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Egoísta Navidad por Laia16

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Notas del capitulo:

Especial Junjou Egoist de Navidad


Ojala les guste ^^

Los protagonistas son esta vez, nuestra pareja egoísta.

Hiroki dormía plácidamente en el amplío sofá del salón de su apartamento, su pareja el doctor Kusama Nowaki había salido a trabajar, hoy le tocaba turno de noche. Eso al principio molestó a su pareja, pues era Navidad y quería disfrutarla juntos, pero como adulto que era, comprendió que nada se podía hacer.

 

El joven profesor soñaba en su infancia, más que un sueño era un cumulo de recuerdos, recordaba su décima Navidad. Sus padres lo habían colmado de regalos: Peluches, muñecos, incluso una gran maqueta. Pero eso ya no le satisfacía, contaba con el cariño y aprecio de sus padres, los cuales eran atentos con él.

Pero desde hacía días se preguntaba por el muchacho de triste rostro que había conocido unos meses atrás, parecía un muchacho triste y se comportó egoístamente hablando solamente de sus problemas. Se preguntaba como estaría pasando la Navidad, que regalos tendría o incluso si se volverían a ver en un futuro.

Le gustaría poder comparar sus regalos o al menos, poder hablar de nuevo con ese niño.

¿Pero como hacerlo si ni siquiera sabía su nombre o su dirección? Solo tenía diez años y no tenía la independencia de poder ir a buscarlo.

 

Aunque fuese absurdo, le preguntó a sus padres si conocían a ese niño.

 

-  Papá, mamá, ¿conocéis a un niño de mi misma edad que es un poco más alto que yo y que es...moreno?

-  Hiroki, cualquier niño es más alto que tu y casi todos los niños en Japón son morenos – le respondió su madre con simpleza

-  Pero tiene los ojos azules, eso no es tan normal en Japón, lo vi por primera vez en el parque, lo vi en el parque, por lo tanto, tiene y debe de vivir cerca – insistió Hiroki

-  Pero, ¿como se llama? Al menos sabrás su apellido, ¿no? - Preguntó su padre dejando el periódico que estaba leyendo encima la mesa

-  No, no lo sé, no lo conozco, no lo volví a ver, pero es que fui egoísta, quiero disculparme, solo le hablé de mis problemas...y quiero... - vio su peluche que recién le había regalado su madre - ¡Quiero regalarle este peluche para Navidad! ¡La Navidad tiene que ser especial! ¡Esa será mi disculpa!

-  Hiro-san, sabes que es imposible, es muy tarde, acaban de dar las ocho de la noche, ¿donde piensas buscarlo? Puede que incluso ya no viva por aquí – le intentó calmar con suavidad su madre

 

Hiroki se sentía impotente y enojado con si mismo y con sus propios padres. Parecía que no entendiesen su sentir. Quería encontrar a ese muchacho y disculparse adecuadamente. Debía pensar rápido y encontrar alguna excusa para salir de casa y al menos poder inspeccionar un poco las calles.

 

-  De acuerdo, entonces...¿Porqué no salimos a cenar fuera? ¡Quiero comer una enorme hamburguesa! - bromeó Hiroki con una gran y falsa sonrisa

-  Tu padre y yo hemos decidido hacer una cena tradicional en casa – le recordó su madre – Por favor, tengamos una Navidad feliz

 

El menor no estaba de acuerdo, así no podría encontrarlo, quería salir de casa, al menos así tendría una oportunidad.

 

-  Por favor, quiero salir...quiero cenar fuera, mañana ya cenaremos en casa y comeremos la comida que hoy no comamos – le pidió casi suplico el menor

Ambos padres se retiraron un momento para hablar del tema a solas. Llegaron a un acuerdo y aceptaron la idea de su hijo, al fin y al cabo, la Navidad era para disfrutarlo en familia.

 

-  De acuerdo, vamos a cenar a un restaurante...Pero con una condición, no comeremos hamburguesa, hay otros días para comer ese tipo de comida – le dijo su padre

-  ¡Yo quiero hamburguesa! ¡Con papas! ¡Con cola! - insistió Hiroki olvidando por un breve momento la verdadera razón de salir de casa

-  No comeremos hamburguesas, comeremos comida tradicional japonesa – le recordó su madre apoyando a su esposo

-  ¡Hamburguesa! ¡Hamburguesa! ¡Hamburguesa y papas! - insistió nuevamente hasta el punto de volverse un tanto insoportable

 

Al final los adultos volvieron a ceder frente a los antojos de su consentido hijo. Era normal, era Navidad y por un día los pequeños mandaban en sus casas. Además, Hiroki se había esforzado mucho en sus estudios y en sus tareas extracurriculares. Se merecía un premio y por eso aceptaron ir a comer hamburguesa.

 

Los tres salieron de la residencia Kamijou, caminaron un buen rato, Hiroki iba dando saltos de alegría, tenía la sospecha o la corazonada de que encontraría a ese niño. Pero con el transcurrir de los minutos parecía que todo había sido en vano.

