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El misterioso caso de Tōō por samuesselmo

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Notas del capitulo:

Muy buenas a todos! Me disculpo por no actualizar ayer, no me llegó agua al tanque para escribir :(

 Pero en fin, acá está el capitulo!

 Espero les guste, lo escribí con amor (?) xD

 Me costó bastante, porque no soy muy buena con los finales.... :/ 

 Muchas gracias a todos lo que me acompañaron con sus RW! 

tsuki 

Quilava 

 

 Mura69

 tetsuhiro

o-Tenten-o 

Y espero no olvidarme de nadie...

 Saludos a todos!! Espero poder volver a escribir pronto...

By Selmo

 

 La hora de entrada en la Academia Toou llegó, sonando la campana para todos los alumnos. Pero cierto equipo de basket corrió para escabullirse por entre la gente y poder llegar al gimnasio. Ya tenían un plan a medias, algo peligroso que habían hablado la noche anterior a través de mensajes.

-Flashback-

Eran altas horas de la noche y Aomine no podía pegar un ojo, tenía que alertar a sus compañeros de Sakurai. Luego de tener la conversación con Imayoshi camino a casa, estuvo atando algunos cabos y llegó a una extraña conclusión pero eso era algo que tenía que hablarlo con todos. Luego de cenar corrió hasta su cuarto para empezar a idear algún plan para salvar a Ryou y a ellos mismos.

-¡¿Quieres decir que la cosa que me persiguió era Sakurai?! –Había escrito Momoi con rapidez. Ella al igual que sus compañeros estaba en camisón, arropada hasta la cabeza y sin dejar de iluminar su rostro con la luz del celular.

-Es algo así como un demonio ¿verdad, Aomine? –Irrumpió Imayoshi sin soltar su teléfono –Que poseyó el cuerpo de Sakurai…

-¿Y, cómo vamos a sacarlo de allí? –Preguntó ahora Yoshinori quien mientras escribía bostezaba deseando irse a la cama.

-Él dijo que había salido de un espejo, yo creo que podemos regresarlo si lo ponemos frente a uno –Dijo Aomine pensativo, pero promoviendo la idea.

-¡Ah! Cuando fui a verlo a su departamento había un espejo roto, puede ser que él mismo lo haya roto ¿verdad? –Mencionó de inmediato el de lentes.

-Y cuando ayer lo seguí hasta el baño noté que se alejaba todo lo que podía de los espejos –Agregó rápidamente.

-Entonces, ¿qué podemos hacer? –Preguntó Satsuki ganas de dormir.

-Tenemos que usar espejos grandes –Dijo Daiki mirando a su alrededor, buscando algo que pueda servir de su cuarto, pero no tenía ningún espejo -¿Se pueden usar los del baño de la escuela?

-Los podríamos descolgar, pero tal vez no nos dejen –Respondió Soichi.

-Bueno, nadie tiene que saberlo… -Murmuró -¡Presten atención! Mañana haremos esto…

-Fin del flashback-

 Uno por uno entró al gimnasio al ver que no había rastros ni de su entrenador ni de Sakurai. Se sentaron en ronda mirando hacia todos lados y con las puertas de la cancha cerrada. Esperaron a que se hiciera la hora donde todos estuvieran en clases para ponerse en marcha. Se dividieron en dos grupos y corrieron hasta los baños para buscar los espejos. Eran pesados pero grandes y eso les daría mayor ventaja.

-¡Satsuki! ¡Intenta agarrar uno de los espejos, ya vuelvo! –Exclamó desde el pasillo el moreno corriendo hasta el gimnasio mientras sacaba su celular. Tenía que hacer una llamada muy importante –¡Por favor, contesta! –Mascullaba apretando la mandíbula, pero nadie atendió, sólo dejó un mensaje.

 Cuando llegó al centro del gimnasio lo invadió el pánico, y un fuerte escalofrío recorrió sus vertebras. Giró lentamente para encontrarse frente a Sakurai, quien lo miraba con una arrogante sonrisa en los labios. Daiki se sentía atrapado, la única salida que tenía era la que estaba bloqueada por el castaño -¿S-se siente bien, Aomine-senpai? –Preguntó usando la voz de Ryou y haciendo ojitos lindos, para luego reír a carcajadas –No tienes idea de lo bien que se siente usar este cuerpo…

-Quiero que dejes en paz a Ryou –Respondió apretando la mandibula, conteniéndose de golpear a ese sujeto.

-¿Qué? ¿Me golpearas? –Preguntó burlón, cambiando de color sus ojos a unos rojos rubies. Aomine, sin poder contenerse se lanzó al ataque y tiró un fuerte puñetazo al rostro de Sakurai, quien realmente ni siquiera se inmutó. Sin dejar de lado una soberbia sonrisa miró al moreno –Tienes agallas –Soltó de repente, amenazando a Aomine, acercando una filosa sombra cerca de su cuello.

