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Interrupted por Dayan Walker

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Notas del fanfic:

Notas de autor: luego de terminar Assassin’s Creed: Brotherhood, Cesare permaneció en mis pensamientos durante mucho tiempo. Luego tomé la decisión de crear este fanfic para sacarlo de mi mente. Este es mi primer fic de AC, ¡pido disculpas por el OOC que les haga a los personajes!, pero sentí el final del juego inconcluso y estoy muy triste porque ya ha terminado.

Deben esperar algunos spoilers del final de los recuerdos de Ezio (quizá del final de la partida, no sé). También la relación futura de Cesare/Ezio y algo de Desmond/Shaun. No sé cómo vaya a evolucionar, pero bueno, prosigamos con la historia.

Notas de la traductora: ¡hola, hola!, Dayan al habla. Espero de corazón que les guste esta historia muy buena e intensa a la que Crimeson-plasma tuvo la bondad de dejarme traducir. Es mi primera vez traduciendo y pido perdón de antemano por los errores que haya cometido en el camino, pero me esforcé en esto porque, de verdad, ésta historia vale la pena.

Notas del capitulo:

Disclaimer: obviamente, Assassin’s Creed no me pertenece, ¿por qué estaría escribiendo fanfiction de ser así?

Interrupted

Capítulo uno

Todos estaban observando con atención lo que el Animus les estaba mostrando. La batalla final donde Cesare Borgia falleció y Ezio escondió el Fruto. La última cruenta batalla que se libraba antes de que pudieran saber dónde estaba resguardado el Fruto del Edén y ver finalmente la ubicación de los templos para así salvar al mundo de un inminente desastre.

Silenciosos, contemplaban con atención la pantalla que mostraba los recuerdos de Ezio. El asesino había llegado al lugar donde se encontraba Cesare luchando, buscando ganar desesperadamente aquella batalla que había creado.

— ¡Cesare, los muros te rodean, no tienes cómo escapar! —Ezio gritó. Cesare se giró, observando al asesino con sorpresa. Aquel hombre que había arruinado todos sus planes. Tenía que asesinarle.

 — ¡Venid, pues, Ezio! —exclamó, al momento que el asesino sacaba su espada, iniciando una cruenta contienda.

Los gritos de los soldados que luchaban unos contra otros se podían escuchar a lo lejos; las balas de cañón atacando constantemente las paredes del Castillo de Viana, en un intento desesperado por conquistarle. Comenzaron a atacarse rudamente, con la determinación de asesinar lo que frente a ellos estaba.

El deseo de ambos por querer deshacerse de aquel que era una amenaza para sus planes, sus familias.

El que había destruido su hogar.

 ---

Ezio comenzó a atacar Cesare con certera fuerza, haciéndole retroceder inevitablemente hacia la pared contigua.

— ¡No voy morir! ¡La fortuna no me va a fallar esta vez! —Cesare vociferó con desespero, pero Ezio hizo caso omiso a su enemigo.

Concentrado en la batalla, no se percató de algunos soldados que penetraron la zona de guerra. Eran alrededor de cuatro, todos ellos asediaron al asesino. Ezio se defendió lo mejor que pudo, pero le fue inevitable retroceder a la pared en donde Cesare había estado cerca hacía breves instantes.

—No importa lo que hagas, ¡voy a conquistarlo todo! —Cesare exclamó nuevamente, mientras atacaba a su némesis.

Mas Ezio continuó atacando a Cesare y los soldados, pero no logró obtener muchos resultados a su favor: todos se defendían con éxito. Al momento decidió sacar su hoja oculta, ahí culminando con la vida de los cuatro soldados de su enemigo.

— ¡Ríndete! ¡No eres rival para mí! —vociferó Cesare, una vez más atacando a Ezio, no obteniendo resultados deseados.

