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Mothúcháin na hÉireann por Mary Kirkland Jones

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Notas del fanfic:

¡Helo! ¿Cómo están?, Se que dije que iba a hacer un original y luego continuaba con la otra historia de los Suramericanos, pero la verdad estoy seca y no puedo interconectar lo que estaba pensando en el momento en que lo escribí y ahora así que tengo tomarme mi tiempo.

Esta historia la tenía un poco adelantada, un poco, y gracias a eso pude hacer y deshacer sin perder la idea Original.

Si leen esto desde la categoría original no creo que tampoco exista algún problema, prácticamente es un original y las cosas claves que hay que saber son explicadas en su momento.

Esto va dedicado a mi querida no acosadora ni acosada Jelly W Blaine, y a mi querida partner que aman, igual que yo, a esos dos siendo gemelos o no.

Notas del capitulo:

Antes que leas esta historia tienes que tener en cuenta que se manejara de esta forma el orden de nacimiento de los hermanos.

Escocia: Ian Kirkland.

Gales: Owen Kirkland.

Irlanda del Sur: Cian Kirkland.

Inglaterra: Arthur Kirkland.

Irlanda del Norte: Liam Kirkland.

 

Advertencias y Aclaraciones: ¿Drama, Lime?, leve mención de acontecimientos históricos, Utilización de las creencias mágicas irlandesas, Autora escupe arcoíris de azúcar.

Arthur Kirkland únicamente pertenece a Himaruya (ya quisiera yo que fuera mío). Los nombres y descripciones utilizados para el resto de los británicos se tomaron como referencia de tumblr del Ask-the-ukbros de Hurr Hurrr y el askireland.

Una oficina llena de muebles de roble oscuro, una pequeña mesita de té junto con pequeños sillones individuales, paredes tapizadas verde oscuro con figuras Art Deco que simulaban tréboles de cuatro hojas, un pequeño mini-bar y en la silla principal detrás del escritorio con algunos papeles tirados se encontraba un irlandés con pequeñas pecas en todo su cuerpo, el cabello naranja ligeramente ondulado, vestido con un traje militar verde olivo y unos ojos verdes dignos de todo buen británico.

Se escucho un pequeño pitido del intercomunicador, dejando oír la voz de su secretaria.

–        Mr. Kirkland, su hermano lo está buscando y no se ve muy contento.

–        Déjalo pasar Patty –suspiro– no me pases llamadas, si alguien pregunta, no estoy hasta que te avise.

–        Ok Mr. Kirkland.  

 

 

****

 

Éire, Irlanda, Capital Dublín, una isla al noreste de Europa, parte de las islas Británicas, la única isla separada de las otras geográficamente hablando por el Océano Atlántico, Cian Kirkland era su nombre humano y  el más alegre de los hermanos Kirkland, el tercero después de Escocia y Gales, antes que Inglaterra un hijo nacido de un traición de su Madre Britania con Germania a su padre Celta, su padre la perdono después de todo y ellos a la final aceptaron a su hermano menor como un Kirkland mas, aunque quizás a cierto escocés le costaba un poco más.

Pasaron muchos años, muchos siglos, y se creyó que ningún Kirkland más iba a dar acto de presencia de parte de Celta y Britania, ya que, hacia mucho habían desaparecido.

Ya todos mayores, Ya cada quien en una apariencia de edad adulta, unos 25 o 27, quizás más, quizás menos, ya ocupándose cada uno de su nación y su pueblo a su manera.

Rondando por el año 1900, una noche sin luna, Cian tuvo un sueño muy raro, su madre, en medio de un campo de tréboles de cuatro hojas, en el bosque de detrás de su casa, lo veía sonriente, mientras en sus brazos traía un pequeño bulto de una frazada verde claro.

–        Cian, hijo, Cuanto tiempo…tu padre y yo creemos que ya estas capacitado para cuidar de tu ultimo hermano.

–        ¿De Arthur? Pero si él es hasta más poderoso que yo. Aparte creí que se lo habías dejado a Ian.

–        No hablamos de Arthur…hablamos de él le enseño el bulto dejando ver un pequeño bebe muy parecido a él, aunque sus pecas más marcadas y con el cabello liso, era la cosita más adorable que podía haber en el universo.

–        ¿De dónde lo has sacado?

–        Es el Norte cariño, tu sabes que tu gente se ha dividido al igual que los duendes.

–        ¿Insinúas que le de mi norte?

–        Ya no lo es, tienes que ser consciente que él será tu salvación antes de una guerra entre tu propia gente.

–        Pero madre…

–        Sé que harás lo correcto hijo, puedes ser el más escandaloso de todos mis hijos por ahora, pero sé que serás lo mejor para él –acaricio su mejilla dejando al pequeño en sus brazos.

