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Casa de mi demonio por ALICE15

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Notas del capitulo:

jiji que tal gente bonita? que puedo decir, estaba de buen humor, inpirada y bueno, el viernes me fue bien, asi que termine el cap antes, tiene un buen largo, una compensacion por no actualizar ayer y que más se yo jajaja, bueno, sin más a leer.

Capítulo 3

Aprender a estar enamorado

___Narración de Ciel___

Desperté en una mañana radiante, con el pijama puesto, en mi casa, dentro de la cama, había tenido un sueño muy raro, de naturaleza bastante incomoda, con… bueno eso no importa, pero… juraba que esa era la segunda vez que me despertaba, desde que un cansancio descomunal me gano estando en brazos de Sebastian, en esa mansión de cierta forma abandonada, antes del beso… no estaba para nada cansado, caer así en un profundo sueño debió ser obra suya…

Maldito demonio, “tu corazón”, esas palabras… tal vez deba maldecirme a mí mismo por ser tan inocente, el motivo real de esas palabras no podría haber sido más obvio, ahora y aunque odie decirlo o siquiera pensarlo, estaba… ¿enamorado? Es un hecho tan bizarro que no me parece posible, si solo me resistiera un poco, ¿Por qué tendría que resignarme a estar desarmado y rendido a sus pies? Siempre y cuando tenga una voluntad firme no tendría que ser de esa manera.

De esa forma es que me opuse a pensar en él y pase de largo de cualquier sentimiento que pudiese o no sentir, concentrándome en mis deberes, en mis lecciones y mis invitados que llegaban para hablar de negocios, mas claro, ninguno se esos tontos realmente tenía intenciones ajenas a engañarme, pero lo bueno yacía en mis sirvientes, que cuentan con interesantes habilidades, lo único malo es que siempre cusan un desastre y tardan mucho en limpiar, necesito a alguien que se encargue de eso, alguien que pueda defenderme y que no destruya mi casa en el proceso.

A las tres de la tarde, cuando firmaba papeles de la compañía, llego Tanaka, quien traía el té, pero yo en ese momento no tenía para nada ganas de comer algo, en todo el día no las había tenido.

-retírate, Tanaka, no tengo humor para eso ahora-

-eso es raro, señorito, ¿pasa algo?- se acercó a mi escritorio y reviso los papeles con los que trabajaba –tampoco ha firmado nada, empieza a preocuparme- me desconcentre con esas palabras, pero tenía razón, en mis manos sostenía un documento que había empezado a leer hace una hora y media, no estaba ni en la mitad, ¿en que había perdido tanto tiempo? Pensando… o más bien intentando no pensar, mirando seguramente a la nada, todo por una única razón, cuyo nombre yo mismo había escogido, esos labios sabor a sangre, sus brazos rodeándome, era como si de repente su llegada limpiara mis tarde de coherencia, vaciara mi mente de pensamientos que no rotaran alrededor de su persona, como si algo fuera implantado en mi para reemplazar a las tres únicas cosas que solía hacer, las dos únicas cosas que ocupaban verdaderamente mi mente y la única cosa que debía aparentar ser.

Casi todos los días me llegaba una carta de la su majestad, la reina, así que resolvía casos como su perro guardián, mi compañía también reclamaba mi atención, y por ultimo las reuniones sociales, a las que no podía dejar de ir, también solo debía parecer un cabecilla digno y aristocrático, que dirija la familia con misteriosa maestría, alguien que porte el apellido. Mientras que solo pensaba en mis padres, extrañándolos a diario, también en él, esa persona que hasta entonces, era la persona de la que me había enamorado, tan rápidamente se alejó de mi mente… hasta el sueño anterior, donde volvió como las aves que llegan en el verano, para desaparecer como las mismas con el frio del invierno, este nuevo sentimiento al que deseaba resistirme, arranco de mí, todas las ataduras, amores no correspondidos y preocupaciones, como una voz que me repetía constantemente, “olvida y abandona todo, ahora solo debes pensar en mí, solo concéntrate en mí, deja que lo demás fluya”, era realmente egoísta.

Ahora solo era Sebastian, Sebastian y Sebastian, nada más… yo creí que mi corazón estaba vacío, pero en el guardaba lo que me hacía quien soy, cuando él se lo llevo, simplemente se llevó todo de mi consigo, simplemente ahora le pertenezco.