Ambos hombres se defendían con excelente destreza; pero unos segundos después, Ezio atacó a Cesare, esta vez dominándolo. Luego sacó su hoja oculta, subyugando a su enemigo. Estaba tan cerca de su cuello…

«Sólo un poco más» Ezio pensó mientras empujaba el arma peligrosamente a la yugular de su enemigo; las ansias  por finalizar todo de una vez a flor de piel. La primera vez no tuvo éxito, pues Cesare movió la mano del asesino para escapar de su encarcelamiento. Así que en vez de asesinarle, destruyó en cambio parte de su armadura y capa.

El asesino se movió hacia atrás a medida que más guardias entraban a defender.

La lucha continuó y a medida que más y más guardias penetraban la zona de guerra, eran rápidamente asesinados; Cesare al momento perdiendo algunas otras partes de su armadura. Se podía contemplar que en la cima de la muralla yacían apilados los cuerpos de innumerables guardias.

Disparos se escuchaban entre la bruma, balas de cañón destruían todo a su paso y los menos afortunados, sucumbían ante el arma de Ezio. Tres guardias más entraron a la zona y fueron subyugados por el asesino, que no les dio la oportunidad de atacarlo.

Su cruenta batalla con Cesare prosiguió, ahora sólo quedándole al hombre una parte de su armadura.

— ¡Auditore, nunca me vencerás! —Cesare una vez más bramó, atacando a Ezio, pero éste respondió con una patada al abdomen.

Ezio continuó con la misma estratagema y Cesare pronto cayó al suelo, exudando sus últimas energías. El momento había llegado finalmente y con rapidez, el asesino saltó hacia su némesis con la intensión de atacarlo con su hoja oculta.

 ---

Cesare yacía tendido en el suelo, Ezio Auditore sobre él con su hoja oculta peligrosamente cerca de su cuello, las intenciones de poner fin a su existencia.

— ¡El trono era mío! —Cesare escupió.

—Querer algo, no lo hará realidad —con calma, Ezio respondió

— ¡¿Qué sabes tú?! —Cesare espetó con molestia.

Obstinado le sostuvo la mirada al asesino, contemplando su expresión, pero Ezio respondió rápidamente, impertérrito—. Un verdadero líder guía a las personas que gobierna-

—Yo guiaré a la humanidad hacia el nuevo mundo —Cesare inmediatamente contestó luego de que el asesino hubo respondido.

Ese hombre ambicioso era como Rodrigo Borgia, Ezio pensó mientras le contemplaba, dejando que transcurriera un breve momento antes de hablar finalmente.

Che nessuno recordi il tuo nome. Requiescat in pace—murmuró el asesino.

Pero Cesare estaba completamente indignado.

— ¡No me puedes matar! —exclamó—. ¡Nadie puede matarme! —terminó diciendo, desesperado.

 —Entonces, os dejo en las manos del destino —el asesino respondió mientras sujetaba a Cesare y lo acercaba peligrosamente a una parte de la muralla que había sido destruida por una bala de cañón.

Ezio estaba maniatando a Cesare con sus fuertes brazos por lo que quedaba de su destartalada camisa. Con todas las intenciones de dejarlo caer por el oscuro abismo, él…

 ---

— ¡No! —Rebecca gritó, saltando de la silla que controlaba el Animus, sobresaltando al instante a Lucy y a Shaun.

El poder que mantenía al Animus activo había dejado de enviar energía, por lo tanto, no serían capaces de terminar de ver los recuerdos de Ezio.

 —Repáralo rápidamente —Desmond dijo presuroso mientras se incorporaba de la silla, fuera del Animus al mismo tiempo que Shaun y Lucy.

— ¡¿Cómo puede ser que el suministro eléctrico europeo sea tan malo?! —farfulló Rebecca con desespero.

— ¡Shaun, Desmond!, vayan a mirar las conexiones con la fuente de alimentación. Probablemente sea algún fusible —Lucy murmuró, sonando nerviosa.

— ¿Por qué tengo que ir yo? No harás nada productivo aquí —Shaun espetó en contra rápidamente.

