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El tiempo a tu lado Temporada II por William Michaelis

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Notas del capitulo:

Lamento mucho la tardanza, espero me sepan perdonar en sus corazones, tanto por el capitulo anterior, como por la tardanza, no me sentía muy bien en la semana.

Empiezan los capitulos jarcor, si jarcor, espero sea de su agrado, y no perderles.

Gracias a todas por estar aquí. Es un placer tenerles como seguidoras.

 

Dorian acariciaba las pacificas facciones de Sebastian, lucia tan guapo aun muerto...

Yacía en su féretro tan elegante, con un ramo de rosas blancas en sus manos.  Portaba un traje negro y una enigmática camisa blanca tenía lugar dentro. Un traje de pingüino lo llamarían algunos.

Bien lo inhumarían dentro de poco, necesitaban estar seguros que en verdad estaba muerto. Sin embargo a excepción de sus compatriotas, él no quería ser inhumado, que su cuerpo se redujera a cenizas no era de su gusto.

Ciel observaba la escena desde lejos, el hombre que alguna vez quiso estaba siendo velado por sus compatriotas. Sin embargo también se podía apreciar a Dorian, que sentado en una silla se mostraba tan decaído como nunca.  Si bien solo había pasado un día, no podía soportarlo, lo quería demasiado.

Ciel podía recordar con certeza cuanto había pasado con Sebastian, desde su infancia hasta que el tuviera la edad mayor y posiblemente la escriturada "legal".

Recordaba la primera vez que lo beso en el jardín de la mansión. Solo para salvarle la vida, donde nació su sentir.

"

-Mi señor, por favor baje de ahí... - Sebastian hablaba con esa suave y aterciopelada voz cuando tenía veintinueve años.  Y Ciel solo tenía nueve. Ciel se había trepado a un árbol que en aquel entonces era algo enclenque. Sebastian se había preocupado por la salud de su niño.

-Bájame tú...- Dijo el joven altanero, aunque en realidad ni él sabía cómo se había trepado ahí.

-¿El pequeño gatito tiene problemas? - Sebastian rió por lo bajo haciendo un ademán con la mano. - Le recuerdo que los gatos caen de pie joven amo...

-¡C-Cállate! - El pequeño intento bajarse, pero resbalo y Sebastian lo atrapo, tan oportuno como siempre.

-Creo que usted es una excepción felina, mi señor...

"

Ciel Miraba aquel árbol, ahora un sauce llorón de gruesa madera y de hojas verdes y bastante frondoso.

-¿Se encuentra bien? - Pregunto un amigo de Sebastian a Ciel, posando una mano en su hombro. -¿Por qué no se recuesta unos momentos? - Entonces el esposo de Ciel llego a escena quitando la mano de aquel hombre de donde se encontraba.

-Yo me encargo...- Dijo para después llevarlo lejos.

-Estoy, bien, solo estoy... cansado. - Dijo para apartar las manos del otro de su cintura, no quería ser tocado por nadie, nadie que no fuera Sebastian. Pero ahora, eso ya no sería posible...

-Está bien, pero prométeme que descansaras... Tienes que hacerlo, el no irá a ninguna parte ahora, es la misma situación como con tu padre.

-¡El también era mi padre! -  Le respondió molesto, Ciel nunca lo había dejado de ver como la figura paternal que este era, incluso cuando tuvieron su relación. Y a causa de ello tener dos hijos.

Rick se fue no entendiendo porque el joven se ponía de esa manera con el asunto, Sebastian, nunca hizo algo bueno en su vida, o eso pensaba él.

Mientras tanto Ciel pudo escuchar la voz de Dorian y la de un amigo de la familia, residía en Francia, él era el notario o algo así le había dejado a entender William.

-Señorito Michaelis, tengo entendido que su padre le ha dejado el testamento en su hogar Francés... - Tenía entendido que Sebastian no había dejado ningún testamento...

-¿Ha sabido algo de la situación de mi abuelo? - Pregunto este, mientras leía unos papeles que le había dado a firmar el notario.

-No señorito, pero en cuanto sepa algo le notificare, por lo que se, todo estaba dirigido a su padre, pero... No encontramos indicios de ello, algo que sea de utilidad y verídico.

-Bien, por favor, no mencione nada de esto a nadie, debe de permanecer en total secreto.  - Firmo el contrato y se lo entrego al notario.

