Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sweet Cold por SumTheHeaven

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:


Los personajes de Detective Conan no me pertenecen, si no a Gosho Aoyama. ¡De ser míos, esta pareja sería cannon y tendrían hijos!♥


¡Hola! Aquí os traigo un nuevo OneShot^^. Espero que disfrutéis de la pareja:D, que como sabéis, es la que más me gusta:3 

uwu ¡Disfrute!

Notas del capitulo:

Como siempre, soy un poco malita en estas cosas D':, pero con sinceridad espero que lo disfruten. 

Es mi regalo de navidad atrasado para ustedes^^ Si lo hubiese podido terminar antes D': ¡Aún así! Que hayan pasado una feliz navidad, y ¡que sea prospero su año nuevo!

 

Sweet Cold

{OneShot KaiShin}

 

El dulce frío le resultaba incluso reconfortante. Era la primera vez que pasaba una Navidad en soledad, habiendo estado como Edogawa Conan, las fiestas siempre eran en compañía. Ahora estaba solo, quizá finalmente eso era lo que tenía que suceder. Ran enojada, la liga juvenil ni hablar, Agasa, Miyano y sus padres fuera del país. Aunque lo más natural sería estar en su casa, incluso si es solo, algo le atraía.

Eh, sí. Kaitou Kid.

¿Por qué ese ladrón decidiría hacer un espectáculo a las ocho de la noche? ¡24 de Diciembre, dios mío!

Avanzó hacía el parque central, aquel que estaba repleto de una tenue nevada, que decoraba de blancos tonos todo a su alrededor, además de una pequeña ventisca fría que balanceaba suave su bufanda roja. Un tinte rosa en sus mejillas debido al frío y su rostro enterrado en la misma bufanda. 

— ¿Uh?—soltó una pequeña interrogante al ver gente a montones correr por las avenidas, a gritos sin entenderse absolutamente nada.

¿Qué era lo tan atractivo que iba en esa dirección para alborotar tanto a la multitud?

— ¿Tú no irás, Tantei-kun?—una voz le cuestionó al oído, delicado y suave, casi seductor.

Se paralizó de reconocer a aquella voz tan confiada, tan seductora y esas manos a su cintura, jalándolo hacía el cuerpo que tenía detrás. Se sintió casi indefenso, cuando el ladrón sopló en su cuello, separando sus caderas momentáneamente para volver a unirlas en un contacto más íntimo, más demostrador.

— ¡K-kid!—se quejó el detective, deslizando sus propias manos para tomar las del ladrón, sin moverlas de su posición.

— Ahora serás Meitantei-san, ¿no?—le comentó con una sonrisa, mientras acercaba su boca a la oreja de Shinichi. 

De verdad, esto parecía un sueño irreal de esos que tenía Sonoko con el gran ladrón de la Luna llena. ¡Y a él encima se le hacía real! 

— Mouri-chan... ¿Te dejó, no es así?—el ladrón esta vez preguntó con la voz comprensiva.

Shinichi golpeó con su codo el estómago del ladrón, dándose vuelta para encarar a la figura vestida como un civil normal, y aquellos ojos violáceos observarlo con atención. No quería entregarlo, le había dolido la pregunta. 

— Aléjate de mí.—le ordenó, antes de salir corriendo entre las calles, perdiéndose entre el manto blanco que se empeñaba en caer. 

Kaito se dio cuenta el error que había cometido. 

-.-.-.-.-.-

Comenzó a llorar. Quizá la mejor opción no había sido haber huido al sótano del edificio, pero no tenía a donde ir y mientras en la azotea la seguridad de encontrar al ladrón era casi completa, este lugar se limitaba a solo ocultarlo.

¿Por qué tenía tanto frío?

Tantei-kun, n-no era m-mi intención...—se excusó el ladrón, caminando hasta él con el seguro andar y su capa flameando con suavidad.

— ¿Sabes algo?, mejor huye. Yo no quiero hablar.—le contestó mordaz, sin siquiera levantar la vista al ladrón.