Se levanto gracias al sonido de un pequeño llanto, bostezo y se removió ligeramente en la cama, acurrucándose mas y mas tratando de recobrar el sueño cuando hubo un llanto más fuerte a su lado abriendo los ojos encontrando al bebe de su sueño llorando por hambre.

Irlanda del Norte se había conformado.

Liam Kirkland había nacido y con él, la esperanza de los norteños.

 

 

****

 

 

Vio entrar un figura menuda, vestía unos pantalones de mezclilla grises pegados al cuerpo, una franela verde manzana al igual que sus converse, cabello naranja lacio y desordenado muy propio de él, al igual que sus pecas –mucho más marcadas que las suyas–, sus ojos con un verde más parecido al de Arthur que el suyo y las respectivas cejas grandes característicos de los Kirkland.

Un joven que aparentaba unos 20 años pero que tenía alrededor de unos 100 años y unos 85 de nación “independiente”, era todo un hombrecito, contoneaba las caderas al caminar solo por el hecho que amaba llamar la atención, tenia de pinta malcriado y la cual tenía que admitir que la mayor parte era su culpa, casi toda. El jovencito se sentó frente a él cruzando las piernas y los brazos frunciendo el ceño muy diferente a su expresión alegre.  

 

«Lindura antes, exquisitez ahora»

 

–        Que sorpresa, ¿Qué hace que e-?

–        ¡Me entere lo que planeas cambiar la libra irlandesa por el Euro!* –gruño levemente ganándose una risa del otro.

–        Ahora resulta que no puedo cambiar MI moneda, ¿Eso a ti que te afecta hermanito? O solo querías venir a verme –sonrió de lado con sorda, sabía que había sido duro pero era su forma de protección contra su hermano.

–        Sabes perfectamente en que le afecta a MI gente.

–        ¿Hablas de la misma gente que me dejo?, por favor, no caigas en lo risible Liam.

–        Mira maldito dúr (1) sabes perfectamente que a mí no me interesa que tu propia gente no te haya querido, pero si cambias la moneda vas a poner en problemas a las personas que viajan al Sur desde el norte.

–        Yo no te enseñe a hablar tan vulgar, y pues que se imaginen que vas a España, Francia o que se yo, pero el cambio de moneda, es un hecho –suspiro acariciándose el puente de la nariz– ¿Dónde quedo mi hermanito adorable? –lo vio con pesadez ganándose una risa ahogada.

–        Murió cuando le toco crecer por tu culpa –se levanto rápidamente de la silla de cuero negro y salió contoneando las caderas y tirando la puerta tras de sí.

Suspiro y se recargo mejor en su gran silla cerrando los ojos  tratando de no pensar, aunque siempre era inevitable hacerlo.

 

 

****

 

 

Liam Kirkland ya tenía la apariencia de un niño de 6 años aun cuando solo hubieran pasado 3, se encontraba sentado en la mesa esperando a que la cena fuera servida por alguno de sus hermanos,  hoy le tocaba cocinar a Ian, aunque sabía que él no comería eso, su comida era especial ya que no aceptaba más que una que le hiciera su adorado hermano mayor Cian.

El pequeño irlandés se había vuelto en poco tiempo la luz de los ojos de Cian, aunque al principio no lo aceptara ese pequeño pecoso que lo miraba con tanta admiración y dulzura se había vuelto su razón de vida.

Había llamado a sus hermanos, gracias a su nula experiencia con bebes, que se regresaran su casa de la infancia en Edimburgo –donde estuvieron juntos mientras eran jóvenes– para que lo ayudaran, sus hermanos podían ser un tanto amargados, secos, sarcásticos y se vivían peleando, pero sabía que eran de bien corazón y que nunca le negarían a Liam la “familia” que ellos tuvieron, aunque solo fueses ellos cuatro en su momento.

–        Liam sabes que tienes que comer, seguro no quieres quedar como rabbit, mira que estar así de flacucho y de paso amargado, no conseguirás chicas así rió profundo el escocés ganándose una mirada ceñuda inglesa.

–        Claro, porque tu amargura escocesa llama a las chicas por montones.

–        Créeme que cojo más que tu maldito conejo.

–        Pfff please, ¿Es que acaso te gustan drogadas?... ¿O será que  pagas muy bien?

–        You, fucking rabbit –gruño salvaje el escocés ganándose una reprimenda.

–        Ya dejan de pelearse aunque sea en la mesa, ¿No te haces llamar caballero Arthur? Pues compórtate –miro el galés a los dos y luego a Liam frunciendo el ceño- Pero tiene razón de que tienes que comer, Cian no va a llegar temprano.

