Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El amor no es para siempre. por IGOTEXO

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

No se pregunten cómo nació el fic, que en realidad ni yo sé cómo es que esto ha acabado así... Sólo tengo algo que decir, no es algo de lo que me pueda enorgullecer, además de que es la primera vez que trabajo con la muerte de un personaje.


En lo personal no me gusta escribir sucesos así, pero creo que es hora de liberarme de toda la tensión que he tenido toda la semana y es por eso que ha quedado de esta manera.

Notas del capitulo:

No va dedicado a nadie en particular, porque... ¿a quién le gustaría que le dedicara algo así?

 

Sin más drama, las dejo con lo que he podido desahogarme de esta semana agotadora.

 

No espero que lo disfruten, porque yo no lo he hecho. Fue realizado bajo el drama consumido, así que espero que le den una oportunidad para mandarlo al carajo.

Capítulo único. El amor no es para siempre.


 


 


 


“El amor no es para siempre” Y tenían razón, Mark. Mírame, a pocos momentos dejarte, de irme, sabes que no lo quiero así, nunca lo he querido de esta manera. No me extrañes, te lo pido, harás de mi recuerdo el más doloroso, yo lo sé… te conozco. Te conozco a tal punto que siento que seré yo el que me quedaré solo y no tú, eres tan coqueto que no me atrevería en pensar en ti como alguien tímido.


 


Te amo, ¿sabías? Te amo aunque en estos momentos no pueda decirlo, aunque ya no sé si podré seguir demostrándolo. Te amo que sé que duele tanto el hacerlo y tener la impotencia de que, cuando leas la carta, llorarás y no podré estar contigo para consolarte. Me iré, bueno, aunque eso es más que obvio, nadie se despide en una carta si no es por el adiós que se marca en ella y de verdad lo siento. Me gustaría estar toda una vida a tu lado, pero creo que ya no se va a poder.


 


 


¿Recuerdas cuando nos conocimos? Por alguna razón me daba la sensación de que me odiabas. Bueno, tal vez no me odiabas pero no aguantabas mi presencia que para el colmo (yo pienso)  es lo mismo. Ya te había visto antes en la escuela, recorriendo los pasillos en una soledad tan tranquila que tu ausencia parecía desvanecerse al menos en mi mundo. Eras esa paz que me ayudaba a calmarme, eras esa razón por la cual yo iba todos los descansos detrás de los salones a observarte con parsimonia y verte sonreír a la luz del sol, te sentía como mi complemento, mi dicha, casi mi todo. Me dedicaba a sentirte detrás de los arbustos y me preguntaba por qué nunca estabas con nadie.


 


Tarde o temprano tenías que descubrirme espiándote (¿esa es la palabra, no?) y me dedicaste una mirada llena de confusión y enojo, enojo por no darte el espacio que querías. A veces me pregunto qué hubiera pasado si tan sólo hubiera sido un recuerdo fugaz el haberte visto caminando solitariamente por cada pasillo, con la cabeza gacha y llena de ideas. Pero, a pesar de lo avergonzado que yo estaba, al fin había logrado que me mirases, no me importa de qué manera, por fin había ocurrido lo que yo quería, que me envolvieras con tu mirada profunda.


 


Poco tardó para que quisiera atraerte hacia mi realidad, pero siempre tenías la cara malhumorada y me pedías a gritos que te sacara de donde había demasiada gente, en ese tiempo no tenía ni la menor idea de porqué tenías ese mal carácter, aunque me agradaba mucho, porque al menos tenía una excusa para estar contigo en el descanso, y alejarme de mis amigos ya no era un problema para ellos porque sabían que yo estaba contigo.


 


 


Me pareces una persona interesante, alguien que no se debe de tomar a la ligera, alguien serio pero a la vez dulce (depende, si es que usas mi perspectiva). Sé que la mayoría de estas cosas no la querrás creer, pero por ti yo aceptaría hasta el más mínimo suspiro tuyo sólo por provenir de ti.


 


 


No quería sonar impaciente la primera mañana que hablé a tu casa para pedirte salir. Mis amigos decían que si yo no daba el primer paso, tú tampoco lo darías y yo moriría con la esperanza de estar contigo al menos un fin de semana, porque, por más que pareciese que nos llevábamos bien, aún seguía con ese miedo de no caerte tan bien. Tu madre contestó con tranquilidad y me presenté a ella, nervioso y con el corazón latiendo locamente queriendo salir; aún recuerdo tu voz tan confundida al escuchar que era yo el que hablaba.


