Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Antes de decir adiós por Alice_alii

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

HOLAAAAAAAAAAA

Se que me odian por abandonar mis otros fics pero bueno, tragicamente estoy pasando de muy malos momentos, no me encuentro muy bien emocionalmente y fisicamente, asi que lo lamento pero no estoy, como decirlo "de humor" como para escribir fics con tematicas alegres, amorosos, fantaseosas, humoristicas, entre otros generos "positivos". Ojala comprendan mi situacion, trato de levantarme pero bueno, es algo dificil pero bueno, ya no las dire mas.

Disfrunten del fic, espero a ver hecho un buen trabajo y poder contiuarlo, por cierto, este fic tiene años abandonado en mi computadora, empezo de a poco a poco y bueno con mis rachas depresivas pude continuarlo, es raro heheheh n.nU

En fic, espero y les guste, me despido, se cuidan.

bye bye~

 

Desolado por las muertes de mis seres queridos, cargando mis penas en mis hombros, tanto dolor me acompaña desde que me convertí en este hombre ¡ni siquiera tengo derecho a llamarme “hombre”! Soy un ser anormal, mejor dicho un desecho, una basura, tan sucio, malgastado, inservible, vacío, soy un muerto con vida, eso es lo que soy, un alma perdida entre los seres vivos.

Mi camino al paraíso me fue borrado, mi llave para abrir los cielos de Dios, perdido entre mis múltiples “vidas”. No soy nada más que un muñeco utilizado, ¿Por qué soy esto? ¿Por qué no tengo una “vida normal”? ¿Por qué no muero? ¿Tanto me odias Dios? ¿Es que acaso no soy merecedor de tu amor? ¿Qué hice mal? Claro, no debí ser esa mierda de Rey hace años, por eso me odias. Lo entiendo, merecía un castigo pero ¿603 años de dolor no te es suficiente?

 

Caminaba por las calles oscuras esperando un milagro, una muerta silenciosa y dolorosa, solo para que me demuestre lo tan “vivo” que estoy. El frio de la noche me cala hasta los huesos, demostrándome que aún seguía con vida, para mi buena y mala suerte, sigo vivo y lo seguiré siempre hasta el fin de los tiempos, cuando la humanidad no exista y yo solo sea una débil alma buscando consuelo. Ya me veo, solo, sin nadie a quien amar y quien me quiera. Estaré solo como me encuentro ahora.

Mi vista se pierde en mis propios pasos sincronizados. Murmullos, risas, palabras de amor me empalagan por lo que volteo, gente amorosa demostrándose lo cuánto se aprecian, lo felices que son mientras yo sufro en silencio. Parejas en multitud y yo solo, abandonado en este mundo sin final. No soy nada, no existo, soy un cero a la izquierda.

 

La nieve cae lentamente, miro al cielo preguntándome cuando terminara esta tortura. Dios ya pague mi condena, ¿Cuánto más sufriré? Vuelvo a mirar al frente con tristeza. Detenido en ese lugar observo a mis alrededores; todos son felices, todos algún día morirán y dejaran de sufrir, pero yo solo soy un cadáver que deambula buscando un anhelado final. Mi camino a la muerte es tan lejano, me pregunto ¿cuánto más seré teñido de rojo por mis actos?

Cabizbajo continuo  mi rumbo sin embargo un grito me hace levantar la vista. Giro a la derecha y un callejón sin salida observo, es tan oscuro por la escases de lámparas, es un lugar sin importancia donde nadie, ni siquiera de día se atreverían a pasar. Tres hombres aprovechándose de una mujer. Gritos, gemidos, quejidos y suplicas aumentan y las personas que pasan solo ignoran. Me enfurezco, ¡la gente es una porquería! Me animo a ayudarla, me acerco sigiloso y en cuestión de segundos estoy detrás de ellos.