–        Yo no necesito chicas porque tengo a Cian conmigo y-y…yo-o quería ir con él –comenzó a hipar y a lloriquear ganándose una mirada de reproche del galés.

–        No seas llori-…

–        ¡I’m here~! –se oyó una voz alegre cruzar la puerta con la mirada algo cansada, había salido rápido de la junta para poder llegar a tiempo de leerle un cuento a Liam antes de dormir cuando sintió unos bracitos abrazándole las piernas– Oh, pero miren que duende tan guapo me he encontrado –lo cargo en sus brazos sonriendo para luego ver a Owen con una pelea de fondo del inglés y el escocés.

–        Pues tu querido “duendecito” no ha querido comer en todo el santo día.

–        Liam…

–        Es que yo sabía que llegarías temprano– sonrió para luego colocarse el chupete que traía colgando de su cuello, sabiendo que se había ganado la batalla mirando a su hermano galés con burla.

–        Bueno, vamos a comer algo y luego a dormir, Gracias por cuidarlo Owen  –le sonrió a su hermano mayor y camino a la cocina dejando al amante de los dragones solo en la sala.

–        Y ese bebe cree que me gano…Hay Liam, será lindo ver tu cara cuando te lo quite –sonrió de lado caminando hacia su cuarto.

Owen no era malo, adoraba a sus hermanos, pero cuando se le metía una cosa en la cabeza nadie podía con él, y llevaba mucho tiempo creyendo que Cian seria para él, de una u otra manera.

 

 

****

 

 

Suspiro tirándose a la cama escondiendo a la cara en la almohada mientras la abrazaba con fuerza, llevaba 80 años viviendo con Arthur y definitivamente nunca se acostumbraría. Nadie era divertido, nadie le prestaba atención, nadie era él.

Arthur siendo muy gruñón era un hermano consentidor aunque pocos lo creyeran, para pruebas estaba Alfred que aunque ya se hubiera independizado siempre venia a visitarlo y el inglés siempre lo dejaba pasar dándole todo lo que pidiera.

También cuando paso la separación de las Irlandas él lo había acogido y le había dado todo lo que quisiera, claro aunque él fuera uno de los causantes de esta. Llevaba toda su independencia sin ver a Cian gracias a que así lo quiso cuando hubo el “Tratado de separación de las tierras de los duendes” (2), donde ningún duende del sur podría ir al norte y viceversa pero simplemente no había podido resistirse cuando había oído los rumores de que su hermano emancipado tenía ciertas “relaciones” con Francia, y aunque le agradara el francés y verlo molestar a sus demás hermanos era de lo más divertido pensar que estaba al lado de Cian le hacía sentir retorcijones y unas terribles ganas de vomitar.

«Cian…» suspiro cerrando los ojos abrazando más fuerte la almohada, con todo el tiempo que no lo veía seguía imaginando al sureño como la última vez que lo vio antes de irse; Flacucho, Cabello ligeramente largo, un poco más bajo –aunque esta vez se encontraba sentado  estaba seguro que sería más alto–, con los ojos y una sonrisa brillantes un digno joven entrando a la adultez. Ahora ya era todo un adulto: alto, ligeramente musculoso, el cabello esponjado como siempre pero mucho más cortó que antes –aunque igual podía agarrarlo en una coleta–, ya no vestía ropa simple sino su traje militar que imponía autoridad y podía asegurar que usaba traje en un día normal «realmente excitante».

 

–        Mhó Dhia(3) Liam como te puedes poner así de solo imaginarlo… se coloco boca arriba dejando la almohada a un lado bajando la mirada encontrándose con un bulto comenzaba a crecer en la entrepierna en el pantalón …Malditas hormonas gruño pasando un dedo por la entrepierna acariciándola levemente sobre el pantalón para luego comenzar con el proceso de bajarse un poco el pantalón y comenzar con su placer solitarioNg-Ngh~

  

Su forma humana, que aparentaba tener apenas unos recién cumplidos 21 años aunque muchos creyeran menordemandaba como a todo joven sano la necesidad de tipo manual y a él no le molestaba satisfacerse de vez en cuando pero de allí a ponerse duro de solo pensar como estaba uno de sus hermanos era un cambio sumamente radical. Movió su mano con rapidez soltando de vez en cuando un jadeo ronco para después de unos minutos descargarse sobre un pañuelo del que se había servido para el momento.

Después de acomodarse el pantalón y volver a abrazar la almohada acurrucándose cerrando los ojos dispuesto a dormir.