 


“¿Tienes algo que hacer esta tarde?” Pregunté sonriendo bobamente y esperé casi una eternidad para que me contestaras.


 


“No me malinterpretes, Jinyoung, pero no tengo ganas de salir hoy” A pesar de que me habías rechazado, seguí sonriendo porque tu tono de voz era melódico a mis oídos, casi disculpándose a la distancia, un tono que jamás había escuchado salir de ti. Así que no importaba cuantas veces me rechazaras, yo sabría que no lo harías con las intenciones de herirme porque tu tono hablaría por ti y no las palabras.


 


 


Sabes manejarme con una exactitud indescifrable, sabes llenarme de recuerdos y a veces odio que sepas manejarme a tu gusto sin saberlo, sin caer en cuenta en lo profundo que me cala tu ausencia, sin saber que mi corazón siempre ha estado cayendo enamorado por ti.


 


 


La primera mañana del invierno había caído enfermo repentinamente, pero siempre ocurría en esas fechas. Pero nunca pensé que disfrutaría estarlo, ese día, después del horario de clases habías ido a visitarme, nunca me agradó más tu presencia hasta que noté que en realidad yo te importaba y me sentí mucho mejor cuando tus labios se posaron en los míos repentinamente.


 


"¿Por qué lo has hecho?" Sonreí bobamente con la cara ardiendo y tocando mis labios. Te miré nervioso, dubitativo y un poco feliz (¿sería que estaba delirando?).


 


"Me gustaría enfermarme, así no iría a la escuela como tú hoy" Fue lo último que te escuché decir antes de caer profundamente dormido y despertar a la mañana siguiente con un espacio vacío, no sólo en la habitación, también en mi corazón.


 


 


¡Vaya, Mark! Me es imposible no perderme en las lágrimas mientras escribo, mientras mi mano se mueve silenciosa entre el papel que quiero romper en este mismo instante. Es tan frustrante no mirar un nosotros en el futuro, después de todo lo que luché por estar junto a ti.


 


 


Fue difícil para mí concentrarme en los exámenes del mes, ya que había faltado a la mayoría de las clases, pero es que ahí estabas tú, enfrente de mí usando aquellos pantalones apegados a tus piernas (quiero informar que, en mi opinión, no dejabas nada a la imaginación), explicándome los ejercicios de matemáticas. No sé cómo podías dejarme con las ganas de verte sin la prenda, pero, como lo he dicho antes, sabes manejarme muy bien.


 


Los días habían pasado volando, gracias a ti había logrado entrar al concurso de talentos y no fuera más bien porque tuvieras contactos, no. Fue más bien porque me habías apoyado diciendo que mi voz es dulce y no tenía por qué avergonzarme de ella (ya me habías escuchado cantar muchas veces anteriores). Estabas a mi lado, haciéndome sentir un millón de cosas que no podía descifrar en ese momento.


 


Cuando tomé el micrófono, sonreí al verte enfrente de mí, entre el público, dedicándome una bella curva en tus labios y fue ahí cuando decidí que mi corazón había caído ante ti.


 


 


No importaba cuándo fuera ni cómo fuera, ibas a estar ahí para mí, y me arrebata el corazón el saber que yo voy a ser el que te deje, no puedo hacer nada en contra de ello. Es imposible no soltar suspiros pesados, fingiendo mi bienestar porque no lo estoy, Mark, no estoy bien si sé que no nos volveremos a  ver y que yo voy a ser el culpable de todo esto.


 


 


“Me gustas, Mark… me gustas más de lo que pienso o imagino, pero creo que es lo mismo… Me gustas y no como amigo, tampoco para un tiempo, me gustas bien… ¿pero qué estás diciendo, Jinyoung?” Me recriminé al final, me estaba declarando por primera vez a alguien, a ti. Sabía de sobra que me rechazarías, pero a veces nos declaramos sólo para liberarnos del sentimiento, para no sentir una carga, esa cruz que mata y sonreír satisfechos para que nadie se dé cuenta de lo que venimos portando desde tiempo atrás.


