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La voluntad del corazón por Azur

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Notas del capitulo:

¡Hola! Mi corazón es tan blando... :'D que decidí complacer la petición de Estrella31 n__n le puse más lemmon. Jajaja. 

Traté de actualizar rápido para complacerlos. Este fic no es nada sin ustedes lectores! :D

Quería actualizar cada dos días, pero la hora pasa como un criminal y terminé tardandome tres días. Ahora ya es de madrugada y debería ir a dormir pero tampoco tengo sueño xD

Saludos.

Nota: Las oraciones en "cursiva" y entre comillas son pensamientos.

PD.: Los personajes de Saint Seiya son de Masami Kurumada. 

Al amanecer Milo se removió un poco y entreabrió los ojos, encontrándose con la de Camus quien le observaba pícaramente mientras subía y bajaba su mano desde el vientre hasta por encima de su miembro.

 

-Buenos días- dijo provocativamente el aguador y se puso entre las piernas del escorpiano bajo las colchas que cubrían a ambos.

 

-¿Qué crees que haces?- preguntó Milo siguiéndole el juego a su amado dibujando una sonrisa traviesa en su rostro,

 

-¿Por qué no cambiamos de posiciones?- interrogó interesadamente Camus

 

-Jaja, ¿Tengo cara de dejarme someter y tomar el papel de un sumiso?- rio un poco pero lo dijo en serio con una mirada desafiante. Milo era posesivo, siempre lo fue en todas sus relaciones amorosas anteriores. Ése aspecto nunca cambió en él.

 

-Era solo una sugerencia-

 

-Así está mejor- mencionó contento y  Camus sonrió traviesamente. “¿Qué tienes en mente?” pensó el peliazul.

 

-Quiero oírte gemir Milo y ya sé cómo-

 

El francés fue alejándose del rostro del escorpiano hasta quedar frente a la hombría de su amante.

 

-Sorpréndeme- comentó orgulloso el peliazul y puso sus manos detrás de su nuca. Una posición realmente altanera. Mientras que el peliaguamarina estaba asombrado con lo que tenía en frente. “Es grande, no puedo creer que esto haya entrado en mí..” pensó y con la punta de su lengua rozó el glande de ese miembro dormido pero se alejó un poco asustado. “Nunca hice algo así, pero debo intentarlo

 

-No lo pienses demasiado. Solo…usa tu imaginación-

 

Camus arrugó un poco su nariz por el dichoso comentario de Milo. Era orgulloso pero dejaría eso de lado. Con una de sus manos agarró el miembro del peliazul, cerró los ojos y con su lengua empezó a recorrer el glande. Después movía su mano hacia arriba y abajo, luego fue relamiendo el cuerpo del falo. Milo sonreía porque le daba cosquillas lo que su amante estaba haciendo.

 

El peliaguamarina metió en su boca esa hombría y simuló la felación. Al comienzo Milo miraba el techo con monotonía pero minutos después abrió los ojos. Camus chupaba usando su lengua alrededor de la hombría, estaba siendo imaginativo como lo pidió el peliazul y mantenía un ritmo constante. Algo que empezó  a conmover al griego y jadeó despaciosamente. Más por instinto que por otra cosa, el francés aumentó el ritmo y Milo liberó sus manos, agarró de la cabeza del amante y fue a un ritmo más apresurado. Empezó a gemir roncamente y Camus abrió los ojos alegre, estaba un poco sonrojado y pudo sentir que el escorpiano estaba a punto de hacer una descarga. Aumentó la presión en su boca, cosa que encantó al ateniense y entre gemidos constantes repetía el nombre de Camus. En cuestión de segundos se vino en la boca del peliaguamarina que tragó gran parte.

 

-Tu sabor es..- musitó mientras trataba de recuperar el aliento. Relamió sus labios para recoger el resto de semen que se escurría por su boca. Se dirigió hacia Milo  y se recostó encima de su pecho, dedicándole una mirada tierna.

 

-exquisita, dulce a mi parecer- opinó Camus y logró tragarse toda esa esencia del escorpiano. Después acercó su nariz junto al griego sonriente con su hazaña. Milo le besó y como siempre dio uso a su lengua, batallando con su amado y enredándose ambas lenguas. El francés mientras lo besaba restregó su entrada al miembro de Milo que se metía en medio de las nalgas, provocándolo en sobre manera.

