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La Aristocracia por William Michaelis

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Notas del fanfic:

Espero les guste, quiero aclarar que esta es una de las historias mas... 'normales' que he escrito.

No incluye lemon, solo es romance. Y espero les guste

Los personajes del manga y anime: Kuroshitsuji, no me pertenecen.

¿ONE-SHOT?

 

Notas del capitulo:

Muy buenas criaturitas....

gracias por leer este fanfic, y sin mas espero que les guste.

No creó que quieran continuación y sin mas espero disfruten del one-shot.

Amores incondicionales es lo que les entrego en este fanfic.

 

La familia Phantomhive familia de generaciones... su único heredero por el momento...  Vincent Phantomhive. Siglo XIX. 

Dueño de riquezas inimaginables y una gran mansión en las afueras de la ciudad de Londres, Inglaterra, empresario decidido y Perro Guardián de la reina Victoria de Inglaterra. 

También dueño de un largo linaje de perros, más específico de la raza Retriver de pelo liso.

El hombre dueño de este en una cita preparada por su mayordomo, con una chica llamada Rachel Durless.

Vincent a partir de un largo viaje regresa a casa con la mascota de la familia.

Sebastian cachorro en un principio educado por la mano cariñosa y comprensiva de su amo, todo un perro de la realeza, con modales y buen porte. 

La alegría del aún joven Conde Phantomhive no se podía notar más...  En el carruaje se podía ver la figura de un perro acompañando a su amo,  encima del carruaje el fiel mayordomo de la familia.  En el interior del carruaje el conde y su mascota.

El retriver sentado en el sofá viendo al exterior y siendo observado por la mirada curiosa de su amo.

Regresaban de un viaje de negocios, Vincent tenía la mirada fija en aquel can, aún era un cachorro a sus dos de edad.  Actualmente su madre y padre se encontraban juntos con la camada de cachorros que habían tenido, Vincent al ver que la madre le rechazo, decidió criarlo como suyo. Ese era la verdad detrás de todo, la hermana de Vincent conservaba a la pareja de macho y hembra junto a la camada.

Esa era la feliz historia de ambos.

-Amo Vincent, hemos llegado… - El hombre asintió y espero a que le abriera la puerta su mayordomo al verle, Vincent miro al can que impaciente deseaba bajar al prado.

-Sebastian. – El dueño le llamo haciendo que prestará atención y se calmara. Después de que descendiera el hombre descendió el perro tras él.

-¡Que cosita más adorable! – Sebastian miro a la mujer que acompañaba a su amo, el perro emitió un pequeño gruñido al verse intimidado por esta.

-¡Sebastian! Discúlpalo, no hace esto… – Escucho el regaño de su amo por gruñir a quien no debía.

-Bueno, listo para conocer a tu futura esposa…

-No es seguro aún, lo más probable es que yo no le agrade.

-¡Deja de ser pesimista Vincent! – Sebastian vio cómo su amo era arrastrado dentro de la casa y por consiguiente este dejado fuera.

Triste él se tumbó fuera de la puerta principal. A lo lejos veía a unos perros jugar,  los terrenos de la mansión eran inmensos, pero él no quería y no debía alejarse de donde había entrado su amo momentos antes.

-¡Oye, fuera de la entrada! – Sebastian fue echado de aquel lugar y forzado a retirarse pese al miedo provocado por un carruaje alado por caballos. Se retiró a aquel prado donde veía a los otros animales jugar, olían un tanto diferente a él. Bastante. Miro a un perro más pequeño que él, quizá era de otra hembra, porque era apartado por los demás.

La curiosidad le pudo más que su instinto y fue a verle, el cachorro estaba tumbado en la hierba pero asustado al momento de verse olisqueado por la presencia de Sebastian

Al olfato y vista parecía otra hembra más, parecía mosqueado por su presencia porque se iba de donde lo siguiese.

-¡Basta! – El can quedo estupefacto al ver como un cachorro de tres meses se había enojado por tal seguimiento.

-Que chiquilla más brava… - El cachorro se tiro hacía él en una mordida, esquivada a la perfección.

