Preocupado.
Samuel.
Decir que ahora mismo me encontraba terriblemente preocupado era poco, muy malditamente poco. ¿Por qué Guillermo había salido corriendo de mi casa cual alma que se lleva el diablo?. ¿Se debía a mi 'gran-directa-insinuación' de que quería un beso suyo?. Vale, si bien sabía que eso no iba a pasar ni en más locos sueños, tampoco iba cien por cien en serio.
Nervioso y ansioso por saber de él, me alejé de la puerta de la entrada, dudando si debía ir detrás de él o era meterme en donde no me llamaban. Caminé por casa, de arriba a abajo, consumido por una sensación de necesitar saber, y a decir verdad, esta no era la primera vez. Guillermo tendía a... hacer cosas extrañas, cosas que me tenían totalmente intrigado.
"Guillermo"- El nombre no había salido de mi mente desde el primer momento que lo vi, intentando desaparecer, como queriendose esconder tras ese libro, como si pudiese cobijarse de mi... o del resto del mundo, o de la profesora, o de quién-sabes-dios-qué. Pero lo que si podía jurar es que Guillermo tenía miedo de algo. Lo podía jurar.
No sabía que pasaba con él, pero tenía claro que había mucho más de Guillermo de lo que quería aparentar. Me ha'bia percatado mañana tras mañana sus amplias ojeras que delataban noches sin dormir, había sentido el temblor de su cuerpo cuando alguien se acercaba más de lo debido a él, había visto como sus ojos se abrían y se cristalizaban, como gritaban presa del pánico cuando alguien lo tocaba, o cuando yo quería ofrecerle a través de una caricia o abrazo - esta última acción jamás pude llegar a realizarla-, había visto a Guillermo desmoronado, corriendo lejos de mi, había visto a Guillermo de miles de formas, y a pesar de todo, a pesar de todo el misterio, aquel aura misteriosa y deprimente que había a su alrededor, que era la mejor persona que podía haber encontrado jamás, la más pura, la más... No había palabras para describir como era. Si bien solo llevaba unos meses de conocerlo, podía dar por seguro que jamás encontraría a alguien como él, por eso no quería perderlo. Y por consecuente, quería, deseaba y necesitaba descubrir cual era la historia de Guillermo, para poder ayudarle.
"Aunque algo dentro de mi está gritando que él no se va a dejar ayudar"- Anoté en mi mente.
Suspiré, posicionándome de nuevo frente a la puerta de la entrada, totalmente envelesado y perdido, mirándo al horizonte, como queríendo ver con una visión de rayos X o algo parecido la casa de Guillermo, aquel chico que hacía que cada vez que cerraba los ojos, su imagen volase a mi mente haciéndo que mi corazón se acelerase tanto que tuviese miedo, que cuando sonreía, de aquella forma sincera en la que sus ojos rasgados se cerraban aún más y sus mejillas subían, mi pulso aumentase incontrolablemente, para poder ir tras él y abrazarlo, susurrarle una y otra vez que fuese lo que fuese, que pasase lo que pasase, jamás estaría solo, que me tendría a mi, y que jamás, mientras él me lo permitiese lo iba a abandonar.
"Por que sí, Guillermo, quizás no hoy, puede que no mañana, pero... lucharé por ti, lucharé por sacarte de... ese aura negra que te rodea casi todo el día. Lucharé hasta quedarme sin fuerzas para intentar ser tu luz..."
Miré a Mara, mi gata blanca, y la cogí en mis brazos. A ella también parecía gustarle Guillermo, quizás tanto como a mi.
-Es solo mío- Susurré para después acariciarlo. Me sentí tonto cuando caí en el propio significado de mis palabras.- Si es que... soy más tonto...
Suspiré y caminé hasta el salón para recoger un poco y luego subiría para estudiar algo...
"Guillermo"- Pensé por un segundo antes de continuar con mis tareas.