 

-Todavía sigue mojada tu entrada- dijo Milo

 

-Espero que podamos encontrar donde lavar todo lo manchado-

 

-Sigue tentándome que te haré el amor sin parar-

 

-Es lo que más deseo- y Camus se sentó sobre Milo. El peliazul hizo a un lado la sábana que los cubría, quería ver completamente desnudo a su amante encima de él. Tal imagen lo excitó tanto que el peliaguamarina pudo sentir el pene erecto que le tocaba las nalgas y giró un poco los ojos para comprobarlo. Levantó un poco su entrada y con ayuda de una mano, dirigió el miembro hacia su entrada, autopenetrándose. Gimió un poco por la invasión que se abría paso en sus entrañas. Luego llevó sus manos al rostro de Milo y una vez la corona del falo estuviese dentro de él, se encargó de meterlo lentamente. Se acercó a los labios de Milo para besarlo suavemente y el escorpiano enredó sus dedos en los largos cabellos aguamarina y lo empaló de un solo golpe. Camus dejó escapar un jadeo fuerte y empezó a moverse de arriba y abajo. Apartó su rostro de su amante y gemía ante cada embestida. Después se movió en círculos y se autopenetraba, sintiendo más placenteramente ese miembro dentro de él. Milo observaba sonriente la excitación de su amado y con sus manos agarró de las caderas a Camus, penetrándole a su ritmo. Uno más salvaje.

 

Los dos empezaron a sudar nuevamente y Milo tocó ese punto del francés, recibiendo un grito de lujuria por parte del aguador. Pidiendo que no parara y le diera más en ésa zona. El peliazul obediente hizo caso a la petición. Luego de unos minutos, Camus se vino primero y después de cuatro o cinco estocadas Milo llegó al clímax llenando el interior del aguador.

 

-Increíble- confesó Camus y del cansancio se recostó encima del peliazul que emitió un quejido de dolor.

 

-¿Te lastimé?- preguntó preocupado el aguador

 

-Sólo un poco- respondió y cuando Camus se separó de él observó la herida en Milo. La que estaba por debajo del estómago,  la misma que él tenía. “Es verdad, seguimos corriendo peligro” pensó el peliaguamarina.

 

-Voy a vestirme y preguntaré a los demás si conocen un hospital cercano. Creo que es tiempo de ir a hacernos una revisión- argumentó el francés y buscó sus ropas. Ya que andaba desnudo en esa habitación, Milo miró el trasero de su amado cuando se agachó a recoger la ropa del suelo, y vio de su trasero derramándose un hilo de semen mezclado con sangre en una de las piernas.

 

Sonrió contento al ser el primero en reclamarlo como suyo. Camus se limpió un poco su mojada entrada y se puso sus ropas. Salió un rato del cuarto dejando a un escorpiano recostado en la cama, mirando el techo pensativo.

 

No pasó ni tres segundos y Camus regresó, cerró la puerta recostando su espalda en ella con la cara roja, respirando rápido.

 

-¿Y?-

 

-Escucharon todo Milo, hasta mis gritos de placer. ¡Ay no! ¡No pienso salir de aquí!-

 

-Jajaja- empezó a reírse el heleno. Poco nada le importaba la opinión de los demás. Se levantó, se vistió y le dio un corto beso en los labios al francés.

 

-Enseguida vengo- y se despidió saliendo del cuarto. Camus se quedó adentro y miró la ventana, pareciéndole  ver que una figura oscura pasó muy rápido. El aguador se acercó a la ventana pero solo observaba hacia afuera. Luego escuchó esas fuertes pisadas hacia él. Se volteó y era Degel con una sonrisa malvada que le rodeó con ambas manos apoyándolas en la pared. Camus se asustó y se escapó de él. Alejándose un poco más. Entreabrió sus ojos y su padre ya no estaba. Suspiró aliviado.

 

-Camus- alertó Degel muy serio que apareció al lado izquierdo del aguador. El francés se llevó otro gran susto que por poco grita, aun que estaba a punto de hacerlo.

 

-Han pasado 15 años desde que no te veo-

 

-¿Qué…quieres?-

 

-Un libro, consíguele uno a tu padre-

 

-¿Qué clase de petición es ésa?- preguntó Camus y segundos después se escuchó el grito de una mujer proveniente de la sala.

 

-¡Y ahí va de nuevo! Seraphina hace eso cada vez que aparezco- confesó Degel fríamente y tenía unas gafas transparentes en su rostro.

 

-Por favor, dime lo que realmente quieres- rogó el peliaguamarina casi temblando. Ese hombre le daba mucho miedo.