 

 

****

 

 

Sentado en el sofá de la casa viendo las caricaturas un Liam de 8 años de apariencia comía de una pequeña olla de duende moneditas de chocolate que Cian, le había obsequiado tiempo atrás y que seguía dándole cada que se portaba bien y hacia su tarea a tiempo, diciéndole que ya en vista que era un duende grande tenía que hacerse cargo de “las responsabilidades” que eso confería, le entrego la olla y le dijo que nadie  –ni siquiera el propio Cian– podía enterarse donde la guardaba. La tuvo guardada un mes entero sin que nadie la consiguiera pero como ahora tenía antojo de chocolate y el gabinete “secreto” de Cian ya no tenía más de esos decidió comerse los que se había ganado.

Se escucho el timbre sonar y al ver que ninguno de sus hermanos estaba cerca y él ya era grande para abrir la puerta solo –su ollita lo demostraba – dejo las caricaturas atrás y camino a abrir la puerta encontrándose con una mujer de grandes ojos azules y cabellos negros, con un vestido demasiado apretado para su gusto y lo que para él era un perfume demasiado barato, que lo miraba sonriente.

«Puta barata…»

 

–        Hola pequeño, ¿Se encuentra…hum…tu hermano mayor?

–        Tengo muchos hermanos mayores  – «Estúpida» Cian le había dicho que no podía decirle esas cosas a la gente, mucho menos a las mujeres y él hacía caso, en parte.

–        Oh lindura hablo de tu hermano Ci…

–        No está –la interrumpió cerrándole la puerta en la cara a la joven confundida volviendo a sentar a ver las caricaturas.

–        Duende  ¿Tocaron la puerta? – salió el sureño de la cocina con ropa de casa y un delantal.

–        Si, era un señor que vendía aspiradoras pero le dije que aquí ya teníamos dos porque ya soy grande y se solucionar problemas solo –sonrió ladeando la cabeza con fingida inocencia ganándose una mirada llena de ternura del mayor.

–        Claro que si cariño, ahora ven y ayúdame con la cena.

–        Okey~ – «Cian es mío y nadie me lo va a quitar» pensó antes de corres a la cocina.

 

 

****

 

 

Después de su siesta Arthur lo había llamado para tomar el té y comer algunos aperitivos. Vivian en una casa al mejor estilo Neoclásico cerca al Támesis en Londres y como todo bien británico tomaban el té en el jardín trasero a las 3pm –hora exacta del  meridiano de Greenwich–, para la hora del té era obligatorio que los cuatro hermanos que residían en la casa tenían que estar allí, tendría que ser una razón muy grande –y válida para el inglés– para no estar allí y justo ahora no era la excepción de ello.

 

–        Me he enterado que saliste temprano en la mañana Liam, ¿Podemos saber a qué se debe eso? –pregunto el último de sus hermanos mayores mientras tomaba un sorbo de té durazno, algo “muy moderno” a palabras del inglés, y unas galletas de limón que amablemente la ama de llaves les había horneado.

–        Por favor Arthur, no te entrometas en la vida del pobre. Por eso es que no ha traído nadie a la casa –rodo los ojos el escocés metiéndose en la boca una galleta completa.

–        Creí  haber dicho Liam –alzo una ceja tomando de su té calmadamente mientras el escocés rodaba los ojos.

–        Mhó Dhia, no vayan a pelear por ridiculeces como esas –rodo los ojos Liam revolviendo distraídamente la miel en su té irlandés.

–        ...Sonaste como... –declararon el inglés y el escocés al mismo tiempo para luego mirarse mal por la sincronía.

–        No se atrevan a decirlo…

–        Ustedes dos dejen de pelear que ya no son niñatos, de cuerpo por lo menos y tu Liam todos aqui tenemos claro que te pareces demasiado a Cian asi que asunto arreglado y tomense su té en paz por lo menos – el galés miro serio a sus hermanos ganando un bufido de los tres.

 

Siempre era lo mismo cuando eran las horas del té, nunca se podía respirar la calma, a menos que Ian estuviera en su país con asuntos del gobierno o Arthur en un asunto con la reina  –lo cual a Liam le aburría como para acompañarlo y a Ian y a Owen no es como que les agradara la reina–, o el mejor, o peor dependiendo por donde lo vieras, que era cuando no estaba ninguno de los dos y le tocaba tomar el té con Owen.

Lo malo no era tomar el té ellos dos solamente. Lo malo era sin lugar a dudas Owen. El mismo que estaba frente a él. El mismo que tomaba tan tranquilamente su té. El mismo que era uno de sus hermanos mayores y el mismo que despreciaba con todas sus fuerzas por haberle quitado lo que para él era su primer a amor y lastimosamente el único.

Miro al castaño, sonrió de lado y tiro el veneno que siempre le salía cuando hablaba con él – Ya quisieras tú que fuera Cian, ¿No Owen?