-Tanaka, por favor, hazte cargo del papeleo, saldré… a… la calle un momento, tengo que hacer algo- mentí muy mal lo admito, pero eso no tenía mucho valor ahora.

Tome mi abrigo y me fui a la horrible casa del vecino, una vez estando en la puerta, no sabía si volver a entrar por la ventana o tocar la puerta, para mi suerte esta se abrió sola, o mejor dicho, la abrió el dueño de la propiedad.

-¿Señorito? No lo esperaba… ¿Cuál sería la razón por la que decidió venir tan de repente?- su voz presumida, que me mostraba claramente su conocimiento de su total victoria, ni a él le permitiría que me restregaran algo perdido en la cara.

-¿Qué pasa Sebastian? ¿Es que acaso eres idiota o qué? Tú eres él que tomo mi corazón, deberías esperar esto- sonreí desinteresadamente, este puso una expresión más seria, yo obtenía el primer punto a favor. –ahora ¿vas a dejarme entrar o te quedaras ahí viéndome como un tonto?-

-vaya señorito, usted jamás dejara de sorprenderme ¿cierto?- se apartó dejándome la entrada despejada, haciendo una leve reverencia, -pase, creo que es hora del té, si aún no la ha aprovechado podría invitarle algo-

-no me hables así, creo que te puedo permitir llamarme Ciel- dije pasando, parándome en medio camino para mirarle a los ojos, el orgullo no era lo suficiente para impedirme desear ser cálido con él.

-con gusto, Ciel- camine al interior de la mansión, que ahora lucia distinta, brillaba de limpia, estaba iluminada y ya no tenía un ambiente frio, en realidad hasta era confortable, ¿habría hecho la limpieza de la casa por que esperaba que llegase? ¿Por mí?

-bueno… realmente ahora que lo mencionas… en casa aún no se ha servido el té- tras mi ingreso el cerro la puerta, camino a mi lado y me guio a la sala de la primera planta, pasamos por la segunda puerta de madera oscura.

-Ciel, toma asiento ahora vuelvo- asentí y el salió, seguramente iría a la cocina, seguramente también había llenado el almacén con víveres.

Espere unos cortos cinco minutos, la sala totalmente limpia, presentable, y con un color negro y rojo decorando los muebles, tapizados la alfombra del suelo y las cortinas, cuando volvió traía un carrito plateado brillante con la vajilla, postres y obviamente el té.

-hoy tenemos Darjeeling Ambootina Flush, traído directamente desde china, como acompañamiento tenemos el afamado postre Pavlova (¿no sabes qué es? Pues yo apenas, pero al menos me tome el tiempo de investigar en internet para traerles este detalle, ¿no les hace felices? XD) espero que lo disfrute- me dijo, mostrando lo que traía, desde que él lo menciono realmente empezaba tener ganas de comer, puesto que siempre solía hacerlo a esta hora.

-muchas gracias, Sebastian…- se sentó a mi lado, tras servir dos tasas, me dio una, el olor era magnifico, como el moscatel (una variedad de uvas), le di un sorbo y el sabor era bastante similar al de estas, cuando lo vi a él, me miraba como si fuera algo de comer. -¿Qué… que pasa Sebastian?- dejo la tasa que estaba entre sus manos en el carrito que estaba a su lado del sofá de dos personas, color negro en el que estábamos, luego, de la nada, se abalanzo sobre mí y yo deje caer la taza que traía en la alfombra, al menos esta no se rompió.

-¿puedo comentar que te vez mucho más suculento que los frutos del Pavlova, Ciel?- susurro en mi oído, ahora él me tenía tendido de espaldas en el sillón, el sobre mí, con una pierna entre las mías, la otra, junto con sus brazos, impedían una huida de mi parte, un sonrojo indescriptible se apodero de mi rostro.

-¿Sebastian?- no pude decir nada más, una parte de mi estaba aterrorizada, otra, la más grande y la que me mantenía ahí sin poner verdadera oposición, era la que moría de ganas de que el demonio me besara, de que pasease sus labios por todo mi ser, de sentir su sabor también.