-Le haré saber lo que tenga en manos, tan pronto averigüemos donde está el testamento de su abuelo, que tenga buen día, joven. - Le entrego una copia del contrato y se retiro por la puerta.

Dorian se quedo pensativo en el lugar, no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. El había quedado con todo el linaje de los Phantomhive y Michaelis entonces, se sentía de alguna manera inútil, aún no comprendía el peso que cargaba encima.

-Dorian, ¿te encuentras bien? - Spears había llegado pese a ver al notario salir de la habitación, por otra parte, Ciel seguía escuchando todo lo que acontecía ahí dentro, las ventanas de alguna manera no sellaban del todo el ruido que había dentro de la habitación.

-No es... Lo perdí... Lo perdí todo... - El joven no tenía porque derramar una lágrima, sabía que sería en vano, puesto que tanto su padre como su abuelo deseaban la muerte misma, sus enfermedades les hacían sufrir demasiado. Y era mejor verle en ese féretro que sufriendo una muerte dolorosa.

-Yo... Si te es de ayuda, puedo darte algo de ayuda, algo que te sirva a futuro. - Dorian lo miro lleno de esperanza, el hombre ahí parado, a pesar de no ser de su incumbencia, le ofrecía ayuda, y no podía estar más agradecido por ello. Quiso expresarle todo lo que sentía... Pero no encontró la manera de hacerlo.

-Por favor, tú conociste a ambos caballeros, tú debes saber... Enséñame a ser como ellos. - Si bien el hombre ahí presente no era igual de viejo que los otros dos, solo por dos  años menos, estaba depositando todas sus esperanzas en él.

-Te enseñare, pero deberás saber que no soy el más paciente, y que yo soy más que agresivo.

-Si así fue como le ensañaron a ellos dos, que así sea también conmigo. - Spears no podía estar más que orgulloso de ese joven que Sebastian había formado, era como él en toda manera, ya lo imaginaba de adulto, con ese semblante serio, frió y por supuesto tan sarcástico como su padre.

Y así fue, los días pasaron mientras que su entrenamiento continuaba, el chico se formaba en secreto para ser de la misma calaña que Sebastian y Vincent, mientras que su tutor no podía estar más orgulloso del chico, poseía una fuerza extraordinaria, una agilidad tan perfecta, y su capacidad mental era grandiosa, apreciaba la obra de arte que había hecho Sebastian.

Escucho el romper de una madera mientras veía a su protegido practicar. Le había negado a Ciel la custodia, a decir verdad él se sentía solo sin Vincent, aunque tenía a Samuel, si, pero le gustaba estar cerca de Dorian, era como tener a Sebastian cerca. Por más jueces que intervinieron en su situación William gano la custodia del chico todas las veces.

-Dorian. Se acabo el tiempo. - El joven hizo una reverencia y fue con William.

Lucía mucho más varonil que antes,  tres años bastaron para que sus facciones se hicieran como las de su padre, lucía un cabello corto pero abundante, negro, sus ojos siempre encendidos con esa furia y orgullo en ellos. Si bien lo que antes fuera un chico inocente y devoto a su padre, ahora era todo un hombre, dedicado a la medicina y al arduo entrenamiento propuesto por su tutor.

-Lo siento mucho, creó que no lograré ser suficiente...- El menor se disculpo pero recibió el abrazo de su protector.

-Estoy orgulloso de ti, y apuesto que tu padre estaría orgulloso también. - Su sonrisa por primera vez fue sincera, palmeo la espalda de Dorian y suspiro, su hijo se había negado a seguir con el entrenamiento, según él; "Quería ser un Phantomhive normal", en todo el linaje de ellos.

Tener una linda esposa y esas cosas, punto que Dorian no apoyo en absoluto, llamándole débil y cobarde. El se había decidido por el camino de la vendetta, vendetta contra quien lo trajo al mundo, ¿quien había hecho tanto daño a ambas familias en aquel entonces?

Solo tenía una respuesta, y esa respuesta se llamaba "Ciel Phantomhive", sabía se encontraba en un viaje de negocios y no volvería hasta el próximo mes, su hermana se hallaba con ellos por él momento.

