Abrió sus ojos con sumo cansancio al escuchar el sonido de la alarma, estiro su brazo hasta el pequeño aparato y lo apago, quedándose en esa posición por unos segundos para luego incorporarse y tallar perezosamente sus ojos adormilados. Ya algo mas despierto llevo su mirada avellana al otro extremo de la cama, el cual estaba vacío como cada mañana.
Una media sonrisa se formo en sus labios al recordar la noche anterior y sin perder más tiempo se levanto, dirigiéndose inmediatamente al cuarto de baño para asearse.
- (Mente: No entiendo porque siempre se va cuando tiene la oportunidad) –Pensó el azabache mientras abría el grifo de agua caliente.
Justo cuando estaba por entrar a la ducha, la puerta se abrió de pronto dejando a la vista a un pequeño castaño de mirada verde esmeralda, quien se quedo ahí parado por unos segundos para luego sonreírle. Esta acción tomo por sorpresa al mayor, quien le miraba de forma interrogativa y curiosa.
- Onodera pensé qu-
- Pensé que te habías marchado –Le interrumpido de manera desinteresada, pero su sonrisa perduraba.- Sin embargo me equivoque, además creo que es justo que tomes una ducha después de lo de anoche ya que apestas.
Sus ojos se abrieron con más sorpresa al escucharlo, no comprendió muy bien a lo que se refería el menor, pero opto por dejar aquello de lado, después de todo esa sonrisilla suya no duraría mucho ya que sabía perfectamente como quitársela.
- ¿A si? Pues te recuerdo que a ti igual que te dejo el mismo olor –Mostro una sonrisa superior, esperando la típica reacción por parte del castaño. Sin embargo su sonrisa se borro al recibir una burla en su lugar.
- Para tu información yo ya me he duchado –Se dio media vuelta con la intención de salir.- Así que apresúrate, llegamos tarde al trabajo –Con eso dicho, salió del cuarto de baño, cerrando la puerta tras suyo.
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Después de asearse y vestirse apropiadamente, se encamino a la cocina para preparar el desayuno de ambos. Al abrir la puerta, quedo atónito ante lo que tenía frente suyo; sobre la mesa del centro estaban dos platos con comida bien preparada y dos tazas de café recién hecho. Rápidamente dirigió su mirada al castaño que entraba por la puerta, ajeno a su mirada.
- Onodera –Lo nombro, atrayendo su atención.
- ¿Qué? –Dijo desinteresado, caminando hacia la mesa para tomar una de las tazas y llevarla a sus labios, disfrutando del líquido amargo que contenía esta.
- El desayuno… lo has preparado tu –Hablo incrédulamente, no podía caber de su impresión.
- Supongo que es lo obvio, después de todo sabes que tienes que desayunar conmigo cada día –Respondió encogiéndose de hombros y tomando asiento en una de las sillas.
Esta acción fue imitada por el azabache, quien sin decir otra cosa se dispuso a comer en silencio. Esto no sería raro, después de todo siempre se presentaba el silencio entre ambos, pero aun así no podía dejar de pensar que algo no encajaba. No podía ver esa expresión nerviosa o tensa en Onodera, eso era algo que le dejaba pensativo, tanto que no se dio cuenta cuando el otro le llamaba.
Un sinfín de preguntas se formaban en su cabeza en un intento de poder la situación, lamentablemente no podía llegar a una cosa lógica para esto. Cosa que le estaba empezando a dar dolor de cabeza, pero sus pensamientos fueron interrumpidos al sentir algo cálido presionarse contra sus labios. El de mirada esmeralda lo estaba besando.
- Masamune –Pronuncio de forma suave al momento en que se separo, antes de poder dejarlo pronunciar algo, lo volvió a besar mientras pasaba su lengua por su labio inferior.
El de mirada avellana queda sin habla, no podía procesar bien lo que estaba pasando. El castaño lo besaba y pedía entrada a su boca, eso era algo realmente ilógico, tanto como el simple hecho de que acababa de llamarlo por su nombre.
Por otra parte el menor rompió el beso, quedando a pocos centímetros de su rostro y labios; apreciándolo mientras una sonrisa de superioridad se formaba en sus labios.
- Alguien se está portando bien el día de hoy –Susurro coquetamente al momento de acercarse a su oreja y morderla incitadoramente.- Aunque no me molesta para nada.
Antes de poder siquiera decir algo, el teléfono de la sala empezó a sonar. Aunque claro, el menor en lugar de ir a contestarlo seguía en lo suyo; levantando la camisa del mayor, dejando su pecho expuesto al mismo tiempo que besaba su cuello.
- Debería contestar –Pronuncio el azabache, alejando con una mano al menor y con la otra bajando su camisa.
- Déjalo sonar –Declaro intentando besarlo pero fue detenido por la mano del mayor, prohibiéndole acceso a sus labios.- Y yo que pensaba que por fin cooperabas.
- ¿¡Eh!? –Exclamo con notoria molestia.- ¡El que nunca coopera eres tú! ¡Te la pasas evadiéndome a cada momento!
- Yo siempre coopero, el que siempre me anda evitando eres tu –Se cruzo de brazos, mordiéndose el labio inferior con frustración.- Venga Takano, no es tan difícil decir un “Te amo”. Ayer estabas a punto de declararte y hace unos minutos no ponías resistencia –Desvió su mirada a un lado, intentando calmar su frustración.- ¿Por qué de repente pones el teléfono de excusa?
- ¿Qué? –Miro incrédulo al castaño, en verdad no podía creer lo que le decía.- (Mente: ¿Qué nunca le digo un “Te amo”? Pero si se lo digo a cada momento, ¿Qué diablos está pasando aquí?)
Solo pudo ver como el otro soltaba un suspiro exasperado para luego tomarlo de la camisa, logrando que ambos cayeran al suelo. Esto no pareció molestarle al menor, quien quedo encima de él y que sin perder tiempo junto sus labios en un beso apasionado.
- Te amo –Soltó de pronto, mirándolo directamente a los ojos, perdiéndose en esos orbes avellanas.- Te amo Masamune.
Esa declaración fue tan repentina que por un momento olvido como hablar, quedando tan vulnerable frente al castaño. No pudo evitar pensar por segunda vez en qué diablos estaba pasando en esos momentos.
Continuara…