-¿qué hacen? –pregunto con “inocencia” ladeando de mi cabeza a la izquierda viendo como la mano de aquel hombre alto masturbaba a la pobre chica pálida del susto, quien con ojos lastimeros me pedía que la salvara pero a la vez una mezcla de temor por como saliera yo lastimado ¿alguien por primera vez se ha preocupado por mí? Han pasado años desde que un ser humano lo hacía. Se detiene el chico que manoseaba a la mujer y el junto con su banda se voltean furiosos, mirándome con ojos rojos y dilatados: drogados, es lo único que se viene a mi mente al ver al trio de jóvenes en ese estado.

-y tú ¿qué pedo haces aquí? –me empuja bruscamente mientras sus amigos se ríen a carcajadas. El alto contenido mortífero ingerido se filtraba por mis fosas nasales no entiendo como no lo note antes, ¿es que acaso me debilito? ¿La muerte pronto por fin me visitara? ¿Mi tan anhelada despedida será aproxima? ¡Diablos!, tan desesperado estoy que con una simple “debilidad” creo que voy a morir, es estúpido, patético en todo su palabra.

-suéltenla. –les ordene pero esos dos tipos de los costados agarran con más fuerzas a la mujer sacándole un gemido lastimero.

-¡tú ni mierda vas a hacer aquí, así que largo! –me grito el tercer chico, que con porte amenazante se me acercaba. Si algo odiaba, era a los humanos: unos seres tan corrompidos que hasta asco me dan pero son mi fuente de alimento ¿Qué podría hacer? Simple, ver como ellos se ahogan en su propia maldad.

- ¡tú no me ordenas humano insignificante! –Exclame molesto con mis manos en los bolsillos. Siempre las mantenía ahí, me abominaba mirar mis manos que desde cientos de años han sido teñidas de un líquido carmín. - ¡ya suéltala! –odiaba a los humanos pero si algo detestaba mas era a mí mismo.

-¡a mí, tu no me dices nada! - mete su mano a la parte trasera de su pantalón y saco una pistola.- ¡mejor date la vuelta sí!

-qué bonito pero no gracias.

-¡no seas terco, lárgate o disparo! - me amenaza acariciando mi mejilla con el arma. No tenía miedo y jamás he tenido desde que me convertí en esto.

-no sería al revés.- carcajadas y la chica niega temerosa porque me hagan daño. Un disparo y la sangre terminan por caer al suelo al igual que mi cuerpo carente de dolor. ¿Este es mi fin?

-¡hahahahaa solo era escoria, una basura! – se burla de mi descaradamente. Soy un desperdicio pero esos seres más podridos que yo, no tienen ningún derecho, solo yo puedo odiarme.

-¡auch! –me queje sarcásticamente, levantándome del suelo como si nada. No mentiré que siento cierta molestia dentro de mis intestinos pero con solo meter mi mano por el agujero causada por esa arma en mi estómago era más que suficiente para desaparecer el dolor; saco del casquillo y lo tiro al suelo, adiós a la molestia.

-¡¿cómo es posible?! – gritaron los tres, me miran temerosos al verme de pie. Bueno, esto no es normal entre los humanos. Ver a un ser anormal como yo levantarse es de asombrarse, o me equivoco.

-¿eso es todo lo que tienes? – interrogo con una sonrisa pintada en mis labios, me divierte el hecho de que me tengan miedo. Otro disparo a mi pecho, dos, tres, cuatro y nunca caigo.

-¿qué mierda eres? –me mira asustado el joven drogado que temblaba cual gelatina.

-jum- sonrió de medio lado, amaba de ver esos ojos tan llenos de miedo, ser el causante me excita pero ver un cuerpo bañado en sangre me calentaba mas.- soy tu peor pesadilla.- musite aun con mi sonrisa de medio lado.

 

 

 

Regla numero 1: no corras, estúpido, soy tan rápido como la luz.

2.- no patalees o te ira peor; doblare tus piernas al lado contrario hasta escuchar el crujido de tus huesos.

