mostró su tarjeta de identificación, pero desde mi llegada a este lugar había perdido la noción del tiempo. Me puse de pie y susurré en voz baja un "nos vemos más tarde" mientras descendía las escaleras de vuelta al búnker.

Tenía que saludarle, ¿no?

Como Teo había dicho, Cassie estaba efectivamente en la cocina, intentando preparar un pastel que a pesar de encontrarse en su etapa inicial, comenzaba a tener buena pinta. Obviamente Ethan no estaba ahí.

   —¿Has visto a Ethan, Cassie? —pregunté, mientras recordaba lo visto la noche anterior y no pude evitar imaginármela desnuda, gritando el nombre de Ethan. Por algún motivo, me sentí molesto.

   —S-Sí... —Ella estaba notablemente sonrojada, por algún motivo—. Está en la habitación de Eden... —hice una mueca. No tenía idea dónde dormía Eden—. Sigue por el pasillo que está a tu izquierda, es la tercera habitación —indicó.

Seguí sus instrucciones y dirigí mis pasos hacia la tercera puerta del pasillo que estaba a mi izquierda. No tardé en reconocer la habitación: el olor a incienso y la música relajante salían de ella como humo. Típico de un hippie instructor de yoga.

Dudé unos segundos antes de girar la manilla. Debía saludarles a ambos y esto último me incomodaba un poco. Había besado a los dos chicos dentro de esa habitación. Y eso era algo embarazoso. Tomé aire y aparté de mi cabeza esos pensamientos, eran estupideces. Cuando iba a abrir, algo me lo impidió. 

   —¡Suéltame o voy a romperte la cara a golpes! —Unos gritos se escucharon desde el otro lado de la puerta. Ese debía ser Ethan, seguramente.

   —Cálmate y escucha... —Y Eden, tratando de tranquilizarlo.

   —¡No quiero escuchar tus estupidece...! —alcanzó a decir, pero el ruido de unas botellas cayendo y quebrándose en el suelo y el chillido de unos muebles tapó sus palabras. Algo había pasado allí dentro.


   —¡Cálmate, Ethan! —escuché entre todo el alboroto mientras los vidrios parecían seguir cayendo.

¿Estaban peleando? ¿Debía entrar? Una pelea entre hermanos podría significar la separación completa de este improvisado grupo de supervivientes.

Me mantuve con la mano en la manilla, titubeando mientras seguía escuchando la pelea dentro de la habitación. Me decidí y abrí la puerta.


   —¡Qué me sueltes, idio....! —Esas palabras callaron al mismo tiempo que yo abría la puerta, intentando gritar un "dejen ya de pelear, maldición!" que no alcancé a terminar. Ambos estaban en el piso entre todas las cosas que estaban tiradas, rastros evidentes de la reciente riña, Eden estaba sobre Ethan, sujetándole con las piernas mientras le mantenía agarrado de las muñecas. Sus rostros estaban demasiado cerca.

¿Se...Se estaban besando?

Aprendí mi lección después de eso. Tocar la puerta antes de entrar.

Mi reacción apenas vi eso fue la de intentar, en medio de una repentina revuelta de estómago y una punzada cruzándome el pecho, retroceder sobre mis pasos y actuar como si no hubiese visto nada. Intenté salir de allí disimuladamente, pero no lo logré.

   —A-Aiden... —balbuceó Ethan. No sé por qué, pero una mezcla entre vergüenza y enfado me invadió por completo, así que seguí mi camino y aceleré el paso para salir de esa habitación rápido—. Aiden, escucha... —musitó en voz baja tras de mí. Aceleré aún más—. ¡Aiden! —intentó alcanzarme pero yo no hice caso, seguí mi camino sin mirar al preocupado Ethan que me seguía muy de cerca. Crucé los dormitorios y entramos en la cocina, donde Cassie nos miró asustada—. Aiden, escúchame ¡Aiden! —me agarró del brazo.

   —¿Qué quieres? —volteé hacia él, fulminándole con la mirada—. Llegué en un mal momento.

   —Creo que malinterpretaste lo que viste —comenzó, mientras forcejeaba conmigo para mantenerme quieto. Quería irme de allí.

   —¿Malinterpretar qué?—dije, con tono irónico—. ¡Te estabas besando con tu hermano! ¿Qué podría malinterpretar?—alcé la voz repentinamente.

   —¿Por qué estás tan molesto?—alzó la voz al mismo volumen que yo.

   —¿¡Qué por qué estoy molesto!?—grité y me detuve abrupto.

¿Por qué estaba molesto?


   —Y-Yo...—balbuceé—. ¡No lo sé, idiota!—grité, soltándome de su agarre y dirigiéndome a la puerta de salida del búnker.


