Luz sin gravedad
II
Nunca olvidar
El día llegó. A partir de hoy, Harry pasaría más tiempo con Allen. Y pensar que en ese año Historia de Magia no es materia obligatoria, se las arregló para seguir tomándola… Ahora, todas las tardes de ser necesario, podría compartir sus tardes con Allen. No podía pensar en otra cosa, las otras clases las escuchaba como mormullos lejanos, simplemente contaba los minutos que faltaban para ir ese extraño salón donde… habita un ángel.
Al fin, las clases terminaron. Se dirigió a la torre para hacer las tareas necesarias y dejar sus cosas. Solo un pergamino, un pequeño bote de tinta y una pluma el ojiesmeralda llevaba consigo… agradecía una vez más que sus padres hayan aceptado el que tome clases de piano con Allen, tuvo que contestar algunas preguntas de su reciente inquietud más con un buen argumento de apreciación musical y que ‘aprender algo nuevo no mata a nadie’ pudo aclarar la dudas de sus progenitores.
Claro que, la verdad es otra. Pero, cómo explicarles a tus padres que… te has enamorado. Cómo explicar que has encontrado a alguien que ocupa tus pensamientos y se ha instalado en tu alma… cómo decir que encontraste una nueva razón para levantarte cada día, para escuchar su voz, para ver sus ojos, para… ¡Qué va! Ellos se dan cuenta, ellos lo saben, más cómo decirles que la persona de quien se ha enamorado es… un profesor… uno que ha estado vivo mucho tiempo… uno que, es un fantasma.
El tiempo pasó muy rápido para el gusto de Harry, las clases de piano transcurrían como el agua entre las manos. Una de las tantas cosas buenas que obtuvo, sin duda fue el que Allen se mostrara más abierto con él. Pese a la reticencia inicial, poco a poco Allen dio paso a charlas de cosas triviales, pequeñas bromas, discusiones de eventos en la historia, algunas anécdotas y algunos consejos… las risas abiertas y limpias de Allen le alegraban el día.
Tan inmerso estaba en su pequeño mundo que Harry no se veía inmiscuido en los grandes cambios que Hogwarts presentaba gracias a la representante del Ministerio, no es que le importara, al fin de cuentas, su interés era otro… Un día, bueno, noche, encontró a Neville en la sala común, se veía preocupado, algo perdido y la frustración estaba tan palpable en su rostro que no pudo evitar acercarse a él y acompañarlo.
Después de un rato, Neville empezó hablar, dijo todo o que pensaba y lo que quería hacer, también le contó los planes que habían surgido y le propuso unirse. Harry aceptó. Neville era su amigo después de todo, y como había dicho antes, le apoyaría. Era lo mínimo que podría hacer por, haber sido él a quien el-que-no-debe-ser-nombrado eligió… solamente una vez lo hablaron, solamente una vez ese tema salió a flote, imaginaron lo que hubiera sido la vida de Harry y la vida de Neville si estuvieran en el lugar del otro. En ese entonces Harry aseguró que no habría hecho amistad con los mejores amigos de Neville y que seguramente el señor tenebroso no le habría dejado con vida desde un principio.
Mientras tanto, Allen contemplaba su “salón”, miraba el espacio que creo para las clases de Harry… Harry, ese chico aprende rápido, es la intuición y sensibilidad para la música le sorprendió a él mismo, según sus charlas, no tenía oído musical, más parecía que el chico había nacido para dedicarse a este arte Muggle.
Sonrió, la relación profesor-alumno pasó a algo más, ahora son amigos. Sin embargo, el plazo para las clases se termina… el próximo mes, además, por las visitas de Harry pasaron de ser ‘a diario’ a ser tres veces por semana. Mentiría si dijera que no extraña al chico de ojos esmeraldas.
Aunque, ya se había hecho a la idea, después de todo, el tiempo sigue su curso. Harry se graduará y, luego desaparecería de su vida. Tal vez, es lo mejor. Tal vez, así tendría que ser. Tal vez, debería dejar…
El llamado a la puerta le sacan de sus pensamientos.
--Adelante. –responde.
--Hola Allen. –escuchó decir a Harry.
--Pasa. –indica con sospecha, ¿Vino a la lección o a excusarse?
Para su deleite, Harry entra y admite que ha llegado por la lección. Se sonríen, practican por varias horas y hablan de distintos temas. Hasta que Allen se da cuenta de algo.
--Harry, la cena terminó hace mucho tiempo.
--Ah, sí. Bueno, antes de ir a la sala común pasaré a la cocina por un bocadillo. –dijo Harry sin más.
--Ya no es hora de que estés en los pasillos, podrían castigarte. –dijo Allen con preocupación.
--No pasará nada, tengo mis métodos. –dijo Harry con confianza.
--Harry, te meterás en problemas. –insistió Allen.
--No lo haré, verás, tengo un par de regalos que son de utilidad. Mi padre, me regaló una capa de invisibilidad y mi padrino me cedió un mapa que él, papá y sus otros amigos hicieron. Así que no es problema deambular por el castillo. –terminó de decir con una sonrisa.
--Woow, ¿Y los usas con frecuencia? –preguntó un más que asombrado Allen.
--No, casi siempre se los presto a un amigo. Él suele meterse en problemas muy seguido, como en estos días, por ello no había podido venir como solía hacerlo. –decía Harry con un poco de pesar.
--A decir verdad, chico prodigio, ya se puede decir que dominas ‘la teoría’. Simplemente debes practicar, a menos que quieras componer. Por lo tanto, ya tendrás tus tardes libres y podrás ayudar a tu amigo. –decía Allen con relativa calma.
--Allen, ¿Por qué no sales de este lugar? Sé que dices que, eres un fantasma pero, no lo creo. No atraviesas cosas, tus ojos muestran diversos sentimientos, no flotas en el aire, y, algunas veces, tus mejillas se enrojecen. –dijo Harry acercándose cada vez más a Allen –Justo como ahora. –susurró.
--H-Harry… –dijo Allen ante el rostro tan cercano.
--Lo ves, tus mejillas siguen sonrojadas, tu respiración se está volviendo errática… respiras… y, ¿Eso que escucho es tu corazón? –decía Harry sobre los labios de Allen.
>>Continuará...