— ¡Tantei! Por favor,—le rogó— Kudou, no me hagas esto, yo no entendía que significaba para ti...—se excusó, acercándose más al otro para arrodillarse frente a él.

— ¡Ese es el problema, estúpido ladrón!—gritó levantándose— ¡Tú nunca entiendes nada! ¿Sabes acaso lo que dolía? ¡Y lo peor es que ni siquiera llegó a afectarme el hecho que Ran me rechazará! ¡Lo que más me molestó fue que estaba pensando en ti!

Sus mejillas ardían, los ojos lagrimeaban, tenía ganas de llorar con semejante estupidez que había confesado, pero no pretendía mentir después de soportar tal ignorancia del ladrón. Maldición, todo hubiese sido normal si le hubiera dolido que Ran haya dicho no, en cambio él estaba pensando solo en ese ladrón de sombrero de copa blanca. Huyó al repasar sus palabras, viendo un momento el shock en el que se hallaba el mago debido a la confesión. Había sido un idiota, estos eran sus sentimientos, no tenía por que pedir que los correspondieran. 

Corrió saliendo del sótano, siendo cuidadoso. Quería a ese ladrón, cosa que estaba afectando su trabajo profesional de detective, porque ni siquiera se detuvo a desvelar la posición del ladrón.

Solo huyó.

-.-.-.-.-.-

— ¡Argh!—se quejó, todavía acalorado de la reciente confesión hecha por su pequeño y adorable Tantei

Su sombrero de copa sufrió ciertas consecuencias de su ahora confundido humor. Trato de esconderse bajo ese sombrero, porque esto ya le resultaba absurdo. ¡Joder! ¿Cuántas noches no había soñado ser él el dueño de ese cuerpo, tenerlo a su lado y tener los derechos para propasarse? ¡Y ahora Shinichi se lo decía así, sin más!

— Ma-maestro Kaito... ¿Qué pasa?—le cuestionó un preocupado Jii de la actitud de su amo, la cual no conseguía apaciguar con nada que se le ocurriese.

-.-.-.-.-.-

Cuatro semanas después. 

Se paró frente al espejo revisando su pulcra apariencia. Había pasado un mes desde aquello con ese ladrón, y quería olvidarlo, deseaba olvidar ese rostro tan infantil y adorable que le miraba en las situaciones más peligrosas, como lo era ser perseguido por la policía. Kaito, el ladrón que robaba corazones, y que se suponía él no debía sucumbir. Y ahora ahí, sintiéndose idiota por haber sido el que se confesó al ladrón como ya tantas lo habían hecho.

No hablaba con Ran, tampoco deseaba hacerlo después de esa actitud que había tenido la última vez que la vio. Ahora debía recibir a Hattori en su casa, porque él no podía quedarse en casa de los Mouri con dos chicas, así que aprovechando el regreso de Shinichi Kudo, se quedaría con él.

Aburrido de esperar, tomó el libro que estaba leyendo desde hace unos días. Unas quinientas páginas escritas por su padre, Yuusaku Kudo, con una historia bastante dramática, trágica y romántica, un montón de sensaciones que lo llevaban a sumirse en el libro por completo.

"Los delicados dedos de la muchacha se encargaron de delinear la mejilla del ladrón, {...} Besándose llenos de pasión, sumidos en un mundo donde les consumía tocarse mutuamente, olvidando el peligro que se avecinaba con las sirenas que se oían lejanas..."

¡Maldición! Su padre escribiendo cursilerías de ladrones y chicas, pero eso no evitaba querer seguir leyendo.

"Cruzaron miradas, aquellas dolorosas que compartían al saber lo imposible que resultaba un amor como aquel. {...} Su pulcro traje se meció con suavidad al compás del viento, con la cercanía de molestas luces de helicóptero que se empeñaban en atrapar al escurridizo muchacho. {...} La miró por última vez en la velada, satisfecho de haber robado aquellos besos de los dulces labios de la muchacha, que despedía a su amado ladrón con la mano alzada al cielo {...} ¿Por qué eran tan injustos? El dolor que la consumía día a día guardando un secreto que sin saberlo él, a ella la consumía. Estaba mintiendo día a día, su naturaleza amable y sincera comenzaba a perderse, mientras que el ladrón era inconsciente de todo, con su egoísmo de querer poseerla."