 


Me miraste dubitativo y no dijiste nada.


 


“Supongo que tú también me gustas…” Levantaste los hombros haciéndome sentir más nervioso.


 


“¿Supones?” Pregunté en un hilo de voz mientras hacía un esfuerzo por no echarme a llorar. Cerré los ojos y suspiré dejándome llevar con la brisa que pasaba alrededor de nosotros.


 


“Nunca me había gustado nadie. Bueno, sí, pero no de la manera que me gustas tú…” Posé mis ojos en ti y un rayo de esperanza pasó por un lado mío. “Contigo, no sé, se siente diferente… me dan ganas de protegerte, tal vez sea debido a tu complexión delicada; me dan ganas de abrazarte, quiero culpar a tu complexión delicada también; se siente extraño cuando te veo a lado de Jaebum, tu amigo, me da miedo que te robe o algo  por el estilo… no sé si me comprendas”


 


“Claro que te comprendo” Susurré en tu pecho después de envolverte con mis brazos en un cálido toque de nuestros cuerpos. Y me propuse que ahora yo, de ahora en adelante, sería el único al que le gustaras.


 


Pero no se tiene una vida para ser egoístas, lo aprendí en un toque de mi subconsciente y apegándolo a la realidad que aturde hoy.


 


 


Muy pocas personas saben quién es al que tiene a su lado, por eso, nuestra primera cita no había sido más que un parque en el centro de la ciudad. Debo confesar que estaba nervioso por lo que sucedería esa tarde, pero me resultó difícil saber qué es lo que planeabas hacer. Una vez que habíamos llegado, me sentaste en una de las bancas de ahí y parado frente a mí me preguntaste qué era lo que yo quería saber de ti. Sinceramente siempre quise tener esa oportunidad para atormentarte con todas mis dudas, pues a pesar de conocernos desde hace más de 6 meses, no sabía nada de ti y me sentí avergonzado al caer en cuenta de ello, porque si me gustabas era por las cosas que eras, pero yo me basé, más bien, en las cosas que me hacías sentir.


 


Tomé una bocanada de aire y lo dejé salir después de llenar mis pulmones y parte de mi estómago con él.


 


"¿Porqué eres tan solitario, porqué nunca te había visto en mi curso?" Reíste al escucharme preguntar tan entusiasmado y me acariciaste el cabello (acto que sueles hacer frecuentemente para relajarme).


 


"Vaya, me sorprende que tus dudas no sean sobre lo que espero de nuestra relación..." Me avergoncé de inmediato y escondí mi rostro entre mis manos en señal de frustración. "Tampoco es para que te pongas así" Susurraste en mi oído dulcemente y me asusté por la repentina acción. Suspiraste después de pensarla bien y dirigiste tus manos apoyándolas en tu cadera. "Me gusta estar solo porque hace mucho tiempo no necesité de nadie para sentirme completo, me di cuenta de que la mayoría de la gente es falsa y comencé alejarme de ellos porque sabía que ellos eran el daño que yo no quería probar... por eso cuando apareciste frente a mí, quise alejarte de inmediato pero algo me sostuvo y pensé que no toda mi vida estaría huyendo de la gente y me atreví a darte una oportunidad"


 


Sonreí a lo último, ¿o sea que yo era a la primera persona a la que le hablabas después de tanto tormento en tu cabeza? No pude sentirme más que feliz en ese momento, depositaste en mí tus esperanzas y lo que eras (eres) esperando no ser dañado y eso no hay forma de cómo agradecerlo.


 


"Con lo respecto al curso... supongo que no te diste cuenta porque eres distraído, en realidad no tengo una mejor respuesta para eso" Levantaste los hombros divertido y te abracé aun yo estando sentado y tú parado. No podrías imaginar los sentimientos que llenaron mi cuerpo.


 


"¿Y qué esperas de nuestra relación?" Pregunté al separarme y con una sonrisa satisfecha por haber escuchado lo anterior.


 


"Espero que confiar en ti… haya sido una buena idea" Sonreíste y bajaste hasta mi altura y depositaste un tierno beso en los labios que me supo a una eternidad... una eternidad realmente bella.


