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Ardamos por hitomi_G

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Notas del capitulo:

Me tardé un poquito y el capítulo no es muy largo, así que como compensación les traigo dos capítulos esta vez. Gracias por haber elegdo mi fic para leer.~

ARDAMOS JUNTOS

Capítulo 2: Los arrepentimientos de una época pasada

El nuevo año escolar apenas comenzaba, y Masamune ya quería ponerle fin. No era que sus notas fueran malas, o que no tuviera amigos; la simple idea de estar encerrado en el mismo salón de clases todos los días rodeado por los idiotas de sus compañeros le hacía replantearse la vida académica.

Por suerte para él, ese era ya su último año de preparatoria.

Siguiendo su rutina de los años anteriores, al terminar las clases se dirigía directo a la biblioteca de la escuela, porque si bien odiaba estar encerrado en esa institución educativa, odiaba aún más el hecho de tener que regresar a casa solo para escuchar a sus padres discutir y no dirigirle la palabra.

Esa primera semana de su último año de preparatoria en particular la recordaría muy claramente por los siguientes 12 años de su vida.

Había comenzado a leer la sección de clásicos de la literatura inglesa por esas fechas, y como no eran libros muy gruesos siempre lograba terminarlos en un día o dos. Ese jueves había terminado de leer un título romántico: “Cumbres borrascosas”. Había simpatizado con el personaje principal, Heathcliff, porque le pareció que era semejante a él, sin embargo estaba decepcionado del final tan estúpido que había tenido que sufrir el pobre hombre. No era como que Masamune no creyera en el amor ni nada por el estilo, pero hasta entonces jamás lo había experimentado y le parecía muy dudoso que alguien pudiese, literalmente, morir por amor como lo hizo el personaje de la novela.

Tenía un acuerdo con la bibliotecaria: por cada libro que leyera escribiría una pequeña reseña de lo que le hubiese parecido, a cambio de esto, él era el único estudiante que tenía permitido tomar más de los tres libros estipulados para préstamo domiciliario. Masamune no utilizaba ese servicio, pero se dijo a sí mismo que quizás en el futuro podría necesitarlo. Además escribir las reseñas lo entretenía por bastante tiempo.

Después de haber dejado escrita una reseña bastante neutral, Masamune le preguntó a la recepcionista si había algún título que le pudiera recomendar.

-          ¡Oh! ¿Por qué no le preguntas a ese pequeño kouhai de por allá? Parece tan ávido de la lectura como tú y nunca le he visto con un amigo por aquí. Creo que podrían llevarse bien.

La bibliotecaria no hubiese podido darle más al blanco ni aunque le hubiesen puesto una bola de cristal enfrente para predecir la relación que más tarde llevarían esos dos. Sin embargo; Masamune no fue a hablar con él en aquella ocasión.

El día que habló por primera vez con él fue un día inesperadamente lluvioso. Parecía como si el cielo no quisiera calmarse nunca, y para desgracia de Masamune, había sido una lluvia espontánea que no fue anunciada en las noticias. Como no había llevado paraguas o impermeable para protegerse, y pescar un resfriado a mediados de primavera estaba fuera de discusión; tomó un libro de uno de los estantes y buscó un lugar tranquilo en el cual pudiera sentarse a leer. Si bien había varios disponibles, el único asiento verdaderamente tranquilo era en la solitaria mesa donde el chico de cabello castaño pasaba la mayoría de sus tardes.

-          ¿Puedo sentarme aquí?

De haber sabido que aquella pregunta tan simple iba a ser el comienzo de su primera relación romántica justo en su último grado de preparatoria, jamás la hubiese hecho, o al menos eso era lo que él se decía cuándo, siendo un adulto, se lo reencontró y luchó por no seguir enamorado de él.

-          Adelante.

El chico ni siquiera había apartado la vista de su libro cuando le contestó. Eso llamó más la atención de Masamune. Por lo menos se había percatado de su presencia. Abrió entonces su libro en la página en que se había quedado y continuó su lectura.

-          ¿”El retrato de Dorian Gray”? Interesante elección. ¿Qué te parece?

Después de haberse revuelto el cerebro para comprender que era lo que pasaba en “La tempestad” de Hamlet, Masamune se había encontrado demasiado hastiado del silencio, y esto le había impulsado a hablarle al menor.

-          Es interesante, pero aún no logro terminarlo…

Su respuesta había sido de lo más ordinaria, y Masamune se preguntó si todo en aquél chico sería igual de ordinario y monótono. Pronto descubrió que no. Luego de ese día comenzaron a frecuentarse más seguido, y sin haberse dado cuenta habían terminado por desarrollar sentimientos demasiado afectuosos el uno por el otro. No pasó mucho tiempo después para que el menor se le confesara.

Al principio Masamune no podía creerlo. Tenía claro que se sentía fuertemente atraído al chico, y definitivamente no era solo una atracción amistosa, pero nunca se esperó que al otro le pasara lo mismo. Además, comparado con él, era una persona demasiado fría y estoica, sin mencionar que ambos eran hombres. No lograba imaginarse qué era lo que había visto en él. A pesar de todo eso, la confesión llevó al inicio de la relación, relación que dejó muchos arrepentimientos en el corazón de Masamune.