Dejó el libro aún lado, sintiéndose extrañamente identificado con una novela de su padre que lo había puesto en situaciones difíciles. La historia relataba a un egoísta ladrón que se enamoró de una muchacha, y como esta se perdía así misma al mentir por cubrir su relación con un criminal internacional. Le había gustado la trama desde el principio, era una especie de libro especial, que contaba la historia de este ladrón que hizo su aparición en "Barón Nocturno" de su padre.

"Ella acostumbraba a la verdad, al sacrificio y la sinceridad. Y él buscando un tesoro sin manchar sus manos, eligiendo el camino difícil a su vez, con su egoísmo." Era una de las frases que recordaba del comienzo del libro, cuando ambos se conocían.

— ¡Papá!—exclamó por medio del móvil, mientras su padre reía adivinando a tientas la razón por la cual su hijo llamaría así sin más.

¿Qué pasa, Shinichi-kun?—cuestionó la voz suave de Yuusaku, en medio de una risa y ahogo extraños.

¿Podría ser que Yuusaku estuviese bebiendo? Encima acertaba a llamarle en medio de una ebriedad momentánea.

— ¿Qué mierda te inspiró para la novela?—aulló molesto, sabiéndose desde antes que él le había contado a su madre lo que sucedía, a lo cual podía considerar que su habladora madre le había contado todo a su padre.

¡Oh, muy fácil, Shinichi-kun! Como tienes una obsesión por Kaitou KID, pensé que sería divertido transformarte en mujer y hacerlo una novela dramática y misteriosa. 

Colgó sin decir nada más. Sus ojos opacados por la sombra del flequillo apenas le permitían ver más y lo único que sentía eran las sensaciones asesinas hacía su habladora, pero querida madre. ¡¿Es que esa Señora no podía callarse?!

El timbre de la puerta sonó, e inconscientemente sentía pena por Hattori que tendría que soportarlo en su peor humor.

Bajó a paso lento la escalera, cuidando no resbalar de los puros impulsos que tenía, hasta llegar a la entrada, girando el poco con lentitud, pero fuerza brutal. En realidad, lo que pensó que sería un molesto moreno comenzando a gritar con su acento Osakan, fue solo una cesta de flores, llena de rosas rojas, azules y blancas. En el centro de todas las flores, una gran carta que por delante marcaba el As de flor imperial. La tomó sin considerar nada, viéndose afectado por el dulce polvo que desprendía que poco a poco le fue mareando, pero alcanzó a entender las letras que estaban escritas ahí.

"Shininichi, tenemos que hablar" -Kaitou.

Después sintió todo negro.

-.-.-.-.-.-

— ¡Kudou! ¡KUDOU!—la voz de Heiji se empeñaba en cumplir con despertar al detective que tenía desmayado en el suelo. 

Con la puerta abierta, Hattori había abierto la puerta para encontrarse con Shinichi desmayado en el suelo, inconsciente total. Le costaba creer al de Osaka lo indefenso que podía verse, con la piel pálida y un rostro pacífico, aunque en su momento pensó en llevarlo a su habitación para que descansase. Después de todo, conocía a Shinichi, no estaba para nada bien. 

¿Quién estaba alterando tanto a su amigo y por qué?

Revisó de reojo la carta y el remitente. Maldición... ¿Enserio?

-.-.-.-.-.-

— ¿Estás mejor, Kudou-kun?—le cuestionó el moreno, observando con más alivio al recién despertado.

— Ugh, sí.—aceptó Shinichi, mientras se incorporaba sobre la cama, tratando de entender su propia situación. 

No recordaba nada más que haber leído aquella carta. Y después solo estaba aquí y ya. 

— Kudou...—llamó Hattori, esta vez con voz mucho más preocupada y seria— Quiero que me digas algo, y tendrás que ser sincero. ¿De quién es esto, y si es de él, por qué?

