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Missing por RinneRaccoon

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Notas del fanfic:

Lo mismo que los otros oneshot, ¡traspaso de cuenta! :3

Está basada y sigue la letra, subtitulada al español, de Teen Top (Missing).

Notas del capitulo:

¿Sabéis? Amo demasiado esta canción de Teen Top, creo que es simplemente perfecta. :/<

Abrí los ojos de forma vaga, la cabeza me estaba matando por culpa de un pitido incesante dentro de ella. Me giré como si me fuese la vida en ello y me apoyé sobre mi costado izquierdo, por fin, me decidí a abrir un ojo y mientras me acostumbraba a la luz  dejé escapar un largo y pesado suspiro de entre mis labios. Cuando la claridad ya no me dañaba la vista, abrí del todo mis ojos y dejé mi mirada posada sobre la persiana por la que se colaba los finos y cálidos rayos del sol. Me quedé así durante unos largos minutos, no sé cuántos, pero sí muchos. El mundo se me venía encima, sentía que me encogía con cada segundo y, así era, con cada rayo que entraba por la persiana, me iba haciendo un ovillo entre las sábanas y terminé abrazándome a mí mismo. La desesperación no tardó en instalarse en mi pecho y dolía como mil demonios raspando contra él, sentía las uñas clavarse y cómo lo iban desgarrando mientras se reían de mí por ser tan estúpido, por dejarme manipular por alguien que no era trigo limpio. Y, lo peor de todo, es que yo era consciente de ello. Sabía que él me estaba destruyendo, sabía que me abrazaba para clavarme luego el puñal más hermoso, pero ponzoñoso del mundo: el amor.

Ya no éramos solamente dos cuerpos extraños que se reunían en medio de la noche y chocaban sus pieles con desesperación, sintiendo el sudor del otro y el frío de las sábanas. Ya no eran besos para provocar al otro, tampoco eran solamente caricias para erizar la piel y poner los pelos de punta…Ya no era nada de eso porque el tiempo que pasábamos separados se iba reduciendo más y más hasta que, un día, nos dimos cuenta que pasábamos casi todo el día juntos y, con ello, los sentimientos comenzaron a florecer. Al menos en mi pecho, alrededor de mi débil corazón, como una zarza hermosa que cada vez clavaba sus espinas en él cuanto más crecía ese revoloteo en mi estómago. El juego se había convertido en algo serio y, con ello, los problemas llegaron. Una alarma saltó en su organismo y, todo el tiempo que empezábamos a pasar juntos, se fue reduciendo hasta que solo nos saludábamos con sonrisas incómodas por los pasillos de la universidad.

Pero dolía, dolía demasiado. Dolía tanto estar sin él…Sin él nada tenía sentido, todo lo que había progresado como persona se había desvanecido como un sueño, como él. Había vuelto a ser ese estúpido gordinflón que nadie quería y que daba asco, que desconfiaba de todos e intentaba buscar la verdad oculta tras las sonrisas aparentemente amables y las mentiras piadosas. Volví a encerrarme en mí mismo, centrándome en mi carrera de Derecho, memorizando leyes y más leyes para no pensar en él y su sonrisa. Y, gracias a ello, había llegado el día en que todo terminaría: no volvería a verlo nunca más.

Hoy era mi graduación, hoy diría por fin adiós a ese viejo y reciente yo. Seguramente me mudaría a un pequeño pueblo de Busan o quizás a las afueras de Seúl, aún no lo sabía. Pero cuanto más lejos me fuese y pudiese olvidar esos ojos profundos que, aun intentando ignorarnos, vigilaban cada paso que daba, era lo mejor. Y, es que aunque intentábamos alejarnos a toda costa, siempre volvíamos a encontrarnos de las formas más extrañas. Comenzaba a pensar ya que el destino me estaba jugando una mala jugada, quería verme sufrir.

Suspiré y me levanté de la cama de una vez, mi cuerpo tiritaba de frío, estaba congelado. Caminé despacio, sin ganas de nada, hacia el baño y me paré enfrente del espejo de cuerpo que tenía tras la puerta, vestido tan solo con un bóxer negro. Mi piel pálida se veía amarillenta, seguramente por la anemia que había comenzado a sentir al comenzar a saltarme comidas. Y es que había vuelto a las malas costumbres y obsesiones compulsivas, es irónico que alguien que rehúye de los demás por desconfianza busque la aprobación de todos. Y eso de ser un estúpido gordiflón no estaba para nada bien. Eso era yo: un ser contradictorio. Me cogí la carne que me sobresalía de un costado y lo vi con asco, quizás debería salir a correr más horas por el parque aunque podría encontrármelo allí con alguna chica. Negué con la cabeza, no podía ni debía pensar en él aunque me muriese por tenerlo de nuevo entre mis brazos. Deseaba que viniese y se plantara delante de mí y me diese una dosis de realidad, que me dijese que era una mierda y que me estaba destruyendo. Quizás, por eso, había vuelto a esas malas costumbres que lo habían hecho acercarse a mí en un inicio, ¿tan mal estaba? Quizás debería ir a un psicólogo y pasar página. Qué digo…Comencé a reírme como un loco y caminé hacia la ducha, abriendo el grifo de agua fría para meterme debajo de ella, sin quitarme ni si quiera el bóxer. Necesitaba dejar de pensar ya.