-no te preocupes, Ciel, no pasa nada malo… solo déjate llevar- en ese instante me beso, muy suavemente, como si me degustara, luego llevo una mano a mi mentón y con su pulgar impuso presión en mi mandíbula, obligándome a abrir ligeramente la boca, su lengua entraba tímidamente, se sentía que disfrutaba del momento, no tanto como yo eso era seguro, la sensación de su cálida saliva y los músculos de su boca lograban que la realidad perdiera sentido a mi alrededor, confinándome a acatar las órdenes que aún se repetían en mi mente “ahora eres mío Ciel, tu mundo ahora solo dará vueltas a mi alrededor” yo solo podía repetir “si… será ahora lo que desees” en mi mente una y otra vez.

Su otra mano se deslizo hasta mi pecho, donde desabotonaba el chaleco que traía, era de color gris, el abrigo lo deje colgado en un perchero al entrar, por lo que ahora estaba con el chaleco y la camisa únicamente, luego esta última también dejo de cubrirme, mi torso estaba desnudo debajo de él, y yo a su merced, ese mero hecho me encantaba, con la misma mano, tomo un pezón mío y comenzó a acariciarlo levemente, luego a apretarlo indoloramente entre sus dedos, entre la cálida lengua que se escabullía por toda mi cavidad y sus dedos maestros que me llevaban a un cielo inexplorado, ya me sentía algo apretado en la entrepierna, de repente, como si adivinara mi situación, presiono su rodilla en mi entrepierna, tuve que parar nuestro apasionado beso de golpe, por lo que un grueso hilo de saliva nos mantuvo unidos todo el tiempo en el cual un gemido estridente, que hizo hecho en la casa entera, escapaba de mi garganta.

-para Sebastian…- masculle aun sin recuperarme del todo.

-¿enserio Ciel? ¿De verdad quieres que pare?- tras esas fanfarronas palabras alejo su rostro del mío, pero no se levantó, alejo su pierna de mi punto débil y dejo de tocarme –si es lo que quieres…- estaba por ponerse de pie, maldito sea, era obvio lo que esperaba actuando de esa forma, para mi desgracia yo no tenía más opción que caer tontamente en su trampa.

-¡no! Yo… si quiero que sigas, por favor, Sebastian…-

-Yes, my lord- susurro en mi oído, con una mano levanto mi cuerpo del sofá, indicándome que me quitara tanto la camisa, como el chaleco, lo hice, el recorrió el camino desde mi cuello, pasando por mi clavícula y esternón, hasta mis pezones, donde aun acariciando uno, lamia el otro, cerré los ojos con fuerza, quería concentrarme en esa placentera sensación, Luego volvió a besarme, con más energía y exigencia, dejándome sin aliento muy pronto, cuando pare para respirar, lo vi a los ojos, no tenía esa sonrisa amable y perfecta de siempre, se veía tan llena de lujuria… él procedió a sacarme las ultimas prendas, dejándome sin protección sobre el sofá, volvimos a besarnos, yo aproveche para comenzar a sacarle a él la ropa, moría por ver su cuerpo, cuando tuvo el pecho a mi vista, sus abdominales marcados, sus músculos… era tan perfecto como lo imagine, tenía que probarlo, tenía que... Por lo que sin dudarlo, lamí el espacio triangular que se formaba entre sus clavículas, el soltó un corto y fugaz gemido con mis actos, llevando su cabeza un poco hacia atrás, su piel directamente sabia a azúcar pura, enviciante como ninguna otra cosa que conocí antes, fue cuando me tomo en brazos, cargándome con una chica, me dejo en la mesa central y vacía de la sala, él se sacó sus últimas prendas, dejando a mi vista su prominente erección, por alguna razón me pareció la escena más sensual que jamás presenciaría, coloco sus manos a ambos lados de mi cabeza, poso sus labios en los míos, distrayéndome con eso, coló su toque por entre mis piernas, rozando mi muslo derecho, para luego de parar de devorar mi boca, levantar mi pierna y mantenerla en alto, ensalivo dos de sus dedos, los llevo a mi entrada y dio un ligero toque, se sentía raro, pero con el calor del asunto, fue un motivo para que otro gemido se me escapara, introducía sus dedos con paciencia en mí, apenas si me dolía, era un experto y rápidamente encontró mis puntos sensibles, pronto sus dedos enteros dilatando mi entrada me dejaron insatisfecho.

-ya… entra… tú- le roge con muy poco aire en mis pulmones, vi que sonreía y tras ello, llevaba su miembro a mi entrada, presiono con la punta, sacándome de mis casillas, grite, se metió de golpe, no me dolió mucho, solo grite más fuerte, comenzaron las envestidas, creía que la mesa se iba a romper, el sostenía mis caderas, mientras yo me aferraba a los bordes de la mesa, intentaba callar mis gemidos, solo para escuchar los suyos, que sin vergüenza llenaban la sala de su seductora voz.