   —¿¡Idiota!?—gritó él, alcanzándome otra vez y volviéndome a tomar del brazo—. ¡Lo dice alguien que ni siquiera sabe por qué está molesto!—Sus ojos se abrieron—. Joder ¿Estás celoso de Eden?—preguntó.

   —¿¡Celoso!?—Mi paciencia se agotó por completo—. ¡No estoy celoso! ¡Sólo me preguntaba por qué me besaste ayer si estás enamorado de tu hermano—grité y mientras lo hacía me arrepentía al instante.

   —¡No estoy enamorado de mi hermano!—gritó fuerte y pude ver a Claire e Ivy asomándose por el pasillo. Esto se estaba transformando en un escándalo—. ¡Además, mira quién lo dice!

   —¿Qué quieres decir?

   —¡Fuiste tú el que me besó porque yo te recordaba a tu hermano!—gritó y presionó con más fuerza mi brazo izquierdo, clavando sus uñas en mi piel—. ¿¡Quién es el que está enamorado de su hermano muerto!?—Su rostro cambió a una expresión arrepentida en cuanto dijo eso. Me soltó.


Él la había cagado.

   —Eres un imbécil—escupí con desprecio y cambié mi rumbo para dirigirme a lo que había sido mi habitación para tomar mi mochila, mis pistolas y la escopeta. Volví y me dirigí a la puerta para salir.

   —¿Qué estás haciendo? —Teo, quien recientemente había llegado y como todos los que estaban ahí miraba expectante la pelea en silencio, se había acercado para intentar frenarme. Aparté con cuidado la mano que había puesto sobre mi hombro y abrí la puerta para largarme de ahí, pero lo que vi al otro lado me obligó a cerrarla inmediatamente.

Todo el enojo y la molestia se esfumaron cuando vi lo que había al otro lado de la puerta. La cerré con fuerza y me volteé de espaldas a ella, con una expresión de horror en mi rostro que alteró a todos.


   —Ca-Caza....—intenté decir, mientras oía unas risas al otro lado del búnker. Apenas podía hablar, la garganta y la boca me temblaban al igual que todo mi cuerpo. Un frío intenso me carcomió los huesos y mi corazón comenzó a latir arrítmicamente en cosa de segundos. Sentí cómo empezaba a sudar—. Cazadores — logré balbucear y eso fue la alarma que despertó a todos. Inmediatamente, casi como si lo hubiesen ensayado antes, todos empezaron a correr en distintas direcciones, para tomar las armas, comida y cuanto fuese necesario para escapar de ahí. Si los cazadores habían descubierto nuestro escondite, entonces estábamos perdidos. Al otro lado podía escuchar los gritos, las risas desenfrenadas, las obscenidades y los golpes contra la puerta que estaban a punto de derribar para entrar.

Tomé la manilla con la mano notablemente temblorosa y esperé la señal de Teo para abrirla. En cuanto lo hice, él disparó una escopeta casi sin mirar y dos de los aterradores hombres de afuera cayeron al suelo, volvió a disparar y le dio en el pecho a otro de ellos. En ese momento todos salimos del búnker, cargados con armas y mochilas y nos apresuramos en salir al exterior rápidamente.

No fue necesario abrir la puerta principal, ellos ya la habían tirado y bajo su umbral había cuatro hombres más, esperándonos ansiosos. Los bates y escopetas que cargaban, las cadenas, sus sonoras y malvadas risas retumbando en mis oídos, los rostros toscos, las cicatrices en ellos, la mirada sedienta de sangre y violencia...todo eso hizo que de lo más profundo de mi brotara el miedo, miedo puro recorriendo mis venas, haciéndome temblar. Me detuve en seco, quedándome de pie, paralizado, sin poder moverme, sólo los brazos de Teo empujándome desde atrás y obligándome a seguir avanzando me dieron el valor para correr y no quedarme congelado del terror. No sé cómo ocurrió, pero de un momento a otro los cuatro cazadores habían caído y nosotros avanzábamos con todo lo que daban las piernas hacia una camioneta, parecida a la de Ivy, pero por lo que escuché pertenecía a Eden.

   —¡Suban, suban, suban!—La voz del mayor de los gemelos me alertó y me obligó a subir a la parte trasera. Miré hacia todos lados antes de hacerlo, Ethan no estaba por ninguna parte. Iba a preguntar cuando el ya conocido rugir de la motocicleta tronó en todo el lugar, alertando a los cazadores y a los zombies. Ethan y su moto se acercaban velozmente y de un sólo salto y usando la puerta de la cajuela como rampa, logró subir a la camioneta.

