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Descanso Prohibido por MarcyRed

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Notas del capitulo:

Hola ^u^ me alegra volver a actualizar, perdon en serio, toda la semana estuve en examenes y bueno no pude avanzar con la historia, hoy la termine y son las 12:13 am XD muero de sueño... la proxima semana seguire en examenes :'c waaa historia, lo bueno es que saldre temprano e.e significa que habra conti pronto. Por favor no se enojen, prometo que actualizaré rápido. 

Los personajes no me pertenecen y bla bla bla gracias Yana Toboso.

--Enjoy--

Chapter 3

Te extraño

 

El nostálgico cielo nocturno lo acompañaba, con pereza salió del agua y buscó su ropa, tras lo sucedido el niño posiblemente ya esté muy lejos, seguirlo era una opción pero no estaba de humor para confrontarlo, así que decidió volver a su habitación para relajar su mente y su cuerpo. La brisa ondeaba su cabello azabache delineando su rostro, de noche la playa se veía más hermosa que de día, la inquietante sensación de soledad no le molestaba puesto que ya estaba acostumbrado a permanecer entre las sombras, era su naturaleza, por más que quisiera cambiarla no podía, como una maldición lo seguiría hasta el día del juicio, pero eso era lo de menos -Ciel- no pudo dejar de pensar en el niño desde que se fue, su amo; no era propio de un sirviente, se supone que solo debería cumplir con el contrato y tomar su alma pero a este paso ya no podría hacerlo, no quería que ese ser desapareciera de su vida.

 

Chocó con algo o alguien, no estaba seguro, lo poco que sintió era borroso, toda su atención estaba en ese demonio -maldita sea- levantó la vista -me encontró- ese bastardo lo había seguido, no dejaría que lo toque cueste lo que cueste.

-Oh… disculpe-  esa no es su voz ¿qué está pasando? -perdone mi descuido- le extendió la mano en signo de ayuda, ese tipo no era Sebastian, significa que no me está siguiendo, pero no debería confiarme, es un demonio podría hacer cualquier cosa.

-No importa- dijo con la mirada perdida levantándose solo, evitando aceptar la ayuda de ese extraño. Sus fachas no eran las mejores, la camisa que llevaba estaba empapada igual que sus shorts, su cabellera azulina totalmente despeinada y su rostro reflejaba angustia. El extraño comprendió el estado del niño y evitó hacer preguntas, únicamente le mostró una sonrisa acompañada de ternura.

-¿Se perdió?- pregunté tímidamente, pobre chico pareciese que vio al mismísimo Lucifer, temblaba y no mostraba señales de querer hablar con alguien -es un huésped del hotel Aloha Paradise ¿verdad?, si gusta lo llevo- asintió sin decir nada. Mi turno ya había acabado, ya había visto a ese chico antes, estaba caminando por todo el hotel buscando algo, será mejor que lo ayude. Empecé a caminar y él me seguía, todo el trayecto desde el lugar donde nos topamos hasta el hotel fue muy incómodo, lo dejé en manos de la recepcionista y volví a mis cosas.

 

Cuando Sebastian entró en su habitación noto algo raro, tenía un olor diferente, la observó con detenimiento, en la mesa se encontraba un ramo de flores turquesa con bordes rojos, en toda su existencia jamás había visto tal cosa -la mucama debió haberlas puesto- pensó, después de un día como ese ya estaba harto de las sorpresas, ignoró las flores y se metió en la cama. Para un demonio no era necesario dormir pero eso no significaba que no podría hacerlo… -jodido día- tras unos intentos decidió rendirse, quería pero no podía, en ese momento una fuerza extraña y anormal impedía tal acción. Además de su malévola mente que no olvidaba lo sucedido, su cuerpo le fastidiaba con deseos humanos.

 

 Ya en su habitación, Ciel, con una apariencia más adecuada empezó a repasar los hechos, no podía negar la cantidad de placer que sintió en ese momento, su mayordomo era muy habilidoso hasta en “eso”, pero no podía aceptar esa humillación de nuevo por mucho que lo desease (que bipolar eres Ciel e.e), tenía que retomar la compostura y seguir con su vida hasta que su alma fuera tomada como lo decía el contrato.

-Diablos- bajó la mirada -¿todo este tiempo estuve así?- sus shorts ya habían secado pero su “problemita” seguía ahí, no lo molestaba tanto como antes pero aún le incomodaba y no podía pedirle ayuda a Sebastian -lo hare yo- cerró los ojos tocando desde la punta hasta la base, era algo nuevo, su mente por momentos se nublaba, no era suficiente apenas gemía un poco, era tan inexperto e inútil en esas cosas mientras el jodido demonio era como un dios del sexo, irónicamente.

