Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El tiempo a tu lado Temporada II por William Michaelis

[Reviews - 33]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Adivinen quien volvio...

Ambos iban en la limusina, sin mediar ni una palabra acerca de lo acontecido. El más joven mantenía la mirada gacha en sus manos yacía un bate de metal ensangrentado. El adulto bajo del coche en un callejón y el joven suspiro. Todo mundo iría tras de él ahora.

Cinco días antes.

El joven miraba la escena de crimen consternado desde el cofre de su automóvil, ligeramente se burlaba por dentro. Un oficial de policía se le había acercado para la declaración.

-¿Señor de Michaelis? – El muchacho frunció el ceño y miro al policía que sostenía una libreta en sus manos. – Si no le importa, podría darnos su declaración.

-Señor Michaelis, no “de” – El hombre suspiro y se disculpó. – Estaba con el señor Richards, y entonces escuchamos los gritos de una mujer, ella salió corriendo despavorida con el señor Candor. – Afirmo con una expresión preocupada. Sin más pura falsedad.

-Ya veo, ¿por casualidad donde estuvo usted toda la noche? – Dorian apretó los puños y frunció más el ceño.

-¿Qué cree que hubo hecho un joven de mi edad toda la noche? Es obvio. – Le sonrió con descaro y deslizo bastos billetes en el bolsillo del oficial, quizá suficientes para todo un año. – Disculpe, tengo que irme. – Camino hasta el asiento del conductor y suspiro, no era nada memorable la época de invierno, todo lo malo pasaba en invierno. Recibió un mensaje de la persona que menos esperaba. “Estoy en Francia, ven al aeropuerto” El joven se recargo en el volante del auto y lo golpeo, no contaba con la presencia de ese mocoso.

Sin más remedio condujo al aeropuerto, era su tío de cualquier manera. Lo odiaba, por ser un cobarde, y no seguir los pasos de alguien como su abuelo.

Ahora que lo recordaba…

El pelinegro se llevó la mano a la espalda, le estaba molestando en demasía. Miro como el carro de al lado, al estar en una parada. Era negro puro, las ventanas tintadas como la misma noche.

Frunció el ceño y se imaginó que lo estarían siguiendo. El joven suspiro y siguió su camino hacia el aeropuerto, estaba ansioso, estaba seguro que si algo le pasaba al mocoso su padre se le iría encima. Pero esto era así. Se metió en una mafia muy negra.

Como todo lo que había pasado antes se había acabado en esto, en estar huyendo constantemente, y temer por su vida, ahora recapacitaba, no se hubiera desviado de lo que tendría que ser, un cirujano, eso. Al llegar al aeropuerto una camioneta negra cerro su paso y el tomo un bate debajo de su asiento, sin más no lo saco a la vista.

-Vaya, vaya, no pensé que se daría por vencido tan pronto señor Michaelis. Baje del auto. ­– Apago el coche e hizo lo que el hombre le comandaba.

-¡Señor Dorian! – Miro al mayor de los Grey salir de su camioneta  y portar un traje blanco. – Que gusto verle de nuevo. ¿Va a algún lado?

-No. Vengo por mi tío, ¿a qué se debe esto señor Grey? ¿Acaso, ya no le soy servicial? Después de asesinar al hijo de Rosemag. – Cerró los puños y miro al hombre que lo había bajado del auto, estaba detrás de él restregando una pistola en sus costillas.

-No quería al hijo muerto, si no al padre. Usted comprenderá, si no tengo a ese hombre muerto dentro de cinco días…- El hombre de pelo gris sonrió.

-¡¿Cinco días?! – Sintió la mano gruesa agarrar su garganta y acercarlo más al cuerpo en bruto del otro individuo. Sin duda nada está saliendo como lo planeado. – Cinco días, está bien. – No dijo otra cosa.

-¡Qué bien! Sin embargo, tengo una queja, la policía está sospechando de cómo murió su hijo. Quiero que la muerte del padre sea más que un accidente Michaelis, espero que usted, me entienda. Quemado si es posible, o a golpes, quiero ver cuanta resistencia a la sangre puede ofrecer joven Dorian. – Charles le dio una seña al hombre que sostenía a Dorian disparo a quemarropa en su costado, el joven cayó al suelo de rodillas siendo pateado entonces. Las camionetas se retiraron.

Él estaba en un alarido de dolor, miro su camisa y saco mancharse de sangre, aplico presión en el área y corrió dentro al aeropuerto, la herida quemaba como una herida de cigarro, había experimentado varios reproches antes pero nada igual.

Su vista se nublaba en ciertos tiempos. Entonces lo vio, ahí parado, su padre. Dejo de hacer presión en la herida y se quedó de piedra, veía a la gente pasar a su lado. Pero él estaba ahí abriendo sus brazos a su hijo.