—Aunque fuese a un psicólogo ni si quiera me podría ayudar…

Y era cierto, ni con todas las pastillas del mundo ni terapias en grupo o personalizadas podría curarme porque el único remedio que era efectivo me había abandonado. Había huido y, en vez de enfrentarle, yo también había huido. Iba a huir en cuanto un buscase un lugar perfecto lejos de él para poder empezar de nuevo y renacer (nunca podré hacerlo sin él, no puedo avanzar sin él). Pasaron minutos hasta que decidí salir de esa ducha de gotas heladas y me enrollé en una fina toalla blanca, tiritaba y mis dientes castañeaban, pero no me importaba. Así comprobaba que seguía vivo, que podía sentir. Miré la hora y resoplé exasperado, aunque me alegraba que la universidad fuese tan aburrida y celebrase las graduaciones por la mañana temprano en vez de por la noche. Todo terminaría más rápido y sería menos doloroso.

Poco a poco me fui vistiendo: primero un pantalón negro, de vestir, pero entubado dándole un toque moderno y clásico a la vez; una camisa blanca, con botones y cuello negro adornaba mi torso. Comencé a abrocharme cada botón uno por uno, si había algo que realmente me apasionaba era la moda, pero nunca tuve el valor de contradecir a mis padres y ser lo que realmente amaba: estilista. Era realmente divertido cuando elegía diferentes prendas, tan extrañas entre sí, pero que, de una forma u otra, formaban un extraño y exquisito equilibro con un gusto peculiar, clásico y moderno. Terminé de abrocharme los puños de las mangas y fui al cajón de zapatos buscando mis favoritos: unos náuticos con estampado de anclas blancas sobre un fondo azul marino muy elegante y con la parte que unía los cordones de cuero marrón, dándole un toque diferente del aburrido monocolor de hacía unos años atrás. Me los puse y me miré en el espejo, los pantalones me quedaban algo cortos, pero ese era el encanto: dejaba ver mis finos (ahora) tobillos estilizando mis piernas.

Fui al tocador, elegí unos pendientes plateados y redondos, sin embargo, me quedé mirando otros con forma de rombo y negros. Suspiré, no sabía si debía escoger esos. Claramente eran los que mejor se adaptaban a mi estilo, pero eso significaba llevar algo de él y demostrar que me importaba aun cuando me había esforzado tanto en aparentar delante de todo el mundo y, sobre todo a mí mismo, que lo había olvidado. Pero no era verdad…Nunca podría olvidarlo. Con un pesado suspiro cogí los negros y me los puse en ambas orejas, peiné mi oscuro cabello hacia arriba logrando que perfilara mi ovalado y delgado (ahora) rostro. Después de cubrir mi rostro con una suave capa de bbcream, delineé suavemente con el lápiz de ojos una fina raya en la comisura, alargando y dotando de una gran intensidad a mis rasgados y grandes ojos. Miré satisfecho el resultado, en estos momentos podía relajarme y olvidarme por unos microsegundos de él, pero, como buen masoquista que era, siempre me preguntaba si a él le gustaría cómo me vería.

Finalmente y, mirando la hora algo apurado, cogí una chaqueta de vestir, con un corte clásico y de color azul eléctrico. Me la puse sobre mi camiseta, sin abrocharla y cogí mi cartera junto con el móvil. Miré si tenía alguna notificación, pero como venía siendo costumbre, aunque las tuviese, no contestaría. Salí de mi minúsculo apartamento y corrí a coger el ascensor, en él recibí un mensaje en el Kakao talk de BaekHyun, mi único amigo, quien me estaba esperando en la puerta de mi edificio. Ambos nos graduaríamos juntos en Derecho y la idea inicial era montar un buffet de abogados juntos, pero él iba a casarse con su novia y quedarse en la ciudad. Yo no podía permitirme ese lujo y mucho menos sabiendo que él estaría en la misma ciudad…Y en la casa de BaekHyun, ya que él era el hermano pequeño de su novia. Suspiré justo cuando las puertas del ascensor se abrieron y salí a la calle forzando una amplia sonrisa para BaekHyun, de esas que durante los últimos tiempos se instalaban inconscientemente en mis labios.

