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Mi pasado con Aomine por Fullbuster

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Aomine Daiki POV


 


Hacía demasiado tiempo que no había visto a Kuroko, desde que dejó el equipo de baloncesto y es que supongo que todos nos volvimos algo egocéntricos, es lo que tenía ser parte de la generación de los milagros, nadie podía vencernos y eso convertía el baloncesto en algo aburrido, a mí por lo menos… no me motivaba. Siempre había amado este deporte, jugaba en las canchas de adultos cuando sólo era un mocoso, vencía a los mejores, vencía a los mayores y encestaba en canastas que ningún niño podría haber alcanzado con mi altura, pero yo lo hacía, para mí el baloncesto era superarme cada día, vencer a todos pero cuando lo hice… me di cuenta de que sólo yo era capaz de vencerme a mí mismo.


Cuando entré a jugar en el equipo de la generación de los milagros, Kuroko se convirtió en mi mejor amigo, no era fuerte, ni rápido, era un debilucho enclenque pero que daba los mejores pases, era nuestro jugador fantasma, el experto en pases imposibles, combinado con mi velocidad, ambos éramos imparables. Ese chico debilucho se ganó un hueco enorme en el equipo, se convirtió en mi mejor amigo y es que hacíamos todo juntos, no nos separamos jamás, él me daba los pases, nos entendíamos y siempre ganábamos, pero un día me di cuenta de que llegaba un momento en todos los partidos, que los rivales se rendían, perdían su espíritu de lucha y me regalaban el partido, entendí en aquel momento, que el baloncesto me aburría, nadie podía vencerme, nadie me plantaba cara y cuando se lo conté a Tetsu una vez de regreso a casa, él me metió un helado bajo la camiseta y me dijo con su tono serio que no dejase de jugar.


Habría matado a cualquiera que hubiera hecho algo así, pero no a Kuroko, a él le apreciaba demasiado y sé que deseaba volver a verme sonreír y divertirme con este deporte, así que por él y sólo por él… le di una nueva oportunidad y es que entendía su preocupación. Kuroko no era fuerte en el campo, ni podía saltar muy alto, ni tenía velocidad… lo único que Tetsu tenía eran sus pases y para hacerlos… necesitaba a alguien fuerte que los recibiese y fuera capaz de llevar a su equipo a la victoria, me había escogido a mí para eso, yo fui su luz como él siempre me decía y él fue mi sombra, me daba los pases para la victoria.


Aquel último partido que hice con él lo recordaría toda la vida, el rival se rindió, nos dio el partido como si nada y sentí que ya nada importaba, el juego para mí había dejado de ser divertido, no tenía rivales, se rendían antes de empezar. Kuroko estaba feliz pero él siempre lo estaba mientras pudiera jugar, le gustaba este deporte y aunque siempre era tan inexpresivo, conmigo sonreía y vino hacia mí corriendo buscando mi aprobación, buscando que le felicitase por ese pase en el que yo había logrado encestar.


Yo me había detenido bajo la canasta y es que no me importaba encestar ya, nadie me oponía resistencia, para mí eran puntos vacíos, mi motivación había desaparecido y sé que no era justo para Kuroko, pero cuando se acercó a mí, volví a repetirle lo mismo que ya le dije aquella vez en la que acabó metiéndome el helado bajo el cuello de la camiseta.


- Lo siento Tetsu, pero pienso más que nunca que el baloncesto es aburrido, soy el único que puedo vencerme a mí mismo.


Me fui corriendo hacia mis compañeros dejando a Kuroko a mi espalda con cara sorprendido sin entenderme. En realidad creo que me entendía a la perfección, siempre era él quien me impedía abandonar este deporte pero ya no podía más, pensaba exactamente eso,  nadie podía hacerme frente, siempre ganaba y me aburría que perdieran la voluntad de luchar y tratar de ganarme, porque me convertían el juego en una pérdida de tiempo, no encontraba satisfacción en la victoria, era una victoria vacía, un partido que me habían regalado al perder su espíritu de lucha y de superación. No sé si Tetsu llegaría a entenderme, pero era frustrante, sabía que nadie me ganaría jamás.


Aquel partido lo ganamos, pero yo me sentía completamente vacío, no valía la pena vencer así, me había acostumbrado a ganar siempre, creía que ya nadie me opondría resistencia. Me duché en el vestuario y vi a Tetsu en la ducha de al lado pensativo, quizá algo entristecido y levanté la mirada por encima del muro de azulejos para verle mejor la cara.


- ¿Estás bien Tetsu?


