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Descanso Prohibido por MarcyRed

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Notas del capitulo:

Estoy de vuelta mis hamsters ^u^ los haré sufrir con este cap. muajajaja (ok no .-.) deben de odiarme por no actualizar rápido pero ya me conocen en ese aspecto, soy terrible. Son vacaciones y estoy de viaje, sip no volveré a casa pronto, así que no sé cuándo volveré a tener internet TT-TT sufro. Pero buee… ya me las arreglaré.

Los personajes no son míos y bla bla bla (ya saben lo que sigue XD) gracias Yana Toboso.

---ENJOY---

CHAPTER 6


PUTOS CELOS


 


-- SEBASTIAN --


 


-No me importa- me bajó los pantalones y con avidez metió sus manos en mis boxers tocando mi miembro, a lo cual mi rostro reflejó algo parecido a una combinación entre asombro y temor, tal comportamiento me estaba preocupando, por lo menos los primeros segundos, luego mi mente dejó de lado todo y se entregó al placer, ese placer de estar en la boca de mi bocchan.


 


-- CIEL --


 


Me sentía… caliente …creo que esa es la palabra que más se adecua a aquella sensación que me envolvía haciéndome perder el control de mis acciónes. Sin notarlo ya estaba encima de Sebastian repartiendo besos y caricias en su cuello, mientras él tenía un rostro de ¿preocupación? un momento ¿qué me pasa? Este… este no soy yo, mi subconsciente rogaba por una explicación pero mi cuerpo mandaba todo uso de razón a la mierda.


En un parpadear mis manos recorrían el gran miembro de Sebastian bajo sus boxers, parecía deseoso de caricias, así que sin pensar en las consecuencias lo engullí de golpe logrando que tocara mi garganta.


 


-Ugh… nh… - no creo que Sebastian haya previsto aquel acto de locura pues gruñidos escapaban de su boca. Provocar a un demonio es un error que lastimosamente volví acometer.


-Auch… despacio- sentí como mi cuerpo dejaba la arena (sé que lo malpensaron XD) los fuertes brazos de Sebastian me apretaron para que no cayera durante nuestro escape de unos curiosos, inoportunos y muy estúpidos turistas que se acercaban a nosotros.


-Lo siento- musitó con la respiración agitada.


 


Me llevó hacia el comienzo de lo que parecía la parte frondosa de la isla, osea donde hay palmeras y plantitas, depositándome entre un montón de flores.


 


-¿En qué estábamos?- preguntó con esa picardía en su mirada escarlata.


-No lo sé- empecé a bajar con mi mano desde sus labios hasta su erección –mmm… creo que aquí-  lo toqué con desesperación mientras le quitaba los boxers y lo volvía a meter en mi boca, lamía, besaba, jugaba y mordía, su hombría estaba a mi merced. Pero no solo era eso, sino también el propio Sebastian quién tenía una cara de satisfacción.


-Ci…ciel…ugh- no pudo terminar de hablar ya que se corrió en mi boca llenándola de ese líquido caliente y exquisito.


-Por lo menos avisa- le reclamé fingidamente mientras lamía mis dedos salpicados con su esencia.


-Lo hice… además no parece disgustarte- levantó mi rostro depositando un dulce beso en mis labios -dime, ¿cómo puedes mamar tan exquisitamente?- nunca se cansa de molestarme.


-Es como comer un dulce, no exageres- su comentario hizo que mis mejillas tomaran un color carmesí.


-Me encanta cuando te sonrojas- me miró con burla.


-Cállate! Ahora si tendrás tu castigo!- lo empujé cayendo sobre él, lo haría sufrir, con malicia moví mi trasero de una forma seductora sobre su entrepierna. Eso fue suficiente para volver a ponerlo duro –es tu turno de darme placer- sentencie.


-Con gusto- se inclinó quitándome las prendas de abajo con agilidad para poder lamer mis piernas.


-NO!! ASÍ NO!!- le repliqué jalando del cuello de su camisa robándole un beso, fue cuando aproveché para posicionarme encima de su miembro penetrándome de una forma para nada delicada, los ojos de Sebastian se abrieron desmesuradamente al sentir mi interior, arrancándome un gemido de placer absoluto. No había sido preparado y ya estaba moviendo las caderas, definitivamente algo estaba mal en mí.


-Boc… bocchan ¿se encuentra bien? lo que menos  quiero es hacerle daño- me observó con intriga.


-Estoy bien ahora muévete- le dije con impaciencia, realmente lo necesitaba.


-Como or…dene- su voz reflejaba nuestro deseos mutuos por tener una noche de pasión, y con el inminente peligro de que los turistas nos encontraran en pleno juego la situación se volvía cada vez más excitante.


 


Al inicio sus estocadas fueron lentas, me estaba torturando con esos patéticos movimientos a lo que tuve que incitarlo moviendo mis caderas con rapidez para que su lado demoniaco saliera a flote, no tardó mucho, ya que cada embestida se volvía más brutal y salvaje que la anterior, llenas de ferviente lujuria liberada desde las profundidades del infierno.


