Después de la cuarta gran guerra ninja la vida de Rock Lee había cambiado mucho. El fallecimiento de Neji aún lo ponía triste, era peor aun cuando buscaba a Gai-sensei y este se encontraba en silla de ruedas. Trataba fuertemente de mantenerse positivo y mostrar a ese Lee animado y divertido al que todos estaban acostumbrados pero le costaba mucho trabajo, más ahora que Tenten, su mejor amiga, empezaba a salir con un compañero de la academia y se sentía más solo que nunca.
Era mediados de Noviembre, se sentía en el ambiente, el cielo nublado, los arboles ya quedándose sin hojas, y el aire era cada vez más invernal, en esas épocas ya no había muchas misiones importantes (claro que ahora que todo era paz y armonía no es que hubiera muchas). Ya no era época de usas su amado traje que le había regalado Gai, un pantalón de mezclilla negro un poco ajustado, un sueter de cuello de tortuga verde olivo (que ocultaba su atlético cuerpo) ponían a Lee de peor humor. Solía caminar por las calles de Konoha de vez en cuando con la esperanza de encontrarse a sus demás amigos pero desde un tiempo acá que todos estaban más ocupados de lo normal.
Recordó la última vez cuando todos estuvieron juntos, en la boda de Shikamaru con Temari. Lee siempre fue muy distraído por lo que esta noticia lo tomo por sorpresa pero le alegro muchísimo que el nuevo consejero del Hokage encontrara a su persona especial. La boda fue en Konoha en plena primavera, Sakura-san, Hinata, Ino, Tenten todas se veían muy hermosas, en especial la novia Temari. El pelinegro tenía tiempo pensando en Sakura-san y se dio cuenta que ella no era su persona especial, quería protegerla, sí, pero porque era su amiga al igual que a Tenten incluso a Hinata e Ino aunque no les hablara tanto (Lee tenía una facilidad de encariñarse con la gente muy fácilmente).
Ese día se la paso muy bien, olvido un poco todas esas cosas que lo deprimían, ver a su amado sensei “bailar” en la silla de ruedas (empujado por Kakashi) lo hizo sentir feliz por el, ya que el sexto Hokage era la persona especial de Gai. Todos estaban ahí y todos tenían pareja, menos el claro, aun así no se desanimó y saco a bailar a todas sus amigas e incluso a Tsunade-sama. En especial recordaba a Gaara (que tampoco llevaba pareja), vestido con un traje blanco que hacía que su cabello rojo y sus ojeras negras resaltaran un montón, quiso acercarse a hablar con el ojiverde muchas veces pero siempre que lo intentaba este se ocupaba con su hermana.
Lee quería ser alguien importante para Gaara, así como Gaara lo era para él. Por él se había hecho más fuerte y había podido ver las cosas de otra manera no tan inocente, además que despertaba en el pelinegro un calor raro en su interior. Justo cuando recordaba la boda vio una cabellera roja moviendose entre las calles que era fácil de reconocer a leguas -¡que coincidencia!- pensó y no dudo dos veces en acercarse al susodicho.
-¡Gaara-kun, que bueno es verte por aquí!-
-…- volteo tranquilamente y esbozo una sonrisa casi invisible.
Su corazón dio un vuelco inesperado, ver sonreír a Gaara no era cosa de todos los días, eran pocas las veces en la que había visto esa sonrisa casi inexistente pero hermosa. Era raro que Lee pensara de esa manera hacia el ojiverde, o hacia cualquier persona en realidad, pensó que era porque hace mucho tiempo no veía a su amigo del desierto. Fue aún más raro cuando el Kazekage se disculpó y fue RARISIMO cuando este se pusiera rojo de la nada, debía ser culpa del clima. Cuando Gaara se levantó al baño Lee solo podía pensar en lo adorable que se veía de esa manera, como su cara tan nívea agarraba ese tono rojo tan bonito de su cabello, como los ojos del Kazekage estaban tan abiertos después de que Rock Lee había tocado (sin pensar) el tatuaje de “amor” que tenía en su frente. Todo era extraño, que pensara de esa manera y la situación en general, después de este almuerzo definitivamente tenía que hablar con Gai-sensei.