 

-Te explicaré. Rachel y Kardia lograron su cometido, ahora yo debo lograr el mío-

 

-¿Cometido, se más específico?- interrumpió Camus y recibió una mirada fulminante de su padre, enseguida bajó la cabeza sudando frío.

 

-Para que nuestra tortura después de la muerte sea menor, volvemos a realizar una obra buena. Rachel te guio hasta aquí y liberó tu memoria por completo. Kardia hizo que reconocieras tus sentimientos hacia Milo para que al menos antes de morir, pudieras haber recibido su amor-

 

-Su amor.. ¿Qué clase de amor… cómo el tuyo por eso mataste a mamá?- reclamó casi gritando y  Camus le exigía una respuesta más clara con la mirada.

 

-No responderé a esa pregunta, tendrás que encontrar la respuesta. Al menos que otro te lo diga-

 

-¿Cuál es tu meta ahora?-

 

-Que superes el miedo que me tienes- dijo Degel y se acercó a Camus con una mirada seria, helada casi sin emociones. El peliaguamarina retrocedía lentamente a medida que su padre avanzaba.

 

-¿Ves? Si sigues así, no desaparece hasta que lo consiga-

 

-¿Acaso.. si logras tu objetivo te irás?-

 

-Claro, al igual que Rachel y Kardia-

 

-Kardia… ¿No puede volver de nuevo? Es que.. Milo quiere hablarle…estoy seguro- habló a lo bajo y entristecido, recordando cómo se puso su amado respecto a su hermano.

 

-Imposible. Se habrá despedido antes de irse-

 

-Un momento ¿Por qué dijiste antes que voy a morir? No es la primera vez que me lo dicen-

 

-Haces muchas preguntas. Estás muriendo más prontamente que Milo. No te das cuenta porque tu espíritu sigue fuerte y mantiene a tu cuerpo aparentemente sano. Pero estás por llegar a tu límite y cuando lo sobrepases morirás-

 

-¡No pienso morir dejando a Milo solo de nuevo!- exclamó enojado.

 

-Así se habla- comentó Kardia quien se unió a la charla y apareció entre ellos. Degel lo miró sorprendido.

 

-¿No se supone que..?- opinó asombrado el peliverde

 

-Nací rebelde, moriré rebelde. Ése es mi lema, suelo romper algunas que otras reglas- interrumpió Kardia esbozando una gran sonrisa.

 

Después se abrió la puerta e ingresó Milo.

Camus se volteó sobre su propio eje y sus visitantes fantasmas no estaban.

 

-Disculpa. Los muchachos me pidieron que vaya junto a ellos y..- habló el peliazul.

 

-¿Vas a irte y dejarme solo aquí?- interrumpió con una mirada inquisidora, intentó moverse pero no pudo. Su cuerpo se endureció y miró al escorpiano lo más tranquilo posible para no asustarlo.

 

-Antes de venir traje un automóvil. Charlie volvió y nos guiará hasta el hospital. El más cercano está a 12 km del pueblo, pero eso será por la tarde.-

 

-¿De dónde sacaste un automóvil y a dónde irás con ellos? ¿Quién es Charlie?- atacó Camus con sus preguntas. Por suerte su cuerpo respondió a tiempo y pudo hablarle al griego.

 

-Iremos a conseguir agua, se acabó y el automóvil lo tomé prestado cuando escapé-

 

-Prestado, me suena a robado. Después me cuentas como lo hiciste, olvidé preguntártelo- pronunció prepotente

 

-Estás muy exigente hoy-

 

Camus le dio la espalda a Milo, luego lo miró por encima de su hombro y le dijo enojado

-Ya vete, me las arreglaré aquí. A ver si me hacen compañía los espíritus de ésta casa-  quería pasar más tiempo con él pero no todo se presenta como uno desea.

 

-¡No puedo estar pendiente de ti todo el tiempo!- reclamó el escorpiano encabronado por la actitud del peliaguamarina. Iniciándose así la primera discusión de esta pareja.

 

-¡Lárgate! Vete a conseguir agua que hará falta para limpiar todo este desastre.- gritó el francés, dándole nuevamente la espalda a Milo, cruzándose de brazos y por el “desastre” se refirió a las manchas de sangre y semen en las sábanas.

 

El heleno salió furioso y cerró de golpe la puerta. El peliaguamarina exhaló aire y llevó su diestra a su nariz, porque le chorreaba dándose cuenta que no era moco lo que le salía sino sangre.

 

-¡Más suciedad!- exclamó frustrado y se limpió con una de las sábanas sucias.