 

Cuando llegaron a la hamburguesería, el pequeño castaño estaba desganado, no tenía apetito ni siquiera tenía sed y eso era raro pues habían caminado bastante. Su rostro entristecido preocupo a sus padres parecía que en cualquier momento se iba a poner a llorar. Al terminar de cenar, Hiroki se adelanto a sus padres saliendo unos minutos antes que ellos que aún debían pagar la cuenta y ponerse los abrigos. Al salir del restaurante, vio a lo lejos un muchacho casi idéntico al niño que había conocido en el parque. Pero no estaba seguro que se tratase del mismo niño por que estaba despaldas, con dos adultos que sospecho se trataban sus padres.

 

Sin pensarlo dos veces Hiroki echo a correr, los autos pasaban justo por su lado, pero al menor eso no le preocupo, solo le interesaba correr y poder llegar a alcanzar a ese muchacho. Un auto deportivo de color rojo pasó tan cerca suyo que incluso el pequeño niño temió por su vida, soltando el osito de peluche que tenía en sus manos y viendo como los neumáticos destrozaban el hermoso rostro del peluche de felpa.

 

“¡Esa era su peor Navidad!”, pensó el pequeño castaño, el regalo que planeaba regalarle a ese niño se había echado a perder. Con lagrimas empapando su infantil rostro siguió corriendo y por fin pudo alcanzar a ese muchacho.

 

-  ¡Oye tú! - le llamó la atención a ese desconocido - ¡Te lo digo a ti, niño!

Ese niño volteo su rostro al escuchar la voz de otro niño a sus espaldas, fue entonces cuando Hiroki se alegro por primera vez en todo el día. Sus ojos se encontraron, unos azules y otros marrones.

 

-  Esto...Nos vimos hace...¿dos meses? Fue en el parque, ¿recuerdas? - preguntó un poco indeciso Hiroki

 

El otro muchacho pareció dudar unos segundos aunque para Hiroki fueran minutos. De repente el rostro del otro muchacho cambió a uno de sorpresa. Había recordado ese encuentro en el parque. Pero los padres del muchacho de ojos azules se interpusieron en ese bello momento.

 

-  ¿Lo conoces Nowaki? - preguntó una joven mujer de larga melena oscura y negra pero de ojos marrones

-  Nop, bueno, en realidad no mucho...nos conocimos en el parque, fue el chivato que llamo al policía que paseaba por ahí en ese momento y gracias a él me llevaron a comisaría – les explico a sus padres a modo de reproche – Pero también fue amable, me regaló un caramelo...

-  Me llamo Hiroki Kamijou...¡Encantado de conocerles! - se presentó formalmente el menor castaño – Yo...quería disculparme, fui egoísta y desahogue mis problemas con...¿Nowaki? ¡Perdoname! Tengo un regalo para ti...Es...

 

Pero no pudo concluir la frase, recordó en ese momento que su hermoso osito había quedado destruido, incluso le daba vergüenza seguir cargando con lo que ahora era un montón felpa destruida. Pensó rápidamente en alguna otra alternativa pero nada le venía a la cabeza, pero tampoco quería mostrarse infantil y débil, no quería volver a llorar.

 

-  Tranquilo, fue un placer hablar contigo, no necesitas disculparte – le dijo Nowaki con una tierna sonrisa

-  ¡Pero fui egoísta! Etto...¿Te invito a dormir una noche en mi casa? - pensó que quizás sonaba raro pues recién se habían conocido formalmente

 

Por suerte sus padres llegaron en ese momento, fue un alivio pues Hiroki no sabía que regalarle a ese muchacho a modo de disculpa. Aunque los padres de Hiroki lo sacaron de ese aprieto e invitaron a la familia de Nowaki al parque de atracciones. Los padres de Nowaki dudaron unos minutos, pero eran demasiado temerosos así que educadamente rechazaron la oferta.

En ese momento, Hiroki y su familia no entendieron la razón de los miedos de esos padres. Con el tiempo, Hiroki descubriría que los padres de Nowaki no eran realmente sus padres y que era adoptado, quizás por eso temían que más personas lo descubriesen.

 

Fuese como fuese, lo único que le pudo regalar fue el destrozado peluche. Nowaki lo agradeció con una cálida sonrisa haciendo que el joven castaño se sonrojase. Por sorpresa de todos, Hiroki beso fugazmente los labios del otro muchacho.

 

-  ¡Esto...Esto solo fue un hechizo que me enseño un amigo! ¡Así siempre estarás feliz y contento! - dijo Hiroki con rubor en sus mejillas

 

Pero el tiempo de soñar se terminó, despertando con un dulce pero apasionado beso de su pareja.

El destino es curioso, raro y a veces cruel, aunque no siempre acierta en sus designios nunca deja a nadie indiferente.

Ahora ese niño que había conocido en el parque de rostro triste y melancólico le mostraba siempre un rostro feliz y relajado.  

Notas finales:

¡Gracias por leer y hasta la próxima! :)


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