-Eres un cobarde – Chasqueó la lengua molesto sin dejar de mirar la sombra -¿Qué eres?

-Sólo una simple sombra –Respondió divertido rodeando el cuello ajeno con intenciones de ahorcarlo, apretándolo cada vez con más fuerza y sonriendo mientras mostraba los dientes –Y ahora, voy a deshacerme de ti.

-Idiota… - Atinó a decir con el poco aire que tenía Daiki, pues en ese momento, había llegado sus compañeros.

-¡¿Qué…?! –Sakurai comenzaba a sentirse más débil, detrás de él estaba Imayoshi, quien sostenía un gran espejo. Miró aterrado su reflejo y ante el impulso de salir de allí soltó a Daiki.

 Aomine corrió junto a Satsuki, ayudándola a levantar el pesado espejo que apenas podía sostener la chica. De un momento a otro el castaño se hallaba rodeado de espejos que le hacían sentir cada vez más débil. Y aunque intentaba romperlos le era imposible. Ya ni siquiera lograba extender su sombra como para encargarse del equipo de basket.

-¡Basta! –Gritó a punto de caer, porque sus piernas empezaba a sentirlas entumecidas y cansadas. En la primera oportunidad que tuvo encontró un pequeño hueco entre los chicos y corrió entre él para poder salir del gimnasio. En ese momento apareció Kise, mirando con el ceño fruncido, bloqueándole la salida con un pequeño espejo en la mano -¡No! ¡Por favor! ¡No me quiero ir! –Suplicó casi llorando, mezclando su voz con la de Ryou.

-Estuviste atormentando mucho a Aominecchi – Ryouta había recibido el mensaje de Daiki y no tardó en correr hasta la Academia Toou. Ahora, con un espejo en mano se acercó más al castaño. El más bajo ya no podía retroceder, estando rodeado, hasta que una sombra de su tamaño salió del cuerpo de Sakurai y desapareció dentro de uno de los espejos.

 Todo quedó en silencio, porque simplemente, todos miraban con temor el cuerpo, ahora inconsciente de Sakurai. Con lentitud y cuidado bajaron los espejos y se dedicaron a atender a Ryou, quien poco a poco iba despertando con lágrimas en los ojos –Chicos… ¿Qué pasó? – Susurró limpiándose con la manga de su saco las lágrimas. Para el castaño había estado viviendo una horrible pesadilla que no tenía final desde que había sido poseído por la sombra.

-¿Cómo te sientes? –Preguntó Aomine poniéndose a su altura para limpiar él mismo sus lágrimas, lo que provocó un sonrojo en las mejillas del castaño.

-Un-un poco cansado –Respondió intentando ponerse de pie, pero fue en vano debido al cansancio.

-¡¿Qué está pasando aquí?! –Era el entrenador del equipo, mirando a todos sin entender nada -¿Y esos espejos?

 

---…---

 

 Por supuesto que no fue nada fácil contarlo todo lo sucedido, pero el grupo había decidido no nombrar el tema de las muertes. No querían deprimir más a Sakurai, quien ya se sentía culpable de lo que había ocurrido con Wakamatsu. Ryou tenía anemia y había sido ingresado en el hospital, y durante su estadía había ido al cuarto donde descansaba Kousuke todavía. Al entrar Sakurai a la habitación, el rubio se tensó de tan solo verlo, pero algo en él de repente notó la diferencia. Él volvió a ser el Ryou de siempre, y lo pudo ver reflejado en las lágrimas que no paraban de salir de los ojos del más bajo.

-Lo siento mucho, senpai –Sollozó intentando calmar su llanto en vano.

-Tonto –Respondió divertido el rubio al verlo en esa situación –No hiciste nada, no te puedes culpar –Le habló en voz baja atrayendo el cuerpo del menor al de él para abrazarlo con fuerza. Aunque sólo provocó que el llanto de Sakurai se hiciera más fuerte.

 

---…---

 

 -Me hace tan feliz que todo vuelva a ser como antes –Bostezó Aomine que caminaba de la mano de Kise.

-Ahora si te veo relajado como siempre –Sonrió el rubio.

-Si, ahora podré dormirme una siesta tranquila sin tener a algo detrás de mí todo el tiempo –Suspiró abrazando a Ryouta.

-Podríamos dormir una ahora, juntos –Habló coqueto haciendo sonrojar al moreno -¡Oh! ¡Aominecchi! ¿En qué piensas pervertido?

-¡En nada! ¡Kise-idiota!

 -Eres fácil de provocar, Aominecchi –Rió con fuerza el rubio –Pero igual te quiero.

-Idiota… -Masculló sin poder dejar de lado el sonrojo –Yo también te quiero…

 

 

 

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Fin…

 


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