 

-Cuando Milo vuelva por la tarde te encontrará Camus, solo que muerto. Deberías irte ya- aconsejó Degel que apareció sentado a un costado de la cama, la parte limpia claro y con un libro en mano, leyéndolo.

 

-Fue mala idea que te le entregaras en tus condiciones- mencionó Degel y ojeó la hoja para leer la siguiente página.

 

-¡Tonterías! Vas a salvarte- dijo Kardia que apareció detrás del francés y le dio una palmadita en la espalda. El peliaguamarina volteó asustado.

 

-No sé si me das más miedo tú o mi padre- confesó Camus y se alejó de Kardia. Recostando su espalda en la puerta del cuarto. Teniendo frente a él a los presentes.

 

-No hay tiempo para reclamos. El nerd tiene razón- Kardia señaló con el pulgar a Degel quien enarcó la ceja ciertamente ofendido por el apodo.

 

-¿No quieres saber cómo tu padre enloqueció? ¿Por qué está él tranquilo ahora si antes de morir..?- comentó Kardia a Camus

 

-¡A ti no te corresponde meterle ideas en la cabeza! ¡Eres un cínico infeliz!- exclamó enojado Degel. Kardia volteó a verlo dándole la espalda al francés.

 

-¿Infeliz? Tú lo serás. ¡La escogiste a ella..!- y Kardia recibió un puñetazo en la cara por parte del peliverde, fue tan rápido que no pudo esquivar el golpe.

 

-No hables de más oíste-

 

-¡Te voy a partir la puta cara!- gritó Kardia enfurecido.

 

-¡Ya cállense karajo que me estalla la cabeza!- elevó la voz lo más fuerte que pudo Camus. En ése momento se percataron Kardia y Degel que el aguador estaba arrodillado en el suelo, con las manos en la cabeza, los ojos cerrados y una jaqueca que le partía en dos su cerebro (literalmente hablando). Era la primera vez que el peliaguamarina decía una grosería pero los gritos aumentaban sus dolores de cabeza.

 

-Traeré a Milo- dijo más preocupado Kardia, olvidándose de Degel.

 

-¡No!, él tiene razón. No dependeré de sus cuidados.- exigió Camus.

 

-¡Al diablo con el orgullo! ¡Tu salud es pésima!- reclamó Kardia y tocó el hombro del aguador pero Degel detuvo su movimiento, agarrando la muñeca de la mano.

 

El francés entreabrió sus ojos y observó como Kardia discutía con su padre. “¿Por qué se hablan como si se conocieran? ¿Qué misterio guardan ésos dos?” pensó y lentamente se puso de pie pero apoyándose por la pared. Sentía que el mundo se le caía encima de su cabeza. Prefirió ignorarlos ya hasta perdió el hilo de conversación de esos dos y no hablaban más que en acertijos. Era una especie de código entre ellos.

 

Camus empezó a caminar en dirección  a la cama. Quería descansar en ella por más sucia que estuviese. Después escuchó que alguien abrió la puerta del cuarto. No giró a ver quién era porque apenas tenía energías para seguir en pie. Entonces un pequeño pañuelo blanco le impide respirar y huele a algo que no alcanza a saber. Patalea pero es sujetado por el extraño detrás de él. Luego de dos minutos sus ojos le pesaron y cayó inconscientemente.

 

*******************************************************

Milo estaba afuera colaborando con los muchachos pero se sentía molesto. ¿Por qué Camus le habló en ése tono? ¿Cómo sucedió ese cambio de humor en él y tan rápido? Tenía entendido, según Lydia que el efecto del alucinógeno duraría 12 horas y ya pasaron los efectos. Eso se notó enseguida pero ahora resulta que Camus ve espíritus. Meneó  la cabeza negativamente. “No entiendo nada, ¿Qué pretenden los Smirnov? Creí que vendrían aquí y no aparecen” pensó sospechosamente y se acercó a un indigente para preguntarle

 

-¿Qué relación tienen los Smirnov con éste pueblo?-

 

-Emm..mejor no hablemos de eso- murmuró despacio. Temblando de miedo el mendigo.

 

-Quiero saber, ahora. Ya dime ¿Qué sucede?- exigió autoritario Milo y no desistiría tan fácilmente hasta conocer la respuesta. El indigente suspiró pesadamente.