Con su pequeña sesión había hecho que el niño llegara al climax, pensar en él lo ponía caliente, por un lado eso ayudaba en dicha acción y por el otro le avergonzaba, sería normal, en términos generales, si fuera una mujer, pero no, era un hombre y no cualquiera sino su mayordomo. Tras esos pecaminosos pensamientos su labor mejoraba considerablemente para por fin regar su esencia en sus pequeñas manos, para su inocencia era glorioso… tanto que el placer lo llevo a un sueño profundo.

 

 -Bocchan… maldición- suspiró un sensual y preocupado demonio, ya habían pasado dos días. El sol estaba por salir y todas esas horas las pasó imaginando a su amo, preguntándose qué hubiera pasado si hubieran continuado, la verdad es que no tenía ni la menor idea, su bocchan podía ser impredecible y más ahora con esa actitud inusual.

Siempre que le hablaba lo hacía de forma autoritaria, fría e indiferente, cuando se burlaba su rostro reflejaba ira y en ocasiones, por no decir siempre, le daba tareas imposibles para un humano; pero…. ya no lo hacía -su alma no ah cambiado- eso lo sorprendía, cabía la posibilidad de que ocurriera pero no había indicios de eso, seguía teniendo ese aroma tan delicioso inclusive se atrevía a decir que cada día era más irresistible.

Quería tener a su azulino amo cerca, lo extrañaba, desde los sucesos de la piscina ya no lo veía, no le sirvió sus preciados dulces y mucho menos lo arropó… era tan nostálgico. Tal vez ese día podría verlo, tal vez ya no estaba asustado -mierda-  se arrepentía de haberlo hecho huir, fue su culpa que el pobre niño saliera despavorido de la piscina -siendo un mayordomo de la mansión Phantomhive ¿cómo no podría hacer que mi amo me perdone?-  se levantó decidido, tomaría una ducha y le daría una sorpresa a Ciel con su desayuno preferido: hot cakes y té francés.

 

Los molestos rayos del sol se colaban por las cortinas posándose en el rostro de Ciel quien despertó con pereza ante la iluminada habitación. Seguía con los putos shorts que le traían recuerdos perturbantes para un niño, aunque no podía negar lo bien que se sintió. No vio a Sebastian desde “eso” y no pensaba hacerlo, lo evitaría a todo precio, quedarse ahí no era una opción, así que tomaría un baño, se vestiría y buscaría el desayuno. El resto del día lo pasaría en la playa -perfecto…

-AHHH ESTO ES IMPOSIBLE!!- el agua está fría, moriré congelado -maldito Sebastian ¿cómo mierda haces esto todos los días?- ya lo intenté y no logro que la puta agua sea apta para el baño -no me queda de otra- fui en busca de ayuda, los empleados deberían hacer esto no yo, los pasillos, vacios, no había nadie -diablos- di la vuelta, no tengo ganas de pasar mi día buscando a un sirviente.

-Ohh… es usted ¿necesita algo?- una voz familiar lo hizo voltear, era el tipo de aquella vez, el que lo ayudo. Vestía una camisa blanca y unos shorts beige, de hecho no se veía mal, su pelo castaño, su piel morena y sus ojos miel causaban una sensación acogedora, como la de un hermano o un amigo.

 -Eh… si, el agua de la bañera está fría- dijo con reproche, un lujoso hotel como ese debería tener agua caliente -mi habitación esta por allá- señaló hacia el lugar.

 

Tocó la puerta esperando a que su bocchan le dejara pasar, una, dos, tres y hasta seis veces -nada- en su mente la imagen de un Ciel enojado le hizo perder el control y de un golpe la abrió buscando con la mirada al susodicho pero no encontró a nadie. Entró al baño -tal vez intento bañarse y se quedo dormido- pensó en lo tierno que se vería el azulino en ese estado, cada vez el gran demonio se volvía más blando, ya no tenía ganas de burlarse de él y mucho menos de volver a asustarlo.

Lástima, tampoco estaba ahí, lo que si sabía era que el niño intentó preparar la bañera, de una forma muy torpe, la evidencia: el lugar estaba inundado -tendré que limpiar su desorden- con gran maestría dejó impecable el baño, utilizando sus poderes demoniacos se tardó menos de lo que esperaba.

Como toque final preparó la bañera: agua caliente, pétalos de rosas y velas aromáticas. Su imaginación tomó rienda suelta, el hermozo cuerpo de Ciel tan suave, tan delicado, dentro de esa pura agua, se le derretía la boca... quería ese cuerpo. (Sebby perver XD) Sabía que el azulino volvería, su olor todavía era fuerte además dejó la puerta sin seguro. Tomó la bandeja, la depositó en la cama -para usted mi querido bocchan- y dejó el lugar.

 

-Por cierto mi nombre es Jack… ¿sería descortés preguntar qué ocurrió ese día?- el empleado tenía mucha curiosidad, parecía joven, imposible que tuviera más de 20.

