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Luz sin gravedad por Kunay_dlz

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Notas del capitulo:

Aquí el decimo primer capítulo.

 

Advertencia: no es como los capítulos anteriores... se mostrará un poco más sobre la actitud de Neah.

 


 


Luz sin gravedad


XI


Ich tut mir leid


 


 


 


El primer encuentro con Harry fue genial, hablamos de muchas cosas, reímos varias veces, intercambiamos anécdotas, y él, hizo un par de bromas sobre mis bien perdidos pasos. Dijo que un día de estos iba a terminar frente al mismo Merlín si no ponía atención. Se rió un buen rato cuando el comenté que ya había pasado por Azkaban… no creo haber reído con él, después de todo, era de mí de lo que se reía. Mi sentido de orientación para ser más exactos.


Estoy seguro que me molesté un poco, incluso fue a comprarme un postre para que lo perdonara y siguiéramos hablando. Ahora, no me molestaré por lo que él pueda decir de mi extraño defecto, no después de estar… aquí.


 De alguna manera, terminé en… la Mansión Malfoy.


Solo iba pasando, a, algún lugar… llegué a la puerta de esta mansión para pedir indicaciones, dejando de lado la sensación de ser observado, toqué la gran puerta de metal forjado tan solo para hacer un par de preguntas. La gran puerta se abrió, supuse que sólo contestarían justamente en la puesta de la mansión, me adentré con la esperanza de encontrar algún elfo doméstico, realmente no me agradaba la idea de socializar con aristócratas por el momento.


Al tocar la puerta de roble, un elfo abrió con rapidez, dijo algo sobre una cena, antes de disculparte y retirarme de ese lugar, me sorprendí al ver al joven Malfoy tras el elfo, lo despidió y me invitó a pasar. Me explicó que esa era su casa. Me dijo que debía quedarme a cenar. Algo noté en su rostro que me hizo aceptar.


Me llevó a una habitación, se supone que debía ponerme ‘presentable’ para la cena, saqué el uniforme  de general que nunca usé, ese atuendo negro con decorados dorados… no, jamás lo usaré, lo guardo y saco el segundo diseño del uniforme que usé en mi pasado, el negro con bordes rojos y detalles dorados…. Realmente no quiero usarlo, no cuando trae las peores memorias que tengo.


¿Desde cuándo me pongo así?


Siento que cerré los ojos por mucho tiempo, más sigo en la mansión Mlfoy, al mirarme, noto un traje de gala pulcramente blanco, supongo que es obra de mi tío. Dice que el blanco me sienta bien. Y aunque no, ya no hay tiempo. Un elfo doméstico ha venido por mí.


Sigo al pequeño elfo hasta lo que parece ser un gran salón. A atravesar las puertas, veo un enorme comedor sonde varias personas vertidas de negro ya están sentadas. Busco al joven Malfoy con la mirada, entre los rostros que pude ver, uno llamó mi atención, era un hombre de piel obscura, tenía rasgos viperinos, carecía de fosas nasales y tenía unos ojos rojos.


Creo que Harry volverá a reírse de mí, mi sentido de orientación me trajo ante el mismo Lord Voldemort.


 


 


 


Las puertas se abrieron, una manuda figura blanca se dejó observar. Su mera presencia iluminaba la obscura estancia, su blanco atuendo lo hacía ver sublime, si los espectadores no estuvieran seguros del lado que habían decidido servir, habrían jurado que la luz era quien estaba por entrar en ese lugar. A pesar de sus pensamientos, nadie se atrevió a reflejarlos, por muy ilusorio que parezca lo que estaba frente a ellos, también estaban más que seguros que su Lord estaba presente.


El ‘ángel’ miraba a los espectadores, quienes recibían una mirada de plata líquida reprimían las ganas de ponerse de pie y ‘atrapar’ tan dulce visitante. Todos notaron cuando el ‘ángel’ posaba su tierna mirada en su señor. Iniciaba la función.


El joven Malfoy temblaba, jamás se imaginó que su antiguo maestro de Historia de la Magia llegara a tocas a su puerta, jamás imaginó que el Lord Obscuro decidiera conocerlo, jamás imaginó que él sería el causante de la muerte de uno de los pocos profesores que estimaba. Se levantó de su asiento y fue al encuentro de su profesor.


