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Mi pasado con Aomine por Fullbuster

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Kuroko Tetsuya POV


 


Ver a Kagami y a Kise juntos me dio mucha alegría, sé que entre ellos aún no había nada serio, de hecho les gustaba mucho jugar juntos, siempre solían quedar para jugar desde aquel partido en que derrotamos a Kise y en parte lo entendía. Kise no era de esas personas a las que le gustase perder, quería vencer a Kagami y ahí estaban los dos siempre, ellos y su rivalidad, pero creo… que con el tiempo que pasaban juntos, estaban empezando a sentir algo el uno por el otro. Empezaba a pensar que cuando a Kagami se le quitase un poco esa obsesión que tenía por mí, empezaría a ver a Kise, es más… creo que ya estaba empezando a verlo porque le había visto besar a Kise.


No fue un gran beso, ni siquiera creo que se hubieran metido la lengua. Cuando yo me había girado, había visto un leve contacto de labios y me habría gustado quedarme a ver si por fin se arrancaban a besarse de verdad, pero esas malditas fans los asustaron y salieron corriendo a recoger sus cosas para marcharse mientras Kagami insultaba a Kise por ser tan complicado. Yo me reí cuando Kise trataba de excusarse diciendo que él no había pedido un club de fans, pero nada se podía hacer, así era el rubio y así eran todas las chicas con él.


Me reí mucho al verles salir corriendo y Aomine aprovechó al verme sonreír para besarme con pasión. Echaba de menos sus labios y sé que era una gran tontería porque los había tenido apenas minutos antes, pero aún así, cuando me besaba, sentía como si hubieran pasado horas enteras desde el último beso, quería que el tiempo se parase en este momento, justo cuando nos besábamos para no tener que separarnos nunca.


Eran cerca de las ocho y mi estómago rugía con fuerza avergonzándome por el ruido mientras Aomine se separaba de mí y se reía. Puse un puchero y es que no era normal que me ocurrieran estas cosas precisamente a mí en un momento como este.


- ¿Tienes hambre eh? Bueno vayamos a comer algo – me dijo.


- ¿Crees que hará mal tiempo hoy? – le pregunté mirando las nubes que se acercaban a lo lejos.


- Seguramente lloverá esta noche – me dijo – Ey Tetsu… ¿Quieres cenar en mi casa? – me preguntó y me sorprendí.


Hacía años que no había ido a cenar a su casa… excepto la última vez que había tenido ese pequeño problema con las llaves de mi casa y no tuve más remedio. Ir a su casa me ponía nervioso ahora… porque sabía lo que llevaría, no sabía si estaba preparado para ir tan rápido. Realmente… tampoco era ir rápido, conocía a Aomine desde el preescolar, habíamos estado juntos toda la vida, siendo amigos, jugando al baloncesto, lo conocía muy bien y antes habría matado por haberme acostado con él, por haber sido suyo aunque sólo fuera una noche y ahora que lo tenía… ahora me entraba el miedo ¿Quién me entendía?


- ¿Qué decides Tetsu? – volvió a preguntar por si no le había escuchado bien.


- Yo… tendré que llamar a mi madre para avisarla – le dije.


- La llamaremos desde mi casa ¿Te parece bien?


- Sí – le dije y es que yo no iba a ser un gallina, nunca había tenido miedo y no iba a ser menos hoy.


Pasamos por la tienda donde Aomine siempre compraba, creo que siempre lo hacía aquí porque era la más cercana a su casa, no por nada más en especial. Fue él quien entró a comprar la cena mientras yo me quedaba fuera mirando el cielo, de verdad que se estaba poniendo de tormenta. El clima en esta época del año estaba completamente loco y yo que odiaba el frío, sólo me quedaba aguantarme. Aomine era muy diferente a mí, a él le encantaba el frío porque siempre me decía que todo era cuestión de ponerse ropa encima para quitarlo mientras que el calor, había un momento donde ya no podías quitarte nada más y seguías sufriéndolo. Yo no estaba del todo de acuerdo, pero así éramos los dos… la luz y la sombra.


