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Mi pasado con Aomine por Fullbuster

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Kagami Taiga POV

 

No tenía ni idea de que el padre de Kuroko hubiera muerto, aquello me cayó como un cubo de agua frío, no nos había contado nada a ninguno del equipo y se había guardado todo ese dolor para él solo, yo no quería dejarle solo. Para mí Kuroko era importante, era mi compañero de equipo y me dolía que no me hubiera dicho por el mal trago que estaba pasando. Cuando Aomine dijo lo de su padre allí delante de todos nosotros en el restaurante, me impactó. Sé que ellos eran muy buenos amigos hace unos años, pero hacía tanto tiempo que habían estado distanciados que me dolió un poco que él lo supiera antes que yo.

Salí detrás de Kuroko cuando quiso marcharse a casa y es que no me quedaba tranquilo después de lo sucedido. Sé que Kuroko siempre era muy reservado, muy misterioso y sobre todo muy dado a no expresar nada. Desde que yo lo conocía, este chico había sido inexpresivo completamente y no debía de extrañarme para nada que se hubiera comportado como siempre, pero cuando salí a la calle y le vi hablando con Aomine, me di cuenta de que ese chico que jamás expresaba… lo estaba haciendo, estaba llorando frente a su amigo echándole en cara que no hubiera ido al funeral, que no hubiera estado con él y supe que le afectaba mucho más de lo que él demostraba.

Se marchó corriendo tras gritarle, jamás había visto a Kuroko gritarle a alguien, él no era de los que gritaban, ni de los que se entristecían, simplemente era inexpresivo por completo. Alguna vez le vi sonreír, pero poco más, era un chico muy misterioso. Me acerqué hacia Aomine cuando le vi salir corriendo a Kuroko y me quedé en mitad de la calle viendo como se alejaba.

- ¿Cuándo falleció? – le pregunté a Aomine y él se sorprendió.

- ¿Por qué tendría que decírtelo? – me preguntó enfadado conmigo y es que él y yo nunca nos habíamos llevado bien, pero al final resopló mirando hacia Kuroko que se alejaba corriendo – Hace dos meses. Estuve en el funeral aunque él no me vio, estaba con su madre y se marcharon pronto por el estado en que estaba. ¿No os lo contó, verdad? – me preguntó.

- No, ya le conoces, es siempre tan inexpresivo y tan cerrado, se guarda todo para sí mismo hasta que no puede aguantarlo más y estalla. Supongo que le has hecho estallar.

- Lo sé y lo lamento, no sabía que no os lo había contado.

- Nos veremos en el partido – le dije marchándome tras Kuroko.

Corrí por la calle, sabía dónde vivía y sé que iría hacia su casa. Lo más seguro es que no tardase en darle alcance, él no era bueno en resistencia, se cansaría pronto de correr y tendría que detenerse. Si llegaba a medio camino le daba gracias y todo. Ya estaba subiendo por la colina cuando escuché un grito y sé que era la voz de Kuroko. Me detuve en seco en el mirador viendo como se agarraba con fuerza a la barandilla y lloraba. Nunca le había visto así, él no lloraba jamás, ni gritaba, ni expresaba absolutamente nada excepto alguna sonrisa muy de vez en cuando.

- ¿Kuroko? – le llamé y él se giró a mirarme con los ojos encharcados en lágrimas.

Me fijé en sus mejillas ahora enrojecidas por el frío, en sus ojos llenos de lágrimas, en su gesto de dolor y desconcierto. Me quedé con la boca abierta y avancé hacia él para abrazarle, no soportaba verlo como estaba ahora mismo, habría roto el corazón de cualquiera verlo en su estado y yo podía parecer muchas veces algo insensible, pero no lo era, me dolía verle así, se había convertido en uno de mis mejores amigos además de en mi compañero de equipo, él era importante en mi vida y no me había dado cuenta de cuánto me importaba hasta este momento en que le vi tan frágil.