3.- no intestes golpearme porque la violencia soy yo, tú no eres más que mi comida y la comida, no habla, no se mueve, no hace nada, solo espera a ser comido.

4.- si te callas, prometo no causarte tanto dolor.

Y 5.- nunca asesino a gente inocente.

 

 

 

La luna resplandece y la sangre se impregna en mi ropa. Las paredes se tiñen del hermoso color. La chica con prendas rotas sale huyendo gritando por auxilio, la miro entristecido ¿así me agradece que la haya protegido? Que mal agradecida, su madre no supo educar.

Mis manos de nuevo cubiertas por el espeso liquido tan vital de los seres vivos, es tan normal para mi verme bañado en sangre. Siempre me ha gustada esta sensación es tan cálida, es como si a quien más quisiera me diera de un enorme abrazo, así me siento querido, así vuelvo a sentirme vivo. Ahora entiendo porque Dios no me perdona aún, sigo siendo el mendigo desgraciado que torturaba días y noches enteras, ¡hahahahahaha pero se siente tan bien!.... Lo siento, Dios, soy un mal cordero.

Dirijo una de mis manos a mi boca y doy de lamidas disfrutando el sabor. Los tres hombres mutilados detrás de mí yacen. Cada parte de su ser dispersados por el suelo me excita de sobre manera; yo estoy encantado de como esa sangre pegada a mis dedos me crea un gozo celestial,  ¿es que no puedo ser más psicópata?

-¿que eres? –escucho detrás de mí. Giro molesto, ¿Quién osaba a interrumpirme? Un pequeño niño rubio despeinado con ropa más que desgastada, hasta la palabra quedaba diminuta para describir aquellos harapos con los que vestía ya ni yo tenía así a mis sirvientes.- nfff nff –moquea tan repugnantemente tallándose de su nariz, limpiando también con sus manitas las lágrimas agrias que seguían recorriendo su cara. Sus ojos me muestran tristeza más no temor o miedo. No hay señas de darle asco ver todo esto. Me volteo con intenciones de irme pero su dulce voz me detiene.- ¡no te vayas! - cogió de mi abrigo ¿Cuándo llego a mí?

-¿disculpa? –me giro con el ceño fruncido. Quería alejarlo, no deseaba que interfiriera en mi monótona vida tan impura.  

-¿quién eres? –volvió a preguntarme con una gran tristeza en su rostro. Parecía cansado el pequeño ¿pero cómo un inocente pequeño me mostraba ese rostro tan desgastado? Eso solo lo veía en hombres viejos olvidados por sus hijos o simplemente aquella gente pobre que hace de grandes trabajos forzosos y reciben una miseria de dinero.

-eso no te importa.-le conteste de mala gana. Si algo no quería hacer, era socializar con el pequeño.

-ma-ma-matates a-a-a e-esos hom-bres…. –dice débilmente tartamudeando una que otra vez. Escondías tu temor o tal vez verte rodeado de pedazos de seres vivos te alarmo.

-mi nombre es Ruki.- le digo. Solo eso iba a salir de mis labios, - ya sabes mi nombre ¡ahora largo! –exclame quería a esa mierda lejos de mí. No tolero a los niños son tan, tan, tan puros, los envidio, desearía tener esa pureza para ir a los cielos.

-¿que eres? –aprieta de mi abrigo con su pequeña y pálida mano.

-soy un vampiro.- el viento sopla fuertemente, mis cabellos castaños se mesclan con la danza de la basura y hojas secas de los escasos arboles de esta jodida ciudad. Abre su boca pero una voz a lo lejos parece llamarle.

-¡¿AKIRA, HIJO DE PUTA DONDE CARAJOS TE METISTES PENDEJO?!- da de un brinco, asustado el niño se voltea y sale corriendo salpicando a los costados la sangre derramada.

