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Descanso Prohibido por MarcyRed

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Notas del capitulo:

Hola otra vez, aquí esta la conti. prometí lemon y aquí esta, es la primera vez que escribo uno asi que perdonen si no es muy bueno. Trate de hacerlo mas largo y estoy contenta con los resultados, fue dificil pero lo logré. Espero que les guste.

Los personajes no son mios y bla bla bla gracias Yana Toboso.

--Enjoy--

Chapter 2

Delicioso

El candente y sofocante sol iluminaba la basta y enorme cantidad de arena que se encontraba con un hermoso océano de aguas cristalinas las cuales danzaban en un vaivén al compás característico de un lugar como ese. Unas largas y altas palmeras le daban color al paisaje digno de una foto en conmemoración de una vista tan exquisita. Las personas no eran ajenas a tanta belleza por lo cual disfrutaban al máximo lo que la naturaleza les otorgaba, con extravagantes trajes hechos puramente con hojas de palmeras y flores, mostraban su cultura danzando junto al mar mientras los asombrados turistas se acercaban en busca de un momento grato y único.

Toda esta escena era observada por un niño y su mayordomo, quienes tras un largo viaje por fin llegaron a su destino, dándose con la sorpresa de que el lugar era mucho más hermoso de lo que mostraban las fotografías. Esas sí serían unas memorables vacaciones, de eso no cabía duda, pero algo les incomodaba en el preciso momento en el que pisaron la arena blanca.

-No puedo respirar, la temperatura debe ser muy alta- se quejó el niño quitándose su abrigo y sombrero -ciertamente joven amo, permítame- el azabache tomó las prendas de Ciel mirándolo con dulzura, ya que el conde estaba ruborizado y con un semblante muy provocativo. El demonio recordó la primera vez que lo vio así, se quedó anonadado con esa mirada azulina que no dejaba de posarse en él. Si el pobre niño no hubiera estado enfermo y con una terrible fiebre no se hubiera dado cuenta de lo tierno que podía llegar a ser su amo cuando se encontraba indefenso.

-Sebastian…deja de soñar y ponte a trabajar- lo despertó con el ceño fruncido y un tono de molestia -perdone Bocchan- levantó el equipaje y continuaron su camino. La reina se ofreció a contratar un guía y algún transporte pero el terco conde se negó rotundamente -su majestad ya hizo mucho, lo único que necesito es un mapa con la ubicación.

-Amo… ¿hacia dónde está el hotel?- Sebastian estaba cansado, sus pasos se dificultaban  con la superficie irregular de la arena y el sol no ayudaba en nada. Ya había pasado media hora y no hallaban el lugar donde pasarían su estancia.

-No lo sé, este mapa es inservible- se excusó el niño. El azabache se asomó para encontrar el error, no era posible, siendo un aristócrata de conocimientos bastos para su edad cometió una equivocación humillante para su clase.

-Lo tiene al revés- giró el mapa y se dio cuenta, sus mejillas carmesís lo delataban, que vergüenza, Ciel quería que se lo tragara la tierra en ese momento. El demonio reía por lo bajo, esa escena era muy hilarante.

 

Cuando por fin llegaron al hotel, Ciel le ordenó a Sebastian que los registre mientras él descansaba disfrutando del aire acondicionado del vestíbulo, precioso y refrescante aire frío, cuánto lo necesitaba, fue cuando su error se le vino a la mente, ahora estaba inquieto con solo recordar la risa de Sebastian, sentía debilidad. Maldito, él es un sirviente ¿cómo se atreve a burlarse de su amo?, merecía un castigo, de eso se encargaría después, era momento de relajarse y esperar a ese demonio.

-¿Por qué se demora tanto?- susurró buscando a su mayordomo entre la gente. Empezó a desesperarse con solo recordar la última vez que ese ser lo dejo solo, su semblante cambió de desinteresado a preocupado. ¿Es uno de sus juegos? ¿quiere joderme el día? ¿está escondiéndose? ¿ya no quiere mi alma? pues él se la pierde… desgraciado, maldito, te odio Sebastian Michaelis, eres un ser despreciable y un…

-Bocchan- lo interrumpió una dulce voz -aquí está la llave de la suite, su majestad reservó dos habitaciones contiguas, espero que no le moleste- el niño se quedó petrificado, sacando conclusiones ilógicas antes de tiempo, que patético, ese era uno de sus días pesados.  Sebastian por su parte pudo notar pudo notar la desesperación del conde mientras se acercaba, lo que no esperaba era el incómodo silencio que se dio por unos buenos minutos.