Cuando se veían no hacían más que hablar de libros. Autores, reseñas, nuevas publicaciones; todo aquello que estuviera relacionado con la literatura era lo que les mantenía con un tema de conversación. Nunca hablaron de cosas triviales y generalmente Masamune escuchaba y asentía de vez en cuando porque era Ritsu quien hablaba.

Ritsu.

No estaba seguro de por qué, pero Masamune amaba su nombre. Era sencillo de pronunciar, y cada vez que lo decía sentía que algo en su interior se removía alegremente. Muchas veces hizo bromas acerca de su nombre, comparándolo con el de una conocida marca de galletas americanas, y el chico se enojaba por ello. Masamune aceptó mucho tiempo después que de no haber sido por aquellas bromas y su frío comportamiento hacia él, tal vez la relación entre ellos no hubiese terminado de la manera en que terminó.

Pero la disfrutó mientras duró. No mostraba sus emociones, su expresión seria y de aburrimiento siempre ensombrecían su rostro y su escasez de palabras tampoco era de mucha ayuda, pero dentro de él sentía una tranquilidad que no había sentido en mucho tiempo. Además, a Ritsu no parecían molestarle todas esas cosas.

Avanzaron mucho durante el primer mes de relación. Como Masamune no era de muchas palabras, había terminado por deprimir un poco al chico al principio, pero Ritsu se recompuso cuando  Masamune le dio su primer beso. Había sido fugaz, pero ambos sintieron los labios ajenos con claridad. Cuando nadie miraba, Masamune entrelazaba sus dedos con los de Ritsu por unos segundos, y a veces le daba un tierno beso en la frente como despedida. En efecto, Takano Masamune no era un experto en el arte de expresar sus sentimientos con palabras, pero hacía todo lo posible por transmitirlos por medio de acciones. Fue así como al inicio de su segundo mes juntos, Ritsu le entregó su virginidad en un intento desesperado por mantenerlo a su lado.

No se había ofrecido a hacerlo ni nada por el estilo, simplemente pasó. Ritsu no estaba al tanto de la situación familiar de su novio, por lo que inocentemente aceptó visitar su casa sin saber que sus padres no estarían en ella. Comenzaron por ver una película, durante la cual Masamune se fue acercando cada vez más al chico. Ritsu lo notó y comenzó a sentirse algo nervioso, pero no dijo nada al respecto. Poco después, Masamune le robó un beso, el primer beso apasionado entre ellos y en la vida del joven estudiante de preparatoria, Onodera Ritsu. Se sintió incómodo por no saber cómo devolverlo, pero hizo el intento, y su intento encendió la chispa. Minutos más tarde, Ritsu luchaba por mantener su cuerpo bajo control y se preguntaba qué era lo que debía hacer. Por suerte para él, Masamune tenía experiencia y lo fue guiando durante todo el transcurso de la tarde y parte de la noche. Cuando menos lo esperaba, Ritsu se atrevió a llamarlo por su nombre por primera vez.

-          Masamune… senpai.

Aquellas palabras y voz se quedaron grabadas para siempre en la memoria del mayor. Al crecer se preguntó si eso habría sido lo que le impidió enamorarse de alguien más durante el transcurso de los años. Ya nada le importaba, porque lo tenía a él.

Cerca de terminar el segundo mes de su relación tuvieron su primera discusión. Masamune había llegado de mal humor a la escuela debido a una pelea entre sus padres. No quería ver a nadie que no fuera Ritsu, y durante todo el día se la pasó ignorando a profesores y alumnos. Cuando finalmente terminaron las clases de ese día se apresuró a la biblioteca, donde se sorprendió de no encontrar al muchacho. Le preguntó a la bibliotecaria si lo había visto, y ella le contestó que una chica había ido a buscarlo y se lo había llevado a algún lugar, pero que no había alcanzado a escuchar dónde.

Masamune esperó con impaciencia, pero Ritsu no aparecía. Comenzó a leer sin él pero no lograba concentrarse en la lectura. Se sentía fatal y deseaba verlo más que cualquier otra cosa. En su impaciencia salió de la biblioteca mal encarado por la espera y buscó por todos los lugares posibles a su novio. Cuando lo encontró su ira fue tanta que no pudo contenerse.

Una chica, de largo cabello castaño y ondulado lo llamaba por su nombre mientras le hablaba con dulzura acerca de un chico que le gustaba. Masamune recordaba haber pensado que Ritsu debía tener la cabeza llena de aire por no haber comprendido que se refería a él hasta que la chica por fin dejó de dar rodeos y le dijo directamente:

-          Me gustas, Ricchan.

Pero no fue eso lo que provocó la pelea que más adelante tuvieron, sino la osadía de la chica que se aproximó y le besó los labios como si el hacerlo no hubiese sido la gran cosa. Y el que Ritsu simplemente la apartara gentilmente hirió el orgullo del otro joven.

