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Esa maldita culpa. por jenharuto

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Notas del capitulo:

Bueno, he decidido continuar esta historia, así que pido disculpas por las molestias.

No tengo nada más que decir…sólo que disfruten y se entretengan con cada uno de los capítulos.

Todos los personajes le pertenecen a la maravillosa ChinoMiko.

Me disculpo de antemano por las faltas de ortografía.

Las palabras escritas en cursivas son pensamientos. También sonidos y palabras en otro idioma.

 

Abrió los parpados con lentitud y dificultad, su visión era borrosa y sentía como la cabeza le fuese a explotar de un momento a otro. Apoyó sus codos sobre el piso tratando de estabilizarse, se llevó una mano a la cabeza apartando con sus dedos las mechas de su cabello rubio. Vio a su alrededor desconociendo el lugar en donde se encontraba. Se agarró del sofá e impulsó hacia adelante con contrariedad finalmente incorporándose sobre sus talones.

 

Mierda…dijo a sus adentros, no podía hablar, tenía la garganta seca y aún seguía adormilado y confundido.

 

Volvió a mirar a su alrededor, arreglándose sus ropas. Su mirada detectó un color carmín sobresaliendo entre los muebles. Siguió el destello de luz y se encontró con un cuerpo inconsciente sosteniendo una botella vacía.

 

¿Castiel…? ¿Qué está haciendo aquí? Preguntó en su mente, sintiendo después un pinchazo de dolor.

 

Era evidente que no recordaba nada de lo sucedido antes de caer dormido. Se alejó del cuerpo de su amigo dirigiéndose a la cocina por un vaso de agua…tenía una terrible sed y resaca.

 

¡Espera! ¡¿Tengo resaca?! Se dio cuenta repentinamente quedándose petrificado.

 

De repente todo el dolor de cabeza se convirtió en angustia y decepción. Golpeó su frente con la pared más cercana tratando de recordar el porqué había bebido y porque estaba allí. Pero era inútil. Todos sus recuerdos estaban borrosos. Sólo recordaba que fue a buscar a Castiel a su departamento porque estaba preocupado por él…y de ahí… ¡nada! ¡Estaba en blanco! 

 

¡Maldición! Corrió de regreso a la sala y buscó un reloj desesperadamente. ¡Maldición! ¡Maldición! Se repetía una y otra vez. Encontró un reloj y vio la hora, deseaba…deseaba que no fuera tan tarde como el presentía pero el destino siempre era cruel con los buenos. ¡¿Las 9:00 pm?! ¡Mierda! Lanzó el objeto y salió de la habitación sin importarle el cerrar la puerta. Corrió…corrió y corrió hasta llegar a la calle y llamar a un taxi. Debía de llegar a su casa pronto o si no su padre le daría una buena…

 

(…)

 

Un golpe seco lo despertó de su inconsciencia.

 

— ¡Ouups! —Se quejó incorporándose sobre su trasero y sobándose la frente—. ¿Qué mierda…? ¿Están lloviendo relojes…? —preguntó agarrando el objeto que lo había golpeado y colocándolo sobre la pequeña mesita al lado del sillón.

 

Se levantó apoyándose en su mano libre y dejó la botella vacía en el suelo junto con las demás. Sonrió.

 

—Vaya…el delegado no sabe tomar—opinó para sí mismo burlándose de su amigo rubio.

 

Al acordarse del delegado una imagen apareció en sus recuerdos…de él besándose con Nathaniel…

 

—Mierda…supongo que yo tampoco se tomar… —dijo en voz baja rascándose la cabeza. ¿Por cierto…donde carajo se metió…?

 

—Joven—el aludido se giró en dirección de la voz que lo llamaba—. Debería cerrar la puerta, es peligroso—dijo la casera del departamento.

 

—Oh…claro, gracias—contestó el pelirrojo con indiferencia.

 

La mujer se marchó y el chico cerró la puerta. Tal vez…él fue quien la dejó abierta pensó con el seño fruncido.

 

Chasqueó la lengua y murmuró una maldición hacia el delegado. Limpió el desastre hecho después de su tarde de tragos y se duchó. A pesar que él era resistente al alcohol y no sufría resaca, ya que no bebió demasiado…no como cierto rubio ojimiel que se dejó llevar y vaya que se dejó llevar…, necesitaba dormir por lo menos diez horas, mañana aunque no quisiese debía ir al instituto, dar explicaciones y peor aún ponerse al día con las clases…pero tener al delegado principal del instituto Sweet Amoris y lambón, como amigo, le beneficiaba…o eso creía él.

 

Nathaniel no le dejaría dormir lo suficiente hasta que se pusiera al corriente…

 

Se tumbó en el colchón durmiéndose inmediatamente.

 

(…)

 

— ¡Castiel!

 

La pelinaranja se abalanzó al pelirrojo y lo estrujó entre sus brazos posesivamente. El ojigris trató quitársela de encima pero ésta utilizaba más fuerza. ¡Estaba preocupada! Ellos eran amigos desde hace tiempo y no podía irle a visitar ya que su madre no le dejaba…Dios sabrá el porqué.