Cuando Aomine salió, me sonrió y seguimos hacia su casa. Yo no quería decirle nada sobre lo nervioso que estaba y es que era un sentimiento que tenía que resolver conmigo mismo, no podía estar siempre dependiendo de los demás, era una pregunta simple… ¿Quería estar con Aomine esta noche o no? La respuesta era un sí claro, pero me daba vergüenza, tenía muchas dudas en la cabeza, ni siquiera sabía si él querría o no. Puede que él estuviera pensando lo mismo que yo o puede que ni se le hubiera pasado por la cabeza, estaba confuso y no sabía qué hacer.


- Te has quedado muy callado de golpe Tetsu – me dijo sonriendo - ¿Estás bien? ¿Te ocurre algo? – me preguntó cuando ya íbamos a entrar en el ascensor de su apartamento.


- No ocurre nada Aomine.


- No me mientas, se te ve en la cara. Algo te ocurre.


- No es cierto – le dije saliendo del ascensor en dirección a su puerta.


Abrió la puerta y entramos quitándonos las zapatillas en el hall. Su casa estaba tan limpia y ordenada como siempre, creo que era un poco quisquilloso con la limpieza. Aproveché en llamar a mi madre para avisarle de que me quedaba en casa de Aomine a dormir y empezamos a preparar la cena, pero yo no podía dejar de mirar a Aomine… ¿Querría hacerlo conmigo? Era la gran duda que me asaltaba cuando sentí el dolor en el dedo soltando el cuchillo con el que estaba cortando las cebollas y apartándome de la encimera quejándome por el dolor. Me había cortado por mirar donde no debía.


- Déjame ver – me dijo Aomine acercándose a mí – bueno… al menos no te has quedado sin dedo – dijo sonriendo tratando de hacerme sonreír y lo hice.


Para mi sorpresa, metió mi dedo en su boca lamiendo la poca sangre que salía y luego se marchó a buscarme algo para curarme. Estaba sonrojado, lo sabía y cuando volvió para ponerme la tirita, me quedé mirando aquellos ojazos que tenía. No podía apartar mi vista de él y al final… acabé lanzándome desde mi silla hacia la suya sentándome en sus piernas mientras le besaba con pasión.


Creí que quizá podría rechazarme, si había un buen momento era este, antes de empezar todo, pero no lo hizo, colocó sus manos en mi cintura y me besó metiendo su lengua en mi boca. Un leve gemido salió de mí al sentir su lengua jugando con la mía, al sentir como su mano se colaba bajo mi sudadera y me acariciaba la espalda.


Jadeé aún más lanzando levemente la cabeza hacia atrás cuando su mano apretó mi trasero. Aprovechó aquel gesto mío para coger con su mano libre mi cabello y mantenerme la cabeza atrás besando y lamiendo mi cuello. Cuando soltó mi cabello y pude volver a mirarle, atrapó mis labios de nuevo besándome.


Amaba a Aomine Daiki, lo sabía y por primera vez, sentía que era correspondido. Quería pasar mi vida con él y me alegraba de que él hubiera vuelto a contar conmigo, aquí estaba… en su casa dispuesto a entregarme a él al completo.


- ¿Estás bien Tetsu? – me preguntó.


- Sí – le dije aún temblando un poco.


- ¿Seguro que quieres hacer esto Tetsu? – me preguntó preocupado.


- Sí, quiero hacerlo, quiero estar contigo.


- Podemos esperar si quieres, no nos corre prisa, yo quiero estar contigo Tetsu. Me da igual esperar lo que haga falta.


- Por favor Aomine… hagámoslo – le pedí – quiero que tu seas el primero.


- Está bien – me respondió.


Con delicadeza empezó a subirme la sudadera y yo elevé los brazos con algo de miedo aún ayudándole a que me la quitase. La dejó en el sofá de al lado nuestro y me abrazó tocándome el dorso con suavidad. Mis manos temblaban aún, pero no quise quedarme atrás, yo no era miedica ni tímido, algo introvertido pero nada más. Me mentalicé y con algo de apuro bajé mis manos hasta el borde de su camiseta y la subí un poco con clara intención de quitársela, pero me detuve a la mitad y Aomine con una sonrisa, terminó de quitársela él mismo para ayudarme con mi vergüenza.