—¡MinSeok! —Me saludó desde su asiento una vez llegué a él y abrí la puerta del copiloto—. Vaya, estás realmente…deslumbrante. —Sonreí ampliamente, con una inclinación de cabeza como agradecimiento y entré en el coche, sentándome a su lado.

—Tengo la suerte de tener gusto, no como…otros. Definitivamente acompañaré a TaeYeon a elegir su vestido de novia —dije sonriendo con una fina curvatura de labios. Me había costado, pero esa era la única sonrisa sincera que podía esbozar y todas eran en relación con BaekHyun y su felicidad.

—Entonces…debería acompañaros, ¿no crees? Al fin y al cabo es mi hermana. Por cierto, hola, hyung —dijo una voz en los asientos traseros del coche, BaekHyun desvió la mirada y comenzó a conducir por la carretera antes de que intentase huir, que bien me conocía.

Miré con asombro y confusión al chico de sonrisa gatuna que hasta el día anterior no era capaz de mirarme a los ojos y, sin embargo, ahí estaba. Mirándome directamente a los ojos, sin desviar la mirada en ningún momento. Solo lo hizo cuando se dio cuenta de qué pendientes traía puestos y su sonrisa se ensanchó juguetonamente, cómo odiaba cuando se comportaba así. Tragué saliva, nervioso, y rápidamente giré mi cuerpo de vuelta colocándome bien en el asiento. Me puse el cinturón en un intento de tener mis manos ocupadas y no entrar en pánico, ¿qué significaba esto? ¿Qué hacía precisamente él ahí? Ah, claro. Su hermana también estudiaba junto conmigo y BaekHyun.

—¿Dónde está TaeYeon? —pregunté haciendo caso omiso al chico de atrás, quien hizo un tierno puchero al ver que no le hacía caso.

—No diré nada hasta que me saludes, mal hyung —respondió él desde los asientos traseros, sentado detrás de mí. Rodé los ojos y suspiré para luego mirar a BaekHyun, quien trataba de mantenerse alejado de la línea de guerra silenciosa que se había instalado en el vehículo.

—¿BaekHyun? —Llamé para recibir una respuesta creíble y no un estúpido juego de provocación por parte de mi dongseang.

—Está ensayando el discurso de cierre, ya sabes. Es la delegada de nuestro año. —Habló sin apartar la mirada de la carretera, conduciendo con diligencia hacia la universidad, sin embargo, podía sentir su tensión con tan solo ver cómo agarraba con fuerza el volante.

 —Bien. —No tenía nada más que decir, pero eso no explicaba la presencia de mi ex (no, ni si quiera fue mi ex), en el asiento trasero del viejo Opel Corsa de BaekHyun.

 —Estoy bien, gracias. Sí, me alegro de verte. Siempre es todo un placer. Oh, sí, hyung, gracias. Veo que te has puesto los pendientes que te regalé hace un tiempo, te siguen quedando genial. —Habló de nuevo, con su irritante voz (mentira, es hermosa), haciendo una pequeña representación de una conversación entre él y yo. Apreté los puños cuando oí lo de los pendientes y me senté rígido, ¿tanto se tardaba de mi casa a la universidad? Por favor, que alguien me saque de aquí.

—¿Qué quieres de mí, JongDae? —pregunté de improviso girándome y mirándolo a los ojos con el ceño y la boca fruncidos. La paciencia nunca fue mi fuerte y él lo sabía.

—Que dejes de destruirte, mírate. —Me miró intensamente, su comportamiento había cambiado: ahora estaba hablando en serio. Y los tres lo sabíamos, había puesto palabras a lo que todos pensaban, pero nadie se atrevía a decir. Pero entonces, saqué fuerzas, no sé cómo, y transformé mi inseguridad en cinismo.

—Tú me destruiste, JongDae. —Nada más decir eso, sonreí de una forma sarcástica, para que de una forma u otra, no solo mis palabras le doliesen, sino que se sintiese culpable por todo.

Me senté de nuevo bien, mirando al frente, aún con los puños apretados. Nadie dijo nada más durante el trayecto hasta la universidad, pero la tensión se podía palpar fácilmente. Tampoco pude dejar de echar varios vistazos, por no decir que no dejé de mirarlo fijamente, a través del retrovisor de mi lado y lo que vi me dolió. JongDae estaba totalmente ido, miraba por la ventanilla y su cuerpo estaba allí, pero él no. Por unos segundos me arrepentí, pero luego recordé que yo llevaba así desde entonces y lo único que me mantenía aquí era BaekHyun.

