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El tiempo a tu lado Temporada II por William Michaelis

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Habían pasado unos meses desde la reciente situación de soledad del joven.

Por causas "extrañas" había desaparecido de Inglaterra.

Así era el joven cumplía su siguiente año de vida y tan pronto como eso recordaba la muerte de un ser querido, siempre festejaban los cumpleaños juntos, hacía varios años que la tradición se había acabado.

-Señor Michaelis...- Menciono el director de una empresa alemana al ver al joven distraído. La mayoría de los presentes celosos de su cargo y su importancia en las juntas, a tan corta edad.

-Lo estoy escuchando, pero no me parece... decirlo justo... su trato a con la empresa del señor Gallardee. Es poco equitativo, ¿y tomarme a mí por medio de conexión? Prestar mis buques para tan poca mercancía por una ganancia tan poca no me beneficia...- Sus palabras dejaron a la mesa estupefactos, el señor Grey le miraba de manera altanera y eso no le agradaba en nada.

Dorian llevo sus manos a la mesa para retirarse. Sus verdaderos motivos para estar ahí eran por convertirse en sicario del señor Grey.

-¡Señor Michaelis! - Un empresario francés le detuvo antes de que tocara el pomo de la puerta. - La junta no ha acabado...

Se ganarían muchos enemigos para tan poco tiempo.

-Para mi si, tengan buen día caballeros...- EL joven se retiro antes de seguir escuchando de las ideas de alguien más, estaba siguiendo al señor Gallardee si se ganaba su confianza, después lo traicionaría de manera cruel.

Sus pensamientos fuera del edificio de cristal se vieron interrumpidos por un padre y su hijo, ¿aún le seguía afectando? Aún cuando había sido lo mejor para el otro.

Miraba al niño jugar con el adulto, a decir verdad, lo extrañaba, y mucho.

Siguió su camino al estacionamiento, después de ese desagradable encuentro tendría que seguir a Gallardee hasta su casa.

Sus ojos vieron a un minino de color negro dormitar sobre el auto deportivo, tentado a acariciarlo se detuvo un momento a hacerlo, el minino respondía a sus caricias hasta que asustado salió corriendo.

El joven miro cabizbajo, esperando en su coche la presencia de los otros hombres, en la parte trasera portaba un rifle de alto calibre, el asesinato estaba planeado para ese día.

Una hora paso y despertó al escuchar las masculinas voces encendió la marcha del coche al verles partir en la limosina propia.

-Lo siento mucho señor, me hubiera gustado conocerle mejor... - Seguía a la limosina desde una distancia adecuada, se separo por diferente camino ya que teniendo un rifle de esos, el hombre podía hacer sencillamente un asesinato a larga distancia.

Unos minutos después en una lujosa casa miraba al hombre ser dejado ahí. Inmediatamente su... ¿su esposo? porque lo impresionaba, ni él sabía. Sabía que era un hombre de bien, pero era su prueba para ser aceptado como sicario del señor Grey.

El joven bajo el arma al ver al niño que inconsciente abrazaba al padre, sus sentimientos se removieron en verdad, como él... mataría al padre de alguien, simplemente no podía, no después de lo que había vivido.

Volvió al coche, inventaría una excusa estúpida. Una excusa que no valiera para nada, pero acongojara a la familia del señor Gallardee.

Conduciendo con sus sentimientos encontrados una duda se sembró en él, todo hubiera sido en vano entonces, una venganza contra quien no  la merecía.

Recordaba la canción de cuna de su padre, una canción que en verdad a su edad añoraba escuchar, estaciono en el portón de la casa del hombre más viejo.

-Necesito hablar con el señor Víctor - A estos momentos el hombre hablado de unos treinta años o más, de ojos dorados y de un cabello castaño oscuro haciendo el conjunto perfecto con los ámbares ojos.

El hombre manejaba una empresa bancaria, honestamente, si moría, servía más que vivo, estaba llevando a la bancarrota a la mitad de la mesa, el joven Dorian se estaba involucrando en una mafia muy oscura.

-Señor Sebastian...- Dorian llego al recibidor bastante agitado, mirando a Víctor, que recientemente había mencionado su nombre.

-Señor Gallardee, disculpe mi intromisión, tengo que hablar con usted en privado. - EL joven se sentía como si algo malo fuera a pasar en cualquier momento. Víctor lo hizo pasar a la oficina de la casa.

-¿De qué querías hablar muchacho? - El hombre se sentó detrás del escritorio.