 

Castiel dejó de luchar y le correspondió el abrazo acariciando su sedoso y largo cabello naranja.

 

—Estoy vivo…ya deja de chillar—dijo el pelinegro de forma comprensiva pero burlona mirando a otra dirección.

 

— ¡No estoy llorando! —Replicó la chica, limpiándose unas pequeñas lágrimas delatoras de sus ojos—. Me hace muy feliz que hayas regresado—le sonrió y dejó de abrazarle.

 

—Qué bueno que hayas vuelto—comentó Lysandro sorprendiendo a todos los presentes.

 

Que raro…él naturalmente no habla con nosotros. Pensó Castiel observando como el peligris se alejaba de la multitud a su alrededor. Bueno no importa…

 

— ¡heh! Pero si hasta tiene nuevo look—esta vez comentó Kim sin malicia ni ironía en sus palabras.

 

— ¡tsk…!—fue la única respuesta del pelirrojo teñido.

 

—Y-Yo también m-me alegro de ve-verte—murmuraba Violetta ocultándose detrás de la morena.

 

—Gracias…supongo—dijo el ojigris un poco extrañado por esa declaración—. ¿Dónde está el delegado? —preguntó al aire esperando que cualquiera le respondiese.

 

—Aún no ha llegado—respondió Melody que sólo pasaba por ahí y al ver que nadie le respondía al pelirrojo.

 

— ¿Cómo que aún no ha llegado? —Volvió a preguntar frunciendo el ceño—. Pero si siempre llega tempranísimo…hasta creo que es él quien abre la puerta del instituto.

 

Todos rieron ante la ocurrencia de Castiel…todos menos Melody quien se alejaba con una ceja fruncida…cosa que el pelirrojo no pasó por alto.

 

¿Qué mierda le pasa a esta tipa? Se preguntó a si mismo mirándola de reojo.

 

Todos comenzaron a esparcirse por el aula dándole al chico pelirrojo su espacio que siempre demandaba.

 

¿Dónde estará ese estúpido? Miró al techo como esperando que una luz le iluminase y respondiera.

 

Al cabo de unos minutos el profesor Farres entró en el aula obligando al pelirrojo a levantarse en señal de saludo. Divisó el pupitre del delegado (que estaba frente al escritorio del maestro), y este continuaba vacio…Ya comenzaba a preocuparse…Nathaniel nunca llegaba tarde y peor aún faltaba a clases. Tal vez la borrachera que se pegó ayer lo ha dejado peor de lo que imaginé…se quería auto convencer de que eso era. Él conocía al padre del rubio…y sabia lo que podía llegar a hacerle…aún más en las condiciones que en las que se encontraba el muchacho.

 

Ahora se sentía culpable.

 

¡Maldición! Si tan sólo no lo hubiera obligado a beber conmigo…si tan sólo no lo hubiera convencido con mis estúpidos caprichos…si tan sólo no hubiera sido tan egoísta…él estaría aquí y no me mataría de angustia…se regañaba así mismo agarrándose la cabeza y ocultando su rostro detrás de su fleco.

 

Unos golpes llamando a la puerta lo sacaron de su reflexión.

 

El profesor Farres abrió la puerta y al igual que todos se sorprendió al ver quien estaba ahí parado.

 

—Lo siento… ¿puedo pasar? —preguntó el rubio ojimiel, apenado.

 

Farres hizo un ademán indicándole al rubio que entrase…sin preguntarle porque de su retraso.

 

El rubio entró en el aula sin mirar a ninguno de sus compañeros, con la cabeza baja ocultando su rostro con su cabello haciendo que se formase una sombra. Se sentó en su lugar.

 

Los murmullos no se hicieron esperar, pero el maestro, con tranquilidad y autoridad, los calló.

 

—Nathaniel… ¿Qué te pasó en la cara? —interrogó la castaña (que estaba sentada al lado de él), en un susurro al delegado con notoria preocupación.

 

—M-Me pegué con la puerta de mi cuarto—contestó nervioso sin mirarle.

 

Castiel (que se sentaba en la cuarta fila, sexta banca), se limitaba a mirar a su amigo rubio. El recuerdo de él besándose con Nathaniel volvió haciendo que se le ponga la piel de gallina. Golpeó levemente su cabeza con la banca suplicando que el rubio no recordara aquel suceso. No quería que su amistad de años se destruyera por un simple despecho, porque eso era lo que él quería, despecharse por su rompimiento con Debrah…a la que seguía amando.

 

Terminando la primera jornada de clases, el rubio salió del aula en dirección a la sala de delegados junto con Melody. Castiel, que los seguía con la mirada iba acercárseles, pero alguien lo llamó perturbando su objetivo.

 

Se sobresaltó al ver a quien pertenecía la voz…esa melodiosa y agradable voz…

 

—Lo siento Castiel…pero, ¿tienes un minuto? —preguntó Lysandro cohibido observando fijamente los ojos del pelirrojo—. Tengo una proposición que hacerte.

Notas finales:

Gracias por leer. :)

Trataré de actualizar pronto, pero no prometo nada.


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