Llegamos a la universidad unos minutos después, el campus estaba lleno de personas y, en el césped, habían colocado un amplio escenario decorado con los colores distintivos de la institución: plateado, negro y dorado. Colores extraños entre sí, pero que en una mezcla congeniaban con elegancia y armonía. Varios centenares de asientos estaban dispuestos de forma ordenada enfrente del escenario portátil, ya había algunos familiares sentados esperando a que la ceremonia diese comienzo o, simplemente, a que sus hijos apareciesen para felicitarlos. De entre la pequeña multitud pude distinguir a mi menuda madre y mi estricto padre, temblé suavemente y JongDae lo sabía, por eso, me agarró de la mano y la apretó, mirándome intensamente, tratando de infundirme fuerzas. Yo simplemente lo miré con frialdad y aparté mi mano de forma brusca, al segundo me arrepentí, pero debía avanzar hasta mis padres y utilizar esa fortaleza que me había transmitido aunque yo intentaba negarme a utilizarla.

Caminé arrastrando los pies, con la cabeza algo gacha, pero luego la alcé y me erguí completamente, mostrándome con orgullo. No pensaba perder ante mis padres, contra ellos sí que no. Sonreí ampliamente (falsamente, por supuesto) y abracé primero a mi temblorosa madre, quien ya tenía los ojos llorosos. El contacto duró unos segundos y traté de darle calor a su adolorido corazón, me separé y le dediqué una tierna sonrisa, acaricié su rostro suavemente tocando las sombras de un ligero moretón y fruncí el ceño. Había vuelto a pasar y yo no había estado para impedirlo. Temblé de cólera, pero debía comportarme. Hoy sería mi liberación por fin. Miré a mi padre duramente y alcé la mano para estrechar la suya, él me miró con el mismo desprecio.

—Veo que sigues igual de…maricón. —Comentó tras mirarme de arriba abajo y limpiarse su diestra con un pañuelo blanco, con sus iniciales bordadas en verde, tras darnos un apretón de manos.

—Y yo veo que sigues siendo igual de cabrón, ¿está vez la mandaste al hospital, hm? —pregunté de vuelta con toda la frialdad posible. El apretón de JongDae y el odio que sentía por mi padre me estaba manteniendo firme para no llorar por la impotencia.

—Mira, maricón de mierda…—Comenzó a hablar mi padre, cogiéndome del cuello de mi perfecta camiseta, la cual me esmeré planchando la noche anterior. Mi madre dio un pequeño chillido y se agarró al brazo de mi padre biológico, intentando detenerlo sin mucho éxito—. No sé qué haría esta puta, pero tú no eres mi hijo y mucho menos alguien para decirme cómo debo tratar a mi mujer, ¿de acuerdo? —Me escupió con asco todas esas palabras, apreté más fuerte mis puños y abrí la boca para hablar, pero entonces alguien llegó y cogió la muñeca de mi padre, apretándosela con fuerza.

—Señor, no es lugar para espectáculos. —Habló una fría y educada voz, aunque con una clara amenaza en el tono. Mi padre lo miró con asco, pero JongDae se mantuvo firme sin apartar la mirada. Mi padre bufó molesto y soltó mi cuello, empujando a mi madre a un lado. Eso me hizo enfadar y di un paso adelante, aunque JongDae me agarró de la muñeca, evitando que caminase más allá.

—Te arrepentirás de haberme obligado a estudiar Derecho. Me has dado el pase para mandarte a la cárcel, escoria.

—MinSeok, por favor…—susurró mi madre con el rostro surcado de lágrimas, asentí y di media vuelta con JongDae aun sujetándome.

Avanzamos sin rumbo fijo hasta que JongDae tiró de mi brazo y me detuvo, lo miré fijamente confundido. Él simplemente me sonrió cálidamente como siempre solía hacer y me envolvió entre sus brazos, acariciando mi espalda. Yo simplemente me rompí y comencé a llorar, no podía más. Mi vida era un asco, no, ni si quiera podía decir que era mía porque no vivía para mí. Mi paciencia se había acabado, ya no podía fingir más, no con él a mi lado, consolándome. Todas las lágrimas que siempre se detuvieron a mitad de camino por orgullo fluyeron ahora libremente, sin vergüenza, mis sentimientos estaban siendo liberados como si fuese la caja de Pandora. Me agarré con fuerza a su camisa, arrugándola entre mis puños; me sentía mal, pero no podía evitarlo: necesitaba sentirlo a mi lado.