-Amo… amo- agitó su mano para que reaccionara -amo ¿se encuentra bien?- sin conseguir una respuesta, pero…

-Yo… yo… ¿dónde estabas? no te atrevas a repetirlo, camina- se levantó quitándole las llaves de la mano, bocchan regresó, que inusual comportamiento, pensaba el demonio.

 

SUITE 801 – CONDE CIEL PHANTOMHIVE

Solo era necesario girar la perilla para que el olor a vainilla se sintiera, una colorida alfombra daba paso a la increíble cama, que para el azulino era aún más inmensa de lo que parecía, adornada con almohadas negras y azules daba un toque moderno al lugar. Pero no era lo único que llamaba la atención, la vista que otorgaba el balcón era envidiable de tantas maneras, digna de una suite reservada por la realeza, con la inmensidad del mar tan cerca. Como toque final un candelabro suspendido en medio de la habitación, ¿quién no quisiera pasar sus vacaciones ahí?. El asombro de los dos seres era inevitable, inclusive para un demonio de más de mil años.

-Lo dejaré descansar, si me necesita estaré al lado- Ciel se acercó a la cama tumbándose en las suaves sabanas, el azabache no dejaba de seguirlo con la mirada -vendré a buscarlo para el buffet- hizo una reverencia y salió del lugar sin percatarse de que el niño ya estaba dormido.

 

Ciel despertó con pereza, tenía hambre -perfecto- tendría que buscar comida, que pereza, se arregló y salió en busca de algo dulce. No encontraba el lugar, tal vez debió buscar a Sebastian, pero esa idea de verse débil ante él se lo impedía, no podía rendirse. Después de preguntar a todo el personal dónde estaba el dichoso buffet por fin lo halló. Apenas ingresó un mozo lo invitó a tomar asiento explicándole la carta, a lo que el azulino, gracias a su curiosidad, optó por una bebida.

Mientras tanto en la suite 801, Sebastian buscaba al niño sin tener resultados, el único lugar donde podría estar era en un lugar con dulces -bingo- el buffet. Tal y como lo supuso el conde estaba sentado con una copa en mano, tiene 13 y ya se cree con la edad suficiente para algo así, se burló el demonio. Sigiloso se aproximó, como si fuera un felino; pero antes de sorprenderlo la copa cayó de su mano.

El mozo mencionó muchos nombres raros, así que elegí el que sonara más llamativo, DEIJILL TROPICALE, no presté atención a lo que contenía, no me interesan los ingredientes solo el resultado. A los pocos minutos ya tenía a copa en mano, decorada con una rodaja de limón al estilo hawaiano. Su sabor magnífico, dulce y de un buen aroma, sin duda me gustaba. Ya estaba por la mitad cuando la temperatura de mi cuerpo aumentó -posiblemente contenga alcohol- pensé, pero las cosas empeoraron, mi respiración aumento su ritmo, me sentía inquieto, mi rostro estaba quemando y lo peor, mi mente imaginaba cosas.

-Sebastian- recordé a mi mayordomo, todo, desde su hermoso cabello azabache hasta sus esbeltas piernas, sus cálidas manos, su rostro perfecto, su tersa voz, su hipnotizante mirada, ese bien formado torso, sus fuertes brazos, esa exquisita piel, el gran bulto en sus pantalones… -¿pero qué?- ¿en qué estoy pensando? no puede ser, ja esto solo es consecuencia de lo cansado que estoy, hasta tengo alucinaciones uhummm alucinaciones… noooooo… ¿qué sucede? tranquilo Ciel, respira y calma tu mente. Estaba temblando y sin darme cuenta solté la copa.

El sonido que provocaban los cristales al desprenderse llamó la atención de dos seres, los mozos estaban tan ocupados que no prestaron atención a lo sucedido. El azulino avergonzado y ¿excitado? Se agachó para recoger su desastre topándose con unos ojos carmesís, su mano rozó con la del otro haciendo que su rostro se pusiera aún más rojo si es que eso era posible, un cosquilleo recorrió su cuerpo, quería…tocarlo, sentir su cuerpo junto al suyo, tener esos labios solo para él, ¿cómo podía pensar en eso? la vergüenza le ganó y salió corriendo ante la mirada de muchos curiosos, dejando a un azabache confundido y extrañado por tal acción.

 

Ciel corrió todo lo que pudo, ya estaba oscureciendo y no sabía dónde diablos estaba, seguía con esa penosa sensación, tenía que tranquilizarse, observó a su alrededor, no podía encontrar algún indicio de que estuviera cerca del hotel, poco a poco el sol se ponía, el último rayo, la única esperanza de encontrar el camino. Tras estar perdido por una hora decidió quedarse cerca de la piscina ya que era el único lugar con luz que había encontrado, increíblemente no se divisaba ni un alma -esto es Hawaii, debería de estar repleto de turistas perdidos- se quejó, ya no sabía si seguir buscando o quedarse ahí a pasar la noche. Se quitó la camisa y los zapatos quedando únicamente con el short y su parche, a pesar de haber oscurecido seguía haciendo un insoportable calor o quizás era él, después de todo su cuerpo estaba experimentando sensaciones nuevas, aún le fastidiaba ese bulto en sus shorts que con cada roce le arrancaba un gemido. Realmente necesitaba a su mayordomo.