Sin pensarlo dos veces camino, cojeando, hacía la paternal figura, aquel hombre poso un dedo en sus labios y negó con la cabeza.

-Aún no estás listo. – El chico sintió su cuerpo frío, extendió una mano a su padre y frunció el ceño.

-Llévame contigo…- Susurro antes de caer al suelo pese a la pérdida de sangre.

En su letargo podía apreciar unas memorias de cuando era niño, veía al hombre de momentos atrás correr atrás de él antes de qué se lastimara al bajar las escaleras de la mansión, en verdad, tenía cuatro años. El hombre suspiro al tenerlo en sus brazos de nuevo. “No te acerques a las escaleras, no aún.”. Otra memoria aparecía, la vez de la muerte de Vincent, a él lo habían golpeado, no recordaba los rostros, mas ser botado en las afueras de la mansión y ser llevado dentro por un sirviente. El hombre estaba ahí de nuevo, confortando su dolor.

Entonces una memoria, que ni el mismo recordaba, la habitación estaba en total oscuridad, de pie y parado en el umbral de la puerta, veía al adulto retorcerse de dolor en la cama, toser repetidas veces. “Dorian” El hombre le llamaba.

Para entonces, una cegadora luz blanca ilumino la habitación y lo despertó, estaba tullido en la cama, sentía todo su cuerpo dolido, se intentó levantar y se quejó del dolor entonces viendo el vendaje alrededor de su estómago.

-Cálmate, estás seguro aquí. – Miro al lado y… Samuel. Jamás había estado tan agradecido de ver a ese desgraciado. – Creó, querido sobrino, que tú naciste en este hospital… Val-De-Grace o algo así… - Dorian lo miro confuso y suspiro, sintió la máscara de oxígeno entonces. ¿Cuánto tiempo estuvo ahí?

Samuel frunció el ceño y miro a Dorian, seguía siendo más grande que él. – No quiero que te levantes de la cama, no aún, le avisaré a la enfermera que este despierto. Y… Dorian, no te quites la máscara…- Le arrojo la carpeta que sostenía sus estudios y su condición. Entonces se marchó.

Una simple bala, perforo la espalda y parte de un pulmón. La enfermera llego y desesperado, le dieron el permiso de salir. Usaba bastón, y miraba cabizbajo.

-¿Quién te disparo? – Pregunto Samuel, viendo a su sobrino conducir, totalmente callado.

-Un maleante. – No quería introducirlo al mundo en el que él estaba metido. – Dame un cigarro. – El joven busco su cajetilla de cigarros en la consola del coche, un Audi R8.

-¡No me mientas Dorian! ¡Y no fumes! – Entonces sintió el brusco freno del coche y vio al más grande salir del coche y seguido ser sacado de este.

-¡Escúchame! Llevo bastante tiempo haciendo mi vida de esta manera, y si te enviaron aquí vas a respetar mis reglas, vas a respetar mi estilo de vida, no soporto a los mocosos como tú. Simplemente no. – Lo amenazo golpeándolo ligeramente contra el coche y tomándolo del cuello de la camisa, por ambos lados. – Déjame vivir mi vida como yo quiera, y no te metas Samuel, ya se ha derramado demasiada sangre por gente como yo. – Dorian lo soltó y tomo un respiro largo.

-Vine aquí para aprender a ser como tú, no quise quedarme como la única persona que no sabía hacer nada en la familia. Vine aquí porque te admiro y quiero ser alguien como tú. Que se valga por sí solo, desde que te fuiste, las cosas están muy desordenadas en la mansión. Si tengo que dar mi pellejo por cosas así lo haré. No quiero seguir siendo el mocoso de la familia… Te pido que seas mi mentor. – Dorian suspiro y con todas sus fuerzas le dio un golpe en la mejilla.

-Eso, se llama dolor. Vete acostumbrando a tal cosa. – Subió de nuevo al coche y pronto Samuel le acompaño.

-Primer paso, tienes que estar dispuesto a ver sangre, matar a inocentes, e incluso a utilizar a personas para estafar, subir puestos, y lograr tu cometido, nosotros no andamos con juegos mocoso, somos gente de pocas pulgas, y este disparo me lo he ganado por no hacer bien mi trabajo. Así, así que vete pensando bien si en verdad quieres hacer esto. – Samuel palideció y asintió levemente. – Ahora mocoso, te vale darme un cigarro de la consola, necesito calmarme. – Sin refutar se lo dio, lo encendió lo dejo en sus dedos.

-Te había visto entrenar, romperte huesos, gritar de dolor y de desesperación. Si tengo que pasar por tales cosas, estoy dispuesto. – Dorian sonrió abriendo la ventanilla del coche y conduciendo a casa.