–        Y por esa actitud, por mucho que uses ropa apretada, muevas las caderas como zorra o intentes cualquier cosa no te va a escoger nunca –obtuvo como respuesta haciendo que mágicamente los gritos de fondo de algo que sonaba como un “deja de tocar allí maldito pervertido” y “yo hago lo que quiera conejo estúpido”  desaparecieran.

–        …

–        A-Anda a revolcarte con alguna de las rameras que tanto te gustan maldito idiota –tiro la taza de té a la cara del mayor y entro a paso rápido a la casa.

–        Eso que hiciste Owen nos costara otro año de terapia, gracias  –ironizo el escocés comiendo una galleta.

–        Tan despiadado como siempre.

–        Ven y dime eso en mi cara.

–        No thank, acabo de comer.

–        Ya veras fucking rabbit.

 

Owen suspiro y miro hacia donde su hermano menor se había ido, él solucionaría esto del mismo modo que lo derrumbo y quizás así Liam volvería a verlo como un hermano mayor.

 

 

****

 

 

En un sillón individual forrado en cuero se encontraba leyendo el periódico del día en un extraño momento paz, Liam de en ese entonces ya con la apariencia de un niño de 12 años pero con casi 20 años había salido con Arthur, Ian estaba con Nessie quizás haciendo que la pobre escuchara sus “penas de amor” con el inglés y Owen como siempre no se sabía dónde estaba pues después de todo él nunca hacia ruido en lo más mínimo.

Termino el periódico dejándolo sobre la mesita de té soltando un suspiro al sentir ya la soledad de la casa, alzo la vista dispuesto a levantarse y poner a hacer un refrigerio para cuando llegara Liam pudiera comer cuando llegara dándose cuenta que  –quien sabe desde cuándo– Owen lo observaba con los brazos cruzados y la mirada levemente fruncida ganándose un sobresalto.

–        Mhó Dhia Owen! –se toco el pecho mirando a su hermano– cuando te aparezcas aquí chifla, aplaude, tose, ¡Algo! Mataras de un susto a alguien Bro…

–        Cian curse (4)! cállate con un momento en tu vida y deja que hable tengo que decirte algo importante –rodo los ojos mirando serio al irlandés norteño ganándose el nerviosismo del otro.

–        Si-i es por lo que hizo Morag –uno de los tantos perros de Escocia– en tu cuarto fue L…Ian el que lo dejo entrar, sabes que el pobre ama hacer “esas cosas” en tu cama creo que es tu olor constante a Oveja o que se yo, creo que el desdichado perro tiene ciertas afinidades…diferentes…

–        ¿Morag hizo…? ehm si, eso y dado a que tratas de encubrir a cierta mini-cabeza naranja tú te vas a tener que hacer responsable de eso.

–        Está bien, está bien –bufo mirando hacia otro lado– ya hable para mandar a lavar tu colchón, se tardara una semana o algo así me dijeron…que se yo.

–        Bien como es así, tú mi querido Cian vas a tener que cederme tu cama por ese tiempo…contigo incluido –sonrió de lado acercándose lentamente “acechando a la presa” mientras Cian solo ladeo la cabeza sin comprender.

–        Pero allí dormimos Liam y yo, no creo que entres…

–        …Pues Liam tiene su propia cama…

–        …Pero Liam y yo no entramos en ella…

–        …¿Es que acaso eres idiota? Tú vas a dormir con-mi-go si no quieres que hable seriamente con ese mini-duende.

–        Ok, Ok aunque no veo porque te tengas que poner de esa forma –infla las mejillas en desconcierto como cada que uno de sus hermanos mayores le hablaba así, cosa que Owen claramente le exasperaba pero a la vez le gustaba.

 

Owen, se acerco levemente sonriendo ligeramente de lado dispuesto a esta noche llevarse a su cama –en este caso la de el otro ahora que lo recordaba– cuando se escucho pequeños pasos apresurados dejando ver a Liam cargado de un recipiente con pastel,  una bolsita de obsequio de las típicas fiestas de niños y la cara pintada de algo que parecía ser un sol corrido por el sudor.

 

–        Cian~, te traje pastel~ –corrió sentándose en las piernas del otro irlandés, sabiendo claramente las intenciones de su hermanos galés– Arthur me mando a decirte que iba a comprar la cena.

–        Qué bien mi duende, muchas gracias por el gesto –le dio un beso en la frente a su hermanito cuando escucho de fondo el carraspeo de Owen– Oh bueno cariño, vas a tener que dormir en tu cama por unos días, ya sabes, hasta que traigan el colchón de Owen.

–        Está bien, pero no creo que duermas muy cómodo.

–        No cariño, tu vas a dormir estos días en tu cuarto y yo dormiré en el so…

–        …Conmigo corrigió Owen mientras Cian solo suspiraba.