 

-El pueblo debe a los Smirnov y tenemos que pagar. Aun que ha pasado tiempo y aún no podemos librarnos de la deuda. Nosotros..- dijo y se entristeció

 

-Esperamos nuestra sentencia de muerte. Vendrán y nos matarán por no pagar-

 

-¿Cómo que le deben? ¿Qué hicieron para endeudarse tanto?- preguntó y en cuestión de segundos, todos se reunieron alrededor del escorpiano.

 

-Hay que irnos. Vi una camioneta negra muy lujosa que se alejaba. Vámonos o nos verán-

 

Milo alzó la ceja. Sintió curiosidad por saber que pretendían los Smirnov pero enfrentarlos solo es mala idea, es suicidio. ¡Son la mafia! En ese instante se acordó de Camus y junto con los indigentes fueron rápidamente a la casa. Apenas llegó y fue al cuarto donde dormía con el francés. Abrió abruptamente la puerta y nada. “¡No puede ser!” pensó. “Lo dejo solo un minuto y pasa esto..¡¡Demonios!!”, chasqueó la lengua y fue directo a hablarles a dos mendigos que se quedaron en la casa.

 

-¿Vieron salir a Camus?-

 

-No, encontramos unas cartas y comenzamos a jugar- contestó uno y mostró la baraja de cartas que tenía en la mano.

 

Milo apretó su puño de la furia y fue al cuarto. Inspeccionó el ambiente con la mirada hasta ver en el suelo, cerca de la puerta dos gotas de sangre. Se agachó sentándose en sus piernas para verlo con más detenimiento y al pararse sintió una aguja clavarse en su cuello. Alguien sostenía una jeringa y le inyectó un líquido, pudo sentir la mano responsable pero el desconocido estaba detrás de él. Su cuerpo no le respondía y sus músculos se relajaron, al igual que sus nervios y se desmayó.

 

Al despertarse notó que estaba en cama, en una habitación de algún hospital. Podía oír esa máquina que mostraba a través de la pantalla el ritmo de los latidos de su corazón. Quiso incorporarse pero le dolió su vientre. Estaba solo pero un enfermero ingresó justo a tiempo, lo vio y se le acercó

 

-No te esfuerces. La herida podría abrirse-

 

-¿Mu? ¿Qué haces aquí, que hago yo en un hospital, en dónde estamos?-

 

-Tranquilo. Estamos en Francia, este hospital es el más cercano del pueblo-

 

-¿Dónde está Camus?-

 

-Camus sigue dormido. Salió de una cirugía complicada y lo sé porque un sujeto lo trajo hasta el  hospital alegando  que encontró a un pueblerino en la calle en malas condiciones, pidió que lo revisen. Lo extraño es que cuando fuimos a buscarlo en la sala de espera, desapareció.-

 

-¿Cómo llegué aquí?-

 

-Aldebarán te encontró en un cuarto de limpieza encerrado aquí en el hospital. Estabas desangrandote, tuviste suerte porque pudiste haber muerto.- contestó amablemente Mu. Cuando Milo iba a preguntarle otra cosa, Shion abre la puerta sonriente al ver al peliazul despierto.

 

-Hola Milo, ¿Te sientes mejor?- saludó sonriente Shion con una bata puesta.

 

-¿Qué hace aquí? ¿No trabajaban en un hospital de Grecia, tú eras el director?-

 

-Tú lo dijiste. Era, me despidieron. Gracias a una recomendación pude trabajar aquí como doctor cirujano.- contestó Shion con voz neutral

 

-Yo decidí acompañar a mi maestro y Aldebarán vino aquí por mí- añadió Mu sonriente

 

-No me llames maestro, ahora somos compañeros de trabajo. Tus días de pasante ya terminaron- aclaró Shion

 

-Para mí siempre será mi maestro, me ayudó mucho y le estoy muy agradecido- comentó Mu. Shion se acercó a Milo y tocó su frente, tenía un poco de fiebre. Fue hacia donde estaban los pies de Milo, hacia esa parte de la cama donde se cuelgan las planillas y como tenía un bolígrafo en el bolsillo izquierdo de su pecho, lo agarró y escribió algo en el papel.

 

-Gozas de buena salud Milo. Eres muy fuerte, estarás  unos días hasta que tu herida se cierre. La policía vendrá en cualquier momento- opinó Shion sin ver a los ojos al escorpiano y fijó su mirada en el pelirosa.

 

-Mu, déjanos solos por favor- pidió amablemente y Mu inclinó la cabeza obediente retirándose. Shion se puso al costado derecho de Milo cuando terminó de escribir en la planilla.