- Tranquilo Tetsu – me dijo – iré con mucho cuidado, te lo prometo.


- Vale


Colocó sus manos en mi cadera empujándome con suavidad para ponerme de pie mientras él también lo hacía y se quitaba los pantalones. No pude evitar sonrojarme, sé que le había visto desnudo o medio desnudo muchas veces, en su casa cuando me quedaba, en los vestuarios… aunque bueno, siempre iba en ropa interior o con la toalla tras acabar de ducharse, jamás llegué tan lejos como ahora y es que cuando su mano tocó sus calzoncillos empezando a bajarlos, me quedé absorto mirando. Creo que me excité con sólo ver su miembro y me ruboricé de golpe, pero Aomine me besó tratando de calmarme.


Cogió mi mano y la llevó hacia su miembro obligándome a cogerlo y lo hice. Estaba tremendamente avergonzado ahora mismo, con su miembro en mi mano mientras él me indicaba que la moviese. Empecé a hacerlo, le hice caso y enseguida conseguí que el mismo Aomine… ahogase sus gemidos en mi boca tratando de no avergonzarse ahora él. Aprovechó para bajarme a mí el pantalón y tocó mi miembro por encima de mi ropa interior primero para acostumbrarme un poco y al final… lo quitó también indicándome que volviera a sentarme encima suyo.


El roce entre nuestros miembros me excitó, pero él no dejó de besarme, de gemir y de frotar su miembro contra el mío tanto como pudo. Al final, fui yo el que empecé a moverme levemente encima de él buscando mayor contacto.


Aomine metió sus dedos en mi boca pidiéndome con los lamiera y así lo hice, cogí su mano y la retuve en mi boca mientras pasaba mi lengua entre sus dedos poniéndole esta vez a él ese sonrojo que era tan propio de mí. Aomine sacó sus dedos de mi boca aprovechando para besarme mientras llevaba esos húmedos dedos hacia mi entrada y los colaba con mucha suavidad.


Me quejé un poco pero Aomine con tacto, metió uno de sus dedos con dulzura y lo movió preparándome para lo que íbamos a hacer. ¡Por fin iba a ser de Aomine! Había esperado este momento mucho tiempo y por fin lo sería, quería sentir su duro miembro dentro de mí, quería que él fuera el primero. Jugué con su miembro mientras él me preparaba y cuando estuve listo, me posicionó encima de sus piernas y me pidió que entrase con suavidad, me dejó a mí llevar el ritmo y se lo agradecí.


Entré muy despacio, bajando lentamente y acostumbrándome a él hasta que acabé completamente sentado en sus piernas con su miembro dentro de mí. Aomine me comentó que podía moverme cuando quisiera y en cuanto me recuperé del dolor inicial, lo hice con lentitud. Dolía, no podía negarlo, pero también era cierto que me sentía el hombre más afortunado de tener por fin a Aomine dentro de mí, le amaba con locura.


En cuanto empecé a coger algo de velocidad, no pude parar de jadear al sentir como encajaba su miembro en mí, no podía dejar de gritar, se sentía tan placentero. Aomine tampoco pudo evitar gemir y jadear y al final… acabó besándome tratando de acallar nuestros gemidos el uno en la boca del otro sin detener mis movimientos ni un segundo. Me sentía tan bien subiendo y bajando encima de él, sintiendo como su miembro engordaba en mi interior y como Aomine me abrazaba con más fuerza. Aquello me hizo saber que estaba llegando a su clímax, pero yo fui más rápido llenando nuestros abdómenes con mi líquido. Creo que al sentir como me corría yo y notar mi líquido empapar el cuerpo de ambos, Aomine terminó de correrse en mi interior. Su líquido era tan cálido que me encantó, con él repetiría una y mil veces esta experiencia.



Acabamos los dos exhaustos y en la ducha limpiándonos a fondo el uno al otro, besándonos sin poder para ni un segundo. Cuando salimos de la ducha, terminamos de cortar los ingredientes para la cena y Aomine preparó un delicioso arroz con verduras. Estábamos tan hambrientos después de esto que no sobró nada de la comida pero lo mejor de todo… fue poder dormir abrazado a él toda la noche.


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