-¡ya voy! –grita acompañado de un sollozo levemente. Se para en seco y luego giro para verme.- adiós.- me dice alzando de su manita para despedirse con un ademan y vuelve a correr a la salida.

-que niño más raro.- musite al ver que no salió corriendo cuando me vio manchado en sangre, eso era lo más razonable viniendo de un crio.

Una cierta curiosidad me invade más trato de ignorarla y prosigo con mi camino. Guardo de nuevo mis manos en los bolsillos, tenía frio y más porque al estar muerto yo ya no tengo calor corporal, siempre tendré frio a menos de que me bañe en sangre: líquido espeso y sabor metálico, soy un loco psicópata pero que más daba ser así, es mi sustento de cada día, además de que la sangre conserva por unos cortos momentos la calidez humana lo que me hace sentir vivo. Deseo tanto volver a sentirme vivo, sentir el dolor, la tristeza y el amor.

Un grito agudo acompañado de pánico me saca de mis pensamientos, levanto la vista sorprendido. Un cuarteto de chicas me miraban espantadas, me doy un vistazo y observo mi cuerpo bañado en sangre. Ellas salen huyendo de mí sin pensarlo dos veces, soy un monstro ante sus bellos ojos.   

Retrocedo lentamente, regresando a las penumbras, escondiéndome en la oscuridad, volviéndome una con ella. Soy un ser invisible, debía ser invisible, no debía destacar aunque me muriese por ser visto, escuchado o por lo menos amado.  

La luna, que en lo más lejos del cielo nocturno me miraba brillantemente, solo para ella yo soy su consentido. Siempre en luna nueva le encantaba que me vistiera de rojo, ella amaba verme de rojo, era como si me dijera: “¡mírate, eso es lo que eres!” –hahaha.- rio, no por alegría sino por el dolor, la pena que sentía, hablando solo, no tenía a nadie, todo  lo que tenía era a mi amada oscuridad y a la luna, aunque ella siempre alumbraba mis más dolorosos actos. Mi única amiga, el único ser que me acompaña a cualquier lugar que vaya, aquella en la que podía confiar sin duda y guardar mis más grandes secretos, aquella a la que le encantaba verme sufrir.

 

 

***

 

 

Mis piernas corren velozmente por las casas y edificios. Nadie puede verme, corro a la velocidad de la luz, este era yo: un ser anormal que aún no olvidaba el olor del pequeño humano. El niño tiene un aroma muy delicioso que me es fácil seguirle. ¿Porque le busco? Soy un tonto, debería regresar a casa; vagando entre decidir si buscarlo o no, acorto mi noche, solo faltaba tal vez una hora para que amaneciera.

 Amo los amaneceres, siempre el sol me embelesaba mis facciones, recuerdo que a las mujeres enamoraba con mi belleza, mi sonrisa pervertida las volvía locas pero el odio de esa vieja reina me convirtió en esto.

Entre recordar y pensar en mis malos actos de hace siglos, mis piernas me llevaron a un barrio muy tenebroso, conocía de estos lugares, no me asustaba, ya estaba tan acostumbrado a la porquería que habían convertido los humanos en mi hermoso reino, donde los arboles refrescaban y las flores profundizaban la belleza natural y conservadora de los bosques, todo era perfecto en mis tiempos, amaba el olor de la rosas o del agua que recorrían los ríos, pero los humanos se encargaron de pudrirlo, ahora no era más que agua estancada aunque ellos dijesen que era “limpia”; drogadictos, alcohólicos y rameras por cada esquina me repugnan, odio esta sociedad, odio al mundo, son un error, es ¿Qué acaso no lo vez, Dios? ¿Por qué los creaste? ¿Por qué les distes el privilegio de continuar y hacer barbaridades? Destruyeron tu mundo y aun así le das la vida, mientras a mí el dolor. Ya cumplí mi sentencia, no tolero este nuevo mundo, quiero morir, no me importa si me mandas al inframundo, o a la nada, solo quiero dormir y no despertar nunca. Me detengo en la orilla de un edificio, colocándome de cuclillas y mirando detenidamente a cada persona contaminada por la maldad, solo busco de aquella alma inocente que mis ojos vieron hace solo unas horas. No encuentro rastro de él. ¿Por qué tanta insistencia en él, Takanori? ¿Qué tiene de importante encontrarle? 