 

-Encontramos un paquete de un kilo y haciéndole algunos estudios me percaté que es heroína. Esto es grave Milo, puedes ir a la cárcel por traficar estupefacientes- comunicó

 

-Ya sabía que tenía eso y créeme no fue intencional, mis secuestradores me lo pusieron. Ash..larga historia- el peliazul no tenía ni ánimos de contar el principio de todo.

 

-Ah, disculpa. Olvidé que te habían secuestrado. Tanto trabajo encima hizo que olvidara muchas cosas, en fin la vida no es fácil- dijo esto y suspiró pesadamente. Milo enarcó la ceja, “y eso que lo consideraba un amigo” pensó pero observó con más detenimiento a Shion, lucía triste.

 

-¿Por qué te despidieron?-

 

-Larga historia. Debo hablarte de Camus- cambió de tema Shion. Mientras menos hablaran de su despido mejor. Había perdido un buen empleo y no lo superaba del todo, aparte de otros asuntos que lo agobiaban a diario.

 

-¿Qué tiene?-

 

-Llegó justo a tiempo, casi muere en camilla por culpa de una convulsión. Tenía un paquete pero no era droga, era algo mucho peor-

 

-¿Qué?- preguntó interesado Milo. Él imaginaba que llevaba alguna droga o pastillas, que se yo, cualquier cosa pero ¿Podía haber algo mucho peor?

 

-Una bomba explosiva. Tenía un detonador, no sé quién fue el loco que se lo puso. Pero el paquete se abrió un poco y la pólvora se difuminó en su organismo. Hicimos algunos procedimientos de limpieza en su cuerpo y a la larga mejorará-

 

-¿¡Una bomba?!- gritó exaltado. “Vincent maldito” y Milo empezó a comprender las verdaderas intenciones del jefe de la mafia. “El pueblo le debía una fortuna y tenía que matar a Camus. Quería deshacerse de dos pájaros de un solo tiro. Mandando una bomba y que todo vuele en pedazos. Borrando toda evidencia”

 

-También fue dopado ¿Cierto?-  interrumpió Shion con su voz, los pensamientos del escorpiano y el ateniense afirmó con la cabeza.

 

-Era un alucinógeno-

 

-Cuéntame los síntomas- y así Milo fue diciéndole a Shion los síntomas de Camus hasta que finalmente preguntó

 

-¿Qué clase de cosa provoca algo así?-

 

-Una muy poderosa, es el alucinógeno más potente por excelencia y por lo que veo le dieron una gran dosis. Mandaré a hacerles unos estudios para confirmarlo pero se trata de LSD. Lo bueno es que no causa dependencia física, es decir Camus no se volverá adicto a la sustancia. Lo malo es que su cuerpo puede presentar secuelas, ni por más que eliminemos totalmente el LSD en su cuerpo, él alucinará de vez en cuando o recordará repentinamente cosas del pasado. Es conocido como “el mal viajero” porque da la sensación de viajar al pasado a causa de los recuerdos.-

 

Milo bajó la mirada melancólico. ¿Cómo es posible que existiera algo así de terrible? 

 

-¿Puedo estar con Camus?- pidió Milo. Shion lo miró desconcertado. Estuvieron discutiendo un poco como “Eso no es posible, Camus esta en otra sección y más bla bla bla” pero la insistencia del peliazul era admirable y Shion accedió resignado. También le dijo que era doctor de ambos y eso significaba que él los operó salvándoles la vida.

 

-Me permitieron agarrar dos casos a la vez. Por fin tengo un superior que le agradó mi idea, aunque..más bien lo hizo porque el hospital carece de cirujanos y…eso no importa más- habló Shion y Milo ni lo escuchaba, entonces le restó importancia a su comentario. Después llamó a algunos enfermeros que trasladaron al peliazul junto a Camus en la misma habitación. Los dos en camillas diferentes pero ahora el escorpiano podía estar más tranquilo contemplando a su amado durmiendo serenamente. Por fin los dos solos en un mismo lugar. El peliaguamarina estuvo dormitando todo el día.

 

Al amanecer del día siguiente Milo despertó y le sirvieron el desayuno. Una enfermera vino a controlar el suero de Camus y luego se fue. El peliazul  terminó de comer y el francés despertó, asustándose al comienzo pero se alivió al ver a Milo en esa habitación.

 

-Hola- saludó Milo y el aguador lo miró un rato pero al girar su mirada se asombró de otra cosa. Kardia estaba parado sonriendo victoriosamente y con el pie tenía sometido a Degel en el suelo, apretando su cuello.