—Todo estará bien, Seokkie…—susurró a mi oído, dándome fuerzas. Simplemente lloré más, arruinando mi maquillaje y su ropa.

—¿Por qué? ¿Por qué, Chen? —pregunté desgarrado, utilizando su apodo, el cual no pronunciaba desde hacía muchísimo tiempo, demasiado.

—Perdóname…—habló inseguro, su voz temblaba y su corazón latía como un loco, me separé y aun llorando lo miré con lástima. Con lástima hacia los dos, ambos habíamos huimos de nuestros sentimientos al fin y al cabo.

—No, lo siento. Siento haber huido y resignarme. Odio destruirme a mí mismo, pero es la única forma de buscar tu atención. —Esbocé una sonrisa amarga, aún con lágrimas cayendo por mis mejillas. Solté su camiseta, dando un paso hacia atrás, pero sin alejarme demasiado—. A veces me pregunto si estoy enfermo o algo, ¿cómo puedo hacer eso? No, no estoy bien. No soy nada sin ti, Chen. Puede sonar como una obsesión…lo que sea, pero no te he olvidado. Nunca podría hacerlo…

—Espérame…por favor —añadió en una súplica, lo miré triste y negué con la cabeza, soltando un leve suspiro y alzando la mano para secar el rastro de lágrimas en mis mejillas.

—He esperado demasiado ya. Hoy es el día en el que seré libre y todo cambiará. Lo siento…—murmuré con un nudo en la garganta, aceptando que nunca más iba a tenerlo a mi lado, que nunca íbamos a amarnos libremente porque cada uno teníamos nuestras propias cadenas, unas demasiado fuertes para romper.

—Seokkie…

Negué con la cabeza, le acaricié el rostro y besé suavemente sus labios, probé ese sabor que tanto amaba, acaricié la esencia de JongDae por última vez, saboreé sus labios como nunca. Volqué todo mi amor en él, todos los sentimientos que había estado guardando durante todo este tiempo y, antes de que me correspondiese instintivamente, me separé de sus labios con resignación y me despedí con una cansada sonrisa y un suave movimiento de mano. Me giré y le di la espalda, empezando a caminar en dirección al edificio principal hacia el baño.

Tardé media hora en salir de mi escondite, pero ya no podía huir más. Nunca más lo haría, me había despedido de JongDae y sentía mi pecho algo más ligero, aunque aún dolía. Ahora me graduaría con matrícula de honor de la carrera y, con unas cuantas recomendaciones de mis profesores, podría buscar rápidamente un trabajo que me ayudase a sacar a mi madre de ese infierno. Podríamos denunciar al cobarde de mi padre y meterlo en la cárcel por años de maltrato psicológico y físico. Le haría pagar por todo sí o sí. Y, entonces, cuando todo pasase podría comenzar, en la prestigiosa Escuela de Moda de Seúl, mi frustrado sueño. Era un plan de vida a largo plazo, pero pondría todo en orden para poder comenzar a vivir para mí mismo aunque eso significase no tener a…no tenerlo a él.

 Desperté de mis ensoñaciones cuando BaekHyun, quien estaba a mi lado y me había ayudado a maquillarme de nuevo, sacudió mi brazo. Le agradecí con la cabeza y me levanté, alisando mis ropas y con una amplia sonrisa, con el corazón nervioso, subí al estrado a recoger mi diploma y certificado. Miré a la multitud y vi cómo mi madre lloraba de felicidad mirándome enternecida, le sonreí de vuelta, dándole esperanza y ella tan solo pudo aumentó su llanto. Luego busqué a TaeYeon y BaekHyun, ambos tenían las manos entrelazadas y me sonreían orgullosos, sin duda les debía tanto. Y…por último lo busqué a él, estaba de pie, solo y apartado, con su mirada fija en mí. Cuando notó mi mirada se movió algo nervioso, pero, contra todo pronóstico, una sonrisa tranquila y serena salió de mis labios. Hice una reverencia al rector de la universidad y al de la facultad después de estrechar sus manos y recoger los papeles. Me giré e hice lo mismo hacia el público,  volví a mi sitio con una sonrisa y una vez sentado apreté suavemente el muslo de BaekHyun, como una muestra de que todo estaba bien ante su mirada preocupada.