–        Si, con Owen ya que los dos si podemos entrar.

–        Pero… hizo un puchero abrazando el cuello de Cian.

–        Te prometo que me quedare hasta que te duermas y te iré a ver antes de que te levantes.

–        Bueno Liam hizo un puchero más grande mientras Owen bufo y se fue a quien sabe dónde.

–        Ese es mi niño lindo volvió a besar a su hermanito pero ahora cerca de los labios, tratando de evitar por mancharse con la pintura de su cara ganando que Liam se ruborizara hasta el cabello.

–        Te quiero Cian.

–        Y  yo a ti mi duende.

 

 

****

 

 

Justo después de que su hermano menor abandono su oficina no se vio en capacidad para seguir trabajando, ya hacía mucho tiempo que no veía a su hermanito adorado y verlo ya crecido  –aunque fuese en malas circunstancias– le había movido el corazón así que diciéndole a Patty que se podía tomar ella también el día libre salió encaminado a su casa a las afueras de Dublín.

Cuando paso lo que paso con Owen y que Liam los hubiera descubierto en pleno acto con él gimiendo bajo uno de sus hermanos mayores –de lo cual todavía no recordaba con exactitud como se había dejado convencer para ello– se podría decir que lo que sentía por Liam era simplemente fraternal. Verlo con los ojos llorosos, temblando y gritando a todos los vientos que los odiaba le partió el corazón en pedazos. Creyó que le había generado un trauma como a cualquier niño, paso de la etapa de no querer hablar con él en toda una semana encerrado en su habitación a la de empezar a tirar por la ventana de esta todo lo que Cian le había regalado, para finalmente, para llegar a que Liam había decidido irse por fin con Arthur y no separarse del Reino Unido y pasar por completo de él y todo lo que le concernía, desde el hecho de no hablarle hasta pasar su cumpleaños del 17 de Marzo** al 24 de Abril fecha de su independencia. Y Cian justo en ese momento se dio cuenta que quizás aparte de ser incestuoso era un pedófilo de primera por amar de esa forma a su hermanito menor.

Se tiro en el sofá de su enorme casa después de haberse cambiado y ponerse ropa simple de casa, el lugar en si detonaba alegría digna de todo irlandés, hasta los empleados del lugar –sus únicos acompañantes– irradiaban felicidad.

Miro alrededor observando con detenimiento los cuadros de pinturas y fotos de Liam –la mayor parte–, de él, de sus hermanos de más de una década atrás que no se movían desde la separación de Gran Bretaña.

Soltó un suspiro volviendo a girar la vista encendiendo el televisor comenzando a hacer zapping distraídamente a lo que sin darse cuenta el cansancio emocional y físico lo venció dejándolo dormido en el sofá.

Mientras estaba en el quinto sueño sintió como lo zarandeaban ligeramente – Mister Kirkland…Mister Kirkland.

 

–        Si Mom ya voy a cazar el desayuno –ronco balbuceando algunas cosas incoherentes más.

–        Gean(5), tiene visitas –Mhuire Ó Donojú, la ama de llaves de la casa lo seguía meciendo– después si quiere puede cazar el desayuno de mañana.

–        Ohm…dígales que no estoy, fui a la playa, la montaña, me morí que se yo –giro quedando a espaldas sin siquiera abrir los ojos.

–        Es el joven Owen…

–        …Pues que aprenda a esperar…

–        …es que trajo compañía…

–        …esta no es su casa para andar trayendo a nadie sin mi permiso…

–        …E-Es el niño Liam…

–        …Pues que ese también se-e……. ¿¡LIAM!? ¿AQUÍ? –se levanto de golpe mirando a todos lados comenzando a intentar arreglarse el cabello y la ropa– ¿Co-Como que aquí? ¿Con-Con Owen?

–        Están en el recibidor, les dije que descansaba pero se ve que el joven Owen esta apresurado y el niño Liam, aunque sea la primera vez que lo veo se ve que está tratando de no hiperventilar.

–        Ehm…yo-o voy a acomodarme y tu…tu hazlos pasar –salió corriendo subiendo de dos en dos las escaleras hacia su habitación.

–        Con gusto gean –sonríe viendo por primera vez la luz más grande de alegría que un irlandés.

 

 

****

Los tres hermanos miraban entre divertidos y fastidiados mientras tomaban la merienda la mismo escena desde hace ya un mes. Ellos creían que un Liam de apariencia de 9 años tenía que dejar el chupete si o si, podría dañar sus dientes apartando el hecho de que ya era demasiado grande.