Kuroko se abrazó a mí con fuerza, lloró, gritó, me golpeó y al final… cuando soltó toda esa rabia que tenía dentro por el fallecimiento de su padre, es cuando sus piernas fallaron y lo dejé en el suelo de rodillas agachándome con él sin soltarle, no iba a dejarle solo. Supongo que no me había atrevido a decirle aún todo lo que sentía por él y es que me estaba enamorando de este chico de apariencia frágil, de este chico inexpresivo. Sabía que sus antiguos compañeros de equipo le habían hecho daño, no físicamente claro está, pero psicológicamente… ellos le habían apartado, lo habían utilizado para ganar partidos y luego lo tiraron ganándose el nombre de los cinco de la generación milagro, pero no eran cinco… eran seis y todos se habían olvidado de Kuroko Tetsuya, le habían enviado al olvido, le habían convertido en la sombra que él siempre creyó que era y era por su culpa, esos cinco le habían hundido, sobre todo… Aomine.

No entendía como teniendo a alguien tan bueno como él en el equipo, alguien como Kuroko que sólo deseaba serles útil para ganar los partidos y que lo único que pedía a cambio era que le sonrieran, que le chocasen el puño y le felicitasen por su ayuda… lo habían tirado a la calle sin más.

- ¿Estás mejor? – le pregunté y él movió la cabeza asintiendo mientras hacía un leve sonido sin abrir sus labios.

Había apoyado su cabeza en mi pecho y sus manos agarraban con fuerza mi chaqueta. Cogí una de sus manos fuertemente cerrada con la mía y estaba congelada, ahora que lo miraba bien, estaba temblando de frío y es que apenas tenía esa chaqueta fina por encima.

- Ven aquí – le dije quitándome mi chaqueta y pasándosela por encima de sus hombros – entrarás en calor enseguida.

- Pero… ¿Y tú? – me preguntó casi sin voz.

- Estoy bien, dame tus manos – le pedí mientras las cogía y las acercaba a mi boca lanzándoles mi aliento para calentarlas y él se sonrojó aún más de lo que ya estaba antes por el frío.

Una vez estuvo algo mejor, nos levantamos y caminos hacia su casa, iba a acompañarle y es que no me fiaba de que le ocurriera algo. Aún no entendía por qué no me había dicho nada de lo de su padre, supongo que era una mezcla entre ser demasiado reservado y no confiar en nosotros, porque ya le habían traicionado una vez, no quería volver a pasar por lo mismo.

- Sabes que puedes contarme lo que sea ¿Verdad? – le dije y él asintió, pero seguía con la cabeza agachada mirando el suelo mientras me seguía hacia su casa, ni siquiera me hablaba – Tetsu…. Yo no voy a abandonarte – le dije y él me miró de golpe sorprendido.

- Lo siento, no volverá a pasar – me dijo de nuevo volviendo a su forma de ser inexpresiva y creo que se refería a lo de derrumbarse a llorar – toma.

Le vi quitarse la chaqueta y pasármela de nuevo. Ya estábamos frente a su casa y al coger mi chaqueta de entre sus frías manos, me miró agradeciéndome el gesto y se metió hacia dentro. No quise insistirle ni quise decirle nada, ya sabía como era, bastante había visto ya de él hoy, jamás se había derrumbado como lo hizo y me sentía un poco mal por dentro, quería ayudarle, pero había vuelto a su talante inexpresivo. No había solución con él.

Me iba a marchar cuando observé a Aomine tras una esquina y le miré extrañado de que estuviera allí pero sonreí, seguramente aunque hacía mucho tiempo que ya no se hablaban apenas esos dos, aún seguía preocupándose por él, aún se enteraba de más cosas que nosotros y es que hasta lo de su padre, hasta pudo ir al entierro cosa que nosotros no pudimos. Me sentía un poco mal conmigo mismo, yo le había tenido a Kuroko en los entrenamientos, había visto como su comportamiento había cambiado, como entrenaba cada día más y se agotaba pero no me había enterado de lo de su padre ¿Me convertía eso en alguien que no merecía su amistad? Pero es que Kuroko siempre había sido también muy reservado y era normal que Aomine se enterase antes… ellos habían sido grandes amigos, sus familias se conocían, se lo habrían contado aunque Kuroko no lo hubiera hecho en persona.