-Bienvenido a Francia Samuel, lamento ser tu sombra, tu y yo no tenemos parentesco, tu eres un protegido mío, y nada más. No eres nada aquí, te presentaras mañana en las empresas de este hombre, presentarás el currículo de las empresas. Y dirás que te envían para hacer tratos. – Ambos bajaron del coche y Dorian lo miro, le recordaba tanto al hombre que odiaba. No a su abuelo, si no al otro, a su “madre” Dorian frunció el ceño, por no ser por esos ojos verdes…

-Tengo una duda. – Dorian se paró enfrente de él, teniendo el cigarro en la mano.

-No hay dudas por hoy. – Tomo su rostro quieto y seguido escucho el alarido de dolor por parte de su contrario, el lunar en su pómulo había desaparecido de manera sádica.- Bienvenido a Paris. – Tiro el cigarro lejos y camino a casa Samuel no pudo hacer más que mirarse en el espejo del carro, tenía una capa de piel menos en esa zona. Y tardaría días en sanar.

La noche llegó de nuevo y ambos se encontraron en la cocina, Samuel estaba hambriento, y solo había comida de alta calidad en la alacena y nevera.

-¿Se puede saber que buscas? – Dorian frunció el ceño, traía unos finos lentes y en sus manos unos papeles.

-Algo que comer, a comparación de ti, no tengo… ¡Dorian! – El pelinegro se dio la vuelta y le señalo el teléfono.

-No toques mi comida, trabaja por la tuya, no llenes mi alacena de chatarra. Ni tampoco mi nevera. – Samuel lo siguió, había cambiado demasiado de unos años para ahora. Lo miro entrar a una habitación y encerrarse ahí.

-¡Michaelis, no me has dado habitación! – Escucho los pasos del mayor entonces abrió la puerta.

-Escoge la que quieras, no es como si habitaran demasiadas personas en esta casa, déjame solo, tengo que organizar un plan para dentro de… ¿Qué día es hoy? – Dorian lo miro y Samuel respondía. - ¿Cuánto tiempo pase en el hospital?

-D-Dos días… - El más grande salió de su cuarto y el joven dio una mirada a este, veía libros por doquier. Miraba en la habitación la cama desordenada, la ventana abierta a un balcón. Entonces lo siguió iba a una habitación distinta, al parecer la oficina del joven, miraba como revolvía algunos papeles y tomaba una que otra cosa. -¿Qué haces aquí? Lárgate de mi oficina, ve a comer. – Samuel vio como escribía rápidamente en los papeles. – En tres días es nuestro primer trabajo juntos, más te vale comer bien. Y no quiero que te reúses a lo te enseñe o te enviare de vuelta a Inglaterra.

-Sí, si…- Samuel salió de la habitación y lo dejo solo. Miro el techo y frunció el ceño, el muchacho se había desviado de todo lo que era, de aquel muchacho feliz que tenía a su padre entre sus brazos, y viceversa.

Dorian estaba teniendo un mal rato, pensaba en aquel momento en el que esa memoria interrumpió su mente, él no se había acercado a Sebastian. Suspiro  tratando de concentrarse en idear un plan. La debilidad, el factor, la causa, y el suceso.

Paso despierto toda la noche ideando todo. Samuel toco a su puerta en la mañana, está dormido sobre su escritorio, se acercó lentamente y lo miro, cada día se parecía más a su padre, con los ojos cerrados era igual. Vio su escritorio, un dibujo de una habitación y una cama, y una ligera sombra en ella. Movió su brazo y lo tomo, dejando la taza de café abajo en el escritorio.

-Sebastian~ - En una voz callada susurro el nombre del difunto, suspiro y se removió del lugar, miro la taza de café y seguido a Samuel con la  hoja en la mano. – Es de un sueño, no significa nada. – Dijo tomando la taza de café. – Hoy empieza tu entrenamiento. – Para tomar de ella después.

-Está bien… Eres muy buen dibujante Dorian. – El moreno asintió y el suspiro. – Aún lamento la perdida de ellos dos.

-Mira, no me metí en este mundo por nada, Vincent y Sebastian tuvieron muertes injustas y causadas a manos de un hombre, eso es lo  primero que deberías de saber. Enfermedades desplegadas en su bebida, ¿Qué más te puedo decir? Buscamos la verdad y justicia para esta familia Samuel. – Se apartó ligeramente de él y frunció el ceño, su mirada se ensombreció, ambos hombres estarían ahí con ellos…

-¿Quién los mato? – Dorian sonrió con sorna y los rubís suyos se toparon con los esmeraldas de su contrario.

-Aún no estás listo para saberlo Samuel, entrena, entonces… te diré todo lo que se, tu justicia y la mía sobre las personas que deberían de estar aquí. No te fallaré, te lo juro. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).