Pero había algo que todos sabían y nadie decía porque enojar a Cian era aguantárselo a él lloriqueando y a Liam haciendo travesuras para que aprendieran a no meterse con su hermano era que 1.- Liam era un manipulador de primera categoría y 2.- Cian era el ser mas manipulable sobre la faz de la tierra si de Liam se trataba y que el hecho de que Cian había dicho estaba bien pero que él se encargaría de ello mirando de reojo  a Liam dibujar sobre unos papeles importantes que seguro le tocaría repetir auguraba claramente la escena que presenciaban.

 

–        Liam, dame el chupete intentando parecer autoritario sobre el niño que lo veía con ojos de borrego a medio morir.

–        Pero es mío…

–        Duende, cariño, ya eres un niño grande y tener chupete no está bien.

–        ¿Por qué?

–        Bueno porque…los niños grandes no lo usan.

–        Pero a mí me gusta.

–        Si te gusta pero…

 

Rodaron los ojos ya cansados –Te apuesto lo que quieras a que terminara llevándolo a por un helado dijo el escocés fumando un poco con una taza de té en la mano y como fondo Cian intentando lograr su objetivo.

–        Ayer fue un pastel así que ya nada es seguro intervino el galés quitándole el cigarro y arrojándolo por al suelo para luego pisarlo sin escuchar los remilgos del mayor.

–        Seguro será un postre d…intento concluir el inglés pero interrumpiéndose al oír a Cian aclararse la garganta.

–        ¡Chicos! iremos por un helado, ya venimos~ vieron salir a Cian cargando a un Liam triunfante con el chupete en la boca alzando los brazos y diciendo algo así como “De vainilla~”.

 

 

****

 

 

Observo el lugar con curiosidad cuando el ama de llaves los había dejado solos, todo olía a naranja, roble y a hombre, igual que Cian. Paso suavemente los dedos sobre el borde del sillón donde Owen se había sentado y se había puesto a hablar con quien sabe quién. Siguió curioseando en el lugar, viendo las pinturas y fotos que reinaban en el lugar, abría cajones, revisaba papeles y los ponía en otro lado, movía adornos y casi que se tiraba a la alfombra porque en lo que tenía que ver con las cosas de Cian el siempre tendría el permiso de tocar.

Escucho una risa leve y al voltear vio a la ama de llaves observarlo desde en vano que seguramente daban al comedor o la cocina– Disculpe el desorden –volvió a colocar la almohada, que había estado oliendo anteriormente, en el sofá.

–        No se preocupe niño Liam, el joven Cian estará encantado de ver su orden particular –le sonrió con tanta familiaridad que le impresionaba sentirse así de grato y no incomodo.

–        ¿Cómo se sabe mi nombre?

–        Creo que es imposible no conocerlo, después de todo él vive hablándonos de usted.

–        ¿Hablando…de mí?    –se ruborizo mirando al lado un cuadro donde aparecía el pequeño y a Cian cargándolo ambos vestidos de duendes irradiando alegría ganándose una mirada de ternura de la competente ama de llaves.

–        Claro que si, y es un honor conocerlo en persona niño Liam –reverencio sonriente.

–        No tiene que…

–        Moira, sabes que no me gusta que hagas eso –Cian estaba al pie de las escaleras vestido con un simple pantalón de vestir marrón y una camisa de manga larga verde oscuro con suaves líneas de color verde claro – ¿Podrías hacer un poco de té y de ese pan de almendras que tan delicioso te queda?

–        Por supuesto gean. Un gusto conocerlo niño Liam –el ama de llaves sonrió para después desaparecer por el mismo  vano donde había entrado.

Cian vio a Liam mientras este miraba a Owen el cual llevaba rato de haber terminado su conversación telefónica.

Se levanto del sillón con cierta pesadez acomodándose el pantalón tranquilamente  –Se que estas pensando, Si, me costó traerlo y decirte que golpea como un boxeador es una realidad, pensé que después de lo que hice y tener que aguantarme todo este tiempo a Liam actuando de manera ridícula por querer tener tu atención aunque no estuvieses me ha llevado a la conclusión de que lo mejor era traerlo y que al fin y al cabo se terminen de follar y bajen todas las malas vibras de una buena vez –agarro a ambos por las orejas e ignorando sus lloriqueos los llevo a la primera habitación que encontró tirándolos y encerrándolos con magia dijo unas últimas palabras antes de retirarse – así que arreglen sus diferencias o yo mismo me encargare de que el propio St. Patrick baje y les patee el trasero a ambos.

Se vieron fijamente para luego mirar hacia otro lado, Cian sabía que Liam lo odiaba y el aunque todavía lo adoraba solo le quedaba suspirar cerrando los ojos – Llamare a Arthur para que nos sa...–se interrumpió al sentir como Liam se le tiraba encima abrazándole las caderas con las piernas y el cuello con los brazos besándolo con pasión. Cian con sus buenos reflejos lo sostuvo correspondiendo después de un rato el beso con la misma pasión recibida para luego de un rato separarse dejando un hilillo de saliva que los unía– Ha-Hay qu…e hablar.