—Rebecca necesita que alguien la ayude —replicó Lucy de forma definitiva y sin opción a queja.

 ---

Salí al exterior, comenzando la inspección hacia la fuente de alimentación con Shaun siguiéndome.

Pronto logramos descubrir el origen del problema: un animal había cortado nuestro suministro accidentalmente. Con la información, los dos nos dirigimos de nuevo a la cámara de donde habíamos estado viendo los recuerdos de Ezio Auditore, en tenso silencio. Algo completamente extraño conociendo como somos, pero quizá se debía a la sensación de mal presentimiento que se percibía en el ambiente. Como si algo terrible fuese a suceder pronto.

 ---

 —Rebecca, ¿encendiste el Animus? —Shaun preguntó apenas hubo ingresado a la cámara.

—Casi lo tengo —Rebecca respondió—. Seremos capaces de continuar los recuerdos antes del fallo —dijo ella, absolutamente feliz porque nada grave le había sucedido a su bebé.

—Bien, Desmond,  ya puedes sentarte ­—volvió a hablar Rebecca, Shaun al instante retornando a su ordenador portátil.

Desmond se sentó en el Animus, ya preparado para seguir viendo los recuerdos de su antepasado. Algunos minutos más pasaron, pero el Animus no mostraba indicio de reflejar los recuerdos del asesino italiano.

— ¿qué sucede? ¿Por qué no está mostrando los recuerdos? —preguntó Lucy alarmada.

— ¡No tengo idea! Está perfectamente programado, no debería haber nada malo con él —contestó Rebecca, buscando apresuradamente el origen del problema.

Entonces, las luces se apagaron, comenzando a parpadear segundos después. Cuando esto sucedió, humo comenzó a emitir del Animus, haciéndose cada vez más denso.

 — ¡Apágalo! —exclamó Shaun.

— ¡Lo intento, pero no puedo! —Rebecca gritó, tecleando desesperadamente el comando de forma continua para intentar apagar el Animus.

Un momento después, el animus se apagó repentinamente. Las luces comenzaron a parpadear extinguiéndose la luminosidad, revelando al instante a dos hombres en el centro de la cámara familiar de las reliquias.

 ---

Los cuatro asesinos miraron con sorpresa a las dos presencias, preguntándose quiénes eran. Uno de ellos vestía una antigua armadura y sostenía al otro hombre por su pecho. El individuo que era maniatado, no llevaba ninguna armadura en absoluto salvo unos trapos que ya estaban hechos jirones. Desmond rápidamente cayó en cuenta de quienes se trataba.

El hombre que sostenía al otro sujeto de repente lo soltó con una fuerza sorprendente, haciendo que éste moviera sus manos con desesperación, tratando de apoyarse en algo, pero de igual forma cayó al suelo.

Las luces se encendieron nuevamente, revelando esta vez las dos figuras. Cesare Borgia estaba tendido en el frio piso de piedra, un rictus de sorpresa dibujado en su rostro; el otro individuo, Ezio Auditore, poseía también la misma expresión en su morena cara, incapaz de pensar con lógica una razón ante el repentino cambio de escenario y al hecho de por qué Cesare Borgia no estaba muerto.

Miró alrededor de la cámara, reconociendo el lugar de inmediato.

Monteriggioni —murmuró para sí mismo.

Ezio luego posó su mirada sobre las otras personas que habitaban la cámara y en los objetos desconocidos que yacía en esta, al instante sus ojos centrándose en la presencia que indudablemente era idéntica a él, incapaz de poder decir o hacer algo ante lo que veía.

El tenso silencio reinó en el recinto.

¿Cómo había sucedido aquello? ¿Cómo los dos hombres del renacimiento italiano habían aparecido en el futuro?

Notas finales:

Notas de la traductora: espero que les haya gustado esta pequeña introducción. Si tienen alguna corrección que hacerme estaré encantada siempre y cuando sea una crítica constructiva. No somos perfectos y yo no estoy absuelta de ello. ¡Nos vemos en los próximos caps!


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