 

-¡Ssshh!- silenció Kardia a Camus cuando éste quiso avisarle a Milo.

 

El escorpiano observaba con tristeza al peliaguamarina pensado que seguía enojado con él porque Camus miraba hacia un punto serio, evitando mirar al peliazul.

 

-Vas a contarle a Camus como te volviste loco y todo el rollo de intentar abrir tu estúpido restaurante- exigió Kardia. Degel fruncía el ceño negándose con la mirada pero Kardia no era alguien paciente y presionó su pie para ahogarlo. Luego el peliverde hizo una seña con la mano de rendición y aflojó más.

 

-Todo sea para no verte más.- dijo Degel a Kardia y dirigió su mirada a su hijo

 

-Gerard y yo fuimos mejores amigos desde la adolescencia. Compartíamos nuestras alegrías y penas. Pero cuando terminé el instituto me enamoré de Seraphina, una mujer rica que venía recién al pueblo a quedarse. Poco tiempo después Gerard me confesó que también gustaba de ella. Entonces nos separamos e intentamos conquistarla. A la par, iba trabajando en un empleo de medio tiempo para juntar y abrir un restaurante, se suponía que Gerard me ayudaría pero nos distanciamos. Seraphina me eligió y Gerard se rindió viniendo junto a mí, felicitándome por haber ganado su corazón.- tragó saliva y continuó

 

-Ella nunca supo que Gerard le amaba, siempre lo miró como un amigo. Más tarde Seraphina y yo nos casamos, Gerard me apoyó y me ayudó a construir una casa. Todo parecía ir de maravilla. Cambié de empleo y ganaba más pero como aún me seguía faltando dinero para construir el restaurante Gerard me recomendó pedir prestado a los Smirnov. Me comentó que mientras fuera posible devolverles el dinero no había problema con ellos. En ese entonces no había bancos y esa familia era la única salida financiera del pueblo.-  trató de recuperar el aliento aún en esa posición tan humillante

 

-Seguí el consejo de Gerard y abrí mi restaurante en un lugar alquilado. Era sencillo pero iba bien hasta que la comida se estropeó, hubo personas que se intoxicaron y me denunciaron, cerraron mi negocio por negligencia. Entonces endeudé, vinieron los Smirnov pidiéndome dinero y fui con ellos al no poder pagarles. Un señor, la mano derecha de Alexander, me obligó a trabajar de matón. Tuve que matar a vidas inocentes y enterrar sus cadáveres. Al comienzo siempre es difícil pero a la larga uno no siente nada al matar-

 

-Lo que no soporté fue oír los chismes del pueblo, que Seraphina me engañaba con Gerard durmiendo en mi casa, mientras yo trataba de salvar a mi familia de la muerte. Al final terminé matándolos- admitió

 

-Una vida de tragedia.. ¿Se cumplió eh?- opinó Kardia

 

-Después de morir y regresar como un fantasma, descubrí que Gerard arruinó mi negocio y pensó que los Smirnov me matarían. Me apuñaló por la espalda. Seraphina, yo y Rachel estuvimos en casa esperándote para que descubrieras la verdad- mencionó Degel y Kardia lo liberó. El peliverde se paró junto a Camus

 

-Ahora descansaremos en paz. Tal vez algún día..Me perdones y si no, lo comprenderé. Te hice mucho daño- dijo y desapareció por cuenta propia a los ojos del francés, pero no fue el único, Kardia también.

 

-Padre- murmuró Camus triste y se dio la vuelta a un lado, dándole la espalda al peliazul. La verdad se olvidó de él, en su mente buscaba respuestas de su pasado.

 

A la hora del almuerzo, llegaron dos enfermeros y les ofrecieron la comida  a Milo y Camus. Comieron y ni una palabra se dijeron. Después de tomar un jugo el francés giró su mirada al heleno.

 

-Milo, ¿Me odias?-

 

-No ¿Cómo crees?-

 

-Perdón por haberte tratado mal. Me puse nervioso y dije cosas estúpidas-

 

-Ya pasó. ¿Cómo llegaste aquí?-

 

-Estaba en el cuarto y.. Alguien me tapó la boca con un pañuelo. No olía a alcohol, seguro era cloroformo- informó Camus y así se pusieron al tanto de las experiencias que pasaron antes de llegar al hospital. Pensando también quien puede ser ese “alguien” y que el hospital no es un lugar seguro, empezaron a desconfiar de todos. Milo le contó la situación crítica en que estuvo su amante, todo sin omitirle nada.

