Parte XV: Sueño.
“Debería haber cerrado la ventana”- fue lo primero que el menor pensó, aún dormido, aferrándose más y más a la extraña y ajena fuente de calor. No sabía qué era eso, pero estaba caliente y suave, además, desprendía un aura que hacía que Guillermo se sintiese como un bebé.
Guillermo.
Abrí los ojos lo más rápido que pude. ¿Calor? ¿Blando? ¿Dónde estaba? Cuando giré sobre mí mismo, las palmas de mis manos sudaban tanto que temía que pudiese escurrirme y caer de la cama. Lo unico que pude pensar era que quien estaba en mi cama, a mi lado, dándome calor, era mi padre, y odié a muerte que todo justo en ese momento, estuviese pasando a cámara lenta. Una muy lenta.
Vuelvo a encontrarme respirando cuando destapo con cuidado al bulto que está a mi lado y veo a Samuel.. Los recuerdos del ayer me golpean tan fuerte que puedo sentir como me tambaleo.
“Es un sueño”- Me aseguro cuando lo veo ahí, durmiendo a mi lado.- “Esto definitivamente no puede ser real”- Y convencido de ello, me acurruqué de nuevo, intentando volver a dormir.
-Samuel.- Susurro pasado un tiempo demasiado largo. Ahora estoy aún más seguro de que esto es un sueño, porque no hay gritos ni dolor, así que por un rato, me dejo ir. No puedo evitar sonreír cuando pronuncio su nombre. Es la primera vez que, si bien esto es un sueño, no odio despertar, que cuando abro los ojos no pienso “Oh, mierda, sigo vivo”; es la primera vez en mucho, mucho tiempo, que no escucho voces, insultos o amenazas. La primera vez que, aunque sea una fantasía, me alegro de estar vivo. Es tan extraño...- Y todo gracias a tí, molesto tonto.-- Sigo susurrando por miedo a que se ¿despierte?. Es demasiado raro todo esto. Sé que no debería disfrutar de esto, porque no es real, y cuando despierte, querré morir aún con más fuerza. Querré desaparecer más profundo cuando en verdad vea a Samuel en el instituto y recuerde todo lo que nos dijimos -él sus no.debidos sentimientos hacía mí, y yo, todas las palabras carentes de sentimientos pero impregnadas de miedo. No, definitivamente debería despertar ahora y pellizcarme fuerte para que este sueño o extraña fantasía no sea dolorosa cuando deba enfrentar la realidad.
Pero no puedo. No quiero.
Odio la realidad que me ha tocado vivir, y por más que he intentand cambiarla, pintarla más bonita, de un color rosa pastel, no es rosa. Para nada rosa. Es negra. Tan negra que la luz quiere correr. Samuel, la luz que la ilumina, querrá correr lejos, desaparecer de mi vida.
Vivir en un sueño es mucho mejor, y es que por eso envidio a las personas felices que no descubren -o no tienen la oportunidad, por suerte- que eso, la felicidad, no existe realmente; solo es algo tan efímero que realmente nunca llegas a sentirla. Simplemente es conformismo con tu estado neutro, no felicidad. Es algo a lo que te aferras pero con el tiempo se disipa y acabas aferrándote a la nada para sentirte bien, y sigues allí, creyendo sentirte feliz por miedo a la realidad. Yo también quería eso, quiero eso, pero me desperté y jamás volvi a ver la luz. Envidio eso.
Quiero mi sueño solo unos segundos, pero no puedo.
-¿Qué te pasa?- No salto, no me asusto ni me sorprendo cuando la voz de Samuel me saca de mí. Me pregunto tontamente dónde y cómo estará el Samuel de verdad.
-Pienso.- Respondo sin meditarlo mucho. Lo bueno de saber que esto no es real es que puedo dejarme ser libre sin mediar con las consecuencias. Aquí estas no existen.
-Pensar es malo.- Lo miro atentamente. ¿Cómo alguien recién despertado puede parecer tan hermoso y brillante? Supongo que es parte de la fantasía, que me recuerda que yo jamás me veré así aunque lo intente por años. No soy bonito, no soy guapo ni tengo bueno cuerpo. Soy obeso y feo. Detestable. Gracias.
-Lo sé. Pensar demasiado me ha hecho daño.- Él me mira sorprendido, como si no se esperase tal respuesta. Me pregunto: ¿si esto fuese real, yo sería sincero?. No. Como estuve solo, aprendí a guardármelo todo para mí, a sufrir en silencio, a esperar a que el dolor se esfumase o se hiciese llevadero. Eso no pasó, se hizo tan profundo que me ahogué en él y me hundí.
-Pues no pienses.- Reí suavemente, y, extrañamente, la risa nació de lo más profundo de mí. Era real. Samuel, en mis sueños era mucho más simple y menos filosófico que de verdad.
-Que fácil es decirlo.- Y después de eso, no supe quien se lanzó a quien, pero me daba igual. Era un sueño, y podia vivirlo unos segundos más. Él me estaba besando. Yo lo estaba besando.
A ver, ¿cuán triste es que el mejor berso de mi vida sea creación de un estado idílico y para nada verdadero?.
-Woa...- Jadeó contra mis labios para luego separarnos. Yo no sentía las manos ni los píes.- ¿Y esto?.- Su pregunta me sorprendió, y cuando me vió confuso, aclaró.- El beso.
-Oh..- ¿Debía ser sincero, al menos en mis sueños, no?- Siempre quiero hacerlo, y si por una ez tengo un bonito sueño debo aprovecharlo, ¿verdad?. Quiero mi luz unos segundos...- Mordí mi labio, intentando no suspirar de manera rota, o empezaría a llorar. Odio llorar.
-¿Sueño?.- Asentí, sonriendo un poco antes de volver a besarlo.
“A pesar de ser un sueño, esto se siente tan real... tan auténtico”
Mi corazón latía frenético y tenía una sonrisa digna de esto, un sueño. Era feliz.
Era feliz aquí.
Con Samuel.