-¿que estoy haciendo? –Me pregunte al ver que lo buscaba desesperadamente.- estoy loco.- me incorpore para irme a casa pero un gemido me hiso detener. Esa voz era la del niño; poseía de un oído muy desarrollado, diferente a lo de los humanos. Mis piernas reaccionaron solas, corría por los edificios  de nuevo y por fin llegue a un departamento muy deteriorado. Me pego a la pared y observo por el rabillo de la ventana opaca por el polvo.

Un hombre viejo y gordo penetrando en la inocencia del niño rubio. Sus gritos por el dolor, pidiendo al ser asqueroso que se detuviera destrozaba a mí pecho, es como si mi corazón no latiente doliera. Su cuerpo pequeño, delgado, no, desnutrido y pálido, cubierto por la espesa sangre y sudor, una asquerosa combinación para un niño. Arañazos y hematomas le acompañan en cada extremidad se hacen visibles  para mis ojos ya que por sus ropas anteriores no las podía ver.

Por primera vez en mil años me sorprendía de verdad e incluso me dieron ganas de vomitar aun que en mi estómago no hubiera ningún alimento “solido”. Trate de quitar mi vista de ti pero era inevitable. Me senté de cuclillas mirando a la calle donde poca gente pasaba, esperando a que el hombre parara mientras de mis ojos resbalaron unas débil lágrimas, ¿de verdad tan podrida esta la humanidad? ¿Capaz de dañar aun inocente? Nunca en mi vida fui capaz de dañar a un niño ni por más enfermo que estuviera, en mi reinado nunca le hice daño a uno… Esperen, cuando era rey, yo, a mí me daba igual la gente, para mi todos eran iguales, ¡Vez Dios! He cambiado, ¿Por qué no me das tu perdón? Negué estupefacto, es como si yo pagara todos los errores de la gente, ¡no soy su esclavo! ¡Yo no merezco el dolor de la gente! ¡Es ella la que debería pagar por cada uno de sus pecados!

Escuchando tus suplicas a un lado mío lloro silenciosamente, la imagen seguía en mi mente, me torturaba a mi mismo aunque mirase a la luna o cualquier otro lugar, tú estabas en mis pensamientos. 

 

 

 

1.- Imagina un cuarto a oscuras, con olor a alcohol impregnado en cada pared; pocos muebles malgastados “decoraban” la fúnebre habitación.

2.- Acompáñanos de gemidos lastimeros.

3.- Mira la cara de un pervertido  entre tus piernas deseoso por tu cuerpo.

4.- Participa.

Y 5.-. No llores, no grites “solo disfruta”

 

 

 

Gire a ver si tu tortura había acabado pues no te oía gritar sin embargo mis oídos captaban sollozos silenciosos. El hombre para y sale de tu cuerpo sin cuidado alguno, no hay ni una palabra de consuelo, solo una nalgada y escupitajo a tu corrompido cuerpo. Sigues llorando desconsoladamente, apretando con tus puños las sábanas blancas teñidas por impurezas. El viejo se viste con una sonrisa más que lasciva y se marcha sonriente dándote unas últimas caricias en tus enmarcadas caderas, los huesos de tus pelvis son tan sobresalientes, desde ¿cuándo no comerás? Desde ¿cuándo tu boca no habrá recibido un alimento? ¿Es que acaso tus padres piensan que con semen se alimenta un hijo? Comprendo que para engendrar de un hijo se requiere del semen pero esto es estúpido. Ese asqueroso anciano revolvió tu cabello y tú te hiciste ovillo tratando de parar tu llanto que quebraría a cualquier corazón, así como el tuyo se encontraba.