 


 


Te amo, de verdad que te amo, pero no puedo estar sosteniéndome más, no puedo luchar más porque me cansé de estar amarrado a una realidad que no quiero. Deseo más que nada estar para siempre contigo, pero no de la manera en la que estoy ahora, sentado esperando un milagro que jamás ocurrirá. Ahora conozco todo lo que eres, lo que sueñas, lo que sientes, lo que das, todo y aún así sabiendo que te amo de esta manera aferrada, no puedo quedarme.


 


 


Cuando la primera mañana del otoño, después de un año de estar compartiendo mi vida contigo, sabía que algo estaba fallando, no en nuestra relación (sólo afectaba un poco) y yo era el culpable. Me habías contado meses atrás que tus padres esperaban de ti una persona casada, con un buen empleo y unos hijos maravillosos. Pero no estaba en mi poder darte lo último y me sostuve del escritorio del doctor (lo había visitado sin tu permiso) al decirme que yo no era de esos casos "especiales", ya sabes, donde un hombre posee la habilidad de engendrar hijos. Frustrado y acabado psicológicamente, regresé al departamento donde me esperabas con una sonrisa radiante de verme llegar. No pude corresponder porque no me sentía con ganas de fingir estar bien cuando algo que yo quería darte, no podría hacerlo sólo porque a la jodida naturaleza no se le dio la gana.


 


"¿De dónde vienes que me vienes con esa cara?" Eres muy dulce, Mark, y sé que no lo aceptas, por eso no pude evitar dejar salir una risa pequeña cuando me preguntaste de esa manera tan tierna.


 


"Vengo del doctor" Suspiré negando con la cabeza, sabía que era una mala idea desde el principio. Me seguiste a la sala y te sentaste a un lado mío pasando uno de tus brazos por mis hombros para juntarme más a ti. "Fui a hacerme un chequeo"


 


"¿No es nada grave?"


 


"Depende de cómo lo quieras ver" Me aferré más a ti sintiendo las lágrimas bajar por mis mejillas. "No puedo darte una familia" Dije entre sollozos pequeños que aun me dejaban hablar normalmente.


 


Me abrazaste con más fuerza al escucharme decirlo, sentí que a ti también te había afectado la noticia (cómo no, si eso era la que querían tus padres de ti). Traté de tranquilizarme en vano porque al parecer no lloré lo suficiente en la sala del doctor.


 


"No me importa" Dijiste después de dejarme desahogar lo suficiente, te miré con duda, seguro era un desastre en ese momento. "Jinyoung, yo no te estoy pidiendo algo que no me puedas dar... si no podemos tener una familia, está bien, aún existe la adopción... no te pongas triste por eso, que me haces sentir peor por decirte lo de mis padres. Yo sé que buscan de mí esas cosas, pero también buscan que sea feliz y yo sé que mi felicidad se encuentra a tu lado, no hay nada más importante que eso" Te abracé con más fuerza al escucharte y creo que lloré más de lo que suelo llorar normalmente. No sé cómo haces para hacerme sentir una persona terrible a una muy feliz. Eres perfecto para mí, Mark, de verdad que lo eres.


 


¿Yo también soy perfecto para ti? ¿También sientes lo mismo que yo cuando te veo?


 


Las eternidades no siempre lo son, así que no puedo decir que nuestro amor es eterno cuando estoy marcando mi ausencia desde un principio.


 


No puedo negar que me duele dejarte de la forma más fácil que hay, pero todos venimos con este fin.


 


 


Antes de la segunda navidad que pasaríamos juntos, habíamos puesto el pino y me dejaste la parte de decorarlo yo sólo mientras tú ibas por algo de comida ya que no se me antojaba hacer de comer en esas fechas. Empecé por las esferas, me encanta acomodarlas, las que más me gustan son las rojas grandes y brillantes porque me recuerdan al reno tan popular de Santa. Cuando terminé con las esferas, le seguí con las luces, le di vueltas al pino (en realidad no era muy grande) y terminé de enredarlo. Habíamos prometido que la estrella la dejaríamos hasta que volvieses, pero tuve la necesidad de probar cómo se vería el pino después de que prendiéramos las luces. Con la curiosidad que me carcomía, fui por una silla para poner las estrella sin que lo además se viera afectado. Al subir el primer pie, sentí un leve mareo pero no le di importancia, me apoyé en ese y subí todo mi peso y apoyé el otro.