Finalmente, para cerrar la ceremonia, TaeYeon subió al estrado con una sonrisa nerviosa, pero con confianza. Con un carraspeo llamó la atención del público cogiendo el micrófono y saliéndose fuera de lo que tenía ensayado, se movió por el escenario hasta colocarse enfrente de la multitud. Sonrió una vez más, tratando de relajarse y mostrando su belleza natural, con un vestido amarillo chillón y unos tacones plateados con pedrería. Cogió aire y luego lo soltó por la boca, sonrió ampliamente y de forma risueña como solo ella podía hacer, comenzando a hablar con un pequeño tartamudeo que enseguida superó:

—A lo largo del año elaboré un perfecto discurso para este día, sin embargo, le faltaba algo: emoción, sentimientos. Todos me conocéis por ser la primera de la clase y quien siempre os corrige los trabajos para hacerlos…más “académicos”. —Hizo un gesto de comillas con la mano que tenía libre y todos los estudiantes reímos ante su ocurrencia, pero era la verdad, era conocida por eso—. Y no quería despedirme de todos vosotros de forma académica…Sería una forma de huir de la tristeza y el dolor al separarnos, ¿no creéis? —Todos asentimos y yo me encogí un poco sobre mi asiento, TaeYeon siguió adelante con su discurso, entre bromas y sentimientos encontrados, sacando toda esa sensibilidad que solo se reservaba para sus allegados—. Y, para terminar, no debemos olvidar que estamos viviendo por nosotros mismos, ¡debemos cumplir nuestros sueños y no los de los demás! Solo vivimos una vez, ¿por qué desaprovecharlo? Es estúpido y, como recién abogada licenciada, voy a redactar la siguiente ley que debe estar en nuestro código mental de vida y amor propio: Se sancionará a cualquier persona que olvide su rumbo en la vida y no siga su corazón —dijo dirigiendo su mano hacia su pecho, donde estaba su corazón—, quien se rinda y huya para no sentir dolor. El castigo será sacrificar aquello que tanto amamos porque así nos daremos cuenta que no somos nada sin ser nosotros mismos. Porque de una forma u otra nuestro instinto siempre nos guiará por el buen camino y nos abrirá los ojos para no perder lo que amamos. —Sonrió finalizando la especie de ley extraña que había montado. Todos nos reímos, pero el mensaje había calado en nosotros de una forma mágica—. Y, por último, para no aburriros más con mi monólogo…¡Os deseo lo mejor en esta vida! Luchad por vuestros sueños y por aquellos a los que amáis porque al final, nos jubilaremos de nuestro trabajo, pero nunca de nuestros sentimientos.

Hizo una reverencia en medio de los aplausos y vitoreos que recibía por su hermoso discurso. Me levanté junto con BaekHyun y ambos gritamos, dándole ánimos para luego abrazarla cuando llegó hasta nosotros. Nos sonrió ampliamente y, con lágrimas en los ojos, nos hizo prometer que nunca nos separaríamos y seguiríamos siendo el trío maravilla, como le gustaba llamarnos. Sonreí ampliamente, asintiendo y alzamos los tres nuestro meñique derecho para hacer una versión mejorada del juramento de promesas.

 —¡Prometido! —gritamos los tres entre risas antes de que la voz de la presentadora se oyese por todo el campus, rápidamente nos sentamos sin dejar de sonreír y atendimos al anuncio.       

—Y para terminar con el acto de hoy de una forma aún más bonita y perfecta, a continuación cantará el himno de la universidad el alumno Kim JongDae, estudiante de Artes en la modalidad de canto.

Terminó de anunciar y, como había dicho la presentadora del acto, JongDae apareció en el escenario con un pantalón gris oscuro, una camiseta negra brillante, junto con una corbata del mismo color y, por último, una chaqueta elegante del mismo color del pantalón. Hizo una reverencia a la audiencia y agarró el micrófono con la mano izquierda, cerró los ojos por un momento y luego los abrió clavando su mirada directamente en mí, tragué saliva nervioso. No tenía ni idea de por qué JongDae iba a cantar, iba a levantarme del asiento, asustado, para huir porque si oía esa voz…Entonces sí que no podría seguir adelante, sin embargo, él tuvo que darse cuenta porque lo siguiente que oí fue su voz hablándome:

—Por favor, hyung. Espera y escúchame. —Pegó sus labios al micrófono hablando alto y claro, me congelé en mi asiento porque ya me estaba levantando cuando dijo eso.