La chica se había vuelto tan hermosa, toda una dama, Caroline tenía lo que quisiese si ella lo pedía, al menos así la había maleducado Ciel, un cabello grisáceo largo que al igual que su hermano, hacía juego con esos grandes zafiros.

La chica tenía bastantes pretendientes de otras familias del  país, tantas extranjeras, sin embargo, todas eran por mero poder. Si bien la familia de los Phantomhive se empezó a hacer conocida por los trabajos que hacían dentro de poco la reina les recluto. Fieles sabuesos, en sus palabras, y sobretodo... silenciosos en sus trabajos, como ella degustaba.

Caroline caminaba como toda una señorita hacía su hermanito, palmeo de manera ruda su espalda.

-Hermanito, ¿listo para conocer a tu pretendiente? - Dijo porque exactamente eso era, Dorian tenía una dama a su disposición, quizá la mayoría de su familia había olvidado ese "incidente", como solían llamarlo, con su padre, que él le era devoto hasta después de  la muerte. Que dentro de lo que hubiera pasado el era fiel a este. Por no decir que no estaba nada interesado en su "pretendiente", una amiga de su hermana, y en verdad no deseaba casarse con ella sus veintidós años.

-Mira, cariño, Caroline, yo te aprecio y todo aquello derivado de la fraternidad, pero sabes que yo no estoy en lo mínimo interesado en tus amigas. No sé que les cuentes de mi, pero, por el momento quiero disfrutar mi vida, y no ligarme con alguien. - EL joven frunció el ceño y se retiro del área mirando a Spears por el rabillo del ojo.

-¡Tienes que hablar con él! - Le dijo Caroline a William. Mientras que este refutaba su punto.

-Jovencita, el tiene el derecho de hacer lo que quiera con su vida, al igual que tu, y por obvias razones, el ha decidido no casarse... Punto que yo respetaría, conociendo como se ha formado su temperamento a día de hoy. - Camino lejos de la joven, adentro de nuevo escucho la voz de Dorian, nuevamente discutiendo con Samuel.

-¡No tienes ni la mínima idea de cómo me siento Samuel! - Dijo tratando de controlar su ira por  completo, era tan difícil cuando ese hombre le provocaba.

-¡Eres un cobarde Dorian! - Dorian trato de controlarse, aún sabiendo la ironía de este.

-Al menos no soy como tú. Si tanto la quieres quédatela...-  Le dijo para mirar la confusión de Samuel al instante sabía que estaba interesado en la amiga de su hermana, y estaba bien, al menos eso pensaba.

-¡No estoy enamorado de ella idiota! - Frunció el ceño y llevo una mano a su sien. - ¡Es que eres tan jodidamente...ciego Michaelis! - El joven Samuel titubeo un poco.

-Me importa muy poco lo que tú opines, déjame solo...- Tal vez no se había dado cuenta, o era tan distraído para no notar la expresión facial del otro. Samuel seguía tan encaprichado de Dorian como el primer día que lo vio por la mansión.

Dorian corrió a su habitación y frunció el ceño, no quería saber nada, precisamente el día de mañana era el aniversario luctuoso de su abuelo.

A la noche escucho la puerta abrirse en su habitación mientras él escribía en un libro.

-¿Por qué motivo perturbas mi creatividad? - Pregunto mientras miraba el libro, sin dejar de escribir.

-Señor, perdone mi intromisión, pero... el notario llego... - Dorian se levanto de la silla y agradeció al sirviente y se dirigió a la oficina de la mansión, miro al notario organizando unos papeles y a William, con Samuel, Caroline, Ciel, y Rick.

-¿Que necesitan? - El notario lo recibió amablemente y suspiro. Las cosas no eran nada fáciles, y nunca antes había visto a alguien ceder tantas cosas.

-Gracias por venir, agradezco estemos aquí reunidos. Debo aclarar que hemos encontrado ambos testamentos, juntos, en un apartamento de París. Comprendemos la situación de ambos adultos y creó que será la hora de explicar todo lo que sus dos seres queridos dejaron para ustedes... Señor Dorian, usted es el primero en la lista de su padre. Le encantara saber lo que su padre dejo...

Notas finales:

Espero no esten molestas conmigo, debido a que tengo trabajo que hacer en la semana pienso en recorrer los días, el lunes o martes sigue igual. Pero el jueves o viernes serán sustituidos por los sabados.

Gracias por leer

Y hasta la proxima, chao.


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