-Lamento la tardanza- la voz serena y monótona había vuelto.
-No te preocupes Gaara-kun, ¿te sientes mejor?- sonrió.
-Sí, no es nada, creo que el clima me está afectando un poco- dio un trago a su bebida, se veía algo inquieto.
-¡Cómo no! Andas con ropa muy ligera, se ve que no venias preparado para el frío- busco algo en su mochila- Mira tengo esta bufanda, póntela, no quiero que te vaya a dar algo más serio que un simple resfriado- Lee se levantó de su asiento camino hacia el la silla de Gaara y lo cubrió con la bufanda verde.
-Gra… gracias… Lee- el pelirrojo hundió su cara en la bufanda… olía a menta.
Así pasaron la tarde, hablando sobre la vida de Gaara como Kazekage y las misiones de Lee, sobre Kankuro que había desaparecido desde la mañana y como se encontraba Gai. Pronto era de noche y Gaara tenía que volver a su hotel.
-Gracias por acompañarme hasta el hotel Lee, no tenías por qué- comenzaba a quitarse la bufanda hasta que una mano lo interrumpió.
-Quédatela, te hará falta, yo por lo menos tengo ropa abrigadora tu no-
El pelinegro dio un paso adelante, tomo la bufanda y la acomodo suavemente alrededor del cuello del ojiverde. Se quedaron juntos por un momento (que pareció una eternidad), sintiendo el calor del otro, Lee tenía sus manos apoyadas en los hombros del pelirrojo, este, que era un poco más bajito que él, miro hacia arriba y se encontró con unos ojos negros grandes y brillantes. Gaara sentía como la fiebre volvía y se acumulaba en sus mejillas, retiro la mirada y nervioso camino hacia la puerta del hotel diciendo un solo “gracias nos vemos después”.
Lee se quedó más confundido que nunca mirando la puerta del hotel, ese calor extraño que sentía en el pecho lo quemaba por dentro, lo único que se le ocurrió hacer en ese momento fue correr 100 vueltas a Konoha para tratar de aclarar su mente que estaba hecha un revoltijo, la visita a Gai-sensei podia esperar a mañana.
Gaara se alegró de que Kankuro siguiera desaparecido (probablemente con alguna jovencita en algún bar), su cabeza le daba vueltas, ya en su habitación corrió al baño, miro su reflejo en el espejo para encontrarse con una cara familiar de esa misma tarde, estaba tan rojo como un tomate. No lograba entender el por qué se sentía así, era Rock Lee, simplemente Rock Lee, recordó que Sai le conto que estaba leyendo un libro sobre el enamoramiento (en ese momento le pareció estúpido) y tenía los mismos síntomas que presentaban las mujeres cuando veían a su príncipe azul. ¡No podía ser! Por muchas razones, principalmente era un hombre, no era normal que un hombre sintiera eso por otro hombre, además era ¡LEE! Era una persona que se vestía raro, su cabello era ridículo al igual que sus cejas, era fastidioso, torpe, era demasiado noble que la gente se aprovechaba de él, tenía un fanatismo estúpido con su sensei, era amable, gracioso, tierno, adorable pero al mismo tiempo tenía un aire dominante, y olía bien… ¿He?
Sin darse cuenta, sostenía la bufanda con ambas manos y la presionaba gentilmente contra su nariz, ¡qué demonios hacia oliendo la bufanda de esa manera!
Dejo la bufanda de lado lentamente, se cambió de ropa lavo sus dientes y se fue a la cama… no podía dormir. Se levantó irritado tomo la bufanda que había dejado en la mesa y volvió a recostarse y sin darse cuenta se quedó dormido.