 


De un momento a otro tuve que bajar, a pesar de que la altura era pequeña, aún me daba vértigo y no supe cuándo fue que me senté en el sofá más cercano con la estrella entre las manos y con un dolor de cabeza muy fuerte, que cerré los ojos lentamente por el sueño que me invadía.


 


 


Es difícil no verte ahora como mi futuro, ese que tanto que quise y por el que luché más que con mis antiguos amores fugaces. Eres ese al que yo quiero para mi vida, eres la realidad infinita que me inunda siempre, y eso sólo hace que sea más doloroso el adiós porque no estaré ahí para decirlo, para tomar tu dulce mano entre las mías y besarla porque apenas tengo la fuerza de sostener el plumón entre mis dedos. No sólo ya no tengo la fuerza emocional, sino que no tengo la fuerza física.


 


 


Cuando desperté me di cuenta que no estábamos en nuestra habitación, las paredes eran blancas (lo siguen siendo), sabía de sobra que estaba un hospital. Te vi a lado mío, durmiendo, tu cabeza apoyada en tus brazos usándolos como almohada. Sonreí inconscientemente porque emanas esa aura de ternura y protección.


 


No recordaba nada de lo que estaba sucediendo, sólo recordé lo del pino y la estrella, ¿qué había pasado después de quedarme dormido como para que estuviera en aquella situación? Levantaste tu cabeza adormilado aún y yo acaricié tus cabellos avisando que ya estaba despierto. Me miraste atónito y me abrazaste fuertemente.


 


"¿Qué sucede?" Reí mientras que te correspondía tímido.


 


"Al fin despertaste" Me apretujaste más a ti y no entendí nada.


 


"¿Cómo que... desperté al fin?"


 


"Llevas más de una semana dormido" A ti no te gustaba (sigue sin gustarte) usar términos médicos para describir mi situación. Para ti siempre estuve en un profundo sueño y te agradezco que hayas estado a un lado mío cuando desperté.


 


El médico entró de repente con la misma expresión que hiciste tú al verme. Reí tapando mi boca y el médico carraspeó para mantener su postura.


 


"Paciente Park, no pensé que usted realmente despertara" Dijo y a mí me hizo borrar la sonrisa.


 


"¿Qué está sucediendo, Mark?" Te miré y volteaste tu rostro con el dolor palpado en él.


 


"Verá, no sé cómo explicarle que su condición está decayendo. Han pasado tres semanas desde que usted cayó en coma" Apreté tu brazo en señal de apoyo y tú tomaste mi mano enseguida. "La línea que lo tiene entre la vida y la muerte es muy delgada" Prosiguió el doctor. "Le hemos hecho varios estudios y no encontramos nada extraño hasta que... vimos esto" Me dio como una radiografía pero de mi cerebro. "Esta mancha que usted puede ver aquí, es un tumor y no es nada benigno. De este lado (la parte izquierda de mi cerebro) hay otro y al igual que el anterior, no es nada bueno" Apreté tanto tu brazo que sentí que encajaba mis uñas en él. Sentí como mi alma se iba de mi cuerpo al escuchar las palabras del doctor, dejé caer mi espalda en la cama y apreté los labios para no llorar. Es así tan fácil de morir para mí, tan fácil y extraño.


 


"¿No se... pueden extirpar?" Susurré con una leve esperanza, la misma que había pasado a un lado mío el día que me declaré.


 


El medicó acomodó mejor sus lentes. "Lamentablemente, no"


 


 


¿Porqué la vida es injusta? ¿Por qué no puedo estar contigo más tiempo? ¿Porqué nuestra historia no es un "para siempre"? ¿Por qué me esfuerzo en luchar por mi vida si en cualquier momento se me será arrebatada?


 


Te amo tanto que no puedo imaginarme a mí sin ti a mi lado, no puedo esperar a que esta tortura se acabe porque no hay forma de solucionarlo. No quiero dejarte, Mark, no quiero, quiero que lo de nosotros se acabe con el tiempo y no por una enfermedad. Quiero a estar a tu lado porque quiero estarlo y porque me haces bien.