Shinichi observó la carta con la firma de KID en ella. Se le heló la sangre de pensar en tener que explicar a que se debía, pero acabó suspirando, para acomodarse a un lado de su amigo y proceder a contarle una larga y extraña historia, que comenzaba mucho antes de haber regresado como Shinichi.

-.-.-.-.-.-

— Kaito está más desanimado de lo normal.—comentó a Aoko, resignada y preocupada, mientras recibía un asentimiento mecánico de parte de Hakuba.

El detective rubio si estaba preocupado, esa actitud no era nada normal en alguien tan alegre como él, de hecho casi parecía perdido. 

— ¿Qué podemos hacer, Saguru-kun?—le cuestionó su novia, la mismísima Aoko.

Hakuba se encogió de hombros, con una pequeña sonrisa, antes de volver su mirada hacía la hija del Inspector, con toda la seguridad que aquellos ojos melosos podían expresar.

— Déjamelo a mi, ¿Bien, Aoko-chan?—le propuso, sonriente, mientras besaba con suavidad el dorso de la mano de la chica, quién sonrojada se limitó a asentir.

El detective esperó el término de clases para poder ir con el mago. Si algo no podía hacer, es dejar pasar las preocupaciones de Aoko, lo cual terminaba involucrándolo con Kaito, pero le daba igual mientras su Nakamori fuese feliz.

— ¡Hey, Kuroba!—llamó, a lo que el mago obediente respondió caminando hasta él.

Estaba desanimado, y mucho más que eso. Hakuba podía observar de cerca ese par de orejas, la piel mucho más pálida de lo normal, y esos ojos caídos, sin la felicidad y destello normal que desprendían todos los días.

— Shin-shinichi...—murmuró con dificultad el ladrón, sorprendiendo por aquella mención al otro.

Aquel rival del Este que siempre había tenido, ese chico que a pesar de ser detective igual que él y Hattori, el del Oeste, parecía mucho más atento a detalles que ni ellos mismos.

— Kuroba-kun... ¿No será qué...?

Suspiró pesado, alzando el brazo del mago para poder apoyarlo en él. Este loco no llegaría a salvo a su casa ni jugando, así que prefería llevarlo hasta allá él mismo, no quería ser culpable de un accidente indeseado.

-.-.-.-.-.- 

— ¡¿Te gusta Kaitou Kid?!—Hattori exclamó, mientras un sonrojado Shinichi asentía, tratando de esconder su rostro.

Es que ¿Ya que podía ocultar? Heiji era demasiado persuasivo para su gusto, se acabaría enterando de alguna forma. Además ya no podía negar que esos ojos violáceos le gustasen, era imposible, junto a esa sonrisa de confianza y el rostro juguetón y curioso que siempre poseía. Ya ni recordaba ni podía numerar la lista de cosas que lo habían enamorado de una persona a la que ni siquiera le conocía la identidad civil. Resultaba gracioso así. 

"¡Tantei-kun!"

"¡Oh, mi Meitantei-san!"

"Verá, gran detective, aparte de la joya, hay algo más hermoso que está justo frente a mi."

"No lo sé, tal vez será que me quieres, ¿No, mi pequeño?"

"¡Soy coqueto porque te quiero!"

"¡Te he esperado toda la noche, Tantei-kun!"

"Admítelo, te encanta venir a mis atracos."

"¡Me gusta la magia! ¿Qué más da? Es mi forma de deducir a las personas."

¿Cómo no enamorarse? 

— Kudou... Tú sabes...—le aclaró, tratando de ser lo más suave posible.

Si, lo sabía a la perfección. Un criminal como KID, era imposible estar con un detective, iba en contra de toda ética formal de trabajo. Y por un momento... Shinichi maldijo ser detective.

— Lo sé, Hattori.—aseguró colocándose de pie, asomándose al marco de la ventana, para observar por ese orificio el exterior.

Le encantaba la vista y la brisa, pero más que ambas, le gustaba ser llevado por el Ala Delta de Kid, porque ahí era libre de ver el cielo azul, las luces que parecían diminutas, viendo todo desde un punto muchísimo más alto del que su habitación.