-¡Yo no me junto con perros de tu clase!  - El labrador se vio molesto por eso, pero en lugar de demostrarlo, aprendió un poco de su amo. Tumbo al cachorro con la nariz y sonrió.

-Perdóname cariño, pero la que sobra eres tu… - Sebastian se tumbó al lado de él. El otro can parecía bastante molesto, se lanzó a morder sus orejas y lo que estuviera disponible.

-¡No soy hembra! -  Eso sorprendió al otro y lo miro sentado en ese momento haciendo que el más joven resbalara por su lomo. – ¡Tú eres igual que los demás!

- ¿A qué te refieres con igual? – Aquel perro era insistente, al querer irse lo detuvo con las grandes patas de este. – Mira chiquillo, podrás ser lo que quieras… pero eres un cachorro no creó que conozcas algo de este mundo aún… - El cachorro se detuvo al verse en el calor corporal del otro perro, sus patas le apresaron rápidamente.

-Me tratas como si fuera hembra… - El más joven se veía más calmado, miraba al otro desde abajo.

-Entonces que deje de ser así cariño… -  Sebastian empezó a jugar con el cachorro y frunció el ceño al verse mordido varias veces por este, aunque sus mordidas no dolieran del todo.

-¡Sebastian! – La voz de su amo lo despertó de su ensueño y se sentó con la cola entre las patas, se había desaparecido.

-¿Ese es tu nombre? –Pregunto el cachorro al verse despertado por la repentina acción del otro.

-Si... – Sebastian alzo un poco el cuello para que el otro viera su placa y su collar.

- Mi dueña me dice Ciel… - Vincent llego con ambos y miro que Sebastian por primera vez no había mordido a alguien inferior a él. El pobre de Sebastian miro lo mal que le iba a ir por desobedecer a su amo.

-Ven acá… te estaba buscando…

-Veo que se llevan bien… ¿Por qué no los dejas Vincent? La mayoría e incluso la madre rechazan a mi pobre cachorro.

-Pero… ¿no íbamos a salir? – Sebastian no conocía a esa mujer por lo que se le extraño un poco, ambos humanos destilaban algo que él no comprendía, una hormona especial.

-Esa es mi dueña… - Ciel le aclaro a Sebastian y este vio como ambos humanos se retiraban tomados de las manos.

-Nos dejaron al fin… - Sebastian no podía dejar de mirarlo, ese pequeño era tan especial.

-¿Qué interés tienes en mí, he Sebastian? – El can de mayor tamaño coloco una pata encima del otro.

-Son asuntos que no podría explicar… - Sebastian rozo su nariz con la del otro y sonrió. –Anteriormente era como tú…- El can escucho el tintineo de una campana y seguido ver la ‘estampida’ que se aproximaba al sonido.

-¿Cómo dices? – El cachorro se quedó viendo al más grande que acto seguido lo empujo

-Ve a comer, que yo aquí te espero… - Sebastian estaba educado por alguien de fino porte, pero amaestrado para cazar también, y defender la vida de su amo. Vio como el cachorro se apartaba y llegaba a donde había sonado aquella campana.

Sebastian se levantó y fue corriendo a donde llego su amo, portaba la correa a un lado de su cinturón.

-Sebastian, deja de escaparte muchacho, no querrás acabar como un perro de calle…- El amo Vincent lo llevo dentro de la mansión a regañadientes. -¡Sebastian! – Vincent tiro de la correa al ver la necedad del perro al no querer entrar.

El can solo miro cabizbajo y entro a las malas siguiendo a su amo a lo que esa noche sería su habitación.

-Hoy te has comportado muy mal Sebastian – El amo miro a aquel par de ojos borgoña de su perro. –Pero creó que no hemos tenido la oportunidad de charlar. Te dejare la puerta abierta por hoy… así… podrás reconocer la estancia por el momento…- El hombre suspiro y le dejo salir, él también se sentía traído a la fuerza. Sebastian estuvo explorando un rato la mansión, no sabía por cuanto se quedarían ahí, según su amo, tampoco.

