Tener al fin el título de Hokage era todavía difícil de creer, el miedo de despertar y ver que todo era un sueño, estaba al límite; tanto tiempo esperar por eso, y ahora...
— ¡¡Les dije a todos que algún día sería Hokage!! -gritó con euforia el rubio, dirigiéndose a toda la aldea que igual gritaba con entusiasmo el nombre de su nuevo líder.
— ¡¡Muchas felicidades Naruto!! Quiero decir, ¡¡Señor Hokage!! -le grito uno de los vendedores que años atrás, que solía observar con odio al niño que ahora ve como su máximo supremo.
Ese mismo día se hizo una gran fiesta, organizada por los compañeros cercanos del líder, a la cual todos estaban invitados; esta celebración llegó a su fin alrededor de las 5 am. Naruto después de una exquisita comida y algunas botellas de Wisky y Champagne, se retiraba lentamente hacia su hogar, con mucho esfuerzo debido al alcohol se tropezaba constantemente, pero una mujer de rubios cabellos se ofreció a ayudarlo en el trayecto.
—Parece que te divertiste mucho ¿eh, Naruto? -paso el brazo del ojiazul a su nuca, en forma de apoyo, para que se sostuviese.
— ¿Ba-bacchan? ¿Qué haces aquí? no te vi en toda la fiesta...
— ¡Es cierto! ¡Ni yo me la creo!, pero ya debo empezar a cuidar mi salud, el tiempo no está a mi favor. ¡Pero demonios prisa, que hay algo que tengo que darte! -terminaron de parlotear a los tres cuartos de camino, ya llevados unos 45 minutos, llagaron con pesadez al departamento del menor.
— ¡Listo!, ¡Naruto levántate que esto es muy importante! -agitó con desesperación al rubio, no podía quedarse dormido todavía.
—Bacchan ¿porque no esperas hasta mañana? ¿Qué prisa tienes...? -le respondió dormitando.
—Si la hay, mañana a primera hora partiré hacia el país de las Olas, es una misión muy importante, así que ¡¡¡LEVANTATE DE UNA BUENA VEZ!!! -gritó al mismo tiempo que le dio un fuerte puñetazo en la cabeza.
— ¡Bacchan! ¡no era necesaria tanta agresividad! -le reclamó sobándose en la parte dolida y ya con una lagrimita en el ojo.
—Ten -le pone en el cuello un collar- ahora es tuyo, cuídalo muy bien.
— ¿Qué es esto? puede que haya perdido el otro, pero no hace falta este.
—Cállate, este collar ha pasado de Hokage en Hokage, así que espero, y este no lo extravíes. Bueno, sin más que hacer yo me retiro ¡buena suerte con el puesto, Naruto! -le dio unas palmaditas de ánimo y se marchó con suma delicadeza.
—Uhmm, creo que nunca entenderé esta afición hacia los cristales...aunque no puedo negar que este es más bonito que el anterior -y era cierto, este era azul claro, más ancho de la parte baja y en los lados tenía unas franjas blancas que le daban un toque único. Sin darse cuenta, cayó dormido por suerte en su colchón, y no se despertó, sino hasta la mañana del día siguiente.
— ¡¡Naruto!!, con un demonio...¡¡abre, maldita sea!! -tocaba la puerta con furia una pelirosa, al otro lado del departamento del chico.
— ¿¡EH!? ¿Sa-Sakura-chan...? -abre la puerta- ¿porque todas se molestan tanto en días tan perfectos? -dijo restregándose el ojo.
—Puede que te hayas vuelto Hokage, pero también tienes responsabilidades. Así que entra, báñate, cámbiate y ¡alístate para que nos vayamos! -empujó a Naruto hasta su baño, para después quedarse ella esperando por unos 20 minutos a que saliera, ya con su vestimenta. En cuanto salió, ambos se fueron al lugar tan rápido como si su vida dependiera de ello, a decir verdad era la chica quien jalaba al otro para que no llegasen tarde a la junta.
A los ancianos no les agrada nada el esperar, y menos si se trataba de Naruto, aunque conociéndolo era bastante normal- al fin llega, Señor Hokage. Tenemos que discutir acerca de cómo organizara las múltiples misiones que se han solicitado, en estos últimos dos meses -continuaba hablando uno de los ancianos, Naruto solo hacia cara de que ponía atención. Así pasaron las próximas 2 horas, para después mandar al rubio a revisar aquellos asuntos, organizar documentos, archivar datos, y solucionar problemas exteriores...en fin, una tarde muy atareada para el primer día de liderazgo.
—Ufff ¡qué día! supongo que ser Hokage no es tan sencillo como creía -reprochaba ya cansado, en frente de su departamento y girando la perilla- ¡primero comeré un buen ramen y...! -se interrumpió sorprendido, ¿qué hacia un niño en su hogar, a estas horas, y husmeando sus cosas?- ¿Quién eres tú?