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Promise por KyuNaFish

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Notas del fanfic:

 

Otra vez yo... con cosas raras y enfermas, mi especialidad(?) :'D 

 

El trabajo se había logrado con éxito; el rapto una acción limpia que no dejó detrás a nadie que pudiera sospechar; los cortes… estos estaban hechos con la precisión monstruosa  que solo podía tener un cirujano, o al menos, el mejor recién graduado de la clase de medicina pues eso exactamente era él. No tuvo fallos; cada corte exacto y en el lugar indicado para alargar la vida de su víctima lo más posible y así disfrutar hasta saciarse de la tortura implicada.

 

El cuarto se encontraba completamente en penumbras, solo una luz blanca y cegadora bañaba el mutilado cuerpo de un hombre de no más de 20 años. La sangre escurría en finos hilillos de la metálica mesa y caía en forma de gotitas al suelo; el constante goteo representaba algún tipo de armoniosa música para sus oídos y a medida que se deleitaba con la sinfonía, el charco de sangre bajo sus pies iba creciendo. No le importaba en lo más mínimo ensuciar sus caros zapatos, después de todo, la sangre le encantaba. El intenso color rojo, las espesa textura y el delicioso olor a hierro que inundaba el lugar lo hacían sentir contento, completo, pleno… feliz.

 

El joven allí tendido… la que fuera su perfecta pálida piel lechosa ahora estaba llena de manchas moradas; su bello rostro cubierto por una máscara de sangre debido a los múltiples cortes infligidos sobre sus mejillas y labios. El torso era toda una «obra de arte»; esa parte estaba desollada, los músculos no tenían ninguna cortada de más y la piel retiraba descansaba a solo unos metros de distancia: sobre otra mesa metálica. Las piernas eran las únicas intactas y no estaba seguro de qué hacer con ellas ya que no era una parte que le llamara demasiado la atención.

 

Park ChanYeol se preguntaba aún cómo es que el sujeto seguía con vida, ¿por qué aguantaba tanto? Y por sobre todo,  ¿por qué atraparlo había sido tan fácil?

 

Mientras crecía y su mente se trastornaba más; supo lo que debía estudiar. La medicina era fácil, además le apasionaba como a ninguno de sus compañeros. Cada que iba a la morgue para practicar, podía sentir el éxtasis recorriendo por completo su cuerpo. Una vez, recordaba, fue capaz de tener un orgasmo mientras veía a su profesora cortando la carne humana.

 

Gigante, orejón, raro… demasiadas formas en las que sus camaradas se expresaban de él; sin embargo y, a pesar de todo, la comunidad estudiantil en general lo describían como alguien «amigable». Por supuesto, las personas eran fácilmente engañadas con una sonrisa. Si sonríes, la gente creerá que eres bueno, y si logras engañarlos, tu psicópata mente pasará desapercibida hasta que sea demasiado tarde.

 

Con 25 años, para Park ChanYeol ya era demasiado tarde.

 

Se apartó de su víctima y caminó hasta la otra mesa, tomó con cuidado la bella muestra de piel robada y desapareció por la puerta.

 

Metódico.

 

Sádico.

 

Enfermo.

 

Loco.

 

Perdido.

 

Retorcido.

 

Perfecto.

 

KyungSoo sonrió; la mueca algo escalofriante e intensa. Su siempre inexpresivo rostro no estaba acostumbrado a sonreír de esa manera. El gesto extraño y decadente, sin calidez, sin nada bueno impulsando detrás. Sin embargo el momento, el «mágico descubrimiento», lo ameritaba.

 

La obscura reacción de su propia enfermedad.

 

El pelirrojo chico de ojos grandes parpadeó repetidas veces y pisó con fuerza la cabeza de ChanYeol. Los huesos de su cráneo tronaron y el desmayado muchacho despertó en medio de un aullido de dolor.

 

—Jodido loco ruidoso.

 

KyungSoo se apartó; sus pequeñas manos escondidas en los bolsillos de su saco escolar. En su rostro seguía amplia y deslumbrante la sonrisa creada minutos atrás.

 

—¿Tú…? —El pelirrojo no hizo más que encogerse de hombros.

 

ChanYeol se levantó de un salto del suelo y se abalanzó contra su contrario; era fuerte, bastante más alto que él. Podía ganarle y preguntarle por lo que había pasado para aclarar la maraña de su mente.

¿En dónde estaba su laboratorio personal? Lo último que recordaba era estar examinando un trozo de piel recién retirada, entonces,  ¿cómo es que ahora estaba en un inhóspito y desconocido lugar? Y lo más importante de todo, ¿cómo mierda un cadáver se podía levantar?

 

Sus enormes manos apretaron sin una pizca de delicadeza el blanco y delgado cuello del pelirrojo; ChanYeol sabía que en esos momentos su rostro era el de un completo enfermo: su imagen real. No le importaba mostrarle la verdadera naturaleza de su monstro interior a un desconocido que sin duda, en unos minutos más estaría muerto.

 

—Patético. —La burlona declaración fue hecha solo un segundo antes de que pudiera preguntar.

 

Al instante siguiente, se vio a sí mismo sentado sobre la húmeda tierra de lo que parecía ser un bosque: su posición inicial.

 

—¿Qué…? —Iba a ponerse de pie nuevamente para atacar, pero solo le bastó una respiración lenta para sentir su espalda chocando contra la tierra. El golpe tan fuerte que perdió todo el aire de sus pulmones.