— Pero, Hattori, no pienso dejar que se me escape.—declaró finalmente, con aquellos ojos encendidos de aquel brillo nuevamente, ese que Heiji había notado ausente.

El Osakan sonrió asintiendo. Si su amigo era feliz con un ladrón, apoyaría esa decisión.

-.-.-.-.-.-

Al clima le gustaba jugar.

Colocó la capucha, tomó el paraguas y salió de su casa. Hattori se quedaría allí junto a Ran y Kazuha, así que confiaba su casa a buenas manos. 

El frío que recibió como bienvenida a la calle congeló y enrojeció su nariz. Caminó con el rostro bajo, tratando de evitar contacto con la ventisca que empeñaba en darle en la cara su más helado rostro. Se hizo paso entre los charcos que residían por el lugar, con la reciente llovizna. El cielo parecía consternado, con su tono azul invadido por el gris de la duda, y las lágrimas cayendo a por montón.

Al fin llegó a su destino, sentándose en aquella banca. Quizá podía quedarse esperando en esa banca por horas, o por el contrario tan solo segundos, dependía del ladrón, él solo había cumplido con ir a la plaza a la hora indicada. 

Tenía frío. Sentía ese dulce frío recorrer su cuerpo, traspasando las capas de tela bajo el abrigo que usaba por encima. Comenzaba a empaparse con la nueva lluvia que manchaba el cielo. Le pareció hasta irónico.

— Soy un idiota.—se declaró así mismo, inconscientemente recordando la sonrisa del ladrón, no aquella falsa llena de una personalidad practicada, si no la de él, esa llena de sinceridad y miedo, como él.

¿Porqué de todas las personas... Kaitou Kid tenía que ser?

— ¡Tantei-kun! ¡Te congelarás!—reclamó una voz alegre, lanzando una chaqueta negra a sus piernas. 

Miró en dirección de donde provenía aquella voz, encontrándose con un Kaito acercándose a él, como un civil normal. Como a él le gustaba verlo, aunque no conociese el nombre, podía observar con más libertad aquellos ojos violáceos. 

— Idiota.—le lanzó, con el cuerpo helado de lo húmeda que había quedado toda su ropa, además de ambas mejillas sonrosadas.

 — Un idiota feliz de verte.—le sonrió complacido, mientras levantaba con facilidad absurda el cuerpo del otro.

— ¡¿Dónde me llevas, estúpido ladrón?!

— Kaito Kuroba.—aclaró el mago, con una sonrisa— Me llamo Kaito, no ladrón. 

Las mejillas de Shinichi adoptaron un rojo más notorio, a lo que Kaito continuó en su camino.

-.-.-.-.-.-

Asombrado, observó con detenimiento el hogar del ladrón al que por tanto había perseguido. No parecía real, para nada, ver la casa del que se supone un ladrón de joyas. Ni una mansión enorme, la casa en sí era realmente grande, sin llegar a ser exagerada, pintada de dulces colores blancos y celestes que cubrían toda la muralla por fuera. La reja que protegía la casa era únicamente de entrada, siendo murallas las que protegían el resto del perímetro. Aun más le gustó el jardín que vio al adentrarse, aún siendo cargado por Kaito, aquel lleno de rosas bien cuidadas, rojas intensas.

Al final acabó dentro de la casa de aquel ladrón, específicamente en su cuarto. En verdad, le parecía alucinante. Ese criminal internacionalmente conocido, perseguido en distintos países y tan mágico como decía un ladrón sin muertes ni intimidación. 

— Léelo, por favor, Tantei-kun. No soy nada bueno con palabras, así que preferí escribirlo.—pidió el ladrón, extendiendo un papel antes de abandonar la habitación.

Shinichi lo tomó con suavidad, casi como si fue algo extremadamente delicado que podía perder.

 

"Tantei-kun.

No consideres que soy solo Kaitou Kid. La razón por la cual que coqueteo contigo no es especialmente la personalidad que creé, si no que...