Alcé la mirada observándolo dudoso, pero él me sonrió ampliamente, como un niño pequeño en su cumpleaños, enseñando sus perfectos dientes. Me mordí el labio, pero solo pude asentir avergonzado y con las mejillas sonrojadas puesto que la gente, al notar mi movimiento, me estaba mirando. Me volví a sentar ante la presión del público y, sobre todo, porque BaekHyun me cogió del brazo y me obligó a sentarme. JongDae sonrió satisfecho e hizo una señal a alguien de bambalinas, luego cerró los ojos y empezó a sonar la música, pero esta no era el himno de la universidad, ¿qué estaba haciendo ese estúpido? Todos se quedaron boquiabiertos, pero Luna, la presentadora, evitó que interrumpiesen en el escenario para parar el intento de JongDae por recuperar aquello que una vez tuvo, pero que dejó escapar al huir. Y, junto con los débiles acordes del principio, comenzó a cantar cerrando los ojos:

 

Tienes que ser más fuerte porque eres mi estrella.

Pienso en ti y, arrepintiéndome, te extraño.

No quiero decir nada, además,

parece que la ruptura no te afecta.

Esa expresión en tu rostro y el cambio en tu tono de voz.

 

Me quedé boquiabierto, no solo por la poderosa voz de JongDae y el escalofrío que hizo que mi piel se pusiese de gallina ni tampoco por la corriente que desató en mi cuerpo, sino porque me estaba mirando y la letra…¿era para mí? ¿Al decirme que esperase…se refería a esto? Mis ojos se perdieron en su mirada, atrapándome en ella como si hubiese caído en una tela de araña. Mis sentidos se nublaron, ya no era consciente de nada más, solo de él, de su voz, de la letra y de su mirada.

 

Vuelve ahora, por mí.

Olvidarte no es fácil.

No es tan fácil como suena.

I’m crazy, I’m crazy, my girl.

 

Reí suavemente por el entrecejo fruncido de JongDae al cantar “girl”, seguía siendo perfeccionista y meticuloso, no le gustaba ocultar la verdad aunque eso significara que debía dejarlo a un lado para ser sutil y mantener un significado que solo nosotros dos conocíamos. Sin duda, lo haría sin dudar. No le importaba cantar, a ojos del público, a una chica, mientras que el mensaje siempre me llegase a mí.

 

¿Estás llorando igual que yo?

¿O estás escuchando la canción con la que solíamos divertirnos?

No es fácil, no es fácil (¡¿Por qué?!)

¿Qué hay de ti?

Todo ha empezado a cambiar.

Empezó a cambiar tras dejarte ir.

Imaginarte viviendo sola sin mí hace que me vuelva cada vez más loco.

 

De repente, subió al escenario ChanYeol, su mejor amigo, y comenzó a cantar el rap de la canción mientras que JongDae seguía haciendo los coros, cerrando los ojos para demostrar que sentía todo lo que la letra de la canción decía, llegando a alcanzar notas altas y poderosas.

 

Nuestras cicatrices se vuelven cada vez más profundas.

Nuestra debilidad aparece lentamente.

O nuestras fortalezas son algo que tratábamos de buscar, pero quizás ese fue nuestro error.

No hay nubes en el cielo hoy.

 

Cuando terminó el rap, ChanYeol chocó la mano con JongDae y, con una sonrisa abandonó el escenario, dejándolo continuar cantando solo. Repitiendo el estribillo con pasión, abró los ojos y clavó su profunda mirada en mí. Mi corazón iba tan rápido, que sentía que se iba a salir de mi pecho e iba a correr para reunirse con JongDae en el escenario. Mis manos sudaban por los nervios, mi cuerpo estaba reaccionando. La canción estaba eliminando todo mi pesar porque yo no era el único que sufría, no era el único que buscaba saber sobre él en la distancia por otras personas, no era el único que miraba fotos antiguas y lloraba hecho un ovillo en su cama hasta quedarse dormido por todo el agotamiento. Todo este tiempo ambos habíamos estado sufriendo y no nos dijimos nada, no nos armábamos de valor para confesar nuestros miedos e ilusiones. Perdimos la confianza en nosotros mismos y destrozamos el paraíso que con tanto ahínco habíamos construido con un simple juego.

 

Hoy nuevamente estoy siendo diferente del yo del pasado.

Aquel momento en el que podíamos pelear juntos, eran buenos recuerdos.

Buenos recuerdos.

Vuelve ahora, por mí.

Olvidarte no es fácil.

No es tan fácil como suena.

I’m crazy, I’m crazy my girl.

¿Estás llorando igual que yo?

¿O estás escuchando la canción con la que nos divertíamos?

No es fácil, no es fácil (¡¿Por qué?!)

¿Qué hay de ti?