 

Pasaron las horas y tomaron una siesta. El peliazul despertó primero y se sentó en la camilla empujándola hacia Camus. Para luego recostarse y juntar su cama con la del francés. Ya que el aguador estaba durmiendo de costado, mostrándole la espalda a su pareja, la sábana que lo cubría marcó su hermoso trasero. Milo fijó sus ojos traviesos en esas nalgas y con su mano empezó a masajearlas. Por suerte la habitación era toda cerrada solo que la puerta no estaba llaveada. Cualquiera puede entrar de improvisto.

 

Camus se despertó al sentir que algo manoseaba su trasero y giró hacia Milo. Sonrió al saber que era él pero también se sorprendió por la cercanía. Notando que sus camillas estaban juntas.

 

-Tu trasero me andaba tentando- se excusó Milo

 

-Ja-ja-ja. Siempre tan simpático- pronunció sarcástico y el ateniense le robó un beso. Camus correspondió. Primero era suave y cariñoso usando las lenguas dentro de sus bocas pero se volvió más apasionante. Se separaron para respirar y Milo quiso levantarse pero el dolor en su herida se lo impidió.

 

-Cuidado-murmuró preocupado Camus

 

-Si no fuera por esto te desnudaría aquí mismo- dijo el heleno y cubrió con la mano su herida.

 

-¿Qué te hizo ser tan fogoso?-

 

-Mmm, fue por la influencia de mi hermano. Él era rebelde, se escapaba de casa y me confesó que él se desvirgó a los 12 años con una compañera de escuela. Pero más tarde me dijo que le gustaban los hombres y..- primero lo dijo sonriendo al recordarlo, luego se quedó sin palabras con una cara melancólica.

 

-Tuvo problemas con papá por su orientación sexual y consiguió que lo echaran. Pero a escondidas trabajaba de modelo, le pagaban muy bien, era muy guapo y requerido por numerosas revistas masculinas. Con el tiempo se compró una casa y es la del refugio. Antes de morir puso sus bienes materiales a mi nombre cuando cumpliera la mayoría de edad para que el Estado ni mis padres se apoderarán de sus pertenencias. Éramos muy unidos-

 

Camus reposó su siniestra en el hombro del escorpiano, no dijo nada y esperó a que se sintiera mejor. Cosa que no tardó mucho y lo abrazó.

 

-Su ausencia es irremplazable pero estando contigo, tengo la esperanza de seguir adelante y sentirme más vivo- confesó Milo y miró a los ojos al aguador.

 

-Realmente te amo, no lo dudes nunca. Por más que lo intente, lo que siento por ti ya no se detiene-  y dejó de hablar al ver que Camus agachó la mirada afligido.

 

-¿El amor.. es malo?-

 

-No lo es. Amar a otro es como encontrar a tu otra mitad. No somos parecidos, si no muy diferentes pero me siento completo contigo- admitió Milo y le dedicó una cálida sonrisa. Camus abrió los ojos asombrado

 

-Te conocí como a cualquiera, sin buscar nada y terminé queriéndote como a nadie, encontrándolo todo. Además te he visto en tus peores momentos y sigo pensando que eres la mejor persona que he conocido.- espetó efusivo el escorpiano

 

-No pensé que fueras tan romántico- dijo sonriente Camus y con la yema de sus dedos tocó la mejilla del peliazul.

 

El momento era mágico, perfecto hasta que se vio interrumpida por otra presencia. Se apartaron un poco y todos se rieron, era Aldebarán que les trajo buenas noticias. Si se alimentaban bien podían recuperarse y salir prontamente del hospital.

 

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-Es momento de la jugada final- dijo victorioso y sonriente, el mayor peligro de Milo y Camus encarnado en una sola persona. Alguien tan astuto que movió sus fichas logrando todo según lo planeado.

Notas finales:

237u4ruefdhekjhsd!! Censurando groserías ò.ó

Los espacios!!!! los arreglé y estuve arreglando y se fue todoooo a la ve****** . Me piché, lo siento si esta muy espaciado u.u

Voy a tardarme  más en actualizar. ¡Uff lo que se viene! 

¡Arde Troya! tendré que esforzarme mucho para describir los movimientos de los personajes, habrá acción y no estoy muy vinculada con éste género pero le pondré empeño.

Respecto a Kardia y Degel les voy a tener que deber. No explicaré en ésta historia el enredo de esos dos ewé , pero puede que en otra si :D

Gracias por leer.


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