¡Me gustas! ¿Sí? Creí que sería más fácil que alguien tan intuitivo como tú se diese cuenta. ¡Y perdona si te moleste con Mouri-chan! Yo pensé que jamás tendría oportunidad contigo de estar tú tan triste por ella. 

Como vez, solo alguien normal, con una doble vida, pero puedo entregarte mis dos personalidades si lo deseas.

Te amo, Tantei-kun. Lo peor de todo es que te amo, y no sé cómo apaciguar el dolor que tengo si no estás conmigo."

 

Ahora no daba más del calor que había subido hasta él. Cayó sobre la cama del ladrón, sintiendo ese aroma tan peculiar que el mismo desprendía, embriagándose con él. Decidió esconder su rostro bajo las almohadas infectadas del aroma a él. ¡Es que...! Era imposible...

— ¡¿Tantei-kun?!

— ¿Porqué...?—susurró Shinichi, aún con la almohada cubriendo su rostro— ¿Porqué tú...? ¿No podía ser otro?

Kaito se le quedó observando, totalmente confundido por las palabras y preguntas dichas por su detective favorito.

— ¡Aparte de que eres idiota, me enamoré de ti!—confesó finalmente, dejándose caer contra la pared— Un criminal. Uno que se supone debería atrapar, no amar. Maldición, Kaito, ¿Por qué tú?

El mago, una vez más en la velada, sonrió a ese rostro tan alterado de Shinichi, subiéndose a la cama para acorralar al detective contra la pared en la cual se encontraba. Miró directamente esos ojos azules, tan electrizantes como peligrosos, y antes de dar las explicaciones y cursilerías que su mente planeaba en instantes, lo besó.

— ¿Y crees que no sé cómo se siente?—le retó, con una dulce mirada, antes de pasar sus brazos por la nuca de Shinichi— ¡Eres un detective! Soy un ladrón, enamorarme de ti podría ser prácticamente quedarme en la cárcel por el resto de mis días. 

— ¿Entonces, por qué...?—cuestionó Kudou, con una pisca de decepción en su hablar.

— No hay por qué. Te amo, creo que eso no cambiará. Soy un ladrón, uno que estará feliz de estar contigo, pero no soy capaz de renunciar a mi oficio, Shinichi.—suspiró pesado, mirando de reojo el póster de su padre tras de él.— Tengo mis razones, así como sé que tú tenías las tuyas en tu caso. No estoy pidiendo que me dejes libre, pero aun así no cesaré los robos. 

— ¿Sabes algo? Si pudiera atraparte, lo habría hecho hace bastante. Solo que, no quiero hacerlo. No soy capaz de entregarte, pero... ¿Qué pasará después? ¿Si te atrapan? ¿Qué haré yo?

— ¿Crees que me atraparán? ¡El mejor detective de Japón no puede! Ese eres tú. Si fuese un ladrón común y corriente, obsesionado por el botín, me habría descuidado y me habrían atrapado, pero mi objetivo es otro. No me confundas, Shinichi.—le aclaró, con una sonrisa victoriosa, a lo cual el detective respondió con una suave risa— Te amo. Eso es lo que sé, y sé que tú estas del otro lado de la ley, pero.. ¿Qué puedo hacer?

— No tienes que hacer nada.—finalmente el detective aceptó, volviendo a posar los labios propios contra los de Kaito.— Quiero ser feliz, y no quiero perderte. Mi profesión es importante, pero procuraré dejarla de lado mientras sea por ti. 

Kaito sonrió, con esa ternura poco propia de él, mientras que recostaba con suavidad a Shinichi sobre su cama, acomodándose con él. 

Era extraño. El criminal y el detective. Quizá tuviese muchas dificultades, pero se atrevía a enfrentarlas.

-.-.-.-.-.-

— ¿A dónde habrá ido Shinichi?—cuestionó Ran, preocupada— Quería disculparme con él.

— Uh, ¿Porqué, Ran-chan?—curioseó la Osakan.

