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Mi pasado con Aomine por Fullbuster

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 Kuroko Tetsuya POV


 


No tuve mayores problemas hasta llegar a casa, el viento seguía pero estuve más atento a los objetos que venían hacia mí volando, desde que me había encontrado con Aomine. Aún estaba aturdido de ese encuentro, entré corriendo a casa, encontrándome agotado del duro entrenamiento con el equipo. Cerré la puerta apoyándome en ella y es que el viento ni siquiera me dejaba cerrarla. Algunas hojas de los árboles se colaron dentro y las miré un segundo mientras dejaba que la mochila de deporte cayese al suelo y yo me dejaba resbalar por la puerta hasta caer sentado en el suelo.


Coloqué las manos en mi frente con los dedos entrelazados y es que sentía una gran tristeza, me daban ganas de llorar. Hacía mucho tiempo que no había visto a Aomine, no esperaba encontrármelo y me había sonrojado, en parte me había alegrado verle y por otra parte… me sentía fatal, me dolía verle, sabía la amistad que había perdido, ahora íbamos a institutos diferentes, estábamos en equipos distintos y en unas semanas… nos enfrentaríamos.


Aún no sabía cómo iba a afrontar esta situación, siempre me habían considerado muy recto y casi inexpresivo, pero tenía mis sentimientos y más con Aomine, yo había sido durante demasiado tiempo su sombra. Era el mejor jugador, brillaba con luz propia y yo siempre estuve ahí, yo sólo fui su sombra, el que le daba los pases perfectos para que él se luciera, para que él brillase, yo jugaba por el equipo, siempre lo hacía y ahora mi luz era Kagami, pero no estaba seguro de qué me ocurriría cuando tuviera que enfrentarme a Aomine. Estaba preocupado aunque no se lo dije a ninguno de los del equipo, mucho menos a Kagami, él pensaba que podíamos ganar y yo no sabía qué pensar.


- ¿Vas a cenar cariño? – escuché a mi madre desde la cocina, pero no dije nada.


Escuché los pasos de mi madre viniendo hacia la puerta principal donde yo estaba sentado y aparté mis manos de la cara. Levanté la cabeza apoyándola contra la puerta tratando de calmarme y mi madre al llegar, se sorprendió al verme aquí sentado con todo el suelo lleno de hojas.


- ¿Estás bien? – me preguntó.


- Sí mamá, sólo cansado – le dije – ahora recojo todo esto.


- Te pongo la cena mientras – me comentó con una sonrisa y yo sonreí.


Me quité las zapatillas dejándolas en el rellano y entré por el pasillo descalzo buscando una escoba y un recogedor. Limpié el rellano de la puerta de las hojas que habían entrado y luego fui hacia la cocina, tenía mucha hambre, supongo que era por culpa del entrenamiento y es que últimamente estaba trabajando muy duro, no quería quedarme atrás, quería ser eficaz para el equipo, no quería volver a ser un inútil como me ocurrió con Aomine, él era capaz de hacerlo todo solo y yo no le servía para nada.


Pensar en eso me entristeció, pero en cuanto vi la comida encima de la mesa, empecé a comer con rapidez, tenía mucha hambre. El teléfono sonó en aquel momento y mi madre fue a cogerlo. Mi madre últimamente recibía más llamadas y me sorprendió que fuera la madre de Aomine llamando desde a saber dónde, siempre viajaban por negocios, pero desde que mi padre falleció en aquel accidente, su madre y la mía hablaban bastante, cosa que yo agradecía, trataban de ayudarla. A mí me habría hecho falta a mi mejor amigo, pero él desapareció hace mucho, ya no le tenía y a los del equipo no quise decirles nada. Me guardé el dolor para mí, no necesitaba a nadie, ni siquiera sé si Aomine sabía todo esto, imagino que sí, sus padres se lo habrían contado, pero no sé qué habría puesto como excusa para que no nos hablásemos.


- Era la madre de Aomine – me dijo mi madre intentando sonreír – me ha preguntado por ti.


- Dale las gracias y dile que estoy bien – le dije bastante serio.


- Cielo… ¿Por qué no hablas con ese chico? Siempre habíais sido amigos.


- Hace más de un año que no somos nada mamá – le dije – me dejó de lado y ya no tiene solución.


- No quiero verte solo Tetsu. No quiero que te encierres en ti mismo.