- Sí – me confirmó aunque estaba muy serio. Algo le pasaba, de eso estaba seguro.


No quise decirle nada más de momento, le vi empezar a enjabonarse y salí de mi ducha secándome dispuesto a vestirme para irme a casa. Mis padres volvían hoy de viaje y ellos siempre se quedaban pocos días, así que quería aprovechar mi tiempo con ellos antes de que volvieran a marcharse. Tetsu salió aún con esa cara entristecida y tras mirarme una vez, agachó la cabeza y se marchó a su taquilla a cambiarse.


Todos los compañeros salieron antes que nosotros dejándonos allí a solas, pero yo no le presté atención a Tetsu hasta que me dio el susto de mi vida cuando apareció de golpe a mi lado y es que él tenía la habilidad para desaparecer, todos tenían razón cuando decían que era como un fantasma, su presencia solía pasar inadvertida incluso para mí, que llevaba años siendo su mejor amigo.


- ¿Qué ocurre Tetsu?


- ¿De verdad quieres dejar el baloncesto? – me preguntó – no quiero que lo dejes, quiero jugar contigo, yo no sería bueno sin ti en el campo.


- Tú eres bueno Tetsu – le dije tratando de sonreír – pero me he aburrido de este deporte, puedo vencer a cualquiera y no necesito a nadie para vencer – le dije y abrió mucho los ojos por la sorpresa de mis palabras.


- ¿Eso piensas de verdad? ¿Puedes hacerlo solo? – me preguntó.


- Deja de preocuparte Tetsu – le dije – no dejaré el baloncesto, pero ya no hay nadie que pueda derrotarme. Nos vemos Tetsu – me despedí cargando mi bolsa y caminando hacia la salida del vestuario.


- Aomine… Tengo algo que decirte – me dijo sonrojándose.


- Mañana me lo cuentas Tetsu, tengo prisa.


Salí del vestuario y corrí hasta mi casa. Quizá era algo importante lo que tenía que decirme Tetsu pero es que a mis padres les veía muy pocas veces, quería estar con ellos, mañana podría hablar con él tranquilamente. Me quité la idea de que pudiera ser algo importante, más que nada porque yo me calmaba. Supongo que si hubiera sido importante Tetsu me habría detenido y me habría hecho escucharle si o si, pero no lo hizo, dejó que me marchase.


Cuando llegué a casa, mis padres estaban allí preparando la cena y al verme entrar, sonrieron y vinieron a abrazarme. Yo les extrañaba tanto como ellos a mí. Me quedé abrazado a ellos durante unos minutos y es que no quería soltarles, eran tan pocas las veces que podía estar así con mis padres que no quería que este momento terminase.


- ¿Qué tal ha ido el partido? – preguntó mi padre – Quisimos ir a verte, pero nuestro vuelo se retrasó y al final llegamos tarde, lo lamento Aomine.


- Hemos ganado – le dije sonriendo – como siempre.


- Te noto desanimado – comentó mi madre - ¿Ha ocurrido algo?


- Nada en especial, es que siento que no hay nadie que pueda vencerme y me aburro un poco, me gustaría que alguien me plantase cara sin perder ese espíritu de pelea. Ya ni siquiera siento que necesite a mis compañeros para ganar, puedo hacerlo solo.


- ¿Y Kuroko? – preguntó mi madre


- ¿Qué ocurre con él? – pregunté – sigue como siempre.


- Me refería… él siempre ha jugado al baloncesto contigo, sois grandes amigos, ¿No crees que decir que puedes jugar sólo puede afectarle a él? Él empezó a jugar por ti, para ayudarte, quería que fueras el mejor.


- Supongo que sí – le dije – quizá no debí decírselo. Cuando le vea me disculparé con él, no debí decirle algo así.


Aquel día me acosté tarde pero es que quería estar más tiempo con mis padres. Les conté todo lo que pude, desde el baloncesto, las clases a cómo me apañaba bien viviendo solo por el momento. Mi madre adoraba a Kuroko, casi siempre que venían le invitaban a comer o a cenar con nosotros pero esta vez no podría ser, tenían que marchase demasiado pronto, así que decidí saltarme el entrenamiento del día siguiente para poder estar con ellos, se marchaban esa misma tarde.


Hablé con mis padres sobre el instituto que iba a escoger y en qué equipo quería jugar, al final decidí jugar para el equipo de Gakuen, los llevaría a la final intercolegial, seríamos los mejores, conmigo no podían fallar y esperaba que Kuroko también viniese conmigo, aunque ahora que me paraba a pensar en él… recordaba que tenía que hablar algo conmigo y yo no había asistido al entrenamiento ¿Qué querría decirme? Ahora tenía intriga por saberlo.