Aomine y yo nunca nos llevamos bien, pero sé que era amigo de Kuroko, al menos en el pasado porque últimamente sé que algo les ocurría, aún así sentía en él como lo protegía y se preocupaba, era muy borde con todos nosotros pero se comportaba diferente con Kuroko, supongo que llevaban demasiados años siendo amigos y aunque ahora les costase hablarse de nuevo, seguían teniendo ese sentimiento de amistad en el fondo.

- ¿Qué haces por aquí? – le pregunté.

- A ti que más te da – fue su respuesta mientras me sonreía con su prepotencia habitual.

Miró hacia la casa de Kuroko y hasta que no vio la luz de su habitación encenderse, no empezó a caminar en dirección contraria a la mía. No hacía falta que me dijera nada, sé que él no me contaría jamás lo que le pasaba por la cabeza, era borde y arrogante pero se preocupaba por Kuroko, había venido hasta aquí solo para comprobar que estaba bien.

A una parte de mi no le gustaba nada que persiguiera a Kuroko porque me gustaba ese chico y sabía perfectamente, que esos dos habían sido grandes amigos hasta su discusión. Kuroko me había contado todo lo ocurrido para que estuviera preparado para el partido pero creo… que el que no estaba preparado era precisamente él. Sus recuerdos cuando era la sombra de Aomine aún estaban presentes, no estaba seguro de si Kuroko podía plantarle cara al que una vez fue su compañero, ahora era su rival.

Habían jugado juntos y se conocían, de hecho… me preocupaba que Aomine supiera como parar a Kuroko, porque él sólo era experto en pases, si conseguía Aomine bloquear sus pases, todos estábamos perdidos y al haber jugado juntos, sabía que en algún momento, sabría como detener a su amigo, al que fue su compañero, pero Kuroko no podría Detener a Aomine, de eso tendría que ocuparme yo.

Viendo a Aomine, suponía que quizá su juego se modificaría, estaba preocupado por Kuroko y eso podría suavizar su juego, no querría hacerle daño, pero de él nunca podía fiarme. El que sé que lo pasaría fatal en ese partido… era Kuroko. Una vez había tenido que enfrentarme yo al que fue mi mejor amigo y recuerdo lo mal que lo pasé, no quería perder, pero tampoco quería ganarle y verle mal, era una sensación tan horrible que no se la deseaba a Kuroko, pero el partido era en pocas semanas y tenía que pasar por él, porque no podíamos ganar sin él. Al menos, hasta el momento estaba decidido a ganar.

Llegué a casa y me tiré en la cama pensando en cómo había encontrado a Kuroko, no podía creerme que le hubiera visto en ese estado en el que estaba, él jamás había mostrado sentimientos y que se hubiera abierto a mí en parte me alegraba, porque sé que confiaba en mí, que éramos buenos amigos, al fin y al cabo, siempre estábamos juntos desde que nos habíamos conocido. Me sentía un poco celoso de Aomine, pero al menos tenía algo de ventaja frente a él, yo era su nueva luz, jugaba conmigo, entrenaba conmigo, estábamos siempre juntos y eso… me daba la oportunidad de poder seducirle, de poder estar con él porque yo sería su futuro, Aomine sólo era su triste pasado y yo no volvería a dejar que nadie le hiciera daño a Kuroko, ni siquiera el que una vez fue su mejor amigo. Me dormí con aquella idea en la cabeza, porque amaba a Kuroko y cuando le viera algo mejor de todo lo ocurrido con su padre, le confesaría mis sentimientos.

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