- Estoy bien mamá, no estoy solo, tengo a mi equipo – le dije sonriendo y aproveché que me levantaba para coger al perro y llevármelo conmigo a la habitación.


Entré en mi habitación sin encender la luz, directamente me lancé en la cama y dejé a “Tetsuya” conmigo en la cama mientras me miraba. Cogí la fotografía de la mesilla y miré a mi familia, miré a mi padre, ese al que no volvería a ver y que tanto echaba de menos. ¿Por qué ni siquiera Aomine había venido a preguntar por mí? Tampoco le vi en el cementerio, no se había preocupado de mí y es que creo… que realmente no éramos amigos, no lo habíamos sido, sólo fui su arma secreta mientras me necesitó y cuando dejé de serle útil me abandonó y se unió al resto de compañeros del equipo.


Una lágrima resbaló por mi mejilla y la limpié con la mano, no iba a llorar, no quería hacerlo, esto tenía que superarlo y lo haría solo, podría salir de este agujero en el que parecía caer. Miré a “Tetsuya” a mi lado medio aullando y lo cogí entre mis manos elevándolo por encima de mi cabeza mientras me miraba con la lengua fuera y sonreí.


- ¿Qué pasa Tetsuya? – le pregunté - ¿También echas de menos a tu familia?


“Tetsuya” no decía nada, sólo me miraba… aún recordaba cuando me lo había encontrado, un pequeño cachorro de Alaska Malamute con ojos azules igual que los míos. Todos decidieron llamarle “Tetsuya” porque decían que sus ojos se parecían demasiado a los míos. Sonreí porque aún recordaba como Kagami lo odiaba cuando lo encontramos, ahora ya le había cogido cariño y yo lo llevaba conmigo a todos los lados. Pensé en Kagami, la primera vez que le vi fue en el equipo de baloncesto del nuevo instituto en el que me matriculé, ahora jugaba con él en el Seirin y era sorprendente, pero había jugado en América, ¡tenía que serlo!, el mejor del equipo sin lugar a dudas, llegó a capitán enseguida y yo quería ser para él lo mismo que fui para Aomine, quería llevarlo a lo más alto, ser su sombra, pero tenía un poco de miedo de que cuando lo lograse, también se olvidase de mí. No lo había hablado con él, éramos muy amigos ahora pero… tenía miedo y yo no solía contar nada de mi pasado, así que simplemente… mantuve en secreto mi amistad con Aomine, mantuve en secreto mis miedos.


A la mañana siguiente cuando me desperté, vi la nota de mi madre encima de la mesa del comedor y es que ella tenía que ir a trabajar temprano. Sé que se esforzaba mucho y que estaba preocupada por mí, hacía unos meses que había pasado todo esto y yo no lo había hablado con nadie, ni siquiera me había permitido llorar la muerte de mi padre, quería ser fuerte y me guardé todos los sentimientos, no se lo había dicho a nadie, ni siquiera a Kagami que era el capitán del equipo y el más cercano a mí. Cogí toda la rabia que tenía guardada dentro y la utilicé para el deporte, para los entrenamientos y es que ganaría a Aomine fuera como fuese.


Las clases fueron aburridas, los profesores ni se percataban de que yo estaba allí y los alumnos… bueno, excepto Kagami que estaba acostumbrado a mi presencia, nadie lo sabía. Hoy me miraba bastante mi capitán y yo simplemente desviaba la mirada hacia la ventana mirando como el aire movía los árboles y es que no había parado ese incesante viento. En el entrenamiento di lo mejor de mí, practiqué los nuevos pases y los saques, quería ganar como fuera y aunque estaba reventado, no quise salir del campo hasta que Kagami me obligó.


Me duché y escuché a los compañeros comentar de ir a cenar todos juntos, así que acepté ir con ellos y llamé a mi madre para que no se preocupase. Todos se divertían y hablaban animadamente, pero yo me dediqué a comer y a mirar a la gente, no tenía ánimos para diversión, en mi cabeza ahora mismo sólo había rabia por lo sucedido y concentración para ganar a Aomine.


Estaba pensando en él cuando apareció de golpe tras de mí con su equipo. Todos se quedaron sorprendidos y es que conocían a los integrantes de la generación de los milagros, sobre todo a Aomine, su equipo siempre llegaba a la final, pocos le vencían, de hecho sólo una persona le podía vencer, el capitán del antiguo equipo perteneciente a la generación de los milagros. Él no perdía nunca contra nadie que no fuera él.