 


 


Después de varios días ya no aguantaba tener la luz encendida, no me gustaba el ruido y me hice a la idea que lo mío ya no tiene solución, porque en realidad no la tiene. Te veía desde lo lejos sufrir por mí, pero siempre sonreías fingiendo estar feliz al verme, yo sé de sobra que a ti no te gusta verme encadenado a una maquina que checa mi pulso a todas horas, todos los días. Sufrías porque esto ya no era lo mismo y dudo que lo vuelva a ser.


 


"¿Quieres salir?" Me sonreíste y yo gruñí.


 


"No, gracias" Me acosté de lado de modo que no pudiera verte.


 


"Jin..." Susurraste tiernamente.


 


"Vete, por favor. No quieras estar condenado a mí, yo ya no tengo solución, no puedo tenerla. Vete y déjame ya solo, porque lo único que haces con tu presencia es hacerme sentir peor" Dije lo suficientemente alto dejando caer mis lágrimas silenciosamente. No te quiero pegado a mí, no quiero que sufras por mi culpa y esa era la mejor forma de alejarte, pero te aseguraste de tomarme entre tus brazos y acariciarme.


 


"No te voy a dejar en estos momentos. Voy estar pegado a ti hasta que mi cuerpo y mi mente se cansen, voy a detenerme hasta que mi tiempo se haya acabado. Te voy a amar toda una vida y sé que en la próxima te voy a amar aún más" Dijiste también llorando, sentí tus lágrimas mojar la bata con la que estaba vestido.


 


Me volteaste para quedar frente a frente los dos y me dedicaste una linda sonrisa. Acunaste mi rostro entre tus manos y me besaste con una parsimonia infinita que me bastó varias horas quitarme el efecto de tonto que dejas en mí con esos besos.


 


"¿Porqué lo haces?" Te pregunté con la cara ardiendo y me sonreíste.


 


"Me quiero enfermar para así estar contigo toda mi vida" Me dijiste abrazándome y me recordó a nuestro primer beso, con la diferencia de que este sería el último que disfrutaría tanto.


 


 


¿Ahora entiendes, verdad? Siento decepcionarte, siento dejarte cuando dije que estaría contigo para siempre, siento irme antes de lo esperado, siento decirlo todo por una carta. No tendré el valor suficiente para levantar mi rostro y ver el tuyo con lágrimas bajando poco a poco por tus mejillas, sé que yo estaría peor que tú pero... ¿eso qué importa ahora?


 


¿Vas a seguir amándome después de yo haber roto nuestra promesa? ¿Me vas a extrañar como yo ya te extraño? Gracias por convertirte en ese rayo de luz que necesitaba, eres mi vida de ahora en adelante. Tomaste todo lo que fui, mis errores, mis virtudes, mis dones, mis sentimientos, mis defectos... mi vida. Dame un último beso cuando me veas partir, lo guardaré como el mejor tesoro que tengo, aunque tú eres y siempre serás lo mejor que en esta vida me pudieron dar.


 


Sé feliz, hazlo por  mí, por nosotros. Puedes buscar la felicidad en otros brazos, porque los míos ya no pueden dártela.


 


 


Te amo..."


 


 


Mark sonrió mientras una lágrima rodaba por su mejilla anunciando el llanto tan próximo. Dejó la hoja a un lado y se acercó al rostro de Jinyoung, quien le veía con ternura y suavidad, cerrando los ojos poco a poco y dejándose hundir en ese sueño profundo.


 


"Gracias por darme una razón para vivir" Susurró sobre los labios del pelinegro antes de besarle largamente y dejando salir sollozos pequeños. "Te amo y te amaré más en la próxima vida" Dijo de nuevo sabiendo que el menor ya no le escuchaba. Sintió en su pecho una punzada enorme y cayó de rodillas al suelo, llorando y temblando; era casi imposible creer que su pequeño ya no estaría ahí físicamente. Sacó del bolsillo de su pantalón una hoja maltratada por tantas dobladuras y la rompió dejando caer todos los pedazos a su alrededor. Ya era muy tarde para darle la carta a Jinyoung.


 


 


"Mark, ¿por qué me amas?"


 


"Dicen que el amor no es para siempre... yo quiero demostrarles lo contrario"


 


Porque Mark todavía tiene una vida para amarlo…

Notas finales:

Sin notas finales, ¿porqué?

Porqué hoy nada es de color de rosa.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).