 

Terminó de cantar jadeando, lo miré intensamente y el lugar estalló en aplausos, la locura se desató y no me extrañaba, cantaba como los ángeles y con un sentimiento abrumador, que seguramente había llegado a todas las personas del mundo e incluso a las hormigas del césped del campus. En ningún momento me di cuenta de que estaba llorando y apretaba mis puños con fuerza, JongDae me miró y sonrió como en aquellas tardes en las que nos quedábamos hablando sin hacer nada, y entonces agarró el micrófono mejor, avanzando unos pasos hacia delante y comenzó a hablar:

—Hyung, ¿qué hay de ti? Te echo de menos, no sabes cuánto. Tenía miedo, muchísimo…De no ser aceptado, de perder todo lo que tenía. Y por ser un cobarde lo terminé perdiendo…Te perdí a ti, por no ser sincero y por no hablarte de mis sentimientos…Perdóname, ¿podrías dejar de esperarme y recibirme con los brazos abiertos? Porque…realmente… —Paró tragando saliva, le costaba, podía verlo. Los nervios estaban amenazando con romperlo, pero cerró los ojos y tomó aire para continuar—: Yo realmente estoy enamorado de ti. Estoy enamorado de un hombre, de Kim MinSeok y no me arrepiento. Te amo, hyung…—Terminó diciendo agachando la cabeza, la gente empezó a murmurar y a hacer malos comentarios, sobre todo mi padre, quien se levantó y empezó a gritar, insultándonos.

Sin embargo, no iba a huir, si él había dado un paso adelante y había sido valiente, ¿por qué yo no? Me levanté y caminé hasta él, parándome enfrente del escenario. JongDae me miró asustado, podía notarlo. Tenía miedo de haber cometido un error, pero no, yo le haría ver que, a pesar de todo, nosotros éramos los afortunados. Le sonreía cálidamente como solía hacer en aquellos tiempos en los que nos amábamos sin compromiso.

—Nunca he dejado de esperar por ti aunque dijese eso…Te amo, Chen. —Alcé la mano hacia él para que la cogiese, entendió el mensaje y se agachó cogiéndola—. Y te prometo que nunca te dejaré solo, soy tu fortaleza…Y tú la mía, nosotros somos los afortunados y no estamos rotos o corruptos porque somos nosotros mismos. Y como dijo tu hermana…vivamos nuestro sueño y no el de los demás. —Hablé fuerte y con firmeza, no iba a echarme hacia atrás ni retractarme de mis palabras porque yo amaba a Kim JongDae, a pesar de todo nunca había dejado de pensar en él. Chen sonrió ampliamente y, sin avisar, tiré de su brazo haciendo que cayese encima de mí. Mi cuerpo chocó contra el césped, pero lo agarré bien abrazando su cintura y nos quedamos enganchados, haciendo oídos sordos a los continuos gritos e insultos de mi padre. No nos importaba nada, solo nosotros, estábamos en nuestra propia burbuja—. Te eché de menos, Chen. Muchísimo…¿Volvemos a escuchar música juntos? —Chen rió al escucharme y entendió lo que realmente quería significar mi pregunta, apoyó su frente en la mía y besó mi nariz, podía sentir su cálida respiración.

—Sería todo un placer, hyung. —Cerró los ojos y acercó su rostro, ladeándolo cómodamente, para posar sus finos labios en los míos.

Con una tímida sonrisa cerré los míos y moví los labios en un suave vals que nos trasportaba a nuestro paraíso, aquel que habíamos destruido, pero que había aparecido de la nada en el mejor momento. Deseaba tanto sentirlo, mis manos temblaban nerviosas en su cintura como si fuese la primera que lo tocaba. Lo había echado tanto de menos que sentía que moriría de la felicidad allí mismo, con él encima de mí y en medio del campus con un montón de alumnos, profesores, niños y padres. Y, aunque mi conciencia me molestaba un poco con eso, desconecté rápidamente al sentir su lengua contornear mi labio inferior. Sin hacerme mucho de rogar entreabrí mi boca lo suficiente para que su lengua y la mía se encontrasen después de tanto tiempo. Sí, lo había echado terriblemente de menos y nunca más lo soltaría porque, sinceramente, no puedo vivir sin él. No puedo olvidarlo porque él es la medicina que cura todos mis males y pesares, él es quien me hace vivir mi sueño. Él es mi sueño. 

Notas finales:

¿Sabéis la canción de Missing de Teen Top? Sí, lo vuelvo a repetir(?). PUES LA AMO. Y, en serio, tenía un nosequéquemeardíapordentro para ponerla en este fic porque daba el sentimiento que he querido transmitir ¿Y QUÉ PASÓ? VI LOS SUBS Y ERA SUMAMENTE PERFECTA. Y ME VOLVÍ LOCA Y, PUES ESO. MUCHO AMOR Y ESPERO QUE HAYA GUSTADO ;; 


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