- Tetsu… no me esperaba verte por aquí – me dijo.


- He venido a cenar con mi equipo – le comenté.


- Oye… - dijo rascándose la cabeza como si estuviera pensando si decirlo o no – lamento lo de tu padre, no te había visto antes y no pude decírtelo – me comentó y todo mi equipo me miró sorprendido.


- ¿Tu padre? – preguntó Kagami sorprendido - ¿Le ha pasado algo a tu padre?


- Gracias Aomine – le dije agradeciendo su pésame aunque algo tarde – yo… tengo que irme ya, se me está haciendo tarde. Lo siento, nos vemos mañana.


- Ey… Kuroko – me llamó Kagami preocupado y se levantó para seguirme pero yo salí antes marchándome del local hacia casa.


Caminé calle abajo cuando escuché los pasos rápidos de alguien detrás de mí y al girarme, me encontré con Aomine que intentaba alcanzarme corriendo. Me detuve a esperarle, que no fuéramos ya tan amigos como antes no quería decir que no le echase de menos, ni que no le quisiera, le amaba más que nunca, cada vez que le veía el dolor se hacía inmenso por saber que jamás estaríamos juntos.


- Tetsu… lo siento, no sabía que…


- No pasa nada – le dije quitándole importancia – ya lo explicaré mañana en el entrenamiento.


- Lo lamento enserio. Tetsu… ¿Qué nos pasó? – me preguntó de golpe serio y yo abrí los ojos, ni siquiera se había dado cuenta. Agaché la cabeza y dejé que mi flequillo cubriera mis ojos para que no viera la tristeza en ellos.


- Eras bueno sin mí – le dije – eso era todo Aomine. Nos veremos en el próximo partido.


Empecé a caminar pero él cogió mi muñeca y no me dejó seguir, me había bloqueado pero aunque no lo hubiera hecho, sólo con su tacto me habría paralizado. Mucho tiempo deseé sentir su tacto y más desde que murió mi padre. Quería que hubiera estado conmigo pero no vino a verme, no preguntó por mí, sólo siguió con su vida. Lloré y él se sorprendió al escucharme, jamás mostraba mis sentimientos y ahora lo estaba haciendo.


- No llores por favor ¿He hecho algo malo?


- Déjame en paz – le dije – a ti no te importo nada, ni siquiera viniste al funeral, quería a mi mejor amigo pero no viniste, he perdido a mi mejor amigo – le grité y salí corriendo.


- Kuroko – gritó, y hasta que me llamase por el apellido me sentaba mal. Antes nunca me llamaba por el apellido, siempre era por el nombre.


Me fui de allí, salí corriendo evitándole y sentí como las lágrimas resbalaban por mi mejilla. Llegué hasta el mirador que estaba a mitad camino hacia mi casa y me detuve por el cansancio, odiaba ser tan débil, odiaba no tener la resistencia que tenían mis compañeros, pero por lo menos Aomine no me había seguido a pesar de que fácilmente habría podido alcanzarme. Me acerqué hasta la barandilla del mirador y la cogí cerrando con fuerza los puños tratando de tranquilizarme, pero las lágrimas no dejaban de salir.


- ¿Kuroko? – escuché a mi espalda y me giré aún con lágrimas en los ojos para ver a Kagami, mi capitán.


Kagami se acercó hasta mí y me abrazó con fuerza, creo que fue lo peor que pudo hacer, porque yo trataba de calmarme pero el abrazo hizo que tuviera aún más ganas de llorar. Rompí a llorar sin poder parar y Kagami me sostuvo mientras me decía que sacase todo ese dolor, tenía que sacar todo lo que llevaba dentro, llevaba desde la muerte de mi padre sin poder llorar y ahora… todo salía de golpe, mi coraza se había roto.


Golpeé a Kagami por la rabia que llevaba dentro, le pegué en el pecho pero él no dijo nada, dejó que le golpease mientras seguía abrazado a mí. Mis piernas fallaron al final y Kagami se agachó conmigo dejándome de rodillas aún llorando. Dejé de golpearle, pero seguía sin poder parar las lágrimas. Me agarré con fuerza a su chaqueta y ni aún así dijo nada, sólo intentaba calmarme y me animaba a sacar todo lo que llevaba dentro.


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