 


-AH!! AHH!! SEBASTIAN ES AHÍ!!- una de esas deliciosas estocadas tocó mi punto llegando al tope de la cordura. Empecé a gritar de forma escandalosa, si seguía así os encontrarían, así que Sebastian me calló con un apasionado beso. Ese era mi dios del sexo.


 



 


Bajo un bello cielo estrellado dos seres se abrazaban entre arbustos adornados con flores. No necesitaban nada más que el simple y reconfortante calor del otro puesto que se amaban, era un amor… prohibido, no solo por el hecho de ser hombres sino también el hecho de ser amo y sirviente, humano y demonio.


Tal amor era puro e irónicamente angelical, o eso era lo que ellos creían. Ajenos a los sucesos que acontecerían disfrutaron de ese momento mágico cubiertos por el aroma del mar.


 


A unos kilómetros de Hawaii, un barco se aproximaba, su origen: Inglaterra; sus pasajeros: gente normal, aristócratas vacacionando y un par muy inusual, su sola presencia ya era un tema de conversación entre los presentes.


 


-Que emoción!!- saltó de alegría uno de ellos.


-Pronto amanecerá, volvamos.


-Que aburrido… está bien, pero solo porque muero de sueño.  


-Seguro, seguro… vamos.


 


Mientras tanto en Hawaii, Ciel y Sebastian decidieron romper el silencio de la noche con una ¿discusión?


 


-Ya basta con eso, no estoy celoso solo era una pregunta- Sebastian se excusó, pero eran obvios sus celos.


-No puedo creer que mencionaras a Jack- Ciel no estaba para nada a gusto con las acciones tan sobreprotectoras de su mayordomo –y todavía después de hacer “eso”.


-Pues perdón por preocuparme por ti, no sabes sus intenciones- el azabache ya se estaba cabreando, con solo escuchar el nombre del tipo tenía ganas de matarlo.


-Tampoco me interesan cuales sean- ¿tan inconsciente podía ser Ciel? Pensaba Sebastian al escuchar esas palabras –te comportas como un niño.


-Tu eres el niño- contra atacó Sebastian. Un momento ¿acaso le dijo niño?, de por sí a Ciel no le agradaba tal palabra, era como una ofensa.


-Entonces ¿qué haces conmigo? ¿por qué no te buscas a una mujer?- amaba mucho a Sebastian pero no controló lo que dijo hiriendo los sentimientos del demonio. Pronto se arrepintió de esas palabras –no… no es lo que quise decir.


-Ahórratelo, te haré caso, las mujeres me buscan, no necesito hacerlo yo... - al oír eso a Ciel le dolió el corazón inmensamente, pero no era el único, cada palabra que Sebastian articulaba lo hacía sentir como el ser más estúpido que haya podido existir –así será más fácil para ti estar con ese tipo.


-No digas eso… yo… yo… te am…- no pudo terminar de decirlo.


-YA DEJALO!!!- las emociones que tenía el azabache eran confusas y no estaba en condiciones de pensar bien lo que hacía.


 


Sebastian se vistió en unos segundos dejando a un azulino con la mirada perdida en la nada, Ciel tenía tantas ganas de llorar y llorar hasta que los molestos rayos del sol se asomaran marcando el fin de esa triste noche, pero algo en él le decía que fuera fuerte, no se derrumbaría tan fácilmente, echarse la culpa no era la solución y tampoco a los jodidos celos de Sebastian.


La noche de amor que tuvieron se fue a la mierda, ahora ¿qué haría?, Sebastian lo odiaba, el ser que tanto amaba lo dejó tirado a su suerte entre las palmeras que lo cubrían. Con su corazón partido en pedazos se vistió con dificultad despidiéndose de ese lugar para luego alejarse cabizbajo a su lujosa suite.


 



 


-Por fin, ya me aburría de esperar- estiró su cuerpo.


-¿Y bien?- observó el otro rostro con intriga.


-Justo como lo imagine- sonrió – esta noche lo estrenaremos.


-Que insaciable, lo esperaré con ansias.


 


Esa era una promesa que esos seres estaban dispuestos a cumplir, después de todo ninguno se quejaba, estaban felices con su vida llena de amor, lujuria y deseo, pues eso era lo que los caracterizaba.

Notas finales:

PREGUNTA: ¿Quiénes creen que sean los misteriosos seres? Y nop, no son extraterrestres del planeta feromonas (Kaichou wa maid-sama ññ)

Buee Ciel no fue el seme pero no importa, tarde o temprano lo será ewe

Y ya seremos 3000, moriré de felicidad, veo duendes vomitando arcoíris, es traumante pero genial jajaja

Nos leemos luego, saludos desde la playa.

-MarcyRed

 


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