Los espectadores sintieron el movimiento del menor de los Malfoy, le observaron acercarse al ‘angel’ y escucharon atentos el breve intercambio de palabras, ¿Cómo sería la voz del ‘ángel’?


--Profesor Walker, buenas noches. Permítame escoltarlo hasta su asiento. –dijo el rubio.


--Buenas noches joven Malfoy, por favor, llámame Allen, no estamos en el colegio y ya no te doy clases como para que me sigas llamando ‘profesor’’. –dijo Allen con una sonrisa que cautivó a los pocos espectadores que pudieron verla.


--En ese caso, Allen, llámame Draco. Sería lo justo. –decía el rubio sintiendo culpa en su interior, tal vez esta sea la última vez que vea a su antiguo profesor.


--Está bien, Draco. –volvió a sonreír Allen –No sabía que tenías invitados, creo que llegué en mal momento.


--No te preocupes Allen, vamos, debemos presentarte. –dijo el rubio mientras guiaba a Allen al otro extremo del gran comedor, justo frente al Lord.


Al tomar asiento, los espectadores que estaban de espalda a la puerta, lograron verlo. Reacciones y pensamientos similares a los anteriores no se hicieron esperar. De pronto, la corta plática que el ángel sostuvo con el Malfoy menor, ¿Allen Walker? ¿Profesor? ¡¿El misimo profesor Walker que les impartió Historia de la Magia en Hogwarts?!


Ante la penetrante mirada de todos los presentes, Allen se levantó nuevamente e hizo una elegante reverencia.


--Mi nombre es Allen Walker, un placer conocerlos.


La voz del ‘ángel’ era melodiosa, suave y firme a la vez… ¿Cómo se escucharán sus gritos?... Los gritos de Allen… el mismo… profesor fantasma de Hogwarts.


--Un placer conocerlo, señor Wlaker. –habló el Señor Obscuro entre siseos, se le notaba de humor –a mi derecha está Lucius Malfoy, anfitrión de la cena, junto a él está su esposa Narcissa, como puede apreciar, son los padres del joven Draco.


--Señora Malfoy, permítame decirle que se ha convertido en una mujer aún más hermosa de lo que era cuando le conocí, espero señor Malfoy no le moleste mi comentario, además he de agregar que su hijo muestra las mismas habilidades usted mostró, como padre puede sentirse orgulloso de él. –dijo Allen.


--Los demás, son invitados, no veo la necesidad de presentarlos también. –volvió a hablar el Señor Obscuro –Me pregunto si me recordarás.


Los presentes se preguntaban lo mismo, ¿El ángel podrá reconocerlos? ¿Podrá reconocer a su Lord? Ya no había duda que el ángel que compartía mesa con ellos era el mismo que un día les enseñó la evolución de la magia.


--Por supuesto, señor Riddle. Han pasado varios años. –dijo el ángel causando diferentes reacciones entre los espectadores al haber usado el nombre que usó su Lord, sin embargo, se abstuvieron de hacer algo.


--Así que no eres un fantasma después de todo. –dijo el Lord con gracia. –Dime, ¿Cómo es que te ves igual a la primera vez que te vi en Hogwarts?


--Lo siento Tom, no contestaré a eso. –dijo el ángel.


Esa respuesta provocó a algunos magos, nadie llamaba a su señor con ese sucio nombre, ni siquiera el ángel que tuvieron como profesor, se levantaron y dirigieron su varita hacia Allen a punto de pronunciar los hechizos. Justo en ese momento, la poca luz del recinto se apagó. Los hechizos se dirigieron hacia el lugar que el ángel ocupaba. La iluminación regresó. Donde se supone debía estar un herido ángel, no había nada.


--Valla, valla, así el pequeño Tom tiene amigos con quienes jugar. –dijo una voz profunda, maliciosa, arrogante que llenaba el recinto.


Los magos buscaban la fuente de la voz, sin hallarla, hasta que uno de los magos que había atacado al ángel comenzó a gritar para después desvanecerse en el aire. Cada uno de los presentes sacó su barita, sentían peligro, debían proteger a su Lord y debían protegerse. También hacer pagar al responsable de tal insulto para su señor.