El portazo anuncio su despedida, lo cual me da la oportunidad de visitarte, me escabullo por el cuarto no espero que te des cuenta de mi existencia al contrario quería sorprenderte.

 Abrazas la almohada queriendo borrar tus recuerdos en ella. Puedo ver claramente como tu mente está lleno de desagradables recuerdos. Me siento a un lado tuyo y llevo mi mano a tu cabeza  acariciando levemente. Inmediatamente te alejas de mí espantado hasta topar con la cabecera de la cama.

-no te hare daño.- digo y vuelves romper en llanto.- ¿quieres que te abrace?- extiendo mis brazos. No lo piensas y gateas hasta mí. Te hundes en mi pecho sacando todo tu dolor guardado, desconocía desde hace cuánto te obligaban a hacer este acto tan cobarde pero debía adivinar que ya llevabas tiempo sufriendo.  

Lo mucho que se de los humanos, es que aprecian demasiado los abrazos cuando se sienten tristes. Se escuchan pasos a lo lejos, asustado me pides que me vaya, me niego a hacerlo y tú me susurras que es tu padre. Me suplicas porque me marche y yo obedezco volviendo a salir por la ventana.

La puerta se vuelve a abrir.  No te deja hablar y te golpea, una rabia invade todo mi cuerpo ¡quiero correr a por ti! ¡Deseo salvarte! ¿Porque un humano me interesa tanto? Tu padre alcoholizado te grita de majaderías y te da con el cinto. Pides, suplicas y sollozas porque pare. No entiendo la conversación, tu padre dice idioteces que no comprendo.  

 

 

 

1.- “se buen hijo”

2.- “no quedo satisfecho”

3.-“no comerás”

4.- “no me pagaron lo acordado”

Y 5.- “aprende a ser útil”

 

 

 

Espere a que acabe, no debía interfería, era su vida, sus problemas pero ¿Por qué esperaba un grito de auxilio? De nuevo mis ojos miraban a la luna mientras mis iodos escuchaban tu quebrantable llanto. La puerta volvió a retumbar, creo que era el momento y regrese contigo, tan rápido llegue a ti ¿porque esta necesidad de estar a tu lado? Te haces bolita ocultándote en las sabanas, debías sentir pena por ser visto de esa manera.

-no me mires soy una porquería.- musitaste dolido, eso debería decirlo yo niño. Me dije a mis adentros, mi mente mi única conocedora de mis verdaderos dolores porque hasta la luna le mentía, tal vez por eso cada vez que se cansaba de que le mintiera me mostraba mi verdadero ser, siempre en luna nueva era cuando mi apetito incrementaba y comía sin descanso; ese era mi castigo por todos mis malos actos que hice durante mi reinado.

-¿porque tu padre te hace eso?- vuelvo a sentarme en la cama dándote la espalda. Hoy hacia una hermosa y psicópata luna llena, amaba verla así pero a la vez la odiaba por remarcarme lo tan monstruoso que soy, sin embargo me hacía recordar el ciclo de la vida, aquello que yo no tengo y jamás tendré por más que lo pida, de verdad ella sabe cómo atormentarme y amarla a la vez.

-¿qué cosa? –gire mi cabeza un poco para verte,  ya habías salido de tu torpe escondite. Me miras confuso, eres un infante muy inocente, a pesar de haber sido corrompido, tu pureza interior continuaba.

-golpearte y prostituirte.- conteste con simpleza, fui directo y claro, no iría con rodeos tan cobardes.

-porque no hay dinero y como su hijo debo conseguirlo, y cuando no lo hago, no soy buen niño o desobedezco me golpea, pero es para que yo aprenda.- sonreíste ¿de verdad sonreíste? ¿Es que acaso estaba ciego? Oí que el amor hacia ciegos a los humanos pero esto era exagerado.