Estuvo olfateando aquí y haya, había muchos olores conocidos. Y unos que le desagradaban. El can percibió unos ratones salió corriendo de la mansión por la parte trasera alejando a los ratones al bosque. Pronto vio al cachorro de antes vagar por los lares de la mansión. Felizmente fue hacía el.

-Chiquillo… No deberías andar solo… - Sebastian se acercó a Ciel que inmediato comenzó a mover el rabo, una felicidad para ambos volver a encontrarse.

-Y tu deberías de estar con tu amo…- El más joven vio al otro caminando a su lado seguido de tumbarse en el suelo y dar una vuelta llenando su pelaje de pasto.

-Tal vez, hoy no quiero estar con mi amo… - Sebastian jadeo de la emoción provocada por el instante y miro al cachorro de cabeza.

-Mi ama se enojara si me ensucio… - Sebastian lo tumbo y puso una pata en su lomo estaba cansado.

-Te limpiare entonces…- Lo comenzó a lamer a lo que el otro se negó.

-¡detente! ¿Qué estás haciendo? – El más joven lo mordió en el hocico.

-¡Que cachorro más bravo! – Sebastian se levantó algo molesto y lo tomo del pellejo. –No te metas con un mayor chiquillo…

-Deja de tratarme como un bebé…- Lo soltó a una altura adecuada y suspiro.

- Eres tan aburrido Ciel…

-¿Acaso tu amo te deja ensuciarte, pelear y demás?

-Si… Soy su guardián… tu eres un simple can de compañía…

-¡Lárgate entonces! – El cachorro empezó a lloriquear y corrió lejos a donde estaría seguro, pero Sebastian fue más rápido y le tomo del pellejo haciéndolo retroceder.

-Te quiero… - El más joven se quedó estupefacto, ¿Dónde un Can podía aprender tales cosas?

Sebastian se recostó teniendo al chiquillo aún prensado

-¿Ya estas mas calmado? – Le empujo levemente con su nariz y no escucho respuesta viendo que había puesto a dormir al cachorro. El can de mayor edad suspiro y trato de mantenerle caliente durante toda la noche le había soltado incluso pero el cachorro estaba profundamente dormido.

Pasaron seis meses la familia se hizo mas grande, los humanos presentaban una fiesta ese día, ambos perros estaban dentro casa, el cachorro había crecido bastante Sebastian lo acompañaba a donde fuera esa era su rutina, desde que su amo se había distanciado un poco pese al estar cerca de la ama de su compañero. Sebastian cuidaba de él día y noche haciéndose  el mejor compañero posible para este enseñándole lo que sabía al menos lo que podía.

-Sebastian quiero jugar… - El mayor lo miro con una expresión algo cansina y de molestia, el joven lo estaba molestando desde hace un rato boca arriba y encimándose en el otro, restregándose en él. –Sebastian juega conmigo…  Vamos Sebastian juega conmigo…

Sebastian suspiro y se levantó de la cama yendo a otro lugar.

-Niño, no te han dicho que dejes a los mayores descansar… - Ciel se sintió rechazado por este y suspiro.

-Te has vuelto amargado…- El joven se sentó a su lado –Ya no me amas como antes Sebastian…

-¡Claro que lo hago! – El otro se defendió a duras penas. Si lo quería y mucho, era su compañero de vida y eso no lo negaba, pasaban la mayor parte de los tiempos juntos, y no era nada extraño, aunque los humanos creían que Sebastian le había adoptado como su cachorro no era nada así.

Ambos sentían lo mismo por el otro y así sería. Se complementaban casi en todo y la mayor parte del tiempo estaban jugando o descansando.

Su monótona vida se transformó en alegría desde aquel suceso, sus amos empezaron a vivir juntos y después de unos meses un nuevo humano residía con ellos, al principio no les dejaban acercarse. Todo marchaba de maravilla. Tal y como era la vida de uno de los nobles perros de los Phantomhive.

 

Notas finales:

Espero les haya gustado, y que sea algo diferente a lo que estoy acostumbrado a ofrecerles.

Muchas gracias por leer.


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