-Por favor, no se mueva, el consejo lo está intentando matar, me han enmendado a mi tal cosa, por favor, créame, me he redimido de mis acciones, por favor, confíe en mi.

-Te creó, tu padre, tuve el placer de conocerlo en sus años mozos, lamento mucho tu perdida, muchacho. - El joven se arrodillo tratante de buscar perdón en alguien. -Creó que se descubriría de alguna manera  u otra muchacho, acompáñame...- Dorian lo siguió al sótano de la casa. - Yo era aliado de tu padre, opuesto de todo lo que pasara en la mesa directiva, el notario paso hace unos años a dejar una carta de tu padre hacía mi.

Dorian quedo estupefacto, no recordaba que hubieran cartas con otro nombre, trataba de recordar, pero ninguna tenía un apellido así, Gallardee...

-¿De qué habla? No habían otras cartas con otros diferentes nombres conocidos...- Suspiro mirando a Víctor.

-Tiempo atrás, antes de que tu nacieras muchacho, mucho antes, existían hombres, hombres que valía la pena defender, tales como tu abuelo, tu padre, y otros mas...

Flashback

Años antes se veían a unos jóvenes negociar en un complejo de edificios, los tres ocultando una oscura verdad.

Si bien los tres estaban coludidos, habían pasado los años y dos del grupo se encontraban casados, el líder por así decirse, aclamado por tener un hermoso niño de ojos azules.

Al llegar de un importante trabajo a la mansión de los recién casados.

El chico contaba con siete años de edad, suficientes para darse cuenta de que uno de sus dos "padres" estaba herido, en realidad no comprendía muy bien la situación solo había pasado muy pronto, y escucho un alarido de dolor de uno, afuera de su puerta yacía el niño abrazando un conejo de peluche. Al abrirse la puerta salía su padre biológico junto con el doctor.

En la cama el cuerpo de su padrastro que antes había gritado en dolor, lo miraba temblar, de pies a cabeza.

-¿Papá? - Le llamo el niño, a su vez el adulto dejo de temblar, sus manos se extendieron para recibir a su niño.

-Oui Messie... - La voz más encantadora y dulce que hubiera escuchado, el adulto  puso al niño en la cama, mientras mantenía una mueca de dolor.

-¿Estás bien? - Pregunto el niño hace un mes, un incidente había pasado, y el mayor le salvo de un ataque de asma. 

-No te preocupes, Ciel, querido, pasara en unos días. - Sonrió levemente para el niño. - Ve con Claude. - El mayor lo abrazo y beso su frente seguido de verle irse con su mejor amigo.

Vincent, Sebastian y Claude estaban incluidos en el mismo negocio, eso lo pudo averiguar Ciel esa noche, sus padres arriesgaban su vida en secreto.

Sebastian nunca quiso que alguien siguiera su negocio, y mucho menos sus niños.

End Flashback.

-Nosotros escondimos nuestras identidades por su bien, para no dañarlos, pero les hicimos más daño de esta manera, culpando a gente inocente.

-Será mejor que me digas todo... Lo quiero saber, por su memoria...

-Bien señorito, mi nombre es Claude Faustus, aliado fiel de tu padre, en todo momento. Aliado de tu abuelo y aquel niño que ahora tú culpas por lo que le paso a tu padre, cuando no debería de ser así.

-¡Déjate de juegos! - El joven frunció el seño y el mayor le tendió la carta que le había dejado su padre.

"Claude:

Sé que no hemos hablado en mucho tiempo, y tu mas que mi amado Vincent, que descanse en paz, merecen saber la verdad, aléjate, repito, aléjate de los Grey, Candor, Taren, de todos los de la orden, aléjate de todas las familias. Hace unos días volvía de Alemania, salía de viaje había recurrido a una junta con el consejo. Sabes, la comida la contaminaron para la mayoría de los otros Anderson, Wingates, y otros mas de los que ahora no recuerdo sus rostros o sus nombres, cayeron en sus platos de comida, forzado a tomar una copa de vino me redimo de encontrar cura alguna. Y sé que no la hay, de esto se han derivado ataques de sangre y complicaciones en mi vida diaria, espero que algún día tengas el placer de conocer a mis hijos, y si buscan al culpable de la muerte de su padre, por favor, muéstrales esta carta. Tu amigo mío, sabrás como comandar a estos niños. Por favor, cuida de ellos.

Desde Inglaterra, y con cariño Sebastian Michaelis..."

Dorian tuvo que meditar lo que decía la carta, había estado fraternizando con el enemigo todo el tiempo, miro al hombre de ojos ámbar, que sostenía un bolígrafo en la mano anotando unas cosas en una hoja.