-joder… estas… tan estrecho…- susurro, segundos después, hecho la cabeza asía atrás y se corrió en mi interior, su semilla corriendo por mis entrañas, junto con su profunda y certera ultima estocada tocaron un punto especialmente sensible y yo lo seguí al orgasmo con solo microsegundos de separación. Salió de mí y me tomo en sus brazos otra vez.

-¿A dónde me llevas Sebastian?- pregunte confundido.

-al baño… ¿no le parece que nos limpiemos juntos?- sonrió pícaramente, no me negué.

___horas después___

Ya entrada la noche tuve que regresar a casa, pasamos un buen rato en el baño, me saltare los detalles, luego de estar presentables una vez más, paseamos por el jardín trasero, todo lleno de flores y perfectamente cuidado, me pregunto si lo habrá hecho para impresionarme, pues lo logro, sin darnos cuenta ya era muy tarde.

Cuando llegue a mi propia casa, por alguna razón me vi con ánimos de trabajar y tomar mis responsabilidades por mi cuenta una vez más, al día siguiente mi agenda se vio llena de eventos reuniones, visitas a la fábrica de juguetes, por lo que no podría ir a la casa de Sebastian, desperté sin muchas ganas la mañana de ese día, estuve algo decaído y distraído… ¿esos serían los efectos de estar enamorado?

Cuando pude estar libre otra vez, corrí a la casa de mi demonio favorito, pero cuando estuve en la puerta, nadie abrió, como ahora todas las ventanas estaban impecables, me las arregle para encontrar una puerta abierta, por la cocina en este caso, recorrí la casa completa, pero no encontré rastros de él, empezaba a preocuparme, cuando caminaba por los pasillo de la planta superior, mas allá de las habitaciones que precedían al recibidor de la escalera, el único cuarto que parecía ser usado era uno, casi todo blanco, que en una esquina de la cama tenía un camisón de pijama, obviamente de Sebastian, lo tome y lo olí, puede que sea raro, no me importo, su perfume a demonio era delicioso, lo deje donde lo encontré y continúe caminando, luego revisé las otras dependencias de la casa, la cocina la deje para el final, puesto que solo estaban esos cuartos de paredes de roca, los cuartos de servidumbre aún estaban vacíos, exceptuando uno, el más grande y más iluminado estaba lleno de… NEKOS, salí estornudando, no me imaginaba que le gustaran ese tipo de animales, finalmente lo encontré en la tercera habitación, esa oscura y desamueblada, con el pentagrama en el suelo, estaba apoyado contra la pared del fondo, sumergido por completo en la oscuridad, mirando el piso, sumergido en sus pensamientos.

-¿sebastian?- con mi primera llamada ni se inmuto – ¡SEBASTIAN!- cuando le grite reacciono, levando su mirada a mi sorprendido, luego se relajó y volvió a ver el suelo.

-¿Cuándo entraste?- no me dejo responderle –no importa, mejor te vas, Ciel, hoy no estoy de humor para jugar contigo- me quede callado un buen rato ¿a qué se refería con jugar? Pensé en un montón de cosas, por un momento tuve ganas de llorar, patearlo y huir de allí, pero tenía sentido si recordaba cómo se la pasó ayer conmigo en los jardines, nada más hablando, riendo, era alguien muy agradable, también jugamos algunos juegos de mesa, algunas veces gane yo otras él, seguramente era eso a lo que se refería, por fin me anime a hablarle, teniendo aun algo de inseguridad acerca de sus palabras.

-¿paso algo?-

-no realmente, solo tengo que pensar algunas cosas, bastante angustiosas debo decir- entendí en ese momento, por lo que camine hasta el, no se dignó a mirarme, por lo que una vez más tome las solapas de su camisa y acerque su rostro a mí, le aseste una bofetada no muy fuerte, luego un beso en los labios.

