Primer contacto
Los dos hombres se encontraron en un punto olvidado por Dios y toda civilización. Un lugar inexistente. Se escudriñaron por un largo tiempo… bueno, eso era incorrecto decir. No existía el tiempo como tal. Entonces estuvieron una eternidad infinita mirándose, hasta que uno de ellos rompió el silencio.
—¿Quién eres?
—Castiel.
—¿Castiel? ¿Qué clase de nombre es ese?
—El nombre de un ángel del señor.
—¿Eres un ángel?
—No.
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Segundo contacto
Ambos conocían sus nombres y nada más. La tensión aumento con cada movimiento, suspiro, respiración, miradas. La paciencia era una virtud. Eso era verdad en este lugar.
—¿Vas a besarme, Cas?
—¿Lo quieres?
—Jodidamente, si.
—Tal vez… haga algo más que besarte, Dean.
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Tercer contacto
No recordaban su pasado. ¿Quiénes eran realmente? ¿Cómo habían llegado allí? ¿Era un sueño compartido? ¿Todo era real?
Sus sentimientos crecieron muy fuertes. La desesperación de sentirse y expresarse era abrumador. El miedo de perderse.
—Abrázame, Dean.
—Te amaré, Cas.
—Bésame.
—Ámame.