Ese día Ritsu fue a encontrarse con él a la biblioteca como siempre, pero no logró encontrarlo. Se preguntó si seguiría en su salón, pero entonces se dio cuenta de que no tenía idea de cuál era la clase en la que estaba. De hecho, ¿cuánto sabía de él? Podía recitar de memoria citas que le gustaban de libros, o sus autores favoritos, pero eso era todo, no parecían tener otra cosa en común y nunca hablaban de nada más. Al no poder encontrarlo se rindió y se fue a casa. Había pensado que quizá se había enfermado y faltó a clases, así que a mitad del camino dio la media vuelta y cambió de dirección para ir a visitarlo.

Poco después se lamentó de haberlo hecho.

Llegó al portón y entró atravesando el pequeño jardín de la entrada. Masamune le había dado permiso de hacerlo, y Ritsu ya se había convencido de que vivía solo. Al llegar a la puerta no tuvo el valor de tocar, pues al otro lado se podía escuchar una discusión entre dos adultos. Sin saber qué otra cosa hacer, huyó del lugar.

Cuando finalmente se vieron de nuevo, Masamune actuaba más frío que de costumbre. El silencio que mantenían erra más incómodo que el de las veces anteriores, e incluso los esfuerzos de Ritsu por iniciar una conversación eran infructuosos, porque solo obtenía respuestas monosilábicas.

-          ¿Estás de mal humor por… lo que ocurre entre tus padres?

Masamune lo miró mal encarado. Ritsu contuvo la respiración y cerró los ojos esperando un sermón o algo por el estilo.

-          ¿Fuiste a mi casa?

-          Eh, sí, lo siento, supongo que debí haberte avisado. Es solo que no te vi ese día y pensé que tal vez te habías enfermado o algo… - Ritsu titubeaba.

-          No tenías que hacerlo – la mirada de Masamune se había suavizado, pero no veía a Ritsu directamente.

-          No pude evitarlo, te guardas todo para ti mismo y no puedo evitar preocuparme.

-          Y hablando de eso – le interrumpió Masamune - ¿hay algo que tú quieras decir?

-          ¿Eh? No, nada en particular.

Masamune cerró los puños bajo la mesa e intentó contenerse. Ritsu había dejado de hablar y el silencio se hacía más y más denso a cada instante. El menor se llenó de ansiedad y comenzó a reír con nerviosismo a fin de esconder su incomodidad.

-          ¿Qué es tan gracioso? – Masamune no alzó la voz, pero su tono definitivamente era antipático. - Ya veo lo que ocurre. Te sientes con el derecho de interferir en mi vida privada, pero ¡ni siquiera intentas incluirme en la tuya! ¡Vaya que te importo!

-          ¿Pero qué…?

-          No te hagas el inocente. ¿Hasta cuándo planeabas ocultarme la confesión de esa chica? ¿O es que acaso no planeabas decirme nada en absoluto?

-          No, yo no…

Fueron largos minutos de discusión que terminaron en ambos chicos siendo expulsados de los alrededores de la escuela por el resto del día. Al final ninguno hizo las paces con el otro y se separaron a mitad del camino que usualmente seguían para ir a sus respectivas viviendas.

Al día siguiente Masamune esperó en donde siempre, pero Ritsu no apareció. Siguió esperando, día tras día, semana tras semana, pero en vano. Averiguó su salón de clases, pero al preguntar por él solo le dijeron que nunca volviera a mencionar su nombre. Así como si nada, Ritsu había desaparecido de su vida y Masamune permaneció años arrepintiéndose de todas sus faltas.

Pero, ¡cuán voluble podía ser el destino! Años después de haber perdido toda esperanza de encontrarlo, y habiendo pasado por muchos brazos tratando de olvidarlo, se lo encontró de nuevo cuando Ritsu empezó a trabajar como el chico del correo en la misma compañía editorial en la que él laboraba. Y Masamune no supo si ese destino había tratado de darle una segunda oportunidad de arreglar las cosas, o si solo lo había hecho en un acto de crueldad hacia él, porque Ritsu ya no lo miraba o trataba como antes. Se había vuelto más serio y su lengua más afilada, al menos cuando le hablaba a él. Y por mucho tiempo no comprendió que era lo que le había sucedido al estudiante que él conocía. Sin embargo; al conocer unos años después de su encuentro la situación que lo había cambiado de forma tan radical, se dispuso a reconquistarlo sin importar cuanto tiempo le llevara porque quería emendar sus faltas pasadas, porque quería recuperarlo a pesar de saber que nada sería igual entre ellos, porque lo amaba; y por sobre todas las cosas, porque quería salvarlo del mal que estaba viviendo.

Notas finales:

¿Qué les pareció mi pequeño flashback? Ahora parece fuera de lugar, pero tendrá sentido después. Como mencioné, hoy subí dos capítulos, así que si lo desean y les ha gustado pueden proseguir su lectura.


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