Hattori que pretendía no escuchar, las miraba con disimulo, preguntándose que opinarían de saber que el detective había ido a ver a un ladrón. ¡A Kaitou Kid!

— Lo traté bastante mal la última vez que hablé con él.—confesó con un suspiro— No sabía como decirle que estoy con Eisuke-kun.

Kazuha suspiró.

-.-.-.-.-.-

El timbre de la gran mansión sonó, con ese tono acostumbrado. Hattori alzó la mano, en señal a ambas chicas que él iría. Pensaba advertirle a Kudou lo que le dirían antes de que entrase a casa, pero en cambio, la sorpresa que él recibió de ver junto a él una persona casi idéntica lo dejó más que aturdido y sin habla. Shinichi con un movimiento de cabeza le pidió ir hasta la cocina, donde se oían las voces de las chicas. Igualmente, ambas cesaron de hablar al ver al invitado del detective.

— Él es Kaito Kuroba.—presentó Shinichi, con una sonrisa deslumbrante— Mi novio.

Kaito alzó la mano, saludando con ella amable a ambas chicas. Ran y Kazuha lo miraron con detenimiento por un par de segundos, que para Hattori parecieron una eternidad, antes de lanzarse a él con preguntas inentendibles. Ahora Heiji fue quién puso sus ojos en él, curioso. Aunque demás estaba decir que imaginaba quién podía ser.

— ¿Él es...?—debutó al otro, antes de querer confirmar nada.

— Oh, sí, es él.—confesó, encogiéndose de hombros, aunque a su vez, acercándose al de Osaka, para llegar hasta él y procurar que su voz no se escuchase.— Dale una oportunidad, él no es uno como cualquiera.

Heiji asintió con resigno, prefiriendo no decir nada. Aunque la tentación de tener ahí mismo al Kaitou Kid estaba superándolo.

Kazuha y Ran se concentraban en hacer preguntas al azar al mago, quién apenas podía reaccionar a todas las que decían. Estaban en plan de averiguar todo de él y Shinichi, pero en fin, mucho no podía decir considerando que se habían conocido en un atraco de Kaitou Kid, siendo él el ladrón exactamente. Al final, Kaito se liberó de ambas, volviendo con recelo hacía su detective.

— ¿Sabes lo mucho que te amo?—le susurró bajito, mientras veía la sonrisa de Shinichi formarse de nueva cuenta sobre sus labios.

— Sí, pero debo decirte que te amo más.—le confesó, a voz alta, permitiendo a las Ran y ambos de Osaka escuchar a la perfección. Acto seguido, se apoderó de los labios de su ladrón, aún con la mirada de los otros tres sobre ellos.

-.-.-.-.-.-

— Me encantan las estrellas.—confesó Kaito, retirando el sombrero de copa, apartándolo.

— Se ven bastante bien desde aquí.—continuó Shinichi, mirando con atención al cielo azul despejado. 

Desde el edificio más alto, era difícil que las luces del resto de la cuidad arruinasen la vista que tenían. 

— ¿Tienes frío, Shinichi?—cuestionó el ladrón.

— Sí.—aceptó, sabiéndose que lo siguiente que cayó sobre sus hombros fue la chaqueta de ladrón de Kaito.

— ¿Quieres volar un poco más?—otra vez preguntó, entusiasmado.

Shinichi asintió, abrazándose al ladrón de nueva cuenta, mientras este se lanzaba. La sensación de caer tantos metros en pocos segundos lo alarmaba, pero como siempre, la ala delta abría antes de que pudiesen estrellarse ni quedar a la vista de otros. Escondió su rostro en el cuello del ladrón, disfrutando del fresco aire que a su vez se convertía en un dulce helado. 

Su primera ilusión había sido ver la cuidad desde arriba, la segunda estar con Kaitou Kid, su amor secreto. Ni siquiera podía creerse que ambas estuviesen felizmente instaladas en su vida de ahora en más. 

— Me encanta volar contigo, Kaito.

— Me encanta tenerte aquí, Shin-chan.

Notas finales:

¡Espero que les haya gustado!^^ Si es así, agradecería su opinión c:


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).