–        Ca-Calla…te dú..r –volvió a besarlo con intensidad ladeando la cabeza para hacer el beso más profundo.

Cian le acaricio con gula las piernas y el trasero caminando a trompicones a la cama donde depositándolo con fuerza bajaba a morderle el cuello y dejarle marcas mientras el menor se encargaba de jalarle el cabello y sacándole la camisa de sus pantalones mientras restregaba con dureza las entrepiernas de ambos.

El calor inundo todo el cuarto, la ropa fue asfixiándolos y la necesidad de sentir piel con piel fue creciendo hasta hacerse insoportable, la ropa voló por toda la habitación. Las manos de ambos recorrían con un toque de desesperación y con mucho amor cada recoveco del cuerpo ajeno, después de lo que para ellos fue por ese momento suficiente de simplemente tocarse y usar los dedos, el mayor de los irlandeses se acomodo y empujando las caderas haciéndolos uno mientras el menor gemía y babeaba su nombre, siguieron la danza de la melodía de sus cuerpos para luego terminar gritando sus nombres junto con un Te amo desde el fondo de su corazón.

Agotados Cian acostó a Liam con cuidado en su pecho mientras esperaba que sus respiraciones se acompasaran, le acaricio el cabello mientras el menor comenzaba a dormitar.

–        Creo que deberíamos bajarle a nuestros ímpetus –suspiro sin dejar de mimarle.

–        Por favor Cian no-o… –bostezo–…no lo arruines.

–        Soy el mayor, se supone que debí evitar esto…por lo menos antes de hablar.

–        Podemos hablar en cualquier otro momento –acaricio distraídamente el pecho del otro cerrando los ojos.

–        … Perdón por hacerte sentir así  –suspiro con verdadero dolor.

–        Perdóname tu a mí, tu no me debías nada, solo era un chiquillo con problemas de pertenencia.

–        Todavía lo eres, hay que agradecerle a Owen por esto –ríe leve.

–        Dúr igual él fue el que empezó todo –le dio un golpecito en el pecho– aunque en realidad ya había pensado…ya sabes…separarnos.

–        ¿Lo-o pensaste…?

–        Sí, pero era porque estaba harto que pelearas con Arthur por intentar que no se quedara con mi territorio –hizo un puchero acostándose sobre el irlandés mayor– había olvidado lo cómodo que eras…

–        Yo había olvidado lo aprovechado que eras –rió viendo como el menor solo atinaba a sonreír inocentemente.

–        Que te puedo decir…ahora dame un segundo round ahora mismo.

–        Pensé que hablaríamos –alzo una ceja divertido.

–        Ya hablamos mucho, ahora a la acción…… ¿Por fis? –pestañeo con coquetería e inocencia en partes iguales.

–        Hay Liam –le dio un beso bajando las manos hasta sus caderas.

 

Porque para hablar y malgastar su tiempo en discusiones interminables estaban Arthur e Ian, para callar y mantener la racionalidad estaba Owen y para disfrutar lo que la vida les regalaba aquí y ahora estaban ellos.

 

 

 Porque si ellos deseaban Liam era un manipulador de primera categoría y a Cian solo le quedaba ceder y disfrutar.  

Notas finales:

El intento de lemon me quedo mi bleh (no me juzguen no soy experta en ello D:) y algo así como…repentino pero que les puedo decir, esa era la intención, esos irlandeses en un momento están peleando y en el otro dándose duro contra la pared, son una bomba de emociones naranja y verde con ollitas de oro al otro lado del arcoíris y es algo que hace que los amemos uwu.

¡Espero que les haya gustado esta historia que ha sido la más larga de todas las que he escrito y es que ellos lo valen!

 

(1)Dúr: Idiota en irlandés.

(2) Tratado de separación de las tierras de los duendes: Se dice que los duendes del Norte y los del Sur de Irlanda se odian a muerte por lo que se cuenta que fueron separados las tierras para evitar conflictos sobre robos con las ollas de oro.

(3) Mhó Dhia: Mi dios en irlandés.

(4) Curse: Maldición en galés.

(5) Gean: Cariño en irlandés.

 

*Irlanda se separo del Reino Unido en 1922 dejando atrás al Norte y cambio finalmente de la libre irlandesa al Euro en 2002.

**El 17 de Marzo se celebra el tan conocido St. Paddys Day. (Día de San Patricio)

***St. Patrick (San Patricio) es el santo patrón de ambos Irlandas. 


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