-¿Terminaste? Te diré una cosa, mientras sigas pareciendo su aliado, todo saldrá bien, por mi parte, fingiré que estoy muerto, ¿tienes la llave de tu padre? - Le pregunto el hombre seguido de verla reluciendo en su cuello.

-Si, pero, el almacén esta en Romania...

-No es un almacén muchacho, ¿no conoces los anagramas?  "Roma, en el alma esta cenia " Tu padre los hacía por diversión,  mi familia y yo nos iremos a Roma, es lo mejor.

-Lo entiendo... Señor, ¿es normal detenerse a asesinar a alguien? - Pregunto mirando cabizbajo.

-¿Que te detuvo de dispararme?

-Su, su hijo...

-¿Mi hijo? Puedo notar, que en tus hombros aún descansa el peso de su muerte... Espero que pronto entiendas que...-Escucho un ruido fuera. - Perdonaras que haga esto...-Le lleno la camisa y el saco de vino. -Vete, vete ahora, nos veremos dentro de dos semanas... toma un tren, procura que nadie te siga, no culpes a nadie sobre lo que haya sucedido, aunque tu pasado te persiga, recuerda que debes mirar hacia adelante. Aquí, la fraternidad quiere muerta a tu familia, no dejes que jueguen contigo...

 

Los días pasaron y todo se suponía ser conforme al plan, la noche la pasaban en un hotel disfrutando una fiesta privada, por el reciente deceso de Gallardee.

Dorian miraba a todos sus "hermanos" ir de aquí acá, la mayoría con esposa e hijos, era difícil encontrar un blanco con quien empezar el plan, normalmente no le agradaban las fiestas,  solo estaba ahí por buscar información, encontró a uno al fin, borracho y tratando de ligar con una hija de los superiores.

Especialmente del señor Candor, Dorian se levanto del cómodo asiento de donde estaba leyendo un libro según el, siguió a ambos hasta un lugar privado con la excusa de ir al bar, realmente yendo por un trago.

De nuevo teniendo que seducir al hombre pese a no encontrar opción alguna.

Llego con facilidad mirando a la chica quejarse y rápidamente irse pese a su presencia.

-Joven Rosemag le ruego deje a la dama irse... La busca su padre... - Dijo el joven quedándose mirando a Rosemag, después yendo con este.

-¿Que quieres Michaelis? - Se tambaleaba de ebrio viendo con envidia a su oponente, antes de que la chica se fuera la atrajo a la habitación, también necesitaba convencerla...

-Lo siento, solo son ordenes, quizá, eres muy joven, y lamento causarle una perdida a tu familia. -Coloco sus guantes de cuero sobre sus manos de manera limpia y mirando al otro perdido, lo llevo hasta la habitación de su victima besándolo y manteniendo integra su identidad, rompió el vaso de licor en el suelo tirando una botella del gabinete en proceso.

-Querido... Me he mantenido en abstinencia durante mucho tiempo, como para que me arruines la diversión...- Sonreía con malicia, empujándolo a la cama.  Pero necesito que cooperes conmigo...-Lo beso nuevamente y lo noqueo. Se limpio la boca con el dorso de la mano sintiendo asco y repugnancia, no quería ser el culpable de su muerte.

Miro la posible escena y la preparo, se vería como un asesinato, con la mentalidad de una chica. La hija del señor Candor.

Se acercaría más a ella durante la investigación, y por ende a su padre.

Todo preparado marcas de bile sobre su cuerpo, podía ser tan cruel pero con medida, quería a bastantes personas fuera del juego.

Había dejado un poco a la imaginación. Espero hasta que fuera casi de día leyendo una novela de investigación y haciendo un poco de desorden en la habitación.

-Bien querido niño... - sonrió con sorna mirando al hombre que estaba en la cama despertando tan pronto el hombre despertó tiro una poco de la botella de licor encima de él.

La chica salía del baño, la noche la había pasado ahí tras sentirse mareada pese al alcohol consumido antes, escucho un gemido masculino y entonces vio al joven Rosemag caer por la barandilla, el principio de un caso, en el que ella sería la culpable.

 

 

 

Notas finales:

Siento mucho mi demora, lamento todo, y creo que tienen el derecho de saberlo.

Estuve en el hospital a causa de mis acciones, unas personas me mandaron a golpear por haber hecho justicia con mis propias manos, y la verdad no me arrepiento.

Estoy aqui, y aunque esas personas me hayan hecho aquello, mi vida es esta, y así me gusta vivirla, llena de peligros.

 


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