Seguridad.
Guillermo. (Pasado)
Lo ha imaginado tantísimas veces que en el momento en el que se decide, lo hace de forma natural, como si aquello no le costase la vida. Literalmente. Un paso, dos, tres, cuatro... y llega al borde. Expira, aspira y mira para abajo. No tiene vértigo, nunca lo tuvo, pero esa situación es tan frágil como él y en un solo suspiro, morirá. Lo sabe. Lo desea.
Una lágrima se acelera a él y cae por aquella altura. Él anhela tener el valor de ser el siguiente.
Alza sus mangas y mira sus muñecas, marcadas y heridas.
"¿Por qué yo?"- Se pregunta desde hace muchísimo tiempo, pero no ha encontrado la respuesta. Está bien. Quizá ese sea su único cometido en la vida. Él es una de las personas que nacieron para morir. Una de esas personas tristes que jamás podrán llegar a ser felices, Un humano que está destinado a perderse y a perder todo lo que ama.
Vuelve a mirar abajo y en su garganta se forma un nudo que jamás sale de allí, que es imposible de tragar.
Sonríe con pesar y pone un píe fuera. Por fin terminará con todo, con el dolor, con la pena, con las heridas... con él mismo. Con su mayor monstruo.
-¿¡Qué estás haciendo allí?! ¿Quieres morir o qué, pringao?- Mira hacia atrás en un rápido movimiento y aún, shockeado se pregunta quién es ese chico y que hace allí. ¿El Universo es tan malo que no lo quiere dejar morir ni vivir? ¿Qué debe hacer para estar en paz, entonces?
-¿Y a ti qué te importa?- Pregunta, con el peor tono que pudo encontrar.
-Hombre, chaval, me importa porque estás al borde de una terraza de la escuela, así que...
Rueda los ojos e ignora al muchacho, pero este lo coge de la mano y lo empuja hacía sí. Guillermo quiere saltar y ser libre, Samuel lo retiene, sin saber qué pretende ese chico, dispuesto a traerlo consigo de nuevo a la vida.
-¿Quieres bajarte de allí y dejar de hacer el tonto, Guillermo?- El menor, anonadado se pregunta como alguien como él, Samuel, el chico que se sienta a su lado, se ha percatado de su existencia.
-¿Cómo sabes mi nombre?- Es lo único que sale de sus labios, en un suave susurro. Quiere soltarse del agarre del mayor, porque su muñeca quema a causa de los cortes, y un poco más para arriba tiene un moratón reciente de un gran golpe con la correa que su padre le dio.
-¿Porque te sientas a mi lado, tal vez?- Samuel omite la parte de "Y porque me pareciste demasiado intrigante desde el primer día. Y tierno. Muy tierno."
No sabe que decir, así que no dice nada. No puede hablar. Él sigue queriendo saltar.
Cuando vuelve en sí, está siendo arrastrado escaleras abajo por Samuel, quien lo ha subido a su hombro y lo lleva como un saco de patatas. El menor grita cosas que no pueden ser entendidas.
-¡Me quieres bajar, idiota! ¿No ves que te vas a hacer daño con mi peso?- El mayor ríe y Guillermo le pega porque sabe -cree- que se está burlando de él. Está gordo, lo sabe, pero no quiere que se lo digan aún más.- ¡Mierda, que me bajes Samuel!
-No voy a dejarte en una terraza solo cuando estabas al borde.
-No iba a saltar- Susurra ahora más tranquilo ya que Samuel lo ha dejado en el suelo. Aunque porque han llegado a la planta baja. Al ver los pasillos completamente vacíos se pregunta qué hace él allí si es horario de clase.- ¿Por que te has salido de clase?
-Porque no habías llegado en más de media hora, y una persona no tarda media hora en ir al baño.
-¿Te ha mandado la señorita Gómez?- Frunce el ceño y es que... estaba allí, a punto de terminar con todo por fin, y en cambio, tuvo que aparecer Samuel y devolverlo de un solo toque a la vida.
"Odio a este chico"
-No, fui por mi cuenta. Me preocupé por ti, compañero.
"Pero es el único que me hace sentir estas cosas desde hace una semana..."
A la salida mira hacia arriba, piensa en como se sintió esta mañana por los gritos de su padre, por la primera vez que lo tocó más allá, por aquel insulto que jamás había dicho hasta ese día "Tú tienes la culpa de estar solo. Y me has dejado solo a mi gorda bola de mierda.". Piensa, piensa y piensa. Y cada vez tiene menos ganas de ir a casa y más ganas de volver a esa terraza y saltar. Y nada más pensar en eso, allí está de nuevo Samuel, a su lado, sin tocarlo -en qué momento el mayor se dio cuenta de que le incomodan que le toquen-, y sin palabras, sin hablar de lo que sucedió allí arriba hace unas horas, siguen adelante.
Se conocen solo de una semana y media, pero... Samuel espera mucho más.
En cambio, Guillermo, en ese momento, solo se concentra en el hoy. En ese momento. En el que tiene a alguien al lado con el que se siente un poco más seguro, con el que sus pensamientos y sus voces se callan unos segundos, donde las heridas parecen no doler tanto y donde una agradable sensación -seguramente de amistad- crece en él. Aunque solo un poco, porque no puede permitirse más.
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Esto es como una especie de recuerdo que llevaba mucho tiempo deseando escribir y me ha parecido la oportunidad perfecta. Iría entre el capitulo dos y tres quizá, ya que es algo así como un recuerdo que ha/está teniendo Guillermo.
¡Espero que les guste! Y muy pronto tendremos el de la actualidad >.<
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