   —¡Vámonos!—gritó y el vehículo partió como alma que lleva el diablo. Pero la suerte no estaba de nuestro lado: A los pocos segundos pude escuchar como, literalmente, por lo menos una decena de motores gruñían a la vez. Eran ellos. Los cazadores; sobre motocicletas, camionetas blindadas llenas de cadenas, puntas y dignas de estar en un programa de monstertruck que nos perseguían a toda velocidad. Sentí un escalofrío subir de mis pies a mi cabeza cuando noté que los zombies que se acercaban a sus vehículos volaban por los aires, aplastados por sus ruedas o por un disparo en la cabeza.

El estruendo de una bala voló uno de los espejos del conductor.


Esos idiotas iban a por la cabeza, querían matar a Eden que estaba al volante, para tomarnos a todos.

No podía permitirlo.

Oí un sollozo a mi lado, Cassie se abrazaba a su hermano mientras intentaba controlar el temblor de sus rodillas. No era para menos, lidiar con zombies es una cosa, pero lidiar con humanos sanos que quieren matarte sin razón alguna es otra muy distinta. Los cazadores tenían algo que los muertos caminantes no tenían. 


Ellos eran organizados, peligrosamente organizados.

Otra bala dio muy cerca de la ventana trasera al mismo tiempo que Claire soltaba un grito angustiado.


¡Demonios!

Tomé un arma entre mis manos y comencé a disparar, intentando atinarle a alguien entre todo el movimiento. No es fácil hacerlo cuando estás en la parte trasera de una camioneta, siendo perseguido por una veintena de hombre maníacos y homicidas. Desesperado, a los pocos minutos de intentarlo, dirigí mi vista a las granadas.

Eso sí se me daba bien.

Tomé una y sin pensarlo demasiado le quité el seguro y la lancé hacia un de las camionetas que nos perseguían, haciéndola explotar. Enseguida logré que la atención se desviara de Eden y se centrara en mí. Creo que eso fue peor.

   —¿¡Qué haces, grandísimo idiota!?—Ethan llegaba a mi lado, intentando esquivar las balas que rozaban muy cerca nuestro mientras en sus manos sostenía una pistola que no dejaba de disparar.


   —¡Sólo intentaba alejarlos!—me excusé, tomando una escopeta y empezando a disparar a los que ya estaban demasiado cerca de nosotros. La situación se estaba saliendo de control.

Tenía que hacer algo.

Y tenía que hacerlo ya.


   —¡Cuidado!—Ethan saltó sobre mí para evitar que una bala me atravesara el estómago y me cayó encima. Aproveché el momento y le robé, impulsivamente, un pequeño beso. Sentí la suavidad de sus labios una vez más y supe que todo lo que había sentido la noche anterior no sólo era producto de la borrachera. Me sentí un poco triste. Seguramente me arrepentiría de lo que estaba a punto de hacer.

   —Feliz cumpleaños, Ethan—susurré, mientras me separaba de sus labios. Me levanté, observando por unos instantes su rostro, él estaba aún atónito en el suelo, seguramente no se lo esperaba. Tomé un par de granadas, una escopeta y salté de la cajuela del auto para caer y rodar por el suelo.

   —¡Aiden! ¿¡Qué demonios estás haciendo!?

Oí un alboroto tras de mí; alguien que quería saltar, alguien que le detuvo. Gritos, su voz llamándome con la garganta desgarrada. Tomé la escopeta y comencé a disparar a diestra y siniestra, intentando alejar lo más posible a los cazadores, al menos hasta que la camioneta de Eden cruzara un pequeño puente por el que apenas entraba un sólo auto. Lo hizo, y en ese momento usé las granadas. Las lancé al puente y el puente explotó, dejándonos a los cazadores y a mí atrás.

Había cumplido mi objetivo.

Ellos estaban furiosos. Se bajaron de sus motocicletas y de sus camionetas blindadas, pero no dispararon. Sonrieron maliciosamente entre ellos, se rieron y me insultaron. Caí arrodillado al piso, levanté las manos y las puse detrás de mi cabeza en un impulso por querer apelar a su lado humano; me habían atrapado, no era necesaria la violencia. Escuché un ruido tras de mí, escombros eran removidos en algún lugar, uno de ellos se percató, dio una señal y me dio un golpe en la cabeza.

¿Qué sería de mí ahora?

Al menos los demás estaban bien. Por primera vez, me sentí útil dentro de un grupo. 

Mi puntería apestaba, pero mi idiotez era lo suficientemente grande como para arriesgarme por ellos.

Cerré los ojos, ese golpe había sido demasiado fuerte. Un manto de cansancio cayó sobre mí.

 


 
Notas finales:

Justo cuando estos dos comenzaban a acercarse... paf! aparece la autora y los pone en problemas...típico de mí. 

Gracias por leer n.n 

Sugerencias, reclamos, críticas, si les gusto, si no, déjenlo todo en un lindo review 

(Si quieren hacerle alguna pregunta a algunos de los personajes también pueden hacerlo, creo que ya han tomado sus propias personalidades xD) 

Besos! 


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