-¿que no es al revés?

-¿Cómo? –de nuevo tu inocencia reflejada en esos ojos.

-los padres son quienes traen el dinero para darle una vida a sus hijos.

-¿enserio? –se limpia las lágrimas con cuidado. Tiene las mejillas tan rojas y no por un sonrojo.

-¿nunca te lo han dicho en la escuela?

-¿qué es escuela? –parpadeo sorprendido.

-¿no sabes qué es eso? –le volví a interrogar tal vez escuche mal.

-no.

-escuela es un lugar donde aprendes.- le explique de manera más simple. Espero y comprenda.

-¿enserio? –llevas tu dedo a tu boca mientras tus ojos miran al techo pensativo, tratabas de imaginar cómo sería la “escuela”.

-si.- asiento suavemente.

-y uno ¿que aprende ahí? Debí haber ido para soportar el dolor.- ¡Diablos! Su inocencia era tan grande.

-No, en la escuela no te enseñan  eso.

-¿entonces que enseñan? –infla las mejillas ante su fallida respuesta de que aprendería en una escuela.

-te enseñan a escribir, sumar, leer entre otras cosas más.

-wow no sabía que eso existe.- sonríe. Me sorprende el hecho de que este niño pueda sonreír a pesar de todo lo que sufre y más me sorprendía que hablara bien, ya que alguien que no fuera a la escuela tenga ese alto índice de habla no es común.

-¿dónde está tu madre? –cambie de tema, ahora quería conocerlo.

-ella murió cuando tenía 6 años.- dice entristecido.

-¿cuántos años tienes?

-7 años.- sonríe. Realmente es sorprendente el coraje que tiene para sonreír de esa manera.

-eres joven, demasiado,  ¿desde cuándo tu padre te obliga  a hacer eso?

-un mes después de que mama murió.- borra su sonrisa, no debe ser fácil vivir con ello.

-tu padre no te quiere.- le confesé con un deje de asco, es que en verdad esa gente que obligan a hacer esto a sus propios hijos eran una basura, no merecía ni si quieras ser llamado padre.

-¡no es cierto, el me ama! –exclama molesto.

-¿porque piensas eso?- no iba a perder los estribos con el pequeño.

-¡él dice que me quiere que por eso me tiene aún!

-tu padre te miente.

-¡no es cierto! –trataba de defender a su padre, era un niño sin rencores. Que pura era su alma.

-tu padre no te quiere. –seguía insistiendo. Tenía la necesidad de hacerlo reflexionar.

-¡mentiroso!- me abofetea, cogí su mano y bruscamente le jalo para juntar su rostro con el mío.

-tu padre solo te utiliza para ganar dinero fácil, si te quisiera él no te haría eso y al contrario él te cuidaría. Y si no me crees, algún días que vagues por la ciudad busca familias y dime como es el amor. – le suelto. Me había enojado, no por el golpee sino por su terquedad. Los humanos en verdad eran unos idiotas especialmente los niños. Le escucho quejarse más le ignoro, no quería involucrarme más con este niño. Me levante decidido a marcharme pero aquel niño me hiso detener.

-¡espera, no te vayas! – me grito, alzando de su mano para alcanzarme. Su orgullo es tan corto, que le es fácil olvidarlo y perdonar.

-me tengo que ir el sol casi sale. – ¿porque dije eso? Sonó como si algún día yo regresaría y es lo que menos deseaba, quiero irme lejos, lejos de él, lejos de sus problemas, de su vida.

 Me subí por la ventana y salte. Caí con gracia y elegancia al suelo, prosigo en mi camino rumbo a casa. Me arropo con el abrigo negro, el frio seguía aumentando por lo cual tapo mi nariz en la bufanda purpura y camino en dirección a mi casa, mi vacía y oxidada casa.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).