El segundo mago que osó atacar al ángel era quien ahora estaban gritando, convulsionándose, sangrando por sus oídos, ojos y boca para desaparecer igual que su compañero.


--Les sugiero bajar su barita, no querrán terminar al igual que sus compañeros de juegos. –dijo la misma escalofriante voz… que provenía detrás del asiento del Señor Obscuro.


Detrás del asiento, un hombre de cabellos negros, piel obscura, ojos dorados y sonrisa maliciosa… con el atuendo del ángel… hicieron estremecerse a los magos. El Señor Obscuro no hacía nada, seguía inmóvil, observaba con furia a sus patéticos subordinados, su plan acababa de irse por la ventana. Ahora debía improvisar.


--Oh, vamos niños. Bajen su barita, siéntense y no digan palabra alguna o, no habrá postre. –dijo el hombre lo más calmo que pudo.


--Neah. –dijo el Lord –¿Cuánto tiempo? Espero que te quedes a cenar.


--Lo dudo pequeño Tom, tus amiguitos no me agradan. ¿Sabes? Creí que ya habíamos hablado, no… –el hombre se vio interrumpido por un hechizo que le fue lanzado mientras rodeaba el comedor.


El mago que había reunido el valor suficiente para atacar al hombre salido de la nada, vio con terror cómo el hechizo atravesaba al hombre sin hacerle daño alguno. En menos de un pestañeo, el hombre estaba frente al estúpido mago que atacaba por la espalda, con su enguantada mano derecha perforó el pecho del mago y se él sacó el aun latiente corazón mostrándoselo a su ‘dueño’. El mago cayó, el hombre lazó el corazón a la mitad del comedor para que fuera observado por los espectadores, los magos olvidaron cómo respirar mientras palidecían y el hombre miraba su impecable guante blanco.


El Lord hizo una mueca parecida a una sonrisa de lado, lo que hubiera logrado si el hombre que estaba frente a él se hubiera unido a él… si hubiera convencido a su antiguo profesor de Historia de la Magia a unirse al lado obscuro. Pero, cuando iba a contactarlo, el bello Allen Walker se había ido de viaje, no estaba en el castillo, fue ahí donde su teoría de que Allen Walker no era un fantasma tomó fuerza. Decidió buscarle, fue duro pero le encontró, le encontró para ver en cómo se convertía en el hombre que ahora está frente a él. El hombre que dirá lo mismo que la última vez.


--Como te decía, pequeño Tom, tus compañeritos no me agradan. Además, quedamos en que te mantendrías alejado de mi querido sobrino. Esta pequeña guerra no es de nuestra incumbencia, aléjate de mi Allen o no quedarán rastros de la causa por la que tanto luchas.


>>Por cierto, llama a tres magos más, necesito que llenes los asientos vacíos y limpien el desorden. No querrás hacer que mi sobrino se sienta incómodo durante la cena. –decía con sus afilados ojos recorriendo a cada uno de los magos aún presentes.


>>Está por demás decir, que no quiero una sola palabra de esto a mi sobrino… no querrán verme enojado. –dijo para sonreír con una escalofriante expresión.


 


 


 


Abrí mis ojos con cuidado, espero que los hechizos que me lanzaron no sean uno de los imperdonables, al no sentir nada busqué con la mirada a los que siempre fueron impulsivos desde que recuerdo.  No los vi. Más bien, ya no estaban. ¿Si eran ellos?


--Mmm, ¿Dónde están los señores Rookwood y Rosier?... Hola profesor Snape, señor Nott, señor Scabior. Creo que estar tres días sin descanso ni alimento no es bueno, me parece estar alucinando. A menos que… ¿Vieron a mi tío?


Nadie hace movimiento alguno, iba a interrogar a Tom cuando la comida apreció en el comedor.


--Al fin la cena, buen provecho. –dijo Tom para iniciar a comer.


Pasee mi mirada por los presentes en busca de alguien que me quisiera contestar, todos parecían muy entretenidos con su comida, sólo espero que mi tío no les haya asustado… demasiado.


Me pregunto si me dejarán marcharme, se supone que las identidades de los seguidores de Tom son desconocidas y yo… los conozco a todos. Bueno, como dijo mi tío, ésta no es nuestra guerra.


 


 


>>Continuará...

Notas finales:

Gracias por leer.

 

El final se acerca.


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