-Sebastian- susurró hacia el cielo estrellado.

-¿Me llamo, amo?- la esbelta figura del azabache salió desde las sombras asustando al niño.

-¡No me asustes maldito demonio!- pese a su enojo ya no lo soportaba más -S…sebastian a…arregla esto- dijo con la cabeza gacha señalando su entrepierna, sonó más como una orden que como una petión.

El demonio se había percatado de la condición de su amo, evitando en lo posible no romper en carcajadas, siendo un mayordomo de la familia Phantomhive ¿cómo no podría hacer algo tan simple como eso?. Pese a esto decidió torturar un poco al pobre niño que suplicaba porque “su Sebastian” lo ayudara. De un tirón le quitó las prendas faltantes, regadas quien sabe dónde, y con lascividad miró al “amiguito” de Ciel, realmente rogaba por atención. El azulino volteaba disimuladamente para que no le viera el rostro, para él era inconcebible mostrarse en ese estado ante cualquiera pero esta vez el azabache sería la excepción. Tomó el miembro de Ciel entre sus manos y lo engulló completamente, succionando y lamiendo. Ese nivel nunca antes  conocido por el niño lo llevó al cielo irónicamente, ya que su alma ya pertenecía al infierno. Los gemidos salían de la pequeña boquita del conde, muy sonoros, ni siquiera se contenía un poco. Jalaba los cabellos negros tratando de aumentar el ritmo, consiguiendo que el otro lo mordiera rudamente.

-¡Ahhh…! n…no muer…das- jadeaba entrecortado, sus palabras casi ni se entendían, Sebastian se reía por dentro, era hora de subir de nivel, humillaría a su amo tanto como quisiese. Lo levantó sentándose en su regazo, el niño torpemente intentó quitarle la ropa, a lo que el mayor tuvo que ayudarle.

Sin las molestas prendas Ciel tenía a su merced al sexy y sensual Sebastian Michaelis, su cuerpo le pedía más, comenzó con pequeños besos en su cuello, luego siguió con su pecho y así lentamente hasta llegar al “amigo” del mayor.

-Mierda…es enorme, maldito Sebastian ¿cómo te atreves a tenerlo así?- pensó mientras observaba el lugar, el azabache aprovechó e intentó ponerse encima de su amo, con lo que no contaba era que al rodar cayeron a la piscina, la verdad es que el gua podía ayudar un poco, sonrió con malicia mientras atraía al niño, quien trataba de mantenerse a flote, lo jaló con fuerza y sus labios se encontraron, la inexperiencia del conde era notoria pero eso no era problema para la lengua de Sebastian, quien se abrió paso invitando a Ciel, quería jugar casi tanto como el azulino, quien no estaba quieto sino que tocaba desvergonzadamente cada rincón del cuerpo de su mayordomo. El demonio no se quedaría atrás, acarició la espalda suave de su amo bajando lentamente hasta su entrada, no tuvo que pensarlo dos veces, metió dos dedos sacando un grito de dolor por parte del otro, esto no solo estremeció al niño sino que lo devolvió a la realidad, como si hubiera estado teniendo un sueño muy pecaminoso, que poco a poco se volvía una pesadilla. ¿Pero qué mierda estaba haciendo? Perdería todo su orgullo si el mayordomo lo tomaba -jamás- empujó al azabache e intentó llegar a la orilla lo más rápido que su pequeño cuerpo le permitía. Salió del agua, tomó sus cosas y comenzó una carrera hacia un lugar desconocido. El mayordomo se quedó sonriente, logró asustar a su amo, eso sería suficiente para que retomara su semblante típico.

 

No podía respirar, su corazón latía muy fuerte, medio desnudo seguía corriendo, tenía el presentimiento de que lo seguían, su cuerpo ya no daba más, giró para asegurarse de estar solo y que solo fuera su mente. Cayó al suelo golpeándose -maldita sea- levantó la vista encontrándose con una figura masculina -me atrapó.

Notas finales:

PREGUNTA: ¿Quién creen que es la figura masculina? 

Espero que les haya gustado, como siempre me alegran sus reviews. Estaba pensando en integrar mas personajes (Wil y Grell) ¿les gustaría?. 

Bueno cuidense, hasta pronto ^u^.

-MarcyRed


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