-si te la pasas pensando y no haces nada al respecto, no importa cuanto lo medites, jamás encontraras la solución- le dije, luego salí de allí, él me miraba incrédulo, no sabía porque, pero ahora yo tenía ganas de escapar, volví a mi casa,

Estando en mi despacho, intente con mucho esfuerzo concentrarme en mi trabajo, pero mi mente divagaba demasiado, considerando que estar con el demonio no era una opción ahora, decidí ir a las calles de Londres a despejarme, estas estaban algo concurridas ese día, pero el ruido me hacía bien, cuando iba a cruzar una calle llena de carruajes, uno paro de golde frente a mí, me asuste un poco, hasta que se abrió la puerta, dejando bajar a alguien a quien no creí volver a ver, alguien quien creí que me evitaría en lugar de parar su carruaje y bajar, ese joven de dorados cabellos y ojos azul pálido, Alois Trancy, la araña de la reina.

-Ciel Phantomhive, ¿al fin decidiste dejar de recluirte en tu gigantesca prisión?- reí ante su comentario y le sonreí con algo de desagrado.

-me pareció buena idea, hasta que me recordaste porque no me gusta salir, verte por accidente por la calle es suficiente para lograr que cualquiera se encierre hasta el día de su muerte-

-vamos Ciel, no seas así, ¿así tratas a la persona de la que estás enamorado?-

-corrección mi querido Alois, estaba, no creas que eres la única persona en el mundo, el centro del universo o el que tiene la cara más bonita, realmente hay gente muchos más…. Cautivante allá afuera que tú- cuanto tiempo espere para poder decirle eso.

-¿de qué hablas?-

-de avance natural, ¿esperabas que te siguiera como un cachorro toda mi vida? Eres demasiado ingenuo, ahora si me perdonas, no tengo mucho tiempo libre, debo retirarme- rodee su carruaje y me aleje, dejándolo con la boca abierta, por fin mi vida empezaba a mejorar, algo más que agradecer a Sebastian.

Mientras transitaba con una cara victoriosa por las avenidas, me distraje con una vitrina que exhibía los últimos trabajos de mi compañía, la gente estaba contemplando más de cerca, se veían entusiasmados, parecía que la tienda tenía mucha clientela, no me sorprendería ver un aumento en las estadísticas de ventas, en el resumen de ganancias dentro de poco, por estar caminando con la vista lejos de mi trayectoria, coche con algo, o con alguien, caí sin más al suelo, al ver que había sido, había un hombre de posiblemente de la misma edad que Sebastian, piel blanca, cabello negro, bastante agraciado y de ojos almendras, me miraba serio a través de unos anteojos, yo le dirigí una mirada asesina, el entonces extendió su mano para ayudarme, la cual acepte de mal gusto.

-perdóneme joven…- dijo él algo confuso.

-sí, claro, y usted a mí- no tenía ganas de lidiar con tontos, al final de cuentas él era quien debió haber cambiado de rumbo cuando me vio, no yo –la próxima vez ten más cuidado ¿o es que no me viste? No creo ser tan bajito ¿sabes?- le reclame por última vez, antes de seguir con mi camino.

-tiene toda la razón, discúlpeme mucho, señorito… ¿Cuál es su nombre si se puede saber?-

-soy el conde Ciel Phantomhive- lo mire fijamente, esperando que por fin me dejara irme.

-es todo un honor conde- hizo una reverencia y me dedico una sonrisa, fruncí el ceño. -¿Por qué ha salido de su casa sin protección alguna, conde? Las calles de Londres están llenas de delincuentes y peligrosas criaturas…- su tono era sospechoso, su manera de actual familiar, solo faltaba que me dijera que también era un demonio.

-yo puedo hacer lo que se me plazca, y tú ¿Quién eres?-

-es verdad, conde, mi nombre es Claude Faustus- dijo, extendí mi mano para presentarme, pero él la tomo y poso un beso en esta, me sonroje sin querer, clavo sus ojos en los míos, ampliando su sonrisa,  era un sujeto muy cautivante, de verdad.

Notas finales:

¿que tal? vamos gente comente que es gratis, jajajaja bueno, espero que les haya gustado enserio, desde ahora tendran cap dia por medio, casi siempre, bueno, me adelante un dia por que mi hermano trajo a su amiguito a casa hoy y no se que mierda tendran mis padres en su cabeza para dejar a dos adorables y preciosas criaturas de 11 años jugar, hacerce cosquillas y caer uno sobre otro frente a una fujoshi nivel diez, por lo que me llego la inpiracion y varios sangrados de nariz... ojala les haya gusta el cap, agradecimientos a todas las señoritas preciosas que comentaron y que siguen la historia jajaja se cuidan, y nos leemos el lunes espero... jajaja bye bye.


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