-No es algo de lo que quiera hablar- el conde no se inmutó y siguió caminando hasta llegar a su habitación -esta es.

-¿Suit 801?... espere ¿es el conde Phantomhive?- quedó totalmente sorprendido, ese niño que encontró todo desaliñado era un aristócrata y no cualquiera, la mismísima reina de Inglaterra hizo las reservas a su nombre, tenía que ser una persona muy importante.

 -¿Eh?... si- ingresó seguido del impresionado chico que por lo visto todavía no lo asimilaba. No tardó mucho ya que la voz del niño lo despertó -no hay nada que arreglar, parece que alguien más lo hizo.

-Oh… cierto, todo está en orden… que extraño… bueno si necesita algo llámeme- le mostró una sonrisa muy fraternal y salió de la suit.

Ciel no necesitaba investigar y mucho menos explicaciones, sabía exactamente quien había hecho tal hazaña -estúpido demonio- su mayordomo no lo dejaría en paz, a pesar de eso no le molestaba, tenía su baño listo y un delicioso desayuno a su espera.

 

 

Todavía era temprano, el clima era esplendido así que decidió salir a caminar, quizás hasta exploraría la isla para encontrar gatitos, ya los extrañaba, hizo prometer a MeiRin que los cuidaría en su ausencia, pero más era su preocupación que su alivio porque dicha persona se encargara de ellos. Caminó en frente del espejo percatándose de que su ropa obviamente no era la adecuada, buscó entre sus cosas algo que le sirviera -esto puede ser- un short negro que no sabía que tenía y una camiseta color guinda, esa ropa jamás la había utilizado, no le agradaba mucho la idea de cambiar su apariencia, un mayordomo no se podía vestir de esa forma pero no tenía otra opción, con solo pensar en el candente sol sus inquietudes se disipaban dando paso a un aura optimista.

 

-No pienso quedarme aquí, saldré y me distraeré un poco- la falta de Sebastian hacía que Ciel hablara solo, era la quinta o cuarta vez, si seguía ahí encerrado se volvería loco como ese pervertido shinigami de cabellos escarlata.

Estuvo a punto de dejar el lugar cuando escuchó la puerta del al lado abrirse -mierda- retrocedió un poco rogando que pasara de largo, sus plegarias fueron escuchadas, el sonido de los pasos del azabache se alejaba, entonces lo llenó una inmensa curiosidad de a dónde se dirigía, abrió la puerta silenciosamente sacando la cabeza con timidez. La figura perfecta de Sebastian lo dejo embobado, en esos años juntos jamás lo vio con otras prendas que no fueran su uniforme. Fue cuando bajó la mirada -jodida ropa- cerró la puerta, se cambió rápidamente y salió desesperado.

 

En la puerta principal del hotel Aloha Paradise un niño de mirada decidida y tiernas facciones vestía un chaleco blanco con un listón del mismo color que sus pantaloncillos azules, a la vista de todos él no era cualquier persona, nada más y nada menos que el perro de la reina.

El fresco aroma del mar los acompañaba, dos seres que caminaban por distintos senderos, podría decirse que por una simple casualidad sus vidas fueron unidas, pero no, fue obra del destino. Simplemente en ese momento se detuvieron, cada uno por un lado observando a un mismo punto, de entre tantas cosas se fijaron en una pareja: la chica era pequeña, de larga cabellera rubia y hermosos ojos celestes; el chico, de contextura normal, cabello castaño y gran sonrisa. Un momento romántico para ellos, el chico la observaba con dulzura mientras ella se ruborizaba por tal acto, sus manos se entrelazaron, del bolsillo el castaño sacó una pequeña cajita, la rubia se quedó estática mientras él la abría, ella lo abrazó y se dejo poner el brillante anillo, finalmente sellaron en sus corazones ese momento con un beso dulce y apasionado.

Los dos seres que observaban a la distancia recordaron al otro, deseaban tanto un momento como ese, el azulino tenía la mirada perdida quien sabe dónde y el azabache solo pudo dar un suspiro de desilusión. Ambos pensaban en el cariño que le tenían al otro, ambos se dieron cuenta de lo mucho que se necesitaban.

-Iré a hablarle- Ciel sabía lo que tenía que hacer, esta vez no se arrepentiría de lo que ocurriese, lo afrontaría y le dejaría las cosas claras a Sebastian.

-Bocchan, no puedo soportarlo más, tiene que saber lo que siento- dio media vuelta pero alguien lo detuvo -¿eh?...

 

 

Notas finales:

Por fin... hasta que se dieron cuenta de que necesitaban al otro ññ, se viene lo romántico... nos leemos en el proximos cap. , como siempre adoro sus reviews, espero que les haya gustado, cuidense y sonrian.

-MarcyRed


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