—Loco, lento, idiota y para colmo, mediocre aspirante a asesino, ¿qué pasa contigo? —KyungSoo empujó con más fuerza su pierna. Las manos de ChanYeol se aferraron a su tobillo intentando moverlo, pero nada pasó—; eres pésimo escogiendo a tus víctimas, ¿sabías? Alguien como tú, que se la pasa escondiendo su locura bajo la careta de señor simpatía debería saber mejor que nadie, que no debe dejarse llevar por las apariencias.

 

ChanYeol jadeó, sus pulmones buscando un poco de aire; su cerebro trabajando en busca de una explicación… KyungSoo lo sabía, podía leerlo, oler su miedo y confusión.

 

—No hay aclaraciones para un jodido enfermo que quiso asesinarme, no las hay… —Se hizo el silencio y KyungSoo liberó a ChanYeol lentamente.

 

Cuando la suela de su zapato se había separado solo diez centímetros del pecho del castaño… bajó el pie nuevamente y lo pisó.

 

Y lo pisó.

 

Y lo pisó.

 

Y lo pisó.

 

Y siguió pisando con singular alegría hasta que el hombre bajo su pierna comenzó a escupir grandes cantidades de sangre.

 

—Yo también disfruto del olor de la sangre.

 

KyungSoo tomó el cuello de la camisa de ChanYeol y levantó su cuerpo como si fuera un juguete; acercó sus rostros, examinando a detalle los ojos ajenos.

 

—Somos parecidos —le susurró sobre los labios—, pero no iguales. Tú no puedes jugar en las grandes ligas, pequeño, frágil y estúpido humano.

 

Con la punta de la lengua lamió la sangre de sus labios y, acto seguido, arrojó el ya magullado cuerpo de ChanYeol contra el primer árbol que encontró; fue hasta él, lo recogió como la «mierda de perro» que según él, su contrario era, y repitió el proceso hasta que el castaño dejó de oponer resistencia.

 

—Si te mueres rápido, ya no es divertido.

 

Uno de los ojos de ChanYeol se encontraba completamente cerrado. Su mejilla estaba surcada por una gran herida producto de una rama de árbol que se le había encajado mientras KyungSoo lo arrastraba por el suelo. La carne de su espalda estaba expuesta y ardía al rojo vivo. Todos los troncos de árbol cercanos adornados con su sangre.

 

Iba a morir.

 

Al mismo tiempo que el pensamiento le llegaba como su más cercana realidad, KyungSoo lo tomó de los cabellos y con brutalidad tiró de él para sentarlo con la espalda recargada contra un árbol. Se acuclilló para quedar frente a Yeol y se dio la libertad de sostenerlo del mentón para que pudieran verse a la cara.

 

La imagen que proyectaba cada uno, era contrastante.

 

—Tú querías matarme —comenzó KyungSoo—, así que como un acto de bondad, y para que los idiotas de mis padres no digan que carezco de principios y «humanidad», te permití cumplir tu fantasía dejándote pensar que en verdad me torturaste. —Hizo una pausa y a continuación, su voz se tornó solemne—: admito que tienes mucha creatividad, yo mismo disfruté viéndote hacer todo eso de los cortes con tanta pasión y entrega. Tienes el don y tu técnica es prácticamente perfecta, hiciste de mi muerte algo artístico.

 

KyungSoo sonrió, y el gesto se borró pronto.

 

—Presta atención cuando te hablo. —Indignado, abofeteó el rostro de ChanYeol para que siguiera consciente—. Como decía —continuó—, fue grandioso, pero cometiste el gran error de tomarme a mí como tu víctima.

 

El pelirrojo negó con la cabeza y chasqueó la lengua.

 

—Así que te daré la oportunidad de redimirte, Park ChanYeol.

 

Tomó entre sus manos con suma delicadeza el rostro de ChanYeol y le dio un largo, perezoso y casi dulce beso en la boca, saboreando en el proceso la sangre fresca.

 

—Sobrevive —murmuró—, y búscame.

 

El pelirrojo se esfumó con el soplar del viento y al mismo tiempo, el aullido de un lobo retumbó con enorme potencia en el pecho de ChanYeol; luego llegaron más, y más. Hasta que los aullidos se volvieron una elaborada sinfonía.

 

Por primera vez en toda la noche, Park ChanYeol sonrió.

 

Maldito pelirrojo que solicitaba imposibles.

 

Sin embargo, el castaño luchó por ponerse de pie. Él iba a vivir, tenía que hacerlo… entonces encontraría al jodido fenómeno enano y lo haría sufrir.

 

Era una promesa.

 

~*~

Notas finales:

 

Yo agradezco infinitamente a quien se haya tomado el tiempo de leerlo; les pongo altar mental a las que me dejan un comentario aunque no los responda. Pido una disculpa por ello, normalmente no tengo mucho libre y lo poco que tengo lo uso para intentar escribir, que ya sé que solo salen estos cosos raros xD Quisiera hacer un seriado, pero no soy buena con ellos porque luego me pierdo y los dejo a medias; asi que mejor no me arriesgo y sigo con cosas pequeñas.

 

El ChanSoo no es una pareja de la que abunden las historias, y a las que les gusta tanto o más que a mí esta pareja, espero que les agraden mis escritos random ;A; si no lo hacen, diría que me dijeran qué es lo que les gusta para así adaptarme, pero no lo hago porque no puedo. Yo no suelo escribir smut y cosas románticas, soy muy extraña y cosas extrañas, son lo que me va. Por ello, en este escrito hago hincapié en que VERDADERAMENTE AGRADEZCO la atención prestada a esta gorda mujer detrás del teclado, ustedes tienen la culpa de que siga publicando mis amorfidades :’D

 

Y eso, no sé qué me pasa esta noche que escribo cosas así.

 

 

 

P.D. Una disculpa si hay muchas faltas ortográficas por allí —que espero no— ;w; 


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