Mis padres me dejaron en casa antes de irse al aeropuerto de nuevo y cuando tuve que dormirme… no podía dejar de pensar en que no había ido al entrenamiento y Kuroko seguramente me habría estado esperando, pero es que hasta los entrenamientos me aburrían, ¿Para qué tenía que entrenar si nadie iba a ganarme? Era absurdo, mi motivación por el baloncesto y los entrenamientos había caído en picado.


Hoy era el último día de clases, por fin iba a ir al instituto, iba a jugar supuestamente en el mejor equipo de la secundaria porque yo les llevaría allí, pero cuando entré por clase, Kuroko no estaba. Era extraño que él no estuviera por aquí y cuando pregunté a los compañeros, me comentaron que se había ido a ver su nuevo instituto, se cambiaba a Seirin y no lo entendía, yo le había dicho miles de veces de ir juntos a Gakuen y él ahora decidía irse a otro instituto ¿Por qué? ¿Tan mal le había sentado que le dijera aquello de que podía jugar solo? Me maldije por haberle dicho eso, sé que le tenía que haber dolido.


No vi a Kuroko en todo el día, sé que aquel fatídico partido nos había distanciado, nos había cambiado a ambos, me había comportado como un idiota con él y las circunstancias de querer ver a mis padres sin que yo le hubiera contado que habían regresado… había agravado el problema, él quería hablar conmigo y yo no había aparecido. Me sentía fatal por lo que le había hecho y cuando regresaba a casa ya de noche, al salir de la tienda donde solía comprar, me encontré a Kuroko que venía caminando en dirección a su casa.


- ¿Tetsu? – pregunté y él levantó la vista del libro que iba leyendo para mirarme.


Seguía tan inexpresivo como siempre y me saludó de forma seria, tal y como era él siempre, pero sé que pasaba algo, él conmigo a veces sonreía pero ahora estaba claro que pasaba algo, entre nosotros se había roto un lazo de años y quería hablarlo con él, quería arreglar esto.


- Me han dicho que te has decidido por irte a Seirin – le dije.


- Sí – me comentó


- ¿Vas a entrar en el equipo de baloncesto? – pregunté.


- Espero hacerlo, sí


- Oye Tetsu… lamento lo del otro día, sé que querías hablar conmigo pero mis padres habían vuelto a la ciudad y tenía muchas ganas de verles.


- Vale, no te preocupes.


- Si tienes tiempo podemos hablar ahora ¿Qué querías contarme? – le pregunté.


- Ya no tiene importancia – me dijo caminando de nuevo y pasando de mí.


- Tetsu… - le llamé – para mí siempre tiene importancia todo lo que tengas que decirme.


- Ya da igual Aomine – me dijo intentando sonreír – nos veremos en el campo de baloncesto algún día, espero que te vaya bien en Gakuen.


- ¿Sabes que puedes venir conmigo, verdad? Me gustaría que jugases conmigo.


- No es cierto Aomine… sólo tú puedes vencerte – me repitió – tú sólo puedes ganar a cualquiera, ya no me necesitas. Yo no puedo seguir jugando con alguien que no se divierte con este deporte y has perdido la ilusión por el baloncesto hace mucho tiempo. Lamento no poder ayudarte a recuperar esa alegría con la que entraste en el equipo, te he fallado.


Kuroko se marchó dejándome aquí pensativo, de verdad que a veces era un bocazas, metí la pata con él, no debí decirle todo aquello, habíamos sido amigos desde la infancia y sabía perfectamente lo que le dolía a Tetsu sentirse inútil, sabía lo que le dolía vernos a toda la generación de los milagros convertirnos en lo que ahora éramos… unos egocéntricos, pero es que él no podía entender lo que me aburría ahora este deporte cuando nadie se esforzaba en ganarme, cuando todos me regalaban el partido porque tenían en mente que no podrían conmigo.


De todo aquello… ya había pasado un año y ahora me daba cuenta de que mi relación con Kuroko… empeoró en aquel partido, yo fui el culpable de haberlo lanzado a Seirin, yo fui el culpable de haberle alejado de mí y ahora… tenía que aguantar verle en ese equipo con el estadounidense… con Kagami siendo su nueva luz, el que recibía sus mejores pases, ellos habían